A MIS ESTIMADOS COLEGAS:
ESTE NO ES UN DÍA MÁS PARA NOSOTROS. EN ESTE DÍA, A LA PAR DE CELEBRAR EL NATALICIO DEL MAESTRO JUAN BAUTISTA ALBERDI, ESTAMOS CELEBRANDO EL DÍA DEL ABOGADO.-
APARTE DE SER UN DÍA DE FESTEJOS, DEBE SER UN DÍA EN EL QUE SE REFLEXIONE SOBRE ESTO: ¿HACIA DÓNDE ESTAMOS LLEVANDO NUESTRA PROFESIÓN? ¿QUE HACEMOS PARA HONRARLA?.-
ES CIERTO QUE ESTA PROFESIÓN DA PARA TODO. DESDE MAESTROS DEL DERECHO HASTA PICAPLEITOS QUE DESHONRAN SU INVESTIDURA, PODEMOS ENCONTRAR DE TODO.-
LA SOBERBIA ES UNO DE LOS PEORES DEFECTOS QUE PUEDE TENER UN ABOGADO, JUNTO CON LA MENTIRA, LA DESCONSIDERACIÓN, LA FALSEDAD, LA HIPOCRESÍA, ETC.-
LO MARAVILLOSO DE LA CIENCIA DEL DERECHO ES QUE NO TIENE DUEÑOS. CADA QUIEN PUEDE TENER SU OPINIÓN, QUE PUEDE SER TAN VÁLIDA COMO LA DE CUALQUIER JURISCONSULTO. NADIE ES DUEÑO ABSOLUTO DE LA VERDAD SOBRE EL DERECHO.-
NI SIQUIERA LOS JUECES PUEDEN ADUEÑARSE DEL DERECHO Y HACERLO DECIR LO QUE ELLOS CREAN CONVENIENTE. LA SENTENCIA NO PUEDE CONVERTIR LO NEGRO EN BLANCO Y LO REDONDO EN CUADRADO: LO QUE ES NEGRO, SERÁ ETERNAMENTE NEGRO, SIN QUE LA SENTENCIA PUEDA ALTERAR SU ESENCIA.-
RECUÉRDESE ESTO A AQUELLOS QUE CREEN QUE SON SUPERIORES AL RESTO DE LOS ABOGADOS Y DE LOS CIUDADANOS, Y A AQUELLOS MAGISTRADOS Y FISCALES QUE PIENSAN QUE TODOS COMEMOS VIDRIO, Y NOS CREEMOS SUS FUNDAMENTACIONES VACÍAS Y RETORCIDAS: EL DERECHO NO ADMITE MANIPULACIONES, SIEMPRE SERÁ NEGRO NEGRO, BLANCO BLANCO, REDONDO REDONDO Y CUADRADO CUADRADO. NO TODOS LOS CIUDADANOS CAEMOS EN SUS ARTILUGIOS RETÓRICOS PSEUDO JURÍDICOS.-
POR MÁS QUE SE DIGA QUE ALGUNAS COSAS NO SON DELITOS DE LESA HUMANIDAD, AÚN CUANDO NO LO SEAN PARA EL DERECHO POSITIVO, SERÁN SIEMPRE DELITOS PARA EL DERECHO NATURAL, QUINTAESENCIA DE LA JUSTICIA Y EL DERECHO, FUENTE ORIGINARIA. LA HISTORIA Y EL DERECHO SON JUECES INEXORABLES E INCORRUPTIBLES: LO INJUSTO, INJUSTO SIEMPRE SERÁ.-
PARA FINALIZAR, QUIERO COMPARTIR CON USTEDES ALGUNOS PÁRRAFOS DEL LIBRO "ELOGIO DE LOS JUECES", DEL MAESTRO PIERO CALAMANDREI, CUYO INCOMPARABLE SENTIDO DE LO QUE EL DERECHO DEBE SER, HACEN DE ESE LIBRO ALGO MUY NECESARIO PARA LA FORMACIÓN ÉTICA DE CUALQUIER ABOGADO:
-------------------------------
Si el acusado pobre y oscuro encuentra a su lado, aun en los procesos más reñidos y peligrosos, al defensor que fraternalmente le asista, ello significa que .en el corazón de los abogados no se alberga solamente la codicia de dinero y la sed de gloria, sino también ~ y a menudo ~ la cristiana caridad que obliga a no dejar al inocente solo con su dolor ni al culpable a solas con su vergüenza. Pero hay algo más: cuando alguno pasa al lado de la violencia que amenaza el derecho y en lugar de proseguir de prisa su camino ~ aparentando no ver – se detiene desdeñoso para apostrofar al prepotente y olvidando su propio peligro se lanza generosamente en medio de la reyerta para ayudar al débil que tiene razón: hacer esto se llama tener valor cívico, que es virtud más rara aún que la caridad.
