Sin embargo, y a pesar de sus reiterados intentos de enderezar y menguar entidad a sus respuestas vertidas en el instrucción, beneficiando a sus amistades, ratificó sus dichos, siendo conocedor por su profesión de abogado que negar aquellas afirmaciones hubieran al menos, habilitado un pedido de investigación de su accionar.–
Indico esta circunstancia, porque resultó a todas luces evidente por la tozudez del testigo y forma de conducirse en el debate.
Pero de alguna manera esta forma de manejarse pretendiendo que las respuestas dadas se correspondieran a lo que los testigos querían decir, y no a lo que la fiscalía les preguntaba, se advirtió también en otras declaraciones, todas ellas con vínculos afectivos o familiares con los imputados.
A modo de ejemplo cito a Enriqueta María Luisa Lanusse, María Laura García Belsunce, Javiera Marqués Rosas, y el propio Otamendi -a quien ya le he dedicado algunas líneas en este mismo sentido-, entre otros.-
Ha quedado acreditado asimismo, que ha tenido Bártoli participación activa en lo que a la desaparición de rastros y modificación de la escena del injusto se refiere.-
Nótese que en relación a esto último, en su injurada de fs. 809/818 –ratificada luego en la oralidad del debate- el imputado reconoció que “el primer médico” (léase Gauvry Gordon) luego de transmitirle que María Marta había muerto (algo que él ya sabía) le dijo “lo que vamos a hacer es limpiar el baño”, motivo por el cual Bártoli bajó inmediatamente a la planta baja de la casa y agarró “un trapo, uno de esos lampazos, un balde y algo parecido”, entregándole esos elementos al médico, al camillero y a Beatriz Michelini.-
Abona además lo antes dicho, el testimonio prestado por Ema Ramona Benítez, quien dijo haber trabajado como mucama en la casa de María Marta y Carlos Carrascosa, desde 1996 o 1997 hasta el año 1999, recordando que el día 28 de octubre de 2002 se hizo presente en el domicilio de los nombrados acompañando a una amiga suya y empleada de los mismos, Mirta Molina, a raíz de haber recibido esta última un llamado telefónico de la doméstica de los Bártoli, llamada Bety, o de la Sra. de Piazza, dando cuenta que María Marta se había caído en la bañera y había fallecido. Que junto con Mirta llegaron al Carmel aproximadamente a las 07:00 horas, dirigiéndose primero a la casa de Irene –Hurtig, esposa de Bártoli-, donde preguntaron qué era lo que había ocurrido, manifestándoles la misma que “fue terrible lo que pasó” (sic). Que de allí y junto a Bety y a Mirta fueron a lo de Carrascosa, quien en ese momento estaba durmiendo al lado del cuerpo de María Marta. Que se acercó al cuerpo de la misma, por la izquierda suya, es decir, por el lado de la puerta del baño, observando que María Marta estaba acostada, tapada con una sábana hasta la altura del pecho, aclarando que ella la notó “como fea” (sic), toda vez que aseguró “tenía una camisa fea, grande, de las que usaba el marido y ella les sacaba el cuello y usaba para dormir” (sic).-
Explicó también, que María Marta tenía en la frente un golpe, que se le notaba a simple vista, “como un moretón, bastante grande” (sic), llamándole la atención la circunstancia de que “le salía líquido del oído, sangre aguada” (sic), destacando en cuanto a su estado general, que a la fallecida “la habían peinado con el pelo mojado y le había quedado como tirante, hacia atrás” (sic), para luego agregar que “ella no se peinaba así” (sic).
Continuando con su relato, nos contó que ella estuvo “un ratito” (sic) en la planta alta, luego de lo cual bajó permaneciendo en la cocina junto a Mirta, con quien más tarde comenzaron a levantar ceniceros, tazas, y a calentar agua para la gente que se iba a acercar a la casa. Que fue así como buscó los termos, los llenó, y como no había café, tampoco azúcar y menos aún leche, “no había nada” (sic), le pidió al encargado de la despensa si podía traer esos elementos. Que después de “haber hecho todo eso que dije en la cocina” (sic), volvió a subir hasta el cuarto donde estaba el cuerpo de María Marta, no presenciando el momento en el que trasladaron el mismo desde la cama al féretro, encontrándose sí con el personal de la funeraria, “eran dos o tres” (sic), no recordando si mientras ellos realizaban su labor, había o no personas presentes en el cuarto o bien en la antesala.-
Memoró asimismo, que ese día se quedó en el domicilio de la familia Carrascosa “hasta la tarde, hasta muy tarde” (sic), ya que al entierro no fue, optando por ayudar a Mirta en la limpieza de la casa, ya que después de la inhumación del cuerpo de María Marta, el señor Carrascosa regresaría a descansar.
Volviendo sobre sus pasos, explicó que por entonces y en el domicilio se encontraban ella, Mirta, y también Fabricio, que es el jardinero de la casa, haciéndose presente en un momento el casero de Binello, de nombre Arturo. Que luego de asegurar, como respuesta a una pregunta formulada por este sentenciante, no haber estado –antes de comenzar con la limpieza- todo el tiempo junto con Mirta, y no poder precisar si tal tarea le fue ordenada a su amiga por alguna persona en particular, o bien, fue una decisión propia, refirió que al subir a la planta alta lo que observó fue que en la cama donde se velara a María Marta, la almohada estaba con sangre, y ésta la traspasó llegando al colchón, “era sangre líquida” (sic) –corroborando aún más la certeza que me embarga en cuanto a la veracidad de los dichos de Roberto Di Feo-, por lo que luego de que sacaran toda la ropa de cama, las pusieron en bolsas para tirarlas, haciendo lo propio con un pantalón del señor Carrascosa, toda vez que antes de que ello ocurra, y cuando le comentaba a una señora de nombre Canela que estaba en el lugar, que se iba a quedar a limpiar, y también que iba a tirar todo lo que tuviera sangre, Bártoli se acercó y le dijo a la declarante “si usted se va a quedar a limpiar y a tirar las cosas, tire el pantalón de Carlos que está en el cuarto de vestir” (sic), siendo que al serle leída la declaración de fs. 126, en los términos del art. 366 inc. 4º del C.P.P., en concreto, la porción de la misma que dice: “Que del vestidor que se halla en donde termina la escalera en la parte superior a la derecha con puerta entelada, recuerda haber sacado un pantalón de color celeste con rayas de color blancas propiedad del Sr. Carlos, el cual presentaba manchas de sangre en su parte delantera”, la testigo refirió “ahora recuerdo que era de esa característica” (sic), “era como sangre aguada” (sic), agregando que también encontró una camisa de María Marta, manchada con sangre espesa, como “coagulada” (sic), “en la parte de la espalda, como que el pelo la manchó” (sic), y que era blanca y más linda que la que tenía puesta cuando la vio en la cama, y como una bombacha de campo, color marroncita, color té con leche, que era de María Marta y que usaba habitualmente cuando salía, cuando iba a los comedores o bien para estar en el interior de su casa, no recordando cómo estaba la misma, “eso lo bajó Mirta” (sic), resultando que tras dársele lectura en igual término de otro segmento de su exposición escrita, aquélla que reza: “a esta altura recuerda que en el lavadero había una camisa de color celeste también manchada con sangre perteneciente al Sr. Carlos”, ratificó lo allí dicho, aclarando que “la sangre estaba en la parte de adelante, pero me pareció que ya estaba lavada, se veía como una aureola” (sic).-
