Charlas de quincho:
Languidece ya el verano (al menos, la temporada vacacional) por lo que lo más saliente de la semana pasó por Olivos: a favor de la ausencia de la principal inquilina de la residencia, su esposo aprovechó para invitar a un ex ministro que no goza del cariño de la Presidente. A su regreso hubo noticias malas (los mensajes que pueden leerse de un secuestro y posterior liberación) y buenas (la recaudación por el blanqueo que promete Néstor a Cristina). Ese secuestro recordó por más de una razón a otro, con un final infinitamente más trágico, del que justamente ayer se cumplieron doce años. En otros ámbitos se conversó de las andanzas de dos embajadores, obligados a ser itinerantes, y de la posibilidad de que regresen al país para ser candidatos. Y también se especuló sobre si es preferible un amateur rico que un profesional de carrera al momento de designar un diplomático. Veamos.
Por si faltaban señales de que el secuestro de Bergara es una provocación de un poder hacia otro poder, basta con ésta: lo liberaron a poca distancia de donde lo «levantaron» hace más de un mes, el mismo día en que se cumplieron 12 años de la muerte en Pinamar (adonde se pagó el rescate) del periodista José Luis Cabezas. El tema del secuestro insoló a Olivos a la llegada de la Presidente. El peronismo recuerda que el asesinato de Cabezas en enero de 1997 precedió a la derrota electoral del oficialismo en manos de la Alianza en la provincia de Buenos Aires. Hay quienes afirman que todas las elecciones en la Argentina están precedidas de hechos emblemáticos de violencia, como este secuestro de Bergara que mete miedo en el público pero que deteriora como pocas cosas al Gobierno.
Cuando viene la Presidente de un viaje, la casa se ocupa de esconder las malas noticias, pero fue inevitable que el matrimonio dedicase horas entre viernes y sábado a devanar la trama de este hecho que parece urdido para demostrar que en materia de seguridad el Gobierno no puede hacer nada. Reflotó en la charla en el máximo vértice del poder algunas palabras que, por ejemplo, decía Felipe Solá cuando era gobernador y se refería a «La Central» como un poder en las sombras que fomentaba el delito para esmerilar su poder. También debió escuchar el matrimonio los testimonios de expertos que les dijeron que es imposible hoy en la Argentina, con todas las herramientas que tienen las fuerzas de seguridad e inteligencia, mantener 33 días oculta a una persona si no es con la complicidad de algún sector de la Policía.
A la vuelta de la dueña de casa también se ocupan los maridos de tapar los restos de las farras que se daba el cónyuge en su ausencia y de esperarla con buenas noticias. Estas se las dio el viernes en la residencia de Olivos el propio Néstor Kirchner con el cálculo de cuánto espera recaudar el Gobierno con la moratoria impositiva: unos $ 19 mil millones, algo que equivale a un mes de recaudación. Ese es el aguinaldo que le promete Ricardo Echegaray a Cristina con la medida, cuya reglamentación repasó ayer la Presidente, con la intención de anunciarla esta semana. Se le superpone con el mega acto de mañana con anuncios de promesas de más viviendas con gobernadores (los hacen ir a todos a Buenos Aires) pero pueden haber cambios para exhibir detalles de cómo será la campaña por la moratoria. Sobre «repatriación y exteriorización de capitales», que es como llama el Gobierno al blanqueo de dinero negro en manos del público, el jefe de la AFIP es más cauto. Admite que puede ser un éxito pero también un fiasco si el Gobierno no es prudente en el manejo del plan. Por ejemplo, si desmiente en serio que no habrá apertura de cajas de seguridad en bancos.