Recuérdese este proceder a los que con gusto siguen bromeando con frases anticuadas sobre la proverbial rapacidad de los abogados.
---------------------------
Quienes siguen describiendo, neciamente, a los abogados como vampiros de sus clientes ~ no han asistido a las últimas horas de un abogado florentino ~ cuyo fin inolvidable pareció a los colegas que lo vieron morir ~ en el pleno vigor de la edad ~ ejemplar y casi simbólico.
En los primeros días de su enfermedad no quiso confesar ~ ni aun a sí mismo siquiera ~ que su estado .era febril ~ y continuó obstinadamente su acostumbrada vida de trabajo ~ sin tregua y sin piedad ~ con las horas todas del día absorbidas por el desgaste de las audiencias y de los clientes ~ y las de la noche dedicadas ~ casi hasta el alba ~ a redactar escritos ~ páginas y más páginas, en el silencio de su biblioteca. Pero ~ después ~ la fiebre ~ que bajo una aparente robustez ~ hallaba la devastación que había realizado aquel desgaste continuado durante decenios ~ lo quebrantó de repente, a disgusto ~ y como con vergüenza ~ tuvo que dejarse caer en una cama, protestando débilmente que se" trataba de un malestar pasajero y que al día siguiente, sin falta, volvería a su estudio. De aquella cama no se levantó más; luchó algunos días, obstinándose en hacer que le llevaran del estudio las carpetas de las causas más urgentes, e ilusionándose con poder estudiarlas, reclinado en sus almohadones; pero luego, cuando se dio cuenta de que ni los ojos ni la cabeza ya le respondían, empezó a quejarse como un niño con sus familiares por la duración de su enfermedad que le impedía trabajar, y a atormentar al médico explicándole afanosamente que los abogados no pueden permitirse el lujo de estar enfermos: i Déjenme de medicinas! i Aquí están en juego los intereses de los clientes, y los términos que vencen!
A medida que se agravaba su mal, la idea de los procesos tornóse obsesionante; en ciertos momentos se apoderaba de él una especie de delirio que razonaba, dictaba trozos desarticulados de argumentaciones jurídicas y se dirigía arengando a los jueces (como si los tuviese allí) a los pies de su lecho, sentados, oyéndolo. Pero luego toda su pena se concentró en una sola idea: sobre la discusión de un determinado recurso de casación (ya fijada para una audiencia próxima) de la que le parecía no poder solicitar la postergación, porque decía: “la postergación sería una vergüenza”; y lo repetía jadeante, con esa invencible obstinación de los enfermos que tienen una idea fija: “ una vergüenza". Así, en aquellos sus últimos días, no tuvo otro deseo que el de obtener del médico, como si de él dependiera, la curación para antes de la fecha en que la discusión aquella había de realizarse: era necesario, a todo trance, que para aquel día estuviese él en condiciones de partir para Roma, a fin de tomar parte en aquella audiencia. En su mente trastornada, aquella audiencia asumía una importancia decisiva y casi fatal, no sólo para la suerte de aquel recurso, sino también para el destino de su vida: -Si no puedo ir a discutir este recurso, soy hombre perdido; si no logro hacer que se acepte este recurso, quiere ello decir que no sanaré ya...
Y entonces, viendo que toda esperanza de curación se desvanecía, los amigos, para tranquilizarlo, combinaron un engaño piadoso. Obtuvieron, sin que él lo supiese, que la discusión se postergara a largo plazo; pero el día en que ésta hubiera debido realizarse, para evitarle la noticia que hubiera podido parecerle de mal augurio, le hicieron llegar desde Roma un telegrama, anunciándole que el recurso, sin necesidad de discusión, había sido aceptado en pleno.
