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 #490939  por cdiriarte
 
Estimado Master, en la idea de persona están comprendidos los denominados derechos de la personalidad, se encuentran fundados en las normas básicas del derecho civil al respecto del tema de debate, en el ámbito jurídico, por supuesto. El origen de los mismos debemos buscarlo en el derecho natural, entendiendo que éste es integrante del derecho positivo, en los primeros principios. Algunos autores como Orgaz, Llambías, Carbonnier, Messineo y Cifuentes, nos aportan citas claras al respecto. No tome a mal mis argumentos, de ninguna manera tuvieron la intención de descalificar sus comentarios al respecto de lo expresado por ricardito21. Por otra parte, entiendo que el debate tiene la intención de un planteo ético-jurídico sobre el tema y así como sostuve en mi primera participación en el presente, la ley sustancial argentina aporta soluciones disímiles a la cuestión del derecho a la vida, extremo que intenté fundamentar haciendo uso de normas básicas al respecto y que obviamente todos conocemos, pero no por ello menos importantes para introducir al debate. Un abrazo. Es un honor disentir con UD.
 #491089  por cdiriarte
 
Y ya que el colega Master ha comentado acerca de la sacralidad de la vida, encontré este artículo muy interesante sobre el tema que, entiendo, nos ayuda a comprender el concepto ético de la vida y el rechazo a los constantes ataques a la misma:

La sacralidad de la vida humana, o la debilidad de una ética sin Dios

Desde diversos sectores de la cultura contemporánea se escuchan voces que insisten en la necesidad de “desacralizar la vida humana” . Despojada de su halo sacro, la vida humana se presenta como un bien del que se puede disponer libremente, conforme a criterios discrecionales de conveniencia. La Iglesia, sin embargo, en fidelidad a la revelación, considera que la vida humana “ha de ser tenida como sagrada” .

En este post indicaremos las principales razones por las cuales la Iglesia defiende la sacralidad de la vida humana; a saber: el respeto al Creador y la dignidad de la persona humana. Veremos cómo en el culto y en la oración, particularmente en la adoración, el hombre descubre su relación constitutiva a Dios, relación en la que se fundamenta tanto la sacralidad de su vida como su dignidad personal.


1. El respeto al Creador

Las razones que encuentra la Iglesia para considerar sagrada la vida humana son esencialmente dos: el respeto al Creador y la dignidad de la persona humana (cf Catecismo de la Iglesia Católica. Compendio, 466). De estas razones deriva un imperativo práctico: “No quites la vida del inocente y del justo” (Éxodo 23, 7).

La vida humana “es fruto de la acción creadora de Dios y permanece siempre en una relación especial con el Creador, su único fin” (Catecismo de la Iglesia Católica, 2258). Es decir, la vida humana es una realidad que es contemplada en toda su hondura sólo desde una mirada teológica; desde una mirada que deje a Dios ser Dios, y que comprenda todas las cosas en su relación con él.

Dios es, a la vez, el origen y el fin de la vida humana. Las dos cuestiones, la del origen y la del fin – con las que se inicia la Sagrada Escritura, tal como leemos en los primeros capítulos del Génesis - , son inseparables y “decisivas para el sentido y la orientación de nuestra vida y de nuestro obrar” (Catecismo de la Iglesia Católica, 282).

No es casualidad que la desacralización de la vida humana vaya unida al exilio de Dios de la conciencia cultural contemporánea. Si no hay Dios, o si hemos de vivir como si Dios no existiese, entonces nada es creación suya, y ninguna realidad – tampoco la vida humana – guarda relación con Él, considerado como origen y como destino. Si no hay Dios, ni somos criaturas, entonces nuestra presencia en el mundo no parece obedecer a un porqué ni a un para qué, más allá del azar, del destino ciego o de una anónima necesidad (cf Catecismo de la Iglesia Católica, 284).

Privada de su vínculo con Dios, desprovista de “esa especial relación con el Creador”, en la que consiste su singularidad, la vida humana se devalúa, pierde consistencia y densidad .

