Si, me he conmovido, hoy quiero ser ugandes, quiero ser parte de esa luz que brilla en el continente africano, de ese representante de la democracia, el progreso y la justicia social que es Uganda.
Y he llegado a esa conclusion luego de contemplar todas las ventajas que ofrece el suelo ugandes para todoslos hombres del mundo que quieran habitar en el suelo ugandes; invocando a la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia.
Si efectivamente que invoquen la proteccion de Dios, de todos los santos, de todos los angeles, beatos, serafines querubines, y de todos los habitantes del averno de ser posible.
Porque he aqui lo que es Uganda hoy dia:
El infierno comenzó para Filda Amony una noche de febrero de 2008, cuando tenía 13 años. Un grupo de rebeldes armados atacó por sorpresa su aldea de Kalele en el norte de Uganda y a ella se la llevaron atada junto a otros niños. La durísima marcha de 200 km hasta la base de los guerrilleros en Jebelein (sur de Sudán) duró tres semanas. Mientras desgranaba su historia en voz baja, bajando la mirada, me explicó cómo a los niños que no podían resistir la caminata los mataban a golpes o a machetazos, obligando a sus propios compañeros a ejecutar el castigo.
“Cuando llegamos a Sudán, un comandante llamado Opuk nos adiestró en el manejo de las armas y las tácticas de ataque. Nos golpeaban ante la menor falta. Si no aprendíamos con la rapidez que ellos querían, nos dejaban sin comer todo el día” recordaba Filda. A los pocos meses le asignaron a uno de los oficiales para ser su “esposa”, experiencia que recuerda con particular repugnancia: “yo era muy joven y él era mucho mas más mayor que yo y tenía ya varias mujeres, pero si me hubiera negado me habrían matado”. Con él tuvo dos niños, uno de los cuales murió en Sudán.
Filda encontró su oportunidad de escapar en 2004, durante un combate contra el ejército ugandés en el que resultó herida de bala en una pierna. A su hijo, que entonces tenía 2 años, no le pasó nada y ahora vive con ella en el campo de desplazados de Omiya-Anyima, en el distrito de Kitgum. Pero su regreso tuvo poco de final feliz: al volver con su familia se encontró con que su madre había muerto de un ataque al corazón pocos años antes, cuando un de sus hermanos murió durante un ataque.
Quinto Otto, secuestrado en 2003 con 12 años, no podrá nunca quitarse de la cabeza el día en que los guerrilleros le dieron un hacha y le obligaron a matar a uno de sus mejores amigos. Si se hubiera negado le habrían matado a él de la misma forma. Para Irene Ayero, raptada en 1998 con 11 años, lo peor fue tener que dormir durante varios meses atada a un grupo de cien niños. Richar Ochola, de 14 años, secuestrado en 2003, tiene aún las cicatrices de las palizas que le pegaron con machetes durante los tres años que estuvo en el LRA. A Joseph Latwal, que estuvo con la guerrilla de 2001 a 2004 y tiene ahora 18 años, le secuestraron junto con su hermana de 14 años, la cual murió a los poco meses durante un combate en Sudán. “aquel día pensé que es mejor morir, porque ver lo que pasa en este mundo es muy triste”.
Es posible que Filda y Quinto no sepan que el uso de menores ha sido más la regla que la excepción en una de las guerras más cruentas de las últimas décadas, casi siempre en los lugares más pobres del mundo. Según Amnistía Internacional, al menos 300.000 niños han luchando en primera línea en los conflictos de Sudán,, Angola, Sri Lanka, Colombia, R.D. De Congo, Sierra Leona, Liberia y Norte de Uganda. Los niños que engrosan las filas de ejércitos, milicias, rebeldes y paramilitares lo hacen, bien a la fuerza (como en el norte de Uganda), o bien empujados por la extrema pobreza en la que viven.
Las armas ligeras que proliferan hoy con la facilidad son de manejo fácil. Los niños son mas fáciles de manipular, no son conscientes del riesgo que corren durante los combates, y debido a la enorme presión psicológica que sufren son capaces de realizar actos de extrema crueldad que un adulto dudaría en realizar. La estrategia diabólica del LRA estaba muy bien diseñada: una vez que se ha inyectado el terror en la mente de los niños y que se les ha obligado a matar a sus propios amigos o atacar sus propias aldeas, terminan por pensar que ya nunca serán aceptados por sus familiares, y que su única alternativa es permanecer en el LRA el resto de sus días.
