Fuente : Diario La Nación, Sección Comunidad, Edición del día Sábado 16 de febrero de 2008.
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Emprendedores sociales
El ángel de las prisiones descansa en paz
Dedicó su vida a asistir a las personas privadas de su libertad. Les brindó guía espiritual, ayuda en el seguimiento de sus causas judiciales y un lugar de contención.
Toda persona busca dejar una huella en el camino de la vida, una estela en el corazón de sus seres queridos. En este sentido, María de la Concepción Villa puede descansar en paz. Fue la madre, amiga y hermana de miles de almas encerradas que buscaban desesperadamente una voz de alivio.
Dedicó sus últimos 50 años a asistir a personas presas, a llevarles un mensaje de esperanza, ayudarlos con sus causas judiciales y atender sus almas maltrechas.
Con 87 años, falleció el jueves 3 de enero pasado el Angel de las Prisiones, título que recibió en la cárcel de Stateville, Illinois, por su incansable labor.
"Conocer la cárcel por dentro es conocer ese mundo donde se mueven seres tan distintos, donde se refleja el dolor, la tristeza, la ansiedad, el arrepentimiento y la rebeldía. Donde la única chispa de alegría surge cuando alguien les habla de la esperanza de salir en libertad", dijo en una entrevista para Comunidad, en 2004.
Su vida cambió cuando un chico que había cuidado de pequeño le escribió, a los 16 años, desde la cárcel de Caseros. "Trabajé durante muchos años en un asilo donde había muchos chicos con discapacidad o abandonados. Héctor estuvo de los 2 a los 10 años allí y yo lo atendía. Cuando me llegó su carta, empecé a visitarlo en la cárcel." Héctor se rehabilitó, estudió periodismo, se fue a España, y hoy vive y trabaja en Roma.
Villa, desde su juventud, trabajó cumpliendo los sueños de las personas privadas de su libertad y luchó por cambiar su imagen frente a la comunidad. "Hay un preconcepto social negativo con relación a la cárcel y los presos. Y no debería ser así. Son jóvenes, personas como uno, que necesitan cariño y principalmente buscan ser escuchados", comentó esta señora de pelo blanco y ojos celeste claro. Y agregó: "Es muy difícil manejar el resentimiento de las personas que pierden su libertad. Vienen de un mundo donde desde pequeños les enseñan a robar y a pedir".
Consagrada a los 17 años, estaba convencida de que la Virgen le había sostenido de la mano al nacer. "Tengo hijos adoptivos desparramados por todo el mundo", aseguraba. Con ellos seguía manteniendo un vínculo estrecho una vez que dejaban atrás las rejas y los ayudaba a reinsertarse en la sociedad.
En 1963, fue becada en los Estados Unidos, donde vivió 20 años. Los Angeles le dio las llaves de la ciudad por su acción por los presos y en 1983, retornó a nuestro país para continuar su misión pastoral.
Comenzó su peregrinar por la cárcel de Caseros y luego se concentró en las instalaciones carcelarias de Ezeiza, donde ofrecía su cariño a 350 chicos, de 18 a 21 años. Rezos, charlas, y diferentes talleres era lo que ofrecía en el penal.
Su principal motor fue siempre formar jóvenes para que pudieran tener la posibilidad de estudiar. "La carencia de los elementos básicos para la higiene personal, ropa de abrigo y zapatillas los hace considerarse menos personas y los sumerge en un sentimiento de amargura que se acerca al resentimiento y el desprecio para la sociedad", decía esta voluntaria, a la que en Caseros le decían Hermana, y en Ezeiza la llamaban Tía.
Dialogaba con las madres de los presos, las asesoraba y recibía llamados de los presos a cualquier hora del día. Se comprometió con sus causas judiciales y realizaba un seguimiento cuando salían, para que no reincidiesen.
"En mis largos años de trabajo carcelario he visto árboles muy grandes caer. Son muchos los casos de individuos que han purgado condena siendo inocentes. Por eso no conviene juzgar a los que entran en ese mundo tan desconocido", explicaba.
En la última Navidad llevó pan dulce y ayuda espiritual a los jóvenes presos en el Complejo Federal 1, de Ezeiza. "Yo confío mucho en la juventud; tengo esperanzas de que ellos van a cambiar el mundo", concluyó.
Por Micaela Urdinez
De la Fundación Diario LA NACION
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