El Gobierno se congratuló con las noticias que dicen que los contadores andan preguntando en la AFIP, en nombre de sus clientes, cómo será el blanqueo y que eso pone un piso de u$s 1.500 millones al plan, pero nada asegura que se blanqueen los u$s 19 mil millones que presume el Gobierno que hay en las cajas de seguridad. El blanqueo mirará, según la reglamentación que se mostrará al público esta semana, más a catastros de obras no declaradas pagadas con dinero negro o a aportes de inversiones a fondos fiduciarios de dinero sin blanquear. Esta es la buena noticia que recibió Cristina. La que no le gustó es que Néstor Kirchner usó la casa para recibirlo de nuevo a Alberto Fernández, persona poco grata a la Presidente, pero que su marido sigue cultivando porque cree que puede darle una mano en algunas picardías electorales en la Capital Federal, como el armado de varias listas de candidatos que apoyen al Gobierno, una de ellas con el embajador Héctor Timerman a la cabeza. No entiende Cristina estas amistades, ni que le usen tanto la residencia, cuya frecuentación imprime carácter y crea privilegios. Por ejemplo, el ex albertista Julio Vitobello, que se hace ahora cargo de la Oficina Anticorrupción, escaló en el poder cuando comenzó a ir a Olivos los sábados a jugar al fútbol. Lo mismo ocurrió con otros que se llevaron del vestuario hasta ministerios. Hasta que Cristina cortó esa rutina, que intenta renovar Néstor cuando ella está de viaje.
Al regreso Cristina se prodigó en relatos del viaje, desde el cumpleaños feliz que le cantaron a su secretario a 10 mil metros de altura cuando regresaban de Caracas, a la charla con Fidel -en realidad un monólogo del dictador- y los chistes que cruzaron con Chávez en público, que coronó éste cuando mandó a un senador que fue antes subordinado de él en el Ejército a que se aprendiese en pocas horas la canción «El Arriero» de Atahualpa Yupanqui. Fue después de la conferencia de prensa que dieron los dos el jueves, Chávez citó a Yupanqui, ella retrucó como en payada con el verso sobre «Las vaquitas son ajenas». Por la noche, en la cena que le dio Chávez a la delegación argentina en el Colegio Militar, un senador ex militar (y ex cantor) entonó completa la canción. Eso es obediencia debida. También se encantó con los relatos de vacaciones de su hija Florencia, aficionada a la lectura de las novelas de Cathy Hopkins, una inglesa que tiene una serie de historias sobre jóvenes y que le provee a la hija presidencial, por orden del diputado Carlos «Cuto» Moreno, una librería de Claromecó (es el balneario más cercano a Tres Arroyos, Buenos Aires, que es donde vive este diputado que es amigo de los Kirchner desde la facultad y que se ocupa como un padrino de la crianza intelectual de la pequeña Florencia).
Sobre Castro no contó mucho más Cristina de lo que se sabe, salvo que está muy deteriorado y que la historia de la foto (de cuya autenticidad algunos sospechan) en realidad esconde la voluntad del Gobierno cubano de no mostrar ese deterioro. Eligieron una sacada por un fotógrafo de la isla, la mejor posible, para que el rostro no mostrase los efectos de la enfermedad. Sobre qué tiene Castro, no se enteró mucho Cristina, salvo que es una enfermedad intestinal que, según algunos, se complicó con un intento fracasado de trasplante de intestino que no pudieron remediar unos médicos españoles que acudieron cuando el daño ya estaba hecho. De sus charlas con Raúl Castro contó en el avión de regreso, antes de irse a dormir, que la administración cubana no espera mucho de Obama, salvo que retrotraiga las relaciones al tiempo de Clinton. Es decir, que vuelva a autorizar el envío de dinero desde los Estados Unidos a los familiares en la isla, y que se permita a éstos viajar a Cuba a visitarlos. Con eso se conformarían porque entienden Raúl y Fidel que Obama no cuenta con el poder suficiente en el Congreso para levantar el embargo.
Sus adversarios del Gobierno nacional dicen que atrasa diez años, pero él cree que adelanta diez años. Por eso Macri no se aparta del andarivel de la economía global y se internó el fin de semana en la casa del candidato presidencial de la derecha chilena Sebastián Piñera en la isla de Chiloé, más específicamente en el Parque Tantauca. Piñera invitó allí a más de 50 amigos a pasar tres días de turismo aventura, caminatas, fogones y pantagruélicas cenas con mariscos y pescados en las cuales aprovechó para preparar los dos discursos que dará en el foro de Davos a fin de esta semana. Macri, que también va a Davos, usó la estadía para tomar también apuntes para sus participaciones. Tantauca es un parque de más de 100 hectáreas en el sur de Chile que los opositores a Piñera llaman la «Cartagena de la derecha» (mención mortificante para la clase alta chilena, porque Cartagena es el balneario popular adonde van de veraneo los más pobres de ese país; en el argot chileno equivale a decir que es el lugar de vacaciones de los «rotos» de la clase alta. ¿Qué hace ahí Macri, un exquisito cuando elige las diversiones? No sólo quiere preparar la lección para Davos - foro que nació en los 90 como santuario de la economía global y el clintonismo, que repudian los mandatarios terceristas como Cristina de Kirchner o Michelle Bachelet sino pegarse a la buena suerte de este Piñera que ha desarmado los planes de permanencia eterna en el poder que tenían los partidos de la Concertación (democracia cristiana y socialismo).
Piñera (hasta la semana que pasó dueño entre otras empresas de LAN, beneficiada por la política de Ricardo Jaime en la Argentina para castigar al grupo Marsans) encabeza las encuestas a presidente por encima de cualquier otro postulante. Hizo que se bajasen los socialistas Ricardo Lagos y José Miguel Insulza y potenció la candidatura de Eduardo Frei (h), lo más cerca de la derecha que tiene el oficialismo hoy, y con quien sueñan alcanzar a Piñera, quien le roba votos moderados. Macri, con razón, apuesta a un triunfo de este político a quien ya acompañó antes en actos de campaña y con quien comparte el padrinazgo del numen conservador José María Aznar, que estuvo en Chile pocos días antes de que llegase el jefe de Gobierno. Si Piñera desbanca al partido de Bachelet -que es a quien quieren parecerse en la región los Kirchner- Macri cree que obtendrá un triunfo de imagen. Lo mismo que si escalan las posibilidades en el Uruguay de un Luis Alberto Lacalle, quien desafía a los candidatos Mujica y Astori del Frente Amplio, otra formación que tiene ambiciones de eternizarse en el poder. Abrazarse a estos emblemas antikirchneristas en la región le parece a los opositores al Gobierno una carta que puede jugarse casi sin poner plata en la mesa.
Claro que Macri no tiene que dar las explicaciones que le piden en Chile a Piñera. Por ejemplo, cuánto pagó por ir a Davos. Este foro, que reúne a mandatarios de todo el mundo,. tiene dos categorías de asistentes: los que pagan por hablar y a los que se les paga por hablar. Muchos empresarios y políticos que aparecen dando conferencias junto a las estrellas de la política y de los negocios en realidad oblan, y mucho, por sentarse allí. Otros, como seguramente Macri y Piñera, dicen que son invitados y con los gastos pagos (Macri viaja con el presidente del Banco Ciudad, Federico Sturzenegger). Piñera debió aclararlo formalmente, riéndose de paso de cómo su asistencia a esa cumbre en Suiza forzó a Michelle Bachelet a resignar la propia. Dijo que tenía problemas de agenda, pero Piñera le contó a Macri que se bajó del compromiso cuando se enteró de que él iba. A Macri le resulta más fácil: los Kirchner creen que Davos es una cueva de enemigos globales que lo único que quieren es hablar mal de ellos.
Nunca fueron; sí lo hicieron otros presidentes como Menem, De la Rúa y Duhalde, llevados todos por los mismos empresarios que hoy entornan a los Kirchner: los Bulgheroni, Eurnekian y Pescarmona, que son sponsors premium de la cumbre de Davos, pagan parte de los gastos de su realización y sus ejecutivos tienen acceso a los sectores vip del coloquio. Pese a eso nunca pudieron convencer a los Kirchner de viajar; casi lo lograron el año pasado de Cristina, pero la algarada de su esposo en la selva para intentar salvarla a la Betancourt les pareció una estampa que podía darles más rédito internacional. Puede ser que Davos no les sumase mucho, pero el fracaso de ese viaje de Néstor Kirchner a Colombia sí que les restó puntos.
