Yo soy uno de los usuarios de Fibertel-Cablevisión. Me asocié porque Esteban, el excelente técnico en computación que alguna vez me recomendó una colega abogada y yo seguí recomendando a otros, me sugirió como un servicio de los buenos. Hasta ahí mi compromiso con la empresa: un cliente más. No voy a salir a la calle gritando "la vida por Fibertel". Pero como ciudadano anónimo, ése que trata de llegar al microcentro a pesar de los inesperados paros sindicales en los subtes, ése que se banca que por cualquier motivo una banda de piqueteros le corte la calle o una ruta y lo meta en una encerrona por tiempo indefinido, ése que tiene que soportar la eterna ineficiencia e inoperancia de las administraciones públicas, ése que tiene que mirar para todos lados al salir de su casa, o al llegar a ella, o al bajar o subir al auto, porque ya en los últimos meses tuvo que soportar el novedoso sistema de robo por intimidación en pleno centro, a metros del Congreso, ése que tiene que viajar como ganado en el transporte público, como ese ciudadano anónimo y no militante político, me pregunto: ¿qué necesidad había de crearnos este nuevo fastidio, esta nueva preocupación gratuita...? ¿No tenemos suficientes angustias y preocupaciones cotidianas para que nos tengan que venir a fabricar esta nueva? Y todo esto, ¿en base a qué nuevo embrollo jurídico lo van a envolver...? ¿Qué nuevo pergeño bien confuso y ambiguo, salpimentado de resoluciones administrativas polvorientas en los anaqueles servirá para complicarnos un poquitito más la vida mañana, cuando tengamos que salir en tropel a ver qué empresa nos va a dar el servicio correcto, y cómo se van a reír en las barbas de los apresurados funcionarios que inventarán seguridades que luego nadie cumplirá...? ¡Qué inoportunos, por Dios!