Vos, superhéroe contemporáneo
Ayer a las 10:21 | Editar nota | Eliminar
Los que dicen que nunca quisieron ganarse el respeto de la ciudadanía mediante acciones heroicas, mienten. En lo que no se piensa mucho es que la acción heroica, en verdad, no precisa de acto de valor alguno a favor de nadie –se que suena contradictorio- y en este caso se aplica el “sálvate a vos mismo”, primera máxima del héroe contemporáneo.
Vamos a ser francos, en el mundo real nadie vuela a menos que sea en un avión y es probable que el mayor acto de arrojo del ciudadano promedio sea detener con el pie la puerta del subte que se está cerrando para que pueda entrar esa chica tetona y bonita en la estación Facultad de Medicina, y solo porque es tetona y bonita y tenemos la secreta e improbable convicción de poder armar un chamuyo decente en las tres estaciones que quedan hasta la nuestra, dado que si fuera un bagarto se quedaría a esperar el convoy que viene y las puertas se le cerrarían en las narices, incluso con una leve sonrisita burlona de nuestra parte hacia quien se quedó abajo.
No vale la pena darse corte con esas pavadas. Al contrario, sí enaltece al género humano alguien que ame a sus límites y los conozca y respete y se dedique a la muy noble labor de cuidarse a si mismo. Claro, hay dudas. ¿Podemos ser Superhéroes de ese estilo en este mundo políticamente correcto que nos impone conductas nobles hacia terceros, cuando los terceros francamente nos importan tres carajos? Se puede, y es así:
1. Mi misión son los demás. El móvil de todo superhéroe es ponerse al servicio del resto, Si nos quedamos con este tema, vamos al nudo de la misión del superhéroe moderno, porque para alguna otra persona, nosotros somos ese prójimo. Somos el prójimo del resto. Por eso, lo que el Superhéroe moderno debe decirse es que el es un prójimo y es su propia misión. Esta pequeña declaración de principios ahorra todo un tiempo que podría dedicarse –inútilmente como hemos visto- al cuidado de terceros.
2. No hacer nada es hacer algo. Dejar de hacer algo sería determinante en el desarrollo de algo negativo que se gesta por la inacción, sostiene la falacia del cálculo de posibilidades, cuando en verdad esto es un condicional, es un “podría”, un “en una de esas” sucede algo nefasto por nuestra propia inacción. Pero, y aquí viene el punto, ese “podría” es hipotético y una variante que desconocemos, por lo cual al no querer adentrarnos en honduras que desconocemos –un superhéroe no está para esas cosas- ese tema nos importa tres carajos porque somos superhéroes prácticos, del siglo XXI. Si vos andás por ahí con tu uniforme de superhéroe sin hacer nada ni meterte en problemas ajenos en lugar de estar rayando autos con una llave o pegando chicles en los asientos del cine, ya estás haciendo algo positivo por el resto. Tu ocio, tu inactividad, es provechosa en este sentido. Imaginate que tenés la mala leche de encontrarte con un incendio espantoso y ves desde una ventana a una madre con un bebé. ¿Cuál es la actitud correcta? Te atás bien los cordones de los zapatos, no vaya a ser cosa que te caigas mas adelante.
3. La gente quiere individuos heroicos, no equipos. En la serie The Office podemos ver a un Michael Scott tratando de motivar a sus desmotivados empleados con el chamuyo del trabajo en equipo. Nosotros, gente moderna, le decimos que no. No gracias, porque somos educados además de modernos. En la tapa del diario no sale el equipo y no sale el esfuerzo, sale una foto del que puso la cara y ese es el héroe. El equipo lo putea por lo bajo. El mundo recuerda a Sir Alexander Flemming, descubