Primera Anécdota:
Estaba por llegar a la casa de quien en aquel momento era mi Saliente (como salíamos juntos, yo había bautizado la relación como Salidores, y por ende, éramos Salientes) y me agarraron unos retorcijones estomacales que hicieron apresurar mi paso para poder llegar a tiempo y no hacer papelones en la calle.
Cuando toco timbre y me abre la puerta, apenas un besito y corriendo al baño, saludando a los padres de mi Saliente a la pasada mientras batía el record mundial en 20 mts. con curvas (de la puerta de calle a la puerta del baño habían varias puertas, por lo que tenía que andar doblando a izquierda y derecha).
Una vez ya adentro del baño, antes de que saliera de mi interior esas molestias que ya sentía en la calle, hubo un anuncio -p e d o- parecido a un trueno que se escuchó desde aproximadamente de la esquina, momento en el que recordé la presencia de los padres de mi Saliente y algunos reproches por lo bajo de ellos hacia mi ex.
Ello hizo que me quedara adentro más tiempo de lo que siempre estoy, para no salir del baño justamente en el medio del reproche familiar.
Eso si, después de aquel anuncio se vino una “alud de lodo” que dejo sus secuelas lesivas para las sensibles sentidos olfativos de las demás presentes en el lugar, por un rato largo, largo…
Cada vez que alguien entraba, me hacía el preocupado por la situación, pero por dentro no paraba de reírme, jejeje…
Quizás son suene muy risueña, pero en aquel momento, pasé de estar totalmente colorado por la situación a reírme interiormente.
Segunda Anécdota:
Al fallecer un familiar de un conocido mío, sin tener obligación sentimental alguna para con el fallecido como para mi conocido, sino simplemente por cortesía de algunos momentos que había vivido con éste último, decido asistir al velorio para acompañarlo en ese difícil trance que estaba pasando.
Preferí ir de noche, momentos en los que supuestamente no hay mucha gente, pero cuando llego me encuentro con que había más gente de la que yo pensaba, dado que era bastante tarde (cerca de la 1 de la mañana).
Al llegar, me dirijo directamente al conocido para hacerle saber mi pésame, y encarando nuevamente como para la puerta de entrada de la sala velatoria, miro para todos lados sin lograr reconocer a nadie.
Entonces, antes de salir, y para no ser tan descortés de entrar saludar y salir, con las manos en los bolsillos de mi jean, me apoyo en la pared con el brazo (entiéndase a la parte del cuerpo que va del codo al hombro) cerca de la puerta de entrada, momento en el que se apagaron todas las luces del salón, quedando solo iluminando las velas que había cercanas al féretro, escuchándose una exclamación general dirigida hacia mi persona.
Sin darme cuenta, me apoyé en las llaves de luz apagándolas a todas, al menos por un momento en el que yo mismo la volví a prender.
Bueno, estas fueron algunas anécdotas que se me vinieron a la cabeza en este momento, y que pretendo cambiarlas por chistes…
Les debo el tercero para una nueva ocasión, ya que en este momento no recuerdo alguna, además de que estoy por ir a almorzar.
Saludos y besos para todas y desde ya AGRADEZCO LA BIENVENIDA RECIBIDA.
Espero serles de utilidad a todos y pasemos buenos momentos.
PD: Para los del otro bando, por favor no se ofendan… simplemente trato de reírme siempre, y dado que me dan la ocasión de contar algo divertido, no puedo dejar pasarla.