El telegrama llegó cuando él estaba ya en el umbral de la agonía; no obstante, cuando se lo leyeron, abrió los ojos por un instante y sonrió, murmurando: “…entonces, voy a curarme". Fueron sus últimas palabras y tal vez su último pensamiento. En torno al lecho estaban mujer e hijos y algunos colegas de estudio ~ pero su última sonrisa fue para aquella noticia, para aquel anuncio de justicia que en su pensamiento de moribundo se confundía con el anuncio de su curación.
Tal vez murió sin darse cuenta ~ sereno por no haber faltado a su deber ni haber comprometido ~ con aquel inoportuno e insignificante contratiempo de su enfermedad, lo que únicamente contaba para su conciencia: el triunfo del cliente ~ que había acudido a él para la defensa de sus derechos.
No era ni héroe ni santo; era ~ simplemente ~ un abogado.
A LOS QUE SEAN ABOGADOS: GUARDEN ESTAS PALABRAS PARA LOS MOMENTOS DE ZOZOBRA Y TENTACIÓN. PARA LOS QUE NO SEAN ABOGADOS: RECUERDEN ESTO CUANDO ESCUCHEN A ALGUIEN CRITICAR SIN FUNDAMENTOS A LOS ABOGADOS.-
UN PÚBLICO RECONOCIMIENTO A QUIEN ME ACOMPAÑÓ DURANTE MI CARRERA: CARLOS, GRACIAS ETERNAMENTE.-
SILVANA Y VERÓNICA: GRACIAS ETERNAMENTE POR LA AYUDA BRINDADA.-
DANIEL ALEJANDRO CORRADO,
ORGULLOSAMENTE ABOGADO.-
ESTADO PROVINCIAL DE JUJUY,
PROVINCIAS UNIDAS DEL RÍO DE LA PLATA.-
ESTE NO ES UN DÍA MÁS PARA NOSOTROS. EN ESTE DÍA, A LA PAR DE CELEBRAR EL NATALICIO DEL MAESTRO JUAN BAUTISTA ALBERDI, ESTAMOS CELEBRANDO EL DÍA DEL ABOGADO.-
APARTE DE SER UN DÍA DE FESTEJOS, DEBE SER UN DÍA EN EL QUE SE REFLEXIONE SOBRE ESTO: ¿HACIA DÓNDE ESTAMOS LLEVANDO NUESTRA PROFESIÓN? ¿QUE HACEMOS PARA HONRARLA?.-
ES CIERTO QUE ESTA PROFESIÓN DA PARA TODO. DESDE MAESTROS DEL DERECHO HASTA PICAPLEITOS QUE DESHONRAN SU INVESTIDURA, PODEMOS ENCONTRAR DE TODO.-
LA SOBERBIA ES UNO DE LOS PEORES DEFECTOS QUE PUEDE TENER UN ABOGADO, JUNTO CON LA MENTIRA, LA DESCONSIDERACIÓN, LA FALSEDAD, LA HIPOCRESÍA, ETC.-
LO MARAVILLOSO DE LA CIENCIA DEL DERECHO ES QUE NO TIENE DUEÑOS. CADA QUIEN PUEDE TENER SU OPINIÓN, QUE PUEDE SER TAN VÁLIDA COMO LA DE CUALQUIER JURISCONSULTO. NADIE ES DUEÑO ABSOLUTO DE LA VERDAD SOBRE EL DERECHO.-
NI SIQUIERA LOS JUECES PUEDEN ADUEÑARSE DEL DERECHO Y HACERLO DECIR LO QUE ELLOS CREAN CONVENIENTE. LA SENTENCIA NO PUEDE CONVERTIR LO NEGRO EN BLANCO Y LO REDONDO EN CUADRADO: LO QUE ES NEGRO, SERÁ ETERNAMENTE NEGRO, SIN QUE LA SENTENCIA PUEDA ALTERAR SU ESENCIA.-
RECUÉRDESE ESTO A AQUELLOS QUE CREEN QUE SON SUPERIORES AL RESTO DE LOS ABOGADOS Y DE LOS CIUDADANOS, Y A AQUELLOS MAGISTRADOS Y FISCALES QUE PIENSAN QUE TODOS COMEMOS VIDRIO, Y NOS CREEMOS SUS FUNDAMENTACIONES VACÍAS Y RETORCIDAS: EL DERECHO NO ADMITE MANIPULACIONES, SIEMPRE SERÁ NEGRO NEGRO, BLANCO BLANCO, REDONDO REDONDO Y CUADRADO CUADRADO. NO TODOS LOS CIUDADANOS CAEMOS EN SUS ARTILUGIOS RETÓRICOS PSEUDO JURÍDICOS.-
POR MÁS QUE SE DIGA QUE ALGUNAS COSAS NO SON DELITOS DE LESA HUMANIDAD, AÚN CUANDO NO LO SEAN PARA EL DERECHO POSITIVO, SERÁN SIEMPRE DELITOS PARA EL DERECHO NATURAL, QUINTAESENCIA DE LA JUSTICIA Y EL DERECHO, FUENTE ORIGINARIA. LA HISTORIA Y EL DERECHO SON JUECES INEXORABLES E INCORRUPTIBLES: LO INJUSTO, INJUSTO SIEMPRE SERÁ.-
PARA FINALIZAR, QUIERO COMPARTIR CON USTEDES ALGUNOS PÁRRAFOS DEL LIBRO "ELOGIO DE LOS JUECES", DEL MAESTRO PIERO CALAMANDREI, CUYO INCOMPARABLE SENTIDO DE LO QUE EL DERECHO DEBE SER, HACEN DE ESE LIBRO ALGO MUY NECESARIO PARA LA FORMACIÓN ÉTICA DE CUALQUIER ABOGADO:
-------------------------------
Si el acusado pobre y oscuro encuentra a su lado, aun en los procesos más reñidos y peligrosos, al defensor que fraternalmente le asista, ello significa que .en el corazón de los abogados no se alberga solamente la codicia de dinero y la sed de gloria, sino también ~ y a menudo ~ la cristiana caridad que obliga a no dejar al inocente solo con su dolor ni al culpable a solas con su vergüenza. Pero hay algo más: cuando alguno pasa al lado de la violencia que amenaza el derecho y en lugar de proseguir de prisa su camino ~ aparentando no ver – se detiene desdeñoso para apostrofar al prepotente y olvidando su propio peligro se lanza generosamente en medio de la reyerta para ayudar al débil que tiene razón: hacer esto se llama tener valor cívico, que es virtud más rara aún que la caridad.
Recuérdese este proceder a los que con gusto siguen bromeando con frases anticuadas sobre la proverbial rapacidad de los abogados.
---------------------------
Quienes siguen describiendo, neciamente, a los abogados como vampiros de sus clientes ~ no han asistido a las últimas horas de un abogado florentino ~ cuyo fin inolvidable pareció a los colegas que lo vieron morir ~ en el pleno vigor de la edad ~ ejemplar y casi simbólico.
En los primeros días de su enfermedad no quiso confesar ~ ni aun a sí mismo siquiera ~ que su estado .era febril ~ y continuó obstinadamente su acostumbrada vida de trabajo ~ sin tregua y sin piedad ~ con las horas todas del día absorbidas por el desgaste de las audiencias y de los clientes ~ y las de la noche dedicadas ~ casi hasta el alba ~ a redactar escritos ~ páginas y más páginas, en el silencio de su biblioteca. Pero ~ después ~ la fiebre ~ que bajo una aparente robustez ~ hallaba la devastación que había realizado aquel desgaste continuado durante decenios ~ lo quebrantó de repente, a disgusto ~ y como con vergüenza ~ tuvo que dejarse caer en una cama, protestando débilmente que se" trataba de un malestar pasajero y que al día siguiente, sin falta, volvería a su estudio. De aquella cama no se levantó más; luchó algunos días, obstinándose en hacer que le llevaran del estudio las carpetas de las causas más urgentes, e ilusionándose con poder estudiarlas, reclinado en sus almohadones; pero luego, cuando se dio cuenta de que ni los ojos ni la cabeza ya le respondían, empezó a quejarse como un niño con sus familiares por la duración de su enfermedad que le impedía trabajar, y a atormentar al médico explicándole afanosamente que los abogados no pueden permitirse el lujo de estar enfermos: i Déjenme de medicinas! i Aquí están en juego los intereses de los clientes, y los términos que vencen!