J. Ratzinger ha analizado agudamente esta conexión entre la pérdida de la relevancia de Dios y el menosprecio de la vida. En su libro “La Europa de Benito en la crisis de las culturas” dedica un capítulo a reflexionar sobre “el derecho a la vida y Europa”, en el que afirma:

“El reconocimiento ético de la sacralidad de la vida y el empeño por su respeto tienen necesidad de la fe en la creación como su horizonte: así como un niño puede abrirse con confianza al amor si se sabe amado y puede desarrollarse y crecer si se sabe seguido por la mirada de amor de sus padres, del mismo modo también nosotros conseguimos mirar a los otros respetando su dignidad de personas si hacemos experiencia de la mirada de amor de Dios sobre nosotros, que nos revela cuán preciosa es nuestra persona” .

El texto relaciona tres realidades: la sacralidad de la vida, la fe en la creación y la dignidad de la persona. Y sitúa estas realidades en la base de una ética del reconocimiento del otro. La mirada sobre el otro, particularmente sobre el débil, será una mirada atenta y respetuosa si nosotros mismos nos sentimos mirados por Dios, nuestro Creador. La ética prometeicamente humanista no basta, porque, sin Dios, termina por convertirse en una moral sin horizonte. Y cuando el horizonte se pierde, la mirada queda detenida en lo inmediato y comienza un declinar deslizante desde la consideración de lo valioso en sí mismo a la apreciación de lo meramente útil. Y de lo inútil, no valioso en sí mismo, uno puede deshacerse si le conviene.

2. La dignidad de la persona humana

Es en la relación fundante a Dios donde la persona descubre últimamente no sólo el valor de la vida humana, sino su propia condición de sujeto, de realidad irreductible a lo útil. El hombre, porque se descubre creado a imagen de Dios, se sabe persona, fin en sí mismo y nunca medio, dotado de una dignidad inalienable (cf Catecismo de la Iglesia Católica, 357).

La vida humana es sagrada porque es siempre la vida de una persona, creada a imagen de Dios, y llamada a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios (cf Catecismo de la Iglesia Católica, 356). Nuevamente, nos encontramos con la cuestión del origen y del fin: el hombre es persona porque ha sido creado por Dios, “a imagen de Dios” (Génesis 1, 27), y para Dios, para conocerle y amarle. Ésta es “la razón fundamental” de su dignidad.

Sin Dios, no solamente la ética pierde su horizonte, sino que también la dignidad de la persona humana se ve privada de su razón fundamental. Cuando Dios no es tenido en cuenta, es muy fácil pensar que la dignidad de la persona se sustenta en la capacidad actual de ejercitar la autoconciencia, la libertad y la relación con los demás, cuando no en las meras disposiciones de un código legal puramente positivo.

Si no se reconoce que la raíz de la dignidad de la persona humana y, en consecuencia, de sus derechos inherentes, deriva “del acto creador que la ha originado” , entonces se han dado los primeros pasos para que los derechos de la persona pasen a ser, simplemente, los derechos del más fuerte, de aquel que puede hacer valer, por la fuerza, sus derechos; bien sea por la fuerza de los votos, por la fuerza de la ley, o por la fuerza de los intereses económicos.

Nuestra sociedad es testimonio elocuente de cómo un “Estado de derecho” es compatible, en la práctica, con la privación de los derechos de los más débiles, si estos entran en contradicción con los derechos de los más fuertes. Existe una plena coherencia en la doctrina católica al indicar que el derecho inalienable de todo individuo humano inocente a la vida ha de ser “un elemento constitutivo de la sociedad civil y de su legislación” (cf Catecismo de la Iglesia Católica, 2273). Donde este derecho no es respetado, el Estado “niega la igualdad de todos ante la ley” .

3. La adoración como reconocimiento del Creador

El testimonio y el anuncio de Dios en nuestro mundo exigen el recuerdo permanente de nuestra condición de creaturas. Anunciar a Dios supone reconocerse a sí mismo constituido por la relación fundante a Dios como origen y como fin.

Toda la historia de la salvación, cuyo comienzo es la creación, se orienta a hacer posible el retorno a Dios como fin último del mundo y del hombre. Este retorno a Dios se realiza por Cristo, mediador y plenitud de toda la creación (cf Colosenses 1, 16-17), y por el Espíritu Santo, Señor y Dador de vida. La Iglesia se inscribe en este designio divino como convocatoria de salvación, en orden a la cual fueron creadas todas las cosas: “El mundo fue creado en orden a la Iglesia”, decían los primeros cristianos .