En lo tocante a la limpieza que realizó en la planta alta de la casa, y en especial, en relación a las manchas de sangre que observó, explicó que sacó el colchón por el balcón, y puso la sangre para abajo, lavándolo con detergente y lavandina, un cepillo, agua, y manguera. Que después lo dejó afuera y comenzó a limpiar las otras cosas, el cuarto, observando varias manchas de sangre, a saber; una “cerca de la cama” (sic), “de la cabecera de la cama para abajo, del lado izquierdo, de la parte de la puerta del baño” (sic); otra “en la pared, de la cabecera de la cama hacia abajo unos diez centímetros… que no se vio hasta que se sacó el colchón” (sic); “en la alfombra, y en la pared, saliendo del baño, más o menos a un metro, otra mancha” (sic), una más “en la puerta del baño, en la cara que mira el dormitorio” (sic), donde se podía ver la marca de “dos o tres dedos” (sic), “como apoyados… en el marco de la puerta” (sic), eran “dedos grandes” (sic), aclarando que también vio manchas “en los azulejos del baño” (sic), que estaban “salpicados de sangre, pero era sangre aguada, no espesa, a una altura media” (sic), y “en el escalón, cuando tiré agua salió sangre detrás de los sanitarios” (sic), “yo sentía el olor a sangre, que era lo que quería quitar” (sic).-
Finalmente, dijo que la bañera estaba vacía, pero “como grasosa” (sic), recordando que tenía “como un poquito de agua con sangre, quedaba con muy poco resto de agua, pero tenía como una aureola alrededor, como con grasa, en el desagüe” (sic), y que en la antesala pasó la aspiradora, pareciéndole también que en el sillón había “como una mancha de sangre” (sic), en el respaldo o en el apoya brazo, “era como algo que estuviese mojado y se secó, que quedó como almidonado” (sic).-
Por su lectura fue incorporado el testimonio de Beatriz Cardozo, quien a fs. 1361/1362 dijera que trabajaba en la casa de la familia Bártoli, como empleada doméstica, y que se enteró de la muerte de María Marta García Belsunce al día siguiente de ocurrida, concurriendo al velorio de la nombrada, llamándole la atención al verla que la misma presentaba “un golpe… en su frente del lado derecho, señalando que tenía el pelo recogido con una colita a la altura de la nuca” (sic), observando junto a Ema y a Mirta Molina, y desde el cuarto, “que en el baño había toallones tirados en el piso, más de uno, aunque no puedo decir cuántos exactamente, estaban cerquita del inodoro, y se veía claramente que estaban manchados con sangre” (sic).
Expresó además, que como la declarante estaba shockeada, Mirta y Ema entraron al baño y tomaron los toallones, después los llevaron abajo y los metieron en el lavarropas. Que como estaban muy manchados con sangre los tuvieron que lavar dos o tres veces y yo veía como salía el agua con sangre.-
Otros que se pronunciaron sobre el punto fueron Mirta Molina y Fabricio Courreges.-
La primera (recuérdese: empleada doméstica de María Marta), nos contó que tomó conocimiento de la muerte de María Marta por intermedio de la Sra. Carmen Piazza, quien la llamó por teléfono a su domicilio manifestándole que María Marta “había fallecido… en un accidente, nada más” (sic). Que luego de ello, agregó, se comunicó con una amiga suya llamada Ema, y junto a la misma fueron hasta el Carmel, arribando al mismo antes de las siete de la mañana del día lunes 28 de octubre de 2002, siendo que como no sabían dónde velaban a María Marta, primeramente se dirigieron a la casa del Sr. Bártoli, donde se encontraron con Bety, empleada de la familia, y también con la señora Irene, quien les contó lo sucedido, manifestándole que María Marta “se fue a bañar, se resbaló y se golpeó la cabeza” (sic), trasladándose finalmente luego de estar allí unos minutos hasta la casa de Carrascosa, donde se encontró con Carlos, al que saludó y abrazó, acercándose a María Marta, del lado baño, pudiendo ver en la misma la presencia de “agüita sangre” (sic) que le “corría… por la parte de la oreja, atrás” (sic), mientras que el pelo lo tenía “medio húmedo… bien arregladito” (sic), recordando haber observado también “como una manchita, un golpe, morado, en la frente” de María Marta (sic).-
De igual modo, precisó que en un momento bajó, fue a la cocina, y junto a Ema comenzaron a preparar termos de té y café, y los dejó allí por si alguien quisiese tomar algo caliente, luego de lo cual regresó al primer piso de la casa, estando presente cuando llegaron los de la funeraria, distinguiéndolos “porque los vi con el cajón” (sic), más no así cuando los mismos colocaron el cuerpo de su empleadora en el féretro.-
Un punto que suscitó controversias en su testimonio, fue aquél que se relaciona con el diálogo que mantuviera con el Sr. Bártoli en oportunidad en que se estaban llevando el cadáver de María Marta, ya que en el debate, la testigo se limitó a decir que en ese momento, el nombrado se le acercó preguntándole si tenías las llaves de la casa, a lo que la declarante le respondió que sí, como así también que se quedara tranquilo, que ella cerraba, quedándose con Ema.-
Sin embargo, leída que le fuera su testimonial de fs. 121/123, en concreto, la porción de la misma que reza: “Recuerda que antes de retirarse la familia del lugar, se le acerca Guillermo Bártoli, y le dice que ventile toda la vivienda, y ordene, como así también que limpie todo, después nos vemos”, primero dijo que “no me pidió que limpiara” (sic), luego que “si me pidió eso, no me acuerdo” (sic), y finalmente, tras ser interrogada para que dijera si en aquélla oportunidad había mentido en la Fiscalía, convalidar en suerte lo que se le leyera, al responder la pregunta que se le hiciera diciendo: “no, no mentí” (sic).-
Igualmente, y para sellar el punto, a pedido de la Fiscalía le fue leída a la testigo la constancia obrante a fs. 6895 del acta de debate glosada a la causa del colega Tribunal en lo Criminal nº 6 Departamental, que reza: “Más adelante ratifica que el Sr. Bártoli le dijo que ventilara la casa, ordenara y limpiara” (sic), la testigo manifestó, “Sí, algo así, no me acuerdo exactamente las palabras, pero sí, él se acercó y me dijo eso o yo lo interpreté, te hacés cargo, limpiá, o yo fui la que lo interpreté de esa manera” (sic).-
Despejado a mi juicio el punto -ya que queda claro para mí que aunque ahora pretenda relativizarlo en alguna medida, efectivamente esa orden existió por parte de Bártoli hacia la testigo, y prueba de ello es que la misma así lo dijo, no sólo por escrito en la primera oportunidad que tuvo de declarar, sino también incluso tiempo más tarde en la oralidad del debate celebrado por ante la judicatura antes mencionada-, y continuando con su relato, puntualizó que con la Sra. Benítez (Ema) empezaron a limpiar, y que mientras ella se quedó abajo, su compañera subió al primer piso, subiendo la declarante más tarde, quedándose a mirar como limpiaba Ema, no pudiendo precisar si en lo personal colaboró o no con la misma, aunque sí que le alcanzó para su tarea algunas cosas como “lavandina, CIF, un trapo… eso llevé” (sic).-
