Relato:
"Eran las 8.33 de la mañana y Marcelo estaba por bajar del tren Nº 3772. Iba en el primer vagón, estaba cerca de la puerta. Había subido en Paso del Rey a las siete menos cuarto, “como siempre”. El tren “venía parando en todas las estaciones. Paró y arrancó normalmente. Entró normalmente a Once, a velocidad normal. Todo era normal”. El servicio llegaba con quince minutos de demora, pero eso también entraba en las previsiones cotidianas. En el hall central de la Estación Once, hacía rato había comenzado la actividad habitual de un día de semana. De un segundo al otro, en el kiosco de diarios, Daniel escuchó “una explosión fuerte”, vio “polvareda, humo, tierra”. Minutos después empezaron a pasar personas “shockeadas”. A unos metros, desde la barra del bar que atiende Carlos, todo fue “nomás la explosión”, sólo eso y “gente medio golpeada que salía”, que deambulaba o quedaba sentada en el piso, apoyada contra la pared. No lo habían visto hasta girar, hasta acercarse, pero “sabíamos por el ruido que era el tren. Por el soplete. Porque fue una explosión”, explicó José, uno de los vendedores ambulantes de trenes, que estaba en el depósito del primer piso buscando mercaderías. Sólo después, agregó, vinieron “los quejidos de mujeres”, las ambulancias, los bomberos y los móviles de televisión."
http://www.pagina12.com.ar/diario/socie ... 02-23.html
Saludos.
"Eran las 8.33 de la mañana y Marcelo estaba por bajar del tren Nº 3772. Iba en el primer vagón, estaba cerca de la puerta. Había subido en Paso del Rey a las siete menos cuarto, “como siempre”. El tren “venía parando en todas las estaciones. Paró y arrancó normalmente. Entró normalmente a Once, a velocidad normal. Todo era normal”. El servicio llegaba con quince minutos de demora, pero eso también entraba en las previsiones cotidianas. En el hall central de la Estación Once, hacía rato había comenzado la actividad habitual de un día de semana. De un segundo al otro, en el kiosco de diarios, Daniel escuchó “una explosión fuerte”, vio “polvareda, humo, tierra”. Minutos después empezaron a pasar personas “shockeadas”. A unos metros, desde la barra del bar que atiende Carlos, todo fue “nomás la explosión”, sólo eso y “gente medio golpeada que salía”, que deambulaba o quedaba sentada en el piso, apoyada contra la pared. No lo habían visto hasta girar, hasta acercarse, pero “sabíamos por el ruido que era el tren. Por el soplete. Porque fue una explosión”, explicó José, uno de los vendedores ambulantes de trenes, que estaba en el depósito del primer piso buscando mercaderías. Sólo después, agregó, vinieron “los quejidos de mujeres”, las ambulancias, los bomberos y los móviles de televisión."
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