Si la creación está a la base de todos los designios salvíficos de Dios, el Misterio de Cristo - su Misterio Pascual, que supone el cumplimiento de una vez por todas del plan salvador de Dios - ilumina también con su luz el misterio de la creación (cf Catecismo de la Iglesia Católica, 280). Esta verdad se ve reflejada en la Liturgia de la Iglesia. Así, en la Vigilia Pascual, que celebra la nueva creación en Cristo, la proclamación de las lecturas comienza siempre con el relato bíblico de la creación.

El culto y la oración avivan el recuerdo de la creación. El movimiento de salida de Dios y de retorno a Él se realiza en la celebración litúrgica, caracterizada por la bendición de Dios y por la alabanza, que integra las otras formas de oración, llevándolas, por Cristo y en el Espíritu Santo, a Aquel que es su fuente y su término (cf Catecismo de la Iglesia Católica, 2639).

De entre las formas de oración integradas en la alabanza, la adoración es “la primera actitud del hombre que se reconoce criatura ante su Creador” (cf Catecismo de la Iglesia Católica, 2682). Constituye, por ello, el primer acto de la virtud de la religión (cf Catecismo de la Iglesia Católica, 2096). La adoración restituye al hombre la verdad esencial, y liberadora, acerca de sí mismo: proviene de Dios y está orientado a Dios.

La defensa del valor de la vida humana es una consecuencia de la fe y del reconocimiento adorante de Dios Creador, porque es en la adoración donde el hombre descubre su religación a Dios, en la que radica tanto la sacralidad de su vida como su dignidad como persona.

Las ofensas a la vida humana se han tornado en nuestra cultura un fenómeno cotidiano, en buena parte pacíficamente asumido, sin capacidad ya de sorprendernos o maravillarnos. Asistimos, a veces pasivamente, al avance de una cultura – o mejor, anti-cultura - de la muerte que es efecto de dar la espalda al Dios de la vida, de la renuncia a adorar, de la voluntad engañosa de sustituir el reconocimiento de Dios como Creador por el repliegue en una libertad ilusoria, por la esclavitud del pecado o por la idolatría del mundo, en sus diversas variantes (cf Catecismo de la Iglesia Católica, 2097).

Sería un error convertir la causa de la defensa de la vida en un empeño puramente ético. Los cristianos sabemos que, sin el aliento de la oración, es imposible obedecer los mandamientos de Dios (cf Catecismo de la Iglesia Católica, 2098) y, en consecuencia, que sin adoración de Dios se oscurece el horizonte donde se asienta el reconocimiento del prójimo.

4. Orar por la vida

La proclamación, la vivencia y la celebración del Misterio de Cristo comprende el anuncio, el testimonio y la celebración del Evangelio de la vida, como ha enseñado el Papa Juan Pablo II en la encíclica Evangelium vitae .

Celebrar el Evangelio de la vida supone desarrollar una mirada contemplativa que sepa venerar y respetar a todo hombre; pide celebrar al Dios de la vida, en la oración diaria y en las celebraciones del año litúrgico, particularmente en los sacramentos, así como en la existencia cotidiana, no exenta tantas veces de heroísmo.

En este sentido, Juan Pablo II propone en la encíclica Evangelium vitae, fechada el 25 de Marzo de 1995, la celebración anual de una Jornada por la Vida:

“acogiendo también la sugerencia de los Cardenales en el Consistorio de 1991, propongo que se celebre cada año en las distintas Naciones una Jornada por la Vida, como ya tiene lugar por iniciativa de algunas Conferencias Episcopales. Es necesario que esta Jornada se prepare y se celebre con la participación activa de todos los miembros de la Iglesia local. Su fin fundamental es suscitar en las conciencias, en las familias, en la Iglesia y en la sociedad civil, el reconocimiento del sentido y del valor de la vida humana en todos sus momentos y condiciones, centrando particularmente la atención sobre la gravedad del aborto y de la eutanasia, sin olvidar tampoco los demás momentos y aspectos de la vida, que merecen ser objeto de atenta consideración, según sugiera la evolución de la situación histórica”.

En muchos lugares se ha elegido como fecha de esta Jornada por la Vida el día 25 de Marzo, Solemnidad de la Anunciación del Señor. La elección nos parece muy adecuada. Aunque se hubiese optado por otra fecha para la Jornada, creemos, no obstante, que sería muy oportuno celebrar, en la noche de la víspera de la Anunciación, una “Vigilia de oración por la Vida” .