En relación a cómo se encontraba el lugar, indicó que vio sangre en el colchón, en las almohadas y en el piso de la alfombra, frente al baño, recordando que Ema tiraba agua por debajo del pie del inodoro y parecía como si la sangre se hallara concentrada debajo de éste, puesto que “costó limpiar el baño” (sic).-
Asimismo, explicó que “metimos en una bolsa sábanas, toallas, que estaban irrecuperables y estaban para tirar, era más de una bolsa, una saqué yo, las sacamos para que se la llevaran los basureros” (sic), no obstante aclarar que “algunas cosas sí lavamos, saqué la sangre que había en la camisa, y también lavé sábanas, pero después las tiramos, lavé una camisa y un pantalón, la camisa era blanca… me parece que… tres cuartos, una camisa de uso diario de ella –María Marta-, …y el pantalón… -que- estaba en el baño… era cremita… de los gauchos… tipo bombacha… tenían sangre… la camisa… en la parte del cuello para abajo… hasta media espalda… daba la impresión como que bajara de la cabeza hacia la cintura… y el pantalón atrás, a la altura de la cintura… por eso los lavé” (sic), precisando que “las manchas… eran muchas… como salpicado o corrido” (sic), habiéndole manifestado Ema haber encontrado también la misma, un pantalón de Carlos Carrascosa manchado con sangre.-
De otra parte, y leída que le fuera a la testigo, su declaración testimonial de fs. 7108/7111, en concreto, el jirón de la misma que dice: “Continuando con el relato manifiesta que la ropa del Sr. Carrascosa si bien estaba manchada con sangre, aunque no tanto como la ropa de la señora, y Ema me dijo, no laves eso, agarra eso y tira todo, entonces esas prendas no las lavamos, las tiramos, se trataba de un pantalón color celeste a rayas blancas y manchado en la parte del frente del mismo y de una camisa color clara, cremita o blanca que tenía sangre en forma como que había tenido contacto con sangre”, preguntada que fuera la testigo para que dijera, en la oralidad del debate, si ello era así, respondió por la afirmativa, leyéndose luego el párrafo que reza “Preguntada por el Particular Damnificado para que diga cómo era la forma habitual de bañarse de la señora María Marta, responde que siempre lo hacía con la ducha, tomaba un baño rápido, no más de diez minutos, nunca hacía baños de inmersión, subía descalza porque dejaba las zapatillas en la cocina para no ensuciar y demoraba unos diez minutos en tomar un baño, luego se ponía una bata y tomaba la ropa del ropero y se vestía, la ropa sucia que se sacaba, siempre la bajaba y la dejaba en el lavadero”, manifestando aquí Molina que “sí, es así como dije, pero es cuando ella iba a jugar tenis o a andar en bicicleta… cuando ella iba a jugar tenis, venía, se sacaba las zapatillas antes de ingresar a la casa y las llevaba y las dejaba en la cocina, de eso sí me acuerdo, porque ella no quería ensuciar nada” (sic) (adviértase que las canchas de tenis del Carmel son de polvo de ladrillo).-
Por su lado, Courreges dijo que era jardinero y piletero, y que como tal desarrollaba su trabajo en el country Carmel, “en la casa de Carrascosa… en lo de los Bártoli… y en varias casas más” (sic), enterándose de la muerte de María Marta por medio de la doméstica de los Bártoli, de nombre Bety, el día lunes, a media mañana, encontrándose por entonces el declarante en su casa, ya que como estaba feo el día no había ido a trabajar, agregando, al ser preguntado por ello, que lo que Bety le dijo es que María Marta “había tenido un accidente en la casa, que se había caído en la bañera y que se había golpeado, desnucado o algo así” (sic).-
Declaró que fue al velorio que se hizo en la casa de Carrascosa, arribando al lugar “antes del mediodía o cercano al mediodía” (sic), y que tras saludar a Carlos Carrascosa y a Irene Hurtig subió al primer piso de la casa, “para ver a la señora” (sic) que estaba siendo velada en la habitación, en la cama, destacando que como había mucha gente se acercó al cuerpo “hasta donde pude” (sic), no alcanzando incluso a precisar si llegó o no a ingresar al cuarto propiamente dicho, manifestando al respecto que “si no llegué al dormitorio llegué cerquita… en el ante dormitorio estuve seguro, en el dormitorio no lo recuerdo” (sic).-
Luego de asegurar no haber presenciado el momento en el que llegó la gente de la cochería al lugar y puso el cuerpo en el cajón, ya que por entonces el declarante se encontraba en la planta baja de la casa, indicó que cuando se fue el cortejo y aunque nadie se lo pidió, se quedó en el domicilio que compartían María Marta y su marido junto a Mirta Molina, Bety, la doméstica de los Bártoli, y Ema Benítez, ayudando a entrar unas sillas y vasos ya que había quedado bastante desorden, recordando que momentos más tarde Ema lo llamó “para correr un colchón arriba, para afuera, la terraza” (sic), que la nombrada lavó toda vez que estaba manchado con sangre, “era una mancha notoria, en la cabecera… tenía el tamaño de un plato chico, una cosa así, más o menos de ese grandor” (sic), no resultando la señalada la única mancha que observara en el lugar, hablándonos de “otra mancha en la alfombra, cerca del baño, más o menos igual que la otra, antes de ingresar al baño” (sic).-
Terminando su relato, nos contó que luego de ello, Mirta, quien se hallaba en el lavadero de la casa lo llamó y abriendo el lavarropas le dijo “mira, lavé todo eso porque estaba manchado con sangre, era de la señora… la ropa estaba en el lavarropas… la había lavado o la estaba lavando” (sic), siendo que al serle leída su declaración escrita de fs. 131 –en los términos del art. 366 inciso 4º del código de rito-, en concreto la porción de la misma que reza: “Que las únicas prendas que vio pertenecientes a la Sra. María Marta, se las mostró la Sra. Mirta, la cual le manifestó textualmente que se hallaban manchadas con sangre y por ello las estaban lavando, recordando que se trataba de una toalla y cree que un pantalón o una camisa, pero sí recuerda haber visto una toalla. Que en la única oportunidad que ingresa al baño fue cuando ingresó con el secador de pelo para intentar secar la parte del colchón que estaba mojada, cuando efectuaron la limpieza de la mancha de sangre”, el testigo aclaró primero que “yo no sequé -el colchón-, si acompañé a Emma a buscar el secador… ella entró delante mío” (sic), ratificando luego el extracto que se le leyera en punto a las prendas de vestir que allí describiera, manifestando finalmente que si bien nadie le comentó haber visto otras manchas de sangre en el lugar, tampoco él hizo preguntas en tal sentido.-
La aparición de un pantalón cremita con sangre de María Marta, abre un interrogante.-
¿Quién le cambió la ropa a la víctima?