Este viaje de Macri a reunirse con Piñera tenía otro destino; originalmente iba a ser a la casa que tiene Piñera en el balneario de Cachagua, al norte de Santiago, uno de los más exclusivos pero dominado por veraneantes de la democracia cristiana. Piñera este año prefirió alquilar el chalet (le pagaron u$s 10 mil por todo el mes de enero) y sumarlo a Macri al encierro en Tantauco, adonde fueron empresarios, políticos y amigos de Piñera que les dieron letra para su viaje a Suiza esta semana. Allí Macri tiene previstas las mismas reuniones que la mayoría de los dirigentes argentinos cuando visitan Davos, entre ellos el «chairman» del atribulado Citigroup, William Rhodes, que con rostro y oídos pacientes viene desde hace 20 años oyendo explicaciones de argentinos como Menem, De la Rúa, Duhalde, Cristina de Kirchner, a quien ve cuando los Kirchner visitan el Council of the Americas, adonde pisa fuerte también este Rhodes. Nunca dice mucho, escucha, toma alguna nota y se va. Qué piensa de lo que los argentinos le dicen es uno de los grandes misterios de la banca internacional.
Pero él insiste en verlos y ahora espera el jueves a Macri en la Hospitality Suite del Citi en el Morosani Schweizerhof Hotel de Davos, antes un hospital de tuberculosos en la ciudad donde situó Thomas Mann su novela «La montaña mágica» pero que hoy es la capital del capitalismo global. Estas visitas que le hacen a Piñera algunos dirigentes del centroderecha de otros países -como Macri o Aznar- son también objeto de debate entre los chilenos que trabajan con el candidato. Si tienen que frenar la fuga de votos de la derecha que les produce el oficialista Frei, que tiene buen predicamento en sectores moderados y entre los empresarios, ¿para qué cargar las tintas con estas visitas y no, en cambio, tratar de llevar otros emblemas que les atraigan votos del centroderecha? Es quimérico que esto ocurra, responden asesores de Piñera que admiten que llevarlo a Chile a Aznar, el mejor amigo de George Bush, en la semana en la que asume Barack Obama, es casi un desacierto.
Estas andanzas de la política global distraen también al Gobierno, que apuesta a que el oficialismo del Uruguay y de Chile permanezcan, con ayuda kirchnerista, en el poder. Para sostener a Bachelet ha encargado que esos dos cancilleres itinerantes que son los embajadores Héctor Timerman (Washington) y Carlos Bettini (Madrid) participen activamente en la organización de la cumbre de los países «progresistas» que se hará en Chile en marzo próximo. Este sello reemplaza al foro de la «Progressive Governance» que armaron hace algunos años Bill Clinton y Tony Blair para lanzar la llamada «tercera vía». Esto, dicen los organizadores de la cumbre de Chile, no va más; ahora hay que hablar de gobiernos progresistas y ayudar a que se sostengan en la región. Este empeño no responde mucho a convicciones; los Kirchner son peronistas, no socialistas, y nadie se engaña sobre esto. Lo que sí creen los Kirchner es que si van a intentar mantenerse en el poder agarrados de lo más rancio del peronismo (los gobernadores, los intendentes del conurbano, la sonrisa del alcalde Juan Mussi, el humor del «Mono» Díaz Bancalari, los minués de escenario de Daniel Scioli, el habano de Alberto Balestrini, los bigotes de Guillermo Moreno y los volantazos de Hugo Moyano), tienen que retener al menos con estos regalos de imagen a sus socios de la transversalidad. A éstos se los convence con cargos y candidaturas, pero como ocurre con la izquierda en todo el mundo, viven de las imágenes estampadas en las remeras.