La Solemnidad de la Anunciación celebra el misterio de la Encarnación del Verbo, el misterio por el cual el Hijo de Dios ha asumido una naturaleza humana para llevar a cabo por ella nuestra salvación (cf Catecismo de la Iglesia Católica, 461). Por obra del Espíritu Santo, Jesucristo fue concebido como hombre en el seno de la Virgen María: “Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado” .

Los textos de la Misa de la Solemnidad de la Anunciación celebran la entrada del Señor en el mundo , confesándole “como Dios y como hombre verdadero” . En su Encarnación se cumple la señal dada a Acaz: “la virgen está encinta” (cf Isaías 7, 10-14, 8, 10; cf Lucas 1, 26-38), porque Dios ha preparado a su Hijo un cuerpo a través del cual iba a cumplir su voluntad (cf Hebreos 10, 4-10). La Liturgia canta también a María por ser la Virgen que “creyó el anunció del ángel” y llevó a Cristo hecho hombre “en sus purísimas entrañas con amor” .

La realidad divina de la salvación nos llega de este modo a través de la realidad, no por divina menos humana, de la concepción en el seno de María del “Dios-con nosotros”, del Hijo de la Virgen, que se hizo hombre por salvar a los hombres.

La Encarnación del Hijo de Dios significa la máxima proximidad de Dios a lo creado; entraña, por consiguiente, la máxima aprobación de todo lo que Él había hecho -“y vio Dios que era bueno” – , y marca el comienzo de la nueva creación en Cristo, “cuyo esplendor sobrepasa al de la primera” (cf Catecismo de la Iglesia Católica, 359).

La vida humana pasa a ser, por la Encarnación, vida de Dios, ya que “todo en la humanidad de Jesucristo debe ser atribuido a su persona divina como a su propio sujeto” (Catecismo de la Iglesia Católica, 468).

La sacralidad de la vida humana, así como la dignidad de la persona, encuentran en la Encarnación del Hijo de Dios no sólo una confirmación, sino una verdadera exaltación. En Él, el hombre perfecto, “la naturaleza humana asumida, no absorbida, ha sido elevada también en nosotros a dignidad sin igual” . Porque el Hijo de Dios se ha hecho hombre, “en cada niño que nace y en cada hombre que vive y que muere reconocemos la imagen de la gloria de Dios, gloria que celebramos en cada hombre, signo del Dios vivo, icono de Jesucristo” .

Conclusión

El culto cristiano es alabanza al Dios vivo y verdadero, Padre, Hijo y Espíritu Santo. De Él recibimos todas las bendiciones, desde el haber sido creados hasta el don de la vida nueva que infunde en nosotros por la fe y el bautismo. La oración nos sitúa ante la verdad última sobre nosotros mismos: somos creaturas de Dios, hechos a su imagen, llamados a entrar en diálogo personal con nuestro Creador. La adoración nos da la capacidad de reconocer a Dios y de contemplar todas las cosas en relación con Él. Del reconocimiento de Dios brota el reconocimiento del otro como un sujeto indisponible, cuya dignidad no puede ser jamás vulnerada. La defensa de la sacralidad de la vida humana no es, en primer lugar, un empeño ético, sino una consecuencia de adorar a Dios “en espíritu y en verdad” (Juan 4, 24), de adorar a Aquel que envió al mundo a su Palabra para hacerse carne y acampar entre nosotros a fin de que pudiésemos contemplar su gloria (cf Juan 1, 14).

Guillermo JUAN MORADO.