La camisa, sabemos que Marielita y María Laura, ¿pero el pantalón?, ¿habrá sido como lo sospechan las defensas, el ladrón que entró a robar y huyó sin llevarse nada?, ¿o alguien a quien le molestara la labor social de la víctima?
De ser así, ¿por qué tomarse ese trabajo?
¿Cuál fue el destino dado a la remera deportiva que tenía María Marta y que presentaba restos de sangre?, ¿es que acaso no la encontró nadie?
Ninguna de las personas que arribaron en los primeros momentos al describir el cuadro de situación dijeron que Carlos Carrascosa tenía su camisa y pantalón manchados de sangre.-
En concreto, recuérdese que en su declaración de fs. 809/818 vta., interrogado que fuera Guillermo Bártoli para que dijera si al llegar a la casa de María Marta la pareja de la misma “se encontraba manchado de sangre o sus ropas manchadas”, respondió diciendo: “yo no observé que estuviera manchado con sangre, al menos manchas que me llamaran la atención” (sic).-
De acuerdo a esta respuesta, ¿cómo es entonces que Guillermo Bártoli sabía de la existencia de prendas de vestir con manchas hemáticas que estaban no a la vista de todos sino en un vestidor que tal como se pudo ver en la inspección ocular que realizáramos los jueces y las partes no queda al paso sino perfectamente separado de lo que es el dormitorio y el baño?
Obviamente el imputado llegó al lugar del hecho antes que ningún otro lo hiciera, encontrándose con una escena –Carrascosa incluido- “muy distinta” a la que nos refiriera haber visto.-
Concatenado con ello, agrego que tanto Biassi como Antonio Daniel Cachi refirieron en la audiencia que se reclamó la ambulancia por un traumatismo en miembro inferior, lesión efectivamente corroborada por la operación de autopsia.-
¿Cómo conocía esta herida quién pidió la ambulancia si según nos dijeron jamás le sacaron los pantalones a María Marta?
Recuérdese también, que el forense Moreira al describirnos la lesionología que presentaba el cadáver de la víctima nos habló de lesiones en las piernas que sangraron y que por tanto debieron haber manchado el pantalón, lo que permite concluir en eufonía con lo que vengo diciendo, que si no fueron observadas en el lugar fue por la sencilla razón de que María Marta fue cambiada. No hay dudas de eso.-
Tampoco fue el ladrón ignoto del que se hablara en el juicio quien impidió que distintas personas se acercaran al cuerpo de María Marta.-
Viene a mi memoria lo dicho por Marcos Carranza Velez en cuanto afirmara que la noche del 27 de octubre de 2002 fue con su mujer y el Dr. Nolting a la casa de Carlos Carrascosa y que al llegar al lugar éste último les impidió –a él y a su pareja- el acceso a la misma porque según dijo, “estaban limpiando” (lo que demuestra que la idea de Gauvry Gordon de ordenar la limpieza no aparece como aislada sino cuanto menos avalada o consentida por el marido de la difunta), o lo manifestado por el propio Nolting, quien asegurara que cuando iba a subir a la planta alta para ver el cuerpo de la víctima, Pichi Taylor le dijo “no, no” (sic).-
¿O es que acaso Nolting hubiera podido advertir en esos momentos alguna circunstancia que se pretendía mantener en el más arcano silencio?
También se pronunciaron de igual forma Susana María Murray y Patricia Reyes, en cuanto aseguraron que fueron al día siguiente al domicilio de María Marta y no antes porque a la primera le dijeron –Pichi Taylor- que era mejor no hacerlo en ese momento –la noche del 27 de octubre de 2002 cuando llamó a la casa a las 23:20 o 23:25 horas- ya que “esperaban al forense”.-
Finalmente, Enriqueta Vázquez Mansilla refirió que no la dejaron subir a ver a María Marta “hasta que llegara el médico”, cuando en realidad el médico ya la había visto y con posterioridad a los de las ambulancias no la vio ningún otro profesional del arte de curar porque a Nolting no lo dejaron pasar –a pesar de los guantes que dijo Gauvry Gordon le ofreció-; ninguno de los amigos médicos de la familia dijeron que la habían revisado; ni tampoco llegó al lugar algún galeno que fuera enviado por la funeraria, a pesar de lo cual, una vez que todo estuvo “limpio” y María Marta “arreglada” y trasladada a la cama se permitió subir al dormitorio a las personas que quisieran hacerlo. Parecería entonces que no fue la llegada de ése medico lo que impedía que pudieran ver a María Marta.-
Pero no sólo lo llamativo (en vista de lo ocurrido después) fue que Bártoli no viera manchas de sangre en las prendas que vestía Carrascosa, sino que tampoco –y en ello hizo pie para no acoplarse a las dudas que dijo le fueron transmitidas por algunos familiares- observó lesiones en la persona de María Marta, refiriendo en tal sentido –conforme declaración de fs. 809/818- que “…yo había llegado a la casa, la había visto a María Marta que no tenía sus ropas rasgadas, golpes visibles, tenía la cara de paz y en ningún momento hubo algo que me hiciera pensar que eso no era un accidente…”.-
Una vez más Bártoli miente al decir que no vio “golpes visibles” en la persona de María Marta.