De ahí la pasión por mostrarse solidarios con Bachelet y con el frenteamplismo uruguayo. O el esfuerzo que implicó obtener la foto con Fidel, que sólo busca compensar el abrazo fatal de Kirchner con quienes le han dado el poder y pueden seguir dándoselo, los peronistas. Por eso ayer Timerman estaba en Madrid, casi sin tiempo para gozar en Washington los pininos de Obama como presidente, armando junto a Bettini la lista de los intelectuales que acompañarán a Cristina en marzo a Chile. De paso habrán reflexionado los dos diplomáticos sobre su azaroso destino. En la semana que pasó volvió a circular el nombre de Timerman como candidato a diputado por la Capital Federal en las próximas elecciones, una changa que nadie quiere aceptar y menos resignando un cargo hoy tan luciente como representar al país ante Obama. Este embajador les presta a los Kirchner servicios impagables por la entrada que tiene a sectores de la vida política de los Estados Unidos y de la comunidad judía de ese país, a los que no acceden habitualmente los diplomáticos. Lo hizo antes como cónsul en Nueva York y ahora lo hace como embajador. La medida la da la reunión que consignó este diario en los «Quinchos» del lunes pasado entre Timerman y Stuart Eizenstadt, socio en el estudio jurídico del nuevo candidato a ministro de Justicia de Obama, Eric Holder, para hablar de la posibilidad del enjuiciamiento «a la argentina» de militares que hayan cometido violaciones a los derechos humanos en la guerra contra el terrorismo islámico. Para un Gobierno como el de los Kirchner, que se ha protegido como pocos con el escudo de la defensa de los derechos humanos -sin que nadie lo previese por la experiencia anterior a 2003 de estos dirigentes santacruceños, para quienes las atrocidades de los años 70 parecían no existir-, esta consulta informal sobre qué hacer es invalorable.
Tanta importancia tiene que es el motivo de la demora en el Senado en aprobarle a Holder la designación. Sus adversarios del Partido Republicano lo mortifican por la responsabilidad que pudo tener Holder como viceministro de Justicia de Clinton en el indulto, entre otros, al mítico empresario petrolero Mark Rich, pero en realidad quieren que resigne su promesa de revisar las violaciones a la ley en torturas a detenidos en Irak y en Guantánamo. Una posibilidad poco esperable ya que los responsables de estos asuntos en la administración Bush se ocuparon de lograr que abogados del Estado y también de estudios privados contratados a tal efecto firmasen dictámenes exculpándolos de cualquier responsabilidad ulterior. Eso se lo contó Eizenstadt a Timerman en su casa de Chevy Chase hace una semana. ¿Le pagarán a Timerman esto con una candidatura a diputado, algo que ya tuvo él hace algunos años con Elisa Carrió, a quien acompañó en una lista en la Capital Federal?
No le ocurre lo mismo a Bettini, uno de los entornistas de más confianza de Cristina, que actúa como canciller itinerante sin que se enteren siquiera en el Palacio San Martín, porque las relaciones con España se han deteriorado tanto que todas las semanas los dos gobiernos se ven obligados a insistir que la visita de la Presidente a ese país del mes que viene finalmente se hará. No será por culpa de Bettini, ya que los Kirchner han querido castigar a España por Aerolíneas Argentinas contra la opinión del embajador. Nuevamente Bettini figura también en la lista de cambios de gabinete, para traerlo como reemplazante de alguno de los ministros que pueden ser candidatos este año; sería raro que vaya en lugar de Graciela Ocaña a Salud, pero no que pueda terminar en la jefatura de Gabinete o en Interior si Sergio Massa o Florencio Randazzo son forzados por Olivos a renovar sus títulos. Temas éstos, además, y mal que le pese a Cristina, que también estuvieron presentes en la charla de la noche del jueves en la residencia presidencial entre Kirchner y Alberto Fernández.