religionenlibertad.com
 #491234  por Master
 
cdiriarte escribió:Y ya que el colega Master ha comentado acerca de la sacralidad de la vida, encontré este artículo muy interesante sobre el tema que, entiendo, nos ayuda a comprender el concepto ético de la vida y el rechazo a los constantes ataques a la misma:
La sacralidad de la vida humana, o la debilidad de una ética sin Dios
Estimado cdiriarte ..
Le agradezco sus expresiones finales del post anterior. Es recíproco.
En cuanto al presente post, veo que el tema se ha deslizado hacia una premisa que trasciende la cuestión acerca del carácter sagrado de la vida humana. Si bien se desarrolla en buena parte del artículo transcripto, el título ya nos anuncia 'la debilidad de una ética sin Dios'.
Se trata de una tesis muy fuerte, que ha sido objeto de debate en distintas épocas. El más reciente que puedo recordar es el que mantuvieron el Obispo de Milán y Umberto Eco. En alguna parte tengo el libro que lo contiene. En concreto, ya no se trata de confrontar principios morales. De lo que se trata, según lo entiendo, es de inhabilitar la posibilidad de una moral que no se apoye en una fé religiosa. En este caso -según el artículo- la fé católica.
Creo haber leído alguna vez esa frase, sólo que en una réplica que afirmaba que si la Ética sin Dios es débil, la Ética con Dios es frágil.
En todo caso, se trata de todo un tema, que me supera por lejos.
Una aclaración final: cuando adhiero al principio de la sacralidad de la vida, lo hago sin darle necesariamente un contenido religioso. Sólo me asiste la convicción de que la vida humana debe ser intangible y que atentar contra ella es moralmente incorrecto.
Atentos saludos.
 #491491  por ricardito21
 
Estimado Master. Siempre entendí que no puedo pensar o hablar sobre Derecho, sin auxiliarme con la antropología, la sociología, la filosofía y, en definitiva, también la religión. Hay abogados que no prescinden de una visión moral o ética para analizar las situaciones jurídicas. Lo importante es que, por un camino u otro, arribamos a un mismo punto: la valoración de la vida humana y de la dignidad de la persona. Relativamente tranquilo, como estoy, porque mi posición (expuesta en este hilo) posee tutela constitucional y legal, no deja de inquietarme el tema dado que detrás del mismo se mueven fuertes presiones que tienen otros nortes: política demográfica, imposiciones ideológico-culturales e incluso aberraciones peores. Es a mi juicio bueno debatir estos asuntos trascendentes, y no dejar de defender la justicia.
 #491547  por 9229
 
Muy interesante el tema....un prestigioso científico decía que lo referido al derecho a la vida no es una cuestión de gusto u opinión. Hay vida desde la concepción...la realidad, la ciencia, el sentido común muestra que hay algo que crece...y que disponer sobre ello no es disponer sobre el propio cuerpo sino sobre otra vida.

El sentido común de que la mujer lleva una vida dentro es el que aun como una buena costumbre lleva a que se le ceda el lugar a la embarazada o no se le haga permanecer largas horas en una fila.

Pero creo que forma parte de la honestidad científica abandonar los discursos de mala fe que llevan el tema al plano religioso...en ese caso resultaria absurdo que un ateo defienda la vida!! Y sin embargo también quien no cree en Dios puede admitir que hay vida desde la concepción.

saludos a todos!
 #491598  por leo73
 
Estimados colegas,cuando se discute desde posiciones religiosas se hace difícil el intercambio de ideas, los post que que se anclan en las mismas solo refuerzan "creencias", por lo que si bien concluyentes como teorías,en mi caso no me ayudan en la busqueda de verdades científicas; la religión parte de dogmas que condicionan toda discución.
Un profesor me supo contar que se hacía coincidir el inicio de la persona con la concepción porque es ahí cuando el "alma" entra en la persona por nacer. Con esto quiero mostrar como se relaciona(mezcla)todo, por lo que un orden en el debate se hace imperioso.
 #491609  por Master
 
Leo73 .. De acuerdo.
Es lo que he planteado el lunes pasado, en este mismo hilo.


Master escribió:En mi opinión, antes de entrar -o seguir adelante- en una discusión sobre este tema convendría tener clara la metodología del debate.
Si lo que intentamos confrontar son opiniones, pareceres, argumentos, etc., entonces habrá posibilidad de discutir en función de la fuerza de convicción de cada una de esas ideas, enfrentada con las demás.
Pero si las razones que se esgrimen se basan en convicciones religiosas ó en convicciones morales de base religiosa, creo que el debate es imposible. Digo esto con todo el respeto que corresponde tener hacia los sentimientos religiosos de toda clase, sin excepción. Me refiero solamente al carácter de dogma que esas posiciones exhiben, lo cual deriva de su propia naturaleza, y no de la manera en que sus adeptos los esgrimen.
La sacralidad de la vida es un dogma, tanto en el catolicismo como en el judaísmo. No conozco otras religiones como para mencionarlas. Si se trata de un dogma de fé, y no hay posibilidad alguna de modificar esa posición, salvo que el creyente abandone su religión, inclusión hecha del dogma. Pero como no se trata de convertir a nadie, sólo intento demostrar que un creyente no puede someter a debate su dogma. O debatimos, o creemos.
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 #491811  por ricardito21
 