Las probanzas lo desacreditan y no escasean.-
Conforme el protocolo de autopsia del cual ya me ocupara, el cuerpo de María Marta presentaba equimosis llamadas secundarias -por no resultar aptas para producir la muerte- y con características de vitalidad, lo que nos indica que la misma recibió estos golpes mientras aún estaba con vida.-
Pero las lesiones que surgen de la mentada operación (equimosis fronto-temporo-malar-izquierda, otra equimosis frontoparietal derecha, dos equimosis en el tercio medio de ambos muslos, otra en el hueco poplíteo izquierdo y otra en el tercio superior de la pierna derecha) y que llamativamente no fueron vistas por Bártoli, sí fueron observadas por otras personas –y fueron muchas por cierto- que nos hablaron de una realidad diferente, tal el caso de Horacio Zarracán, quien dijo que tras arribar al Carmel alrededor de las 21 horas, y una vez que María Marta fue colocada en la cama, vio “en la zona de la cabeza un golpecito” (sic).
Enriqueta Vázquez Mansilla observó el cuerpo de su amiga a las 22.30 o 23.00 horas, en la cama, notando que la misma tenía tres moretones, dos en la frente y uno en el codo, además de “como un hilito de sangre en la oreja” (sic).-
María Inés Bermúdez dijo que a pesar de no acercarse más que al pie de la cama, María Marta tenía el pelo “como lavado y peinado” (sic) y a su criterio era posible que estuviera maquillada, porque “no era el color de piel” (sic) de su amiga, y tampoco el color de un muerto “como maquillado” (sic), pudiendo ver que la misma tenía “un moretón en la frente… ambos brazos con moretones” (sic).-
Elena Caride dijo que no notó nada extraño, “salvo un moretón en la frente que no era muy grande” (sic).-
María José Díaz Herrera, al día siguiente del hecho, vio en María Marta “lastimaduras que tenía en la frente, en el brazo… tenía dos lastimaduras de un lado y un chichón del otro… y en el brazo un moretón arriba del codo”, en tanto el pelo peinado hacia atrás estaba “como pegoteado… detrás de la oreja izquierda” (sic).-
A Roberto Daniel Di Feo, alrededor de las 23.00 horas, le hicieron saber que no hacía falta montar la capilla ardiente, que la iban a velar en la cama, donde ya la habían acomodado, manifestando el mismo que si bien la luz era tenue y se veía poco, pudo advertir que el cuerpo “estaba acondicionado”, notándola “maquillada y arreglada”.
Al día siguiente, narró que al trasladar el cuerpo de la cama al féretro, al sacar la almohada, la misma “viene con un coágulo de sangre”, diciéndole Bártoli que hiciera su trabajo rápido. Que “la sangre le llegaba hasta la cola… fue un derrame de sangre grande porque la provocó un coágulo”.-
Patricia Reyes, a pesar de no acercarse demasiado al cuerpo, pudo visualizar “una marca en su frente, en su lado izquierdo, como una verdosa” (sic).-
Carmen Aberastain de Panelo dijo que llegó al Carmel pasadas las 01.00 horas, observando que la occisa tenía “como un golpe en la frente” (sic).-
Roberto Antonio Effling dijo que vio a María Marta en la cama, en la frente tenía un moretón el pelo del lado izquierdo “todo como sucio, como un engrudo, desprolija, al revés de cómo lo tenía del otro lado” (sic.), y tras operar el art. 366 4º del ceremonial, “pudo observar en el umbral de la puerta del baño mancha de sangre sobre la alfombra, y al acercarse sobre la cabeza observó mancha de sangre y sobre el pelo del mismo lado” (sic).-
Mirta Molina, nos contó que cuando se acercó a la víctima que estaba acostada en la cama, del lado del baño, vio “agüita sangre” que le corría por la parte de la oreja, atrás, y que el pelo lo tenía “medio húmedo… bien arregladito” (sic), recordando que María Marta tenía “como una manchita, un golpe, morado, en la frente” (sic).-
Ema Ramona Benítez dijo que María Marta estaba acostada, tapada con una sábana, notando a simple vista que la misma tenía un golpe “como un moretón bastante grande” (sic), y que “le salía líquido del oído, sangre aguada” (sic). Contó además, que la almohada de la cama en la que había estado María Marta estaba con sangre puntualizando los distintos lugares donde había otras manchas de este tipo, dando cuenta de la gran cantidad de sangre que había perdido la víctima.-
Fabricio Courreges, jardinero y piletero, del Carmel, indicó que se acercó al cuerpo hasta donde pudo porque había mucha gente, y luego corroboró los dichos de Mirta Molina y Ema Benítez en cuanto a la cantidad y lugares en que fuera hallada sangre una vez que el cortejo partió hacia La Recoleta.-
Susan Murray expuso que al día siguiente a simple vista se veía que María Marta tenía “moretones en el brazo derecho, a la altura del codo, en esa altura, y otro moretón chiquito cercano o sobre la ceja izquierda” (sic), acotando que la misma tenía un color que “no era común en las personas fallecidas” (sic), pensando después que podía tratarse de una base o un maquillaje.-
María Luisa Enriqueta Lanusse, dijo en la audiencia que cuando llegó vio a María Marta tirada en el suelo, y que con la ayuda de María Laura la desvistieron y cambiaron, siendo que al serle leída en los términos del art. 366 inc. 4º del CPP la porción de su declaración prestada en la instrucción, ratificó la visualización en la persona de su hijastra de un pequeño moretón, y que una vez colocada la misma en el féretro, pudo ver que las toallitas que tenía debajo de la cabeza tenían la misma agüita color roja que ella había visto la noche anterior.-
No puedo dejar de advertir cómo, según quién fuera el testigo, ciertas cuestiones puntuales se intentan minimizar a favor de la versión del accidente sostenida por los imputados.-
A modo de ejemplo, Ema Benítez, empleada doméstica pudo claramente definir que el líquido que salía del oído izquierdo de la víctima era sangre aguada, pero María Luisa Enriqueta Lanusse con mayores recursos sociales, culturales y de lenguaje, dijo que en las toallitas debajo de la cabeza de María Marta vio “agüita color roja”.-
En este sentido, recuerdo las manifestaciones del Dr. Héctor Horacio Moreira, quien explicó que al abrir el féretro se encontraron dentro del mismo con una toalla totalmente ensangrentada cubriendo el hemicraneo izquierdo que toma toda la parte del temporal y parietal alto, un pañuelo en el bolsillo y una muñequera también manchadas con sangre.-
Nora Burgués de Taylor declaró que cuando subió al dormitorio, no vio sangre por ningún lado. Dijo que la remera estaba mojada, “como rosa”, toda, de manera uniforme, y que vio que María Marta tenía un moretón y un raspón, contándole a su vez Juan que su hermana “tenía atrás una herida grande”.-