Todo un drama éste de las embajadas, la mayoría de las cuales mezclan el máximo lucimiento con un mínimo significado político. En los primeros días de la presidencia de Obama ya se planteó la duda de si cumplirá con la promesa de designar en los 170 cargos de embajadores que le renunciaron al irse Bush a gente de la profesión, o a amigos y donantes de la campaña, beneficiarios éstos habitualmente en los Estados Unidos de un tercio de esas legaciones. En el cóctel que ofreció el día de la asunción en su residencia el embajador Earl Anthony Wayne, se habló de su renuncia formal, lo que no implica que vaya a dejar necesariamente el cargo, porque pueden confirmarlo. Amigos de la casa como Diego Guelar o la propia Gabriela Michetti acompañaron al diplomático y a un centenar de invitados de todos los colores a ver la jura de Obama vía satélite. A diferencia de otras reuniones en embajadas, fue llamativa la presencia de funcionarios del Gobierno, como si hubieran recibido la orden de Casa de Gobierno de asistir, con el vicecanciller Vittorio Tacceti a la cabeza, la agencista de inversiones Beatriz Nofal, la antidiscriminadora María José Lubertino y el vicepresidente del Banco Central Miguel Pesce (también los empresarios Juan Brouchou y, entre otros, Julio Werthein). El criterio que discutieron los presentes es si es mejor un diplomático profesional que habla cinco idiomas y puede identificar de qué está compuesto un daiquiri con los ojos vendados, o un amigo del Presidente que puede levantar un teléfono y ser atendido por el primer mandatario en el acto y resolver un entuerto.
Otro argumento que sostienen quienes favorecen a los aficionados por creerlos más eficaces: ¿puede un embajador en una plaza importante desempeñar su función si no es un hombre de fortuna personal? Hasta en los Estados Unidos los diplomáticos se quejan de las restricciones de presupuesto que obligan a que cuando los visita un funcionario importante deban pedir partidas especiales para atender sus gastos. ¿No es mejor designar un hombre con bolsillos amplios para que le dé relieve a la legación? En otros tiempos las embajadas estaban reservadas a hombres ricos que podían pagarse el traslado y los gastos sin necesidad ni de cobrar sueldo, costumbre que algunos quieren prolongar en demérito de los diplomáticos de carrera. Por esta y otras razones la embajada más reclamada hoy en Washington es la de Roma, que tiene una residencia tan espectacular por la que daría la vida más de un embajador de carrera (o de paseo): tiene el jardín privado más grande de la capital italiana, 12 hectáreas de césped y árboles para uso del embajador y su familia. Con tanta gente informada, supimos en ese cóctel de la Embajada de los Estados Unidos que el nuevo embajador del Brasil en ese país será «nuestro» Mauro Vieira, que representa hoy a Lula da Silva en Buenos Aires y que es uno de los solteros más codiciados de su profesión. Su número dos, el ministro Rodrigo Baena Soares, también deja la Argentina porque lo trasladan a Brasilia a ocuparse de un nuevo proyecto: la «marca Brasil» para el mundo. Vieira reemplazará en Washington a Antonio Patriota, que regresa a Brasilia para ocupar el puesto de secretario general de la Cancillería brasileña, hoy en manos de Samuel Pinheiro Guimarães, adversario interno del asesor de Lula Marco Aurelio García, que festeja esta movida que puede replicar las que se comentan en Buenos Aires para, por lo menos, el cargo en los Estados Unidos.
Con un enero que termina, los políticos de la oposición intentaron sacarle todo el jugo al mercado de los veraneantes. La concentración de mayor densidad se dio en Mar del Plata, donde desembarcaron Elisa Carrió, Ricardo López Murphy, Julio Cobos, Gerardo Morales, Francisco de Narváez y otros. Los encuentros a solas fueron más importantes que los actos y las apariciones por TV. Ayer Carrió recibió durante dos horas en la casa que ocupa en esa ciudad a López Murphy; el sábado éste se reunió con Morales en el hotel Hermitage. Cobos se mantuvo aislado hasta ayer, cuando amenazó con hacer una aparición en San Martín de los Andes, invitado a la inauguración de la muestra local de la Sociedad Rural por Hugo Biolcati. Eso bastó para ahuyentar de ese acto al gobernador local Jorge Sapag, que prefirió estar lejos de una estampa demasiado opositora.