Estimados todos. Los aportes a este hilo, del primero al último, los he leído y los encuentro valiosísimos y muy bien fundados, aunque en algunos casos pueda discrepar. Me inquieta notar que nos estamos metiendo en una especie de "Torre de Babel", por momentos hablamos y no nos entendemos. En este debate hubo opiniones de parte de colegas con fe religiosa y otros sin ella, todos interesantes y fundamentados. En mi caso (que soy un hombre de fe religiosa), en ningún momento encaro la cuestión desde el punto de vista religioso, sino -como dije- jurídico, filosófico, sociológico, etc.-. Ello así, porque los argumentos religiosos pueden tener entidad sólo para aquellos que comparten esa fe. El derecho a la vida puede y es defendido por muchos juristas que son ateos, no solamente por creyentes. Mencioné en una entrada anterior que hoy, la C.N. y el Código Civil sustentan mi postura protectoria del derecho a la vida de la persona por nacer. Tratándose de derecho positivo ("normitas", como en algún momento lo califiqué) podría llegar a modificarse... Es allí donde debo salir del ámbito jurídico para plantearme: ¿cuál es la motivación, la finalidad, de ese entusiasmo, ese fervor, ese frenesí por habilitar la matanza de personas por nacer?; ¿qué clase de sociedad se pretende edificar en base a semejantes criterios axiológicos?.
 #491893  por chiqui79
 
comparto totalmente, y esto pasa porque estamos en una sociedad en donde los principios morales tienden a desaparecer, algun dia van a plantear que asesinar gente para comerla esta bien, porque son indigentes, y asi con todo....
estamos perdiendo valores esenciales, y mas alla de lo religioso (que por supuesto defiendo a ultranza) un dia nos vamos a terminar preguntando si vivir es delito, momento que no esta lejos, por lo menos para los niños por nacer. Veamos esta simple comparacion absurda (y muchos podran decir que es demagogica): la pena de muerte para los violadores y asesinos no esta contemplada, ahora se pretende legitimar que la madre aborte a sus hijos, que son niños por nacer y no han cmetido ni un solo delito. No es absurdo lo que estamos discutiendo????
Y si le escucho latidos al feto para mi ya tiene vida, tenga una semana tres o diez, con prescindencia de lo que los medicos digan; desde la concepcion tal cual dice el codigo la madre puede sentir a su hijo dentro suyo... entonces como vamos a plantear que no hay vida???
 #491952  por ricardito21
 
Saliendo una vez más del terreno puramente jurídico, entiendo lo siguiente. La afirmación de que en la gestación no hay vida, es una racionalización para tratar de justificar la matanza de personas por nacer. Dejando a un lado las situaciones de vida especialmente críticas, la legitimación del aborto es derivación necesaria de la política de fomento del relajo, el reviente y la liviandad de hábitos, y de la vivencia de una sexualidad deshumanizada y sin responsabilidad; si en esas andanzas se produce un "embarazo no querido", podemos salvarnos de tan grande compromiso matando a la persona por nacer sin consecuencias legales. Pienso que hay también otras razones u objetivos: limitar el crecimiento demográfico (que no sean tantos los que reclaman, trabajo, vivienda, comida, salud, educación); que a los pobres no sólo se les impida vivir dignamente, sino que también se les impida nacer; que no haya nada superior a la "libertad" de disponer del propio cuerpo. Así, la libertad es un valor que se vuelve loco. Y vuelve ricardito con la religión: bien dijo S.S. Juan Pablo II: "Qué puede esperarse de una sociedad que consiente matar a sus hijos".
 #492894  por ricardito21
 