El caso concreto de Uganda sigue más o menos este esquema. La guerra acabó oficialmente en 1986 cuando Museveni entró en el poder (donde sigue actualmente). Desde entonces Uganda ha sido un ejemplo de desarrollo para el resto de países de África, pero en el norte de Uganda se libró una oculta, sangrienta y brutal guerra que el mundo entero no quiso ver. Cuando Museveni entró en el poder en 1986 un extraño ejército empezó a sembrar el terror en el norte de Uganda. Este ejército tiene de característico que no sigue unos ideales revolucionarios, teóricamente luchan por Dios y por los 10 mandamientos (curiosamente ellos las incumplen todos), su nombre es Ejército de Resistencia del Señor (LRA siglas en inglés). Los ataques a la población civil se han ido repitiendo casi hasta la actualidad: masacres en poblados, mutilaciones, emboscadas en las carreteras… pero hay algo que destaca por encima de todas esas barbaridades, para engrosar sus filas el LRA secuestraba niños. Las cifras son verdaderamente alarmantes, según Naciones Unidas más de 20.000 niños han sido secuestrados.
Casi veinte años ha durado en el norte de Uganda esta guerra, en la cual los niños han sido los principales protagonistas. El mundo entero cerró los ojos a este conflicto que ha dejado tras de sí millones de desplazados (obligados por el propio gobierno a hacerlo bajo amenaza de ser objetivos), un incontable número de muertos y mutilados y lo más terrible de todo el espeluznante número de niños secuestrados.
La población civil vivía atemorizada, miles de personas abandonaban sus hogares para vivir en campos de refugiados y los más perjudicados de este miedo eran los niños. Uno de los hechos más significativos fue como todas las noches miles de niños recorrían más de 20 km desde los campos de refugiados o desde sus casas hacia las ciudades para estar a salvo del LRA . Estos niños fueron conocidos como “Los caminantes nocturnos”.
El día a día en el centro de salud está lleno de esos pequeños detalles. Los martes y jueves cuando viene el “clinical officer” él y yo estamos en una sala donde exploramos a los pacientes. Antes de entrar ahí los pacientes son registrados por la monja y la enfermera en una sala anexa. Me llama poderosamente la atención que las personas no saben abrir la puerta que separa ambas habitaciones, la cual es una puerta con una manilla normal y corriente.
No menos curioso es el momento en que pedimos a los pacientes que se suban al peso, lo más frecuente es que suban tan tímidamente que dejen medio cuerpo fuera pero hay también quien se sube de medio lado e incluso de espaldas a los dígitos de la báscula.
(Niñas transportando troncos)
Entre que son atendidos, se les hacen algunos análisis (el rey el de la gota gruesa para la malaria) y reciben el tratamiento los pacientes pasan más de una hora en la calle bajo un calor abrasador. Por ello la monja ha habilitado un bidón para que la gente beba. Pero el mecanismo no les resulta sencillo y en vez de abrir el grifo la mayoría abre el bidón por arriba y sumerge la taza. En sus casas está claro que no tienen agua corriente y por tanto los grifos les son inútiles y desconocidos.
Otro momento reseñable es el de la limpieza ya que las escobas son varias pajas anudadas con una cuerda y para fregar utilizan un trapo mojado que arrastran con la mano o con alguna rama cercana. A pesar de ello ninguna mujer consulta por lumbago...
En el orfanato hay actualmente más de sesenta niños. La mayoría han sido traídos por los padres al morir la madre en el parto y sentirse incapaces de sacarlos adelante. Lo cual confirma la absoluta dependencia materna de las familias ugandesas. Los niños están en el orfanato hasta que cumplen cinco años, en ese momento si el padre está vivo o tienen un familiar cercano (aquí los hermanos de tu padre son tus padres y las hermanas de tu madre son tus madres) vuelven con ellos; si no pasan a otro centro donde están hasta que son mayores de edad. Durante nuestros juegos en el orfanato conocemos a una pequeña de más de cinco años que tendrá que permanecer ahí hasta que en el otro centro quede una plaza libre. El colapso de los orfanatos del distrito de Moyo nos permite hacernos una idea de la magnitud del problema de la mortalidad materna precisamente el día internacional de la mujer.
http://74.125.47.132/search?q=cache:R3E ... clnk&gl=ar
Otro factor la esperanza de vida en Uganda es de 51 años, y tienen un 1400.000 refugiados, lindo lugar para vivir. Que siga asi el catolicismo en Uganda.
Gracias Angel estoy sinceramente tentado de mudarme a Uganda, lo que si tengo que averiguar primero es donde puedo comprar un tanque de guerra, antes de llegar.

"Capitalismo: sabemos, que vivirá más de siete vidas este sistema que privatiza sus ganancias pero tiene la amabilidad de socializar sus pérdidas, y por si fuera poco nos convence de que eso es filantropía". Eduardo Galeano