En Punta del Este también declina la actividad política, con excepción de alguna operación aislada de opositores argentinos junto a pares uruguayos. Por ejemplo, cuando algunos críticos de los Kirchner, como el rabino Sergio Bergman o el neoalbertista Jorge Pereyra de Olazábal, hicieron cola, en vano, anoche en la casa del lobbista Eduardo García Mansilla en Punta del Este para saludar al candidato Lacalle, que nunca llegó al agasajo que le dio el dueño de casa al religioso argentino (faltó el cura Guillermo Marcó, que tenía un compromiso en Colonia). Hubo consignas de batalla y también relatos divertidos, como el de Pereyra de Olazábal sobre las incursiones de su jefe político, Alberto Rodríguez Saá, en el horóscopo chino, mancia hasta ahora exclusiva del escritor Jorge Asís. En un aparte de la gira que hizo Rodríguez Saá a Mar del Plata en la semana que pasó, el gobernador de San Luis describió el carácter del búfalo -él lo es, porque nació en 1949-, cuyo año comienza hoy. Por esa coincidencia cree que su fuerza hará un buen papel en las elecciones de este año; de paso describió los atributos del gallo (Pereyra de Olazábal) y de los otros animales (del horóscopo chino, claro) que pueblan su entorno. Ya R. Saá hizo llover en Misiones en diciembre; si ahora resuelve elecciones horóscopo en mano, habrá que declarar el fin, en serio, de la política. En ese cóctel esteño se comentó la sequía del Uruguay, complicada por los incendios, algunos de ellos provocados (el viernes unos camareros del restorán «Marismo» de José Ignacio impidieron que un pirómano lanzase una molotov sobre un bosque de ese balneario). Los asistentes se vengaron de la ausencia de Lacalle contando una deliciosa anécdota que relató alguna vez Carlos Menem en una visita a Olivos del uruguayo «Cuqui» cuando los dos eran presidentes. Lacalle se dijo admirado por el tamaño del televisor de la residencia, elogio que repitió varias veces. «Y yo, que en la presidencia tengo un televisor tan chiquito», se lamentaba el uruguayo, hasta que, por cortesía, Menem ofreció regalárselo. Lacalle, lejos de tomarlo como un cumplido, le agradeció el regalo y en el acto tomó las medidas para que se lo llevasen a su país, cosa que hizo al día siguiente. «¡Se llevó mi televisor!», diría Menem en ese cuento, algo grave si se tiene en cuenta la importancia que le ha dado siempre el riojano a ese electrodoméstico.
Vamos a terminar con un texto que circula por internet y que junta humor con actualidad.
Reacciones cuando una mosca cae en la taza de café:
1. El italiano tira la taza al suelo, grita a todos y se va lleno de rabia a tomarse un café en otra parte.
2. El francés saca la mosca con dos dedos y se toma el café.
3. El chino se come la mosca y tira el café.
4. El ruso se toma el café con la mosca, si no hay cargo extra por la mosca.
5. El israelí le vende el café al francés, la mosca al chino, se compra una nueva taza de café y con el balance, inventa y desarrolla un aparato para evitar que las moscas caigan en los cafés.
6. El palestino mira su taza, le echa la culpa al judío por la mosca en su café, protesta a las Naciones Unidas por el acto de agresión israelí, toma un préstamo de la Unión Europea para comprarse otro café, usa ese dinero para comprar explosivos y revienta la cafetería donde el italiano, el francés, el chino y el ruso tratan de convencer al israelí de que él tiene la obligación moral de darle su nueva taza de café al palestino.
Diario Ambito Financiero, Sección Quinchos, Edición del día Lunes 26 de Enero de 2009.
http://www.ambitoweb.com/diario/noticia.asp?id=440519
"2017, te espero - UNITE".