Según información publicada por TELAM el 26-01-10, el extravagante showman peruano Jaime Bayly expresó lo siguiente: "...la Iglesia católica le ha hecho un daño incalculable a la causa de la libertad" y por eso debe perder los beneficios que tiene. "Siempre es más admirable dar vida que interrumpirla, pero esa es una decisión que compete a cada mujer embarazada y no una decisión que debemos imponer arbitrariamente sobre ella", agregó respecto al aborto". Sin perjuicio de que esos dichos no provienen -precisamente- de un estadista, ilustran la gran carga ideológica que hay detrás del tema de la despenalización del aborto y su facilitación, de todo lo cual el Derecho termina siendo instrumento. Por otra parte, considero que el dar vida o interrumpirla no es una decisión que compete a cada mujer embarazada, es deber de una sociedad civilizada y jurídicamente organizada tutelar el derecho a la vida de las personas más indefensas, que son aquellas por nacer. De igual forma que el respetar la vida del hijo ya nacido o ahogarlo con una almohada no es una decisión que compete a sus padres. El debate, entonces, no es ascépticamente normativo, sino axiológico. Porque si el Derecho es como un cuchillo, que tanto sirve para pelar una manzana o para apuñalar a la suegra, entonces creo que equivoqué en mi elección profesional y de vida.
 #492975  por ricardito21
 
Y aprovechando la Feria, transcribo la declaración emitida por la Corporación de Médicos Católicos, a propósito de las manifestaciones de la Dra. Carmen Argibay a favor de la despenalización del aborto, declaración que comparto en un todo:

" Declaración del Consorcio de Médicos Católicos

ANTE LAS DECLARACIONES DE LA DRA. CARMEN ARGIBAY

Ante las declaraciones públicas, en el Senado de la Nación, de la Jueza de la Corte Suprema de Justicia, Dra. Carmen Argibay a favor del aborto, el Consorcio de Médicos Católicos reitera que en todos los casos -y sin excepción alguna- el aborto directamente procurado es un homicidio, pues se trata de eliminar la vida del niño no nacido en el vientre de su madre.

Por eso declaramos que:

1) Es una realidad biológica que en la concepción, es decir en la unión del óvulo con el espermatozoide, comienza una nueva vida humana; un nuevo ser humano que ha de ser tratado con el mismo respeto que merece cualquier persona humana.

2) Todo aborto es un atentado contra la ley natural, la cual está por encima y es anterior a cualquier creencia religiosa. “No matar” es un mandato para todas las mujeres y todos los hombres, y no sólo para quienes profesan un determinado credo religioso.

3) Así como los médicos debemos actuar respetando la vida humana del no nacido siempre y en todos los casos, las autoridades públicas deben cumplir sus funciones conforme al orden natural, sin dar pie a la aberración de que algunos seres humanos puedan ser asesinados legalmente por otros, por muy crítica y dolorosa que sea la situación por la que éstos estén pasando. Si la vida humana del no nacido -el ser humano más débil e indefenso- se somete a debates, a consensos o a negociaciones políticas, se priva de sustento a todos los demás derechos humanos.

4) La legislación positiva que en ciertos casos “no penaliza” el aborto, contrasta con la ley natural, y al no reflejarla se convierte en una legislación inicua que debe ser derogada y, hasta ese momento, resistida y no obedecida.

Por eso llamamos a la reflexión en vísperas del Bicentenario de la Patria. Es obligación de todos construir sobre el bien común y éste sólo se consigue edificando sobre leyes justas. Ninguna sociedad se sostiene sobre leyes inicuas.".

Buenos Aires, 18 de septiembre de 2009".

Dr. Antonio Catalán Pellet
Secretario

Dr. Ernesto Beruti (h)
Vice presidente

Dr. Alejandro Nolazco
Presidente
 #522601  por Doncella_de_Orleans
 
25 de Marzo DIA DEL NIÑO POR NACER

"Me parece tan claro como el día que el aborto es un crimen" (Mahatma Gandhi)
 #522646  por ricardito21
 
Plausible el aporte de la Dra. Doncella de Orleans.
 #524357  por viko
 
Voy a desviar la atencion de los colegas, en este tema bastante amplio, hacia el lado de la politica criminal:
es el aborto un delito relevante contra el tejido social, que amerite su penalizacion y castigo por la ley penal?
una madre que aborta, es peligrosa para la sociedad? ¿encarcelada esta mujer que aborta, somos una sociedad mas segura??
una madre que abortó, una vez resocializada: dejará de abortar en el futuro?
y si vemos en la aplicacion de la pena una relacion de medios a fines: mas penalizacion del aborto , es igual a menos aborto?
hace poco lei un articulo que me hizo revisar mis concepciones previas sobre el tema. En particular sobre las estadisticas mas confiables de la problematica del aborto.
estamos ante una realidad social. Conocerla antes de juzgarla se me hace lo mas razonable
saludos
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