Decidi abrir este topic como un desprendimiento de Maridaje cultural para postear cuentos cortos.Propios o ajenos.Narraciones amenas."Acompañamientos de ocasion", como los llama un amigo.
Aca va el primero
VECINOS PORTEÑOS
Los ojos cerrados adentro. Un poco de sombra nocturna consumiendo mis últimas gotas de sudor. También se consume la velita (la única vela que encontré en la alacena), que atenúa la falta de luz después del apagón. Mucho consumo mucho. El señor que vive enfrente sale gritando por el pasillo; se queja de algo o de alguien. Mejor duermo con los ojos cerrados adentro y no velas, no pábilos como dinamita a punto de explotar.
¿De quién es Buenos Aires? Es cierto que esta ciudad se desprende del resto. Ramallo se parece a los pueblos vecinos, y a los no tanto. Pero Buenos Aires es una ciudad de otros. Más ahora que el calor le da un aire de ciudad exótica, de puerto encantado. La mitad de la población porteña, o más, es extranjera. ¿De qué porteños estamos hablando?
Por eso el mote "vecino porteño" me parece pretencioso. No tengo idea de lo que es un "vecino porteño", pero los millones de trajes que pasean por Corrientes a las dos de la tarde, las manos en los bolsos apretando para que no se vayan en otras manos, los insultos civilizados de las señoras bañadas en maquillaje, no creo que eso sea un "vecino porteño".
Los ojos abiertos. La puerta. El hombre que vive enfrente golpea despacito. Sabe que estoy adentro, lo veo espiar por el ojo de la cerradura y las pantuflas debajo de la puerta. Igual espero, tal vez se arrepienta. Golpea más fuerte y ahora lo acompaña de un llamado imposible de eludir:
—Che, pibe, ya sé que estás acá.
—Voy, voy, no lo escuché.
Es la primera vez que lo miro a los ojos. Es mi "vecino porteño". El único. Las demás habitaciones se hallan desocupadas y las de arriba o abajo pertenecen a otra dimensión. Enseguida sonríe.
—Mirá flaquito, te la voy a hacer corta porque tenés cara de pocos amigos. Acá la culpa la tiene el Administrador. ¿Sabés qué queremos?
La primera persona del plural no me convence demasiado. No tengo espíritu corporativo, ni me calzo la camiseta de ninguna asociación.
—No tengo idea, ¿la cabeza?
—No te hagás el gracioso que se me pasa la hora de Susana. Vamos a hacer una notita y que nos descuenten de las expensas. Firmá acá.
Firmo.
—Gracias vecino.
Ya soy un "vecino porteño". Me lo dijo el tipo de enfrente. En realidad me importa poco. Escucho en los pasillos las amenazas de mi nuevo vecino y prefiero hundirme en el sillón con los auriculares, sin otros. Lo bueno de Ramallo es que tengo una casa sin vecinos, sin amenzas ni consorcios (que sería la institucionalización democrática y republicana del vecinaje).
Los ojos cerrados adentro y un campo. Hay un hombre en un camino de tierra. Una casa se hunde en medio del pueblo. Esa casa es el pueblo. Mañana me espera Ramallo para las vacaciones. Me va a costar abandonar a mis "vecinos porteños".