Otra amiga del Carmel, Leticia Esther García, mencionó que subió a la planta alta y vio a la víctima acostada en la cama, notando “como un moretón en la frente” (sic).-
María Laura García Belsunce en una declaración errática de idas y vueltas dijo que cuando llegó a la casa de su hermana “no vio nada”, narrando una serie de situaciones personales y vivencias de ese momento, pero recordando que estaba vestida con una remerita clarita y un pantalón claro, que cuando le cambiaron la ropa, la almohada estaba manchada con sangre por lo que Marielita debió traer una toalla. Ante respuestas reiteradas de no recordar, se justificó diciendo “cuando me siento mal no veo nada”, terminando por reconocer que “le vi un moretón en la frente”, y luego, sin certeza, que le pareció ver también un moretón en el antebrazo.-
Viviana Decker de Binello, amiga del country dijo recordar haber visto solamente un moretón en la frente de María Marta, y que estaba muy impactada, “hay muchas cosas que tengo borradas” (sic), utilizando dicha afirmación en justificación de las constantes contradicciones en que incurriera durante su declaración contrapuestas en la operativa prevista por el art. 366 inc. 4º del Ritual.-
Finalmente, Balbino Ongay, quien en su juramentada escrita de fs. 696/697, incorporada al juicio por su lectura, aseguró que después de estar un buen rato en la planta baja de la casa, saludando, le informaron que ya se podía subir a verla –a María Marta- lo que así hizo, observándola en la cama –más sobre el lado del baño- y llegando incluso a tomarle la mano, notando en ese momento que la misma tenía como un raspón en la frente del lado izquierdo.-
Análisis aparte merece lo relacionado con la aparición del grupo químico ciano en una de las muestras que fueran obtenidas de la zona del cráneo de la víctima.-
En efecto, del informe que fuera incorporado por su lectura al juicio y que obra a fs. 1886/1887 surge que tras tomar los expertos actuantes de cada una de las muestras de piel sendos trozos de las zonas de desgarro sospechosas de disparo de arma de fuego y luego de realizar sobre las mismas un análisis mediante la metodología Infrarrojo por Refrectancia Difusa (DRIFTS) utilizando un Espectrómetro Bruker IF66 y una Celda Espectra Tech, pudieron observar en el espectro de la piel identificada bajo la letra “D”, una banda en 2243 centímetros a la menos uno característica, que puede ser asignada al grupo ciano o nitrilo, agregándose en función de ello, que en el contexto de los estudios requeridos por el Sr. Agente Fiscal respecto de la posible existencia de pegamentos, y dado que la muestra de piel identificada bajo la letra “D” posee esta banda característica del grupo anteriormente señalado, es que los expertos estimaron, por tanto, que la banda consignada podría provenir de una sustancia que contenga ciano acrilato.-
Advierto aquí, que el informe pericial cuyo resultado hoy se discute poniéndolo en duda, fue realizado con la participación de peritos de parte que actuaron en representación del señor Carrascosa –Dr. Miguel Angel Luis Castro, Médico Especialista en Medicina Legal y Comisario Retirado de la P.F.A., y Sr. Edgardo Hugo Russo, Comisario Retirado de la P.F.A.- quienes lejos de objetar las conclusiones del mismo lo rubricaron al pie, sin poner de manifiesto en aquél momento algún tipo de cuestión que fuera en contra de ellas.-
De hecho, lo único que se ha regañado al respecto y no por parte del especialista -Dr. Miguel Angel Luis Castro-, sino por intermedio de un Comisario Retirado de la Policía Federal –Hugo Russo- cuyos antecedentes en la materia desconocemos, guarda relación con la cadena de custodia de las muestras, reparo sobre el cual volveré más adelante en oportunidad de analizar los dichos de quien la introdujera.-
Relacionado con el angular en trato, fueron citados a declarar los versados Luis A. Ferrari, César Nardo y Luis Alberto Gambaro.-
Así, Ferrari nos contó que realizó el “estudio de pegamento” sobre los tacos de piel obtenidos del cráneo de la víctima, primero con un sistema llamado ATR y luego con otro que lo supera, denominado “DRIFT”, utilizado por técnicos de la Universidad Nacional de La Plata y que consiste en analizar el material a través de una luz infrarroja, habiendo hallado en una de las muestras y en esta última oportunidad -al cabo de un trabajo que “no fue sencillo” (sic) y que necesito de instrumentos especiales y de tiempo de estudio y análisis- la presencia del grupo ciano, lo cual, en el contexto analizado, le pareció “altamente llamativo y compatible con el uso de un pegamento… podría venir del cianoacrilato” (sic), toda vez que en concreto “el ciano aparecía en la zona de los orificios, en realidad, en uno de ellos” (sic), descartando en simultáneo que la presencia de tal sustancia pudiera deberse a la contaminación, “porque debería estar presente de manera uniforme en toda la superficie” (sic), lo que no ocurrió.
Finalmente, y tras aclarar que las conclusiones a las que arribara “son criterios de validación” (sic) y que por lo tanto no puede hablarse de certeza sino de verosimilitud, aseguró que “los peritos de parte estuvieron de acuerdo, y de hecho la firmaron” (sic), ello en relación a la pericia de fs. 1885 y siguientes.-
Por su parte, César Nardo dijo ser Técnico Químico de la SCJBA, desempeñándose en el Laboratorio Químico desde hace unos 20 años a la fecha, siendo su Jefe el Dr. Ferrari, profesional éste con el cual trabajara como “apoyo” (sic) en la pericia a la cual el nombrado hiciera referencia y que fuera llevada a cabo sobre el material biológico obtenido en la autopsia. En punto a la cadena de custodia de las muestras, puntualizó Nardo que las mismas “venían de Policía Científica… fijadas en solución de formol, ya habían sido procesadas por el Laboratorio de Policía Científica” (sic), aclarando que fueron “preservadas” (sic) por sugerencias del Dr. en una caja fuerte hasta el momento de trasladarlas a Gendarmería Nacional para realizar las pericias, aclarando por último –preguntado que fuera por ello- que las muestras no experimentaron ningún tipo de “sustitución, alteración en la cadena de custodia o trato distinto”.-
Hago notar aquí antes de continuar, que si la Defensa cuestionó la cadena de custodia de las muestras ¿qué mejor que este testigo para ser interrogado en punto a ello?
No obstante, recuerdo que finalizado el interrogatorio de Nardo por parte de los acusadores públicos, el Dr. Novak guardó silencio (situación que llama la atención no sólo por lo antes dicho sino puntualmente porque el testigo fue traído al debate “por sus dudas” ya que la Dra. Zyseskind había anticipado su voluntad de desistirlo).