A medida que se agravaba su mal, la idea de los procesos tornóse obsesionante; en ciertos momentos se apoderaba de él una especie de delirio que razonaba, dictaba trozos desarticulados de argumentaciones jurídicas y se dirigía arengando a los jueces (como si los tuviese allí) a los pies de su lecho, sentados, oyéndolo. Pero luego toda su pena se concentró en una sola idea: sobre la discusión de un determinado recurso de casación (ya fijada para una audiencia próxima) de la que le parecía no poder solicitar la postergación, porque decía: “la postergación sería una vergüenza”; y lo repetía jadeante, con esa invencible obstinación de los enfermos que tienen una idea fija: “ una vergüenza". Así, en aquellos sus últimos días, no tuvo otro deseo que el de obtener del médico, como si de él dependiera, la curación para antes de la fecha en que la discusión aquella había de realizarse: era necesario, a todo trance, que para aquel día estuviese él en condiciones de partir para Roma, a fin de tomar parte en aquella audiencia. En su mente trastornada, aquella audiencia asumía una importancia decisiva y casi fatal, no sólo para la suerte de aquel recurso, sino también para el destino de su vida: -Si no puedo ir a discutir este recurso, soy hombre perdido; si no logro hacer que se acepte este recurso, quiere ello decir que no sanaré ya...
Y entonces, viendo que toda esperanza de curación se desvanecía, los amigos, para tranquilizarlo, combinaron un engaño piadoso. Obtuvieron, sin que él lo supiese, que la discusión se postergara a largo plazo; pero el día en que ésta hubiera debido realizarse, para evitarle la noticia que hubiera podido parecerle de mal augurio, le hicieron llegar desde Roma un telegrama, anunciándole que el recurso, sin necesidad de discusión, había sido aceptado en pleno.
El telegrama llegó cuando él estaba ya en el umbral de la agonía; no obstante, cuando se lo leyeron, abrió los ojos por un instante y sonrió, murmurando: “…entonces, voy a curarme". Fueron sus últimas palabras y tal vez su último pensamiento. En torno al lecho estaban mujer e hijos y algunos colegas de estudio ~ pero su última sonrisa fue para aquella noticia, para aquel anuncio de justicia que en su pensamiento de moribundo se confundía con el anuncio de su curación.
Tal vez murió sin darse cuenta ~ sereno por no haber faltado a su deber ni haber comprometido ~ con aquel inoportuno e insignificante contratiempo de su enfermedad, lo que únicamente contaba para su conciencia: el triunfo del cliente ~ que había acudido a él para la defensa de sus derechos.
No era ni héroe ni santo; era ~ simplemente ~ un abogado.
A LOS QUE SEAN ABOGADOS: GUARDEN ESTAS PALABRAS PARA LOS MOMENTOS DE ZOZOBRA Y TENTACIÓN. PARA LOS QUE NO SEAN ABOGADOS: RECUERDEN ESTO CUANDO ESCUCHEN A ALGUIEN CRITICAR SIN FUNDAMENTOS A LOS ABOGADOS.-
UN PÚBLICO RECONOCIMIENTO A QUIEN ME ACOMPAÑÓ DURANTE MI CARRERA: CARLOS, GRACIAS ETERNAMENTE.-
SILVANA Y VERÓNICA: GRACIAS ETERNAMENTE POR LA AYUDA BRINDADA.-
DANIEL ALEJANDRO CORRADO,
ORGULLOSAMENTE ABOGADO.-
ESTADO PROVINCIAL DE JUJUY,
PROVINCIAS UNIDAS DEL RÍO DE LA PLATA.-
DEMOCRACIA - PAZ - INTEGRACIÓN
EN UNIÓN Y LIBERTAD
EN UNIÓN Y LIBERTAD