Es cierto, el Parque Centenario está terrible.
La historia del parque
El Parque Centenario fue, hasta principios del Siglo XX, un gran terreno que formaba parte de la quinta de Parmenio Piñero y donde estaban ubicados los hornos de barro. Por allí, pasaban los caminos Gauna y Moreno, que eran muy transitados porque ya entonces conformaban el centro geográfico de lo que se vislumbraba que iba a ser la ciudad. En 1908, el Concejo Deliberante autorizó la compra de las tierras a los herederos de Piñero y comenzó la formación del parque, que iba a tener 10 hectáreas y serviría como el lugar de celebración del centenario de la Revolución de Mayo, de allí su nombre.
Pero su importancia radica tal vez más en el prestigio de su diseñador, nada
menos que el paisajista francés Carlos Thays, que en ese momento era Director de Paseos de la Ciudad de Buenos Aires e hizo los mejores parque con que hoy cuenta la Capital. Obsesionado tanto con la estética como la funcionalidad de los espacios públicos para todas las edades y clases sociales, en este caso quiso realizar un parque moderno, con una distribución perecta tanto interior como de las calles o avenidas que circundaran el terreno. El resultado fue un diseño radial con núcleo central con juegos infantiles, luego un anillo de jardinerías al que seguía la última zona dedicada a casas baratas para obreros, dispuestas en manzanas trapezoidales interconectadas por pequeñas plazoletas. Toda la composición estaba cerrada por una avenida de circunvalación.
Con el tiempo y el crecimiento de Buenos Aires, la zona cambió su fisonomía original y en sus predios se construyó el Museo de Ciencias Naturales, el Instituto Municipal de Oncología, el Instituto Pasteur y el observatorio astronómico de la Asociación Amigos de la Astronomía. En 1951, se hizo un anfiteatro, que fue destruido por un incendio apenas cuatro años después.
Lo que queda del diseño original es la disposición de ciertos caminos circulares, la circunvalación, la disposición de los jardines, el tipo de vegetación -tipas, araucarias, jacarandáes y palos borrachos- y la impresionante avenida de plátanos, planta exótica pero muy utilizada para el arbolado urbano en Sudamérica.
La historia del parque
El Parque Centenario fue, hasta principios del Siglo XX, un gran terreno que formaba parte de la quinta de Parmenio Piñero y donde estaban ubicados los hornos de barro. Por allí, pasaban los caminos Gauna y Moreno, que eran muy transitados porque ya entonces conformaban el centro geográfico de lo que se vislumbraba que iba a ser la ciudad. En 1908, el Concejo Deliberante autorizó la compra de las tierras a los herederos de Piñero y comenzó la formación del parque, que iba a tener 10 hectáreas y serviría como el lugar de celebración del centenario de la Revolución de Mayo, de allí su nombre.
Pero su importancia radica tal vez más en el prestigio de su diseñador, nada
menos que el paisajista francés Carlos Thays, que en ese momento era Director de Paseos de la Ciudad de Buenos Aires e hizo los mejores parque con que hoy cuenta la Capital. Obsesionado tanto con la estética como la funcionalidad de los espacios públicos para todas las edades y clases sociales, en este caso quiso realizar un parque moderno, con una distribución perecta tanto interior como de las calles o avenidas que circundaran el terreno. El resultado fue un diseño radial con núcleo central con juegos infantiles, luego un anillo de jardinerías al que seguía la última zona dedicada a casas baratas para obreros, dispuestas en manzanas trapezoidales interconectadas por pequeñas plazoletas. Toda la composición estaba cerrada por una avenida de circunvalación.
Con el tiempo y el crecimiento de Buenos Aires, la zona cambió su fisonomía original y en sus predios se construyó el Museo de Ciencias Naturales, el Instituto Municipal de Oncología, el Instituto Pasteur y el observatorio astronómico de la Asociación Amigos de la Astronomía. En 1951, se hizo un anfiteatro, que fue destruido por un incendio apenas cuatro años después.
Lo que queda del diseño original es la disposición de ciertos caminos circulares, la circunvalación, la disposición de los jardines, el tipo de vegetación -tipas, araucarias, jacarandáes y palos borrachos- y la impresionante avenida de plátanos, planta exótica pero muy utilizada para el arbolado urbano en Sudamérica.
Tarde pero a tiempo.