Incluso viene a mi memoria que antes de autorizar el retiro de Nardo de la Sala de Audiencias, se entabló una suerte de diálogo entre la presidencia del Tribunal y el asistente técnico del imputado Bártoli, quien preguntado que fuera por la primera en punto a si habría de formular preguntas al testigo en función de las dudas que hiciera públicas, el mismo textualmente respondió “no las voy a evacuar con este testigo, sino con un testigo mío”.-
Finalmente, Luis Alberto Gambaro refirió que era Doctor en Ciencias Químicas y Profesor de la Facultad y que la pericia realizada en autos sobre los tacos de piel obtenidos de la operación de autopsia se realizó primero con un sistema llamado ATR, que permite “un análisis más superficial de la muestra” (sic), y después con el DRIFT, o también denominada Técnica de Refractancia Difusa, “que tiene más profundidad que el ATR” (sic), habiendo tomado parte de la diligencia además del declarante, los Dres. Ferrari y Sampel, y un perito de parte, aclarando que “ellos hicieron la parte experimental y yo en el análisis de resultado” (sic). Asimismo, recordó que “en una de las muestras se encontró una banda que coincide con un espectro del ciano” (sic), siendo que al ser preguntado por este sentenciante para que dijera a qué podía deberse la presencia del ciano, el testigo contestó “podía inferirse la presencia del cianoacrilato, la pericia venía con esa pregunta del Fiscal” (sic), no obstante lo cual, aclaró que “no hay certeza” (sic) de que ello efectivamente sea así.-
Los testigos citados por la defensa del imputado Bártoli para contrarrestar las afirmaciones de los peritos oficiales fueron tres, Jorge Sambet, Osvaldo Enrique Trocoli y Edgardo Hugo Russo.-
El primero, manifestó en el debate que la pericia de la que tomara parte y que se realizara por medio de la técnica DRIFT sobre una cantidad de tacos y muestras tenía como objetivo la identificación o no de alguna estructura que permitiera identificar la presencia de un pegamento, y que como resultado de la misma y “en una sola de ellas” (sic) se detectó la aparición del “grupo ciano” (sic). Asimismo, y tras aclarar que si bien en el laboratorio y junto al declarante “estuvieron dos peritos de parte y el Dr. Ferrari” (sic), él en persona manejó el equipo aunque en el laboratorio, como así también que “la interpretación de todo” (sic) fue realizada también por él junto al Dr. Gambaro, aunque “en el acta que hicimos estuvimos todos” (sic), siendo que por último y al ser preguntado para que dijera si lo hallado podría haber sido otra cosa y no ciano categóricamente respondió que no.-
A su turno Osvaldo Enrique Tróccoli, de profesión “Químico Analítico” y Perito de Parte de Carrascosa en su momento, tras reconocer que no participó de la pericia química realizada sobre las muestras de piel para la determinación de la presencia o no en las mismas de pegamento, y que su actuación en la causa se limitó tan sólo a analizar “los papeles, el informe, y sobre el mismo me expedí” (sic), dijo que si bien en uno de los tres espectros se encontró una banda que se asocia al CIANO la ausencia en el espectograma de una escala -o curva vertical que mide las cantidades- impide saber “si estoy trabajando sobre una contaminación o una verdadera” (sic) toda vez, que según destacó, el ciano puede estar presente “en muchas sustancias, desde el cianuro hasta los insecticidas de las familias” (sic).-
El último en declarar sobre este punto fue Edgardo Hugo Russo, quien sostuvo en su momento cumplió funciones como Comisario de la Policía Federal, para una vez retirado, en el año 2003, fundar una empresa -INCLAVE S.A.- de seguridad electrónica y física, siendo contratado por los García Belsunce, en concreto, el estudio del Dr. Szelci, “para una parte de pericias, varios tipos de pericias” (sic), recordando que en tal sentido y en una oportunidad fue con un perito de la empresa hasta la Ciudad de La Plata, ya que se iban a hacer unas pruebas “sobre tacos, que eran trozos de piel… de la parte de la cabeza… de quien en vida fuera María Marta García Belsunce” (sic), siendo que en lo personal y con autorización del Tribunal, “fui para ver la legalidad del acto” (sic). Asimismo, refirió que una vez en el lugar donde habría de llevarse a cabo el acto, arribó una persona con una caja de zapatos debajo del brazo izquierdo, la cual abrió volcando sobre la mesa trozos de diferentes formas que eran los restos de piel de la persona que había muerto y que se iban a peritar, al igual que unos recipientes redondos, también con trozos de piel y unas cajitas con trozos muy chiquitos.
En el ocaso de su relato destacó que aunque él no era perito, sacó varias fotos con una máquina que portaba –reconoció como tales las que obran a fs. 1999 a 2010-, y que ello lo hizo “porque la cadena de custodia estaba totalmente violada… la caja no estaba lacrada, ni tampoco los frascos” (sic).-
Esta situación –supuesta violación a la cadena de custodia de las muestras- entiendo se vio superada –y por tanto la descarto- a partir del contenido del acta de fs. 1885, traída en su parte permitente –vía artículo 366 inc. 4º del C.P.P.- -a instancias del Doctor Carlos A. Novak- en ocasión del testimonio de Russo, en concreto, la aclaración que a pedido de este último hiciera el Doctor Luis Alberto Ferrari en punto a que “…dichas muestras fueron transportadas en sus envases originales de apertura, que sí se encontraban lacrados como consta en las actas de las pericias correspondientes. Asimismo, se deja constancia que dichas muestras, una vez… peritadas en los distintos actos en sede de Gendarmería Nacional fueron inmediatamente transportadas en esos mismos envases originales antes mencionados hacia el Laboratorio de la Asesoría Pericial de La Plata quedando allí en custodia, y que son los mismos envases originales en los que se encuentran las muestras para la realización de la presente pericia…”.-
Para zanjar la cuestión acerca del empleo o no de un pegamento del tipo “La Gotita”, utilizado como maniobra elusiva o de distracción, para disimular la existencia de los orificios de proyectil en el cráneo de la víctima, entiendo como más conveniente y ajustado al rigor científico partir de las premisas que al efecto aportara a nuestro conocimiento el Licenciado Luis Alberto Ferrari.-
Recuérdese que el nombrado es Licenciado en Química, también en Farmacia, Doctor en Ciencias Exactas de la Universidad de La Plata, consultor en Toxicología, publicista con cincuenta publicaciones internacionales en la materia, entre setenta y ochenta trabajos como Profesor Titular de Toxicología Forense, designado como experto consultor en Narcóticos en Las Naciones Unidas; que en el año 1978 ingresara en la Suprema Corte de Justicia de esta Provincia, desempeñando su labor como perito durante treinta y dos años, hasta su jubilación como Jefe del Laboratorio Químico Pericial de la ciudad de La Plata.-
A preguntas de la Fiscalía, acerca de cómo relacionó el hallazgo del grupo ciano con los hechos de la causa, respondió el experto que, en el contexto de la causa, en su criterio, era altamente llamativo el hallazgo del ciano, y congruente con la existencia de un pegamento como cianoacrilato, es decir, aquel conocido en el mercado como “La Gotita”, o cualquier otro pegamento de contacto; ello también con fundamento en que la otro hipótesis que avalaría su existencia sería la de una contaminación, pero en ese caso debería haber respondido como el estroncio, por ejemplo, que se halló en toda la piel, en cambio el ciano no estaba en toda la superficie examinada en los losanges sino en los orificios solamente, es decir, el ciano aparecía puntualmente en uno de los orificios y no en el resto de los losanges de piel, circunstancia que descarta la hipótesis de la contaminación.-
Hablaba de las premisas sentadas por el experto en su declaración, y traigo así a colación que el nombrado dijo claramente en el debate que en materia forense se habla de verosimilitud y no de certeza, pues la ciencia forense es extremadamente compleja y combina la ciencia pura con la ciencia aplicada.-
Son estas palabras producto de la prudencia, virtud propia de las personas verdaderamente sabias.-
Sobre el punto, también nos dijo el testigo que el ciano acrilato tiene una característica química que impide que el ciano se transforme en cianidrina por su volumen, es un núcleo más estable y más inmune a una transformación química, todo lo que lo hacía concluir al experto en la “verosimilitud” de su hallazgo, si bien no de “certeza”, materializándose esa “verosimilitud” en las propias palabras del Lic. Ferrari cuando textualmente dijera: “Yo no puedo decir que el acrilato no esté pero tapado por la piel, pero yo tengo el ciano, eso sí” (sic).-
Es decir: la hipótesis de superposición de aquellos grupos, estructuras o elementos químicos en las mismas bandas observadas microscópicamente, es, a criterio del experto, lo que impide la detección del cianoacrilato, que, en su criterio, sería “verosímil” su existencia, debido a lo “altamente llamativo” del hallazgo del grupo ciano en el “contexto de la causa”, es decir, “congruente con la existencia de un pegamento como el cianoacrilato”.-
Sólo me resta agregar a lo ya expuesto, y aquí concluyo el punto, que hizo mención el Dr. Novak en su alegato a una declaración testimonial prestada por el Doctor Raffo en ocasión de celebrarse el debate oral y público en la causa que se le siguiera a Carlos Carrascosa, más lo cierto es que no siendo lo dicho por el mismo en otro proceso prueba apta para este juicio habré de abstenerme de emitir cualquier consideración al respecto (recuérdese sobre el punto que el Dr. Raffo no fue citado por la Defensa para declarar en el marco de esta causa ni sus dichos acercados a la misma en los términos del art. 366 del digesto de forma).-
Consideración especial merecen las distintas escuchas telefónicas de los cassettes incorporados como prueba y que a pedido de la defensa de Bártoli se reprodujeron públicamente en el debate, las cuales involucran no sólo al nombrado sino también a otros imputados (por lo que recomiendo al lector, en especial al resto de los abogados, prestar especial atención al punto habida cuenta que comenzaré aquí a avanzar sobre cuestiones que tienen que ver con las situaciones personales de Juan Carlos Hurtig, Sergio Binello y Horacio García Belsunce, más allá de profundizar sobre las mismas en el momento oportuno).-
Como primer punto a tener en cuenta, destaco que la primera de estas llamadas es de fecha 12 de diciembre de 2002, cuando ya se habían tomado declaraciones testimoniales a los vigiladores, a Biassi, a familiares de la víctima, y realizado también la operación de autopsia, negándose a Carlos Carrascosa por auto del Juez de Garantías -de esa misma fecha-, el carácter de particular damnificado, de conformidad a lo dictaminado por el fiscal.-
Esta circunstancia permite concluir entonces que a partir de esa fecha, los hoy imputados conocían el rumbo que seguía la investigación, esto es, su posible actividad ilícita.-
Traigo esto a consideración porque suscita mi atención que a fs. 54 y siguientes de la carpeta de transcripciones de escuchas telefónicas, Carpeta “A”, Bártoli refiere que por distintas conversaciones que allí cuenta, “me hace creer que sigue con la firme sospecha de que hay un entorno familiar o que es Carlos”, tranquilizándolo Horacio en cuanto a que le dijo a Becerra que “una cosa es que vos creas en el encubrimiento de alguien y otra cosa es que vos tengas pruebas coherentes y concretas en la cual nos tapara la boca, y si esto es una prueba, pero las tiene que tener, una cosa es lo que crea y otra cosa es las pruebas que tenga”.-
En esa conversación le dijo Bártoli a Horacio García Belsunce “…ya hablé con Carlos… repasé minuciosamente durante varias veces toda la secuencia del día domingo desde las doce y media del mediodía que me encuentro con él almorzando en lo de Binello hasta las siete de la tarde que lo vuelvo a encontrar en la casa…” surge la diferencia de lo que en la audiencia el propio imputado Bártoli dijo al respecto. También le manifestó a Horacio que en su primera declaración testimonial “Yo en realidad quise hablar lo menos posible antes, ¿entendés?”, a lo que Horacio le responde “está bien, está bien, está bien, no, si era lo conversado, así que…”.
A fs. 61 y siguientes de la misma carpeta, transcripción de conversación del 20 de diciembre de 2002 entre Guillermo Bártoli y Juan Hurtig, el día posterior al hallazgo del “pituto”, hablando sobre Horacio García Belsunce, sus intentos de manipular a la prensa y los errores que cometía, surge que a esa fecha Scelzi los asesoraba legalmente. También dicen que Molina Pico estaba diciendo “boludeces”, y “ahora hasta que se avive que somos mogólicos, que no somos asesinos, que somos mogólicos, va a llevar un tiempo…”.-
En transcripción telefónica del 20/12/2002, se escucha un diálogo entre Juan Hurtig y Bártoli, acordando el primero reunirse el domingo en Colonia con su cuñado, arribando en Buquebus y auto. A partir del 21/12/2002 surge de la transcripción de conversaciones del teléfono 02322-430652 pertenecientes al domicilio del causante Bártoli, a nombre de Irene Hurtig, que los mismos no se hallaban en el mismo –y conforme desgrabación del 24/12/2002 de Irene Hurtig, que ésta última le decía a su interlocutora que su hijo quería o regresar al country o irse de vacaciones a Punta del este.-
De las mismas surge que una tal Cony, quien se hallaba viviendo en el domicilio de la familia Bártoli refirió a una vecina “mi teléfono está recontra pinchado” (cassette nº 14 del 23/12/2002, fs. 42).-
A ese mismo teléfono el 26/12/2002 hay una llamada entrante de NN Mirta quien le comenta a la empleada de BARTOLI que ella en la fecha fue a declarar y quería chusmearla, ya que cada vez que me llama la policía yo le cuento a ellos, y le quería contar que fui nuevamente y no pasó nada, los periodistas estaban todos en la Comisaría y están en mi casa, seguro que lo van a pasar en canal 13, viste que están investigando a las mucamas, le solicita que desea plata, que no tiene dinero, que le avise algo, te vuelvo a llamar”.
Continúa.........
"2017, te espero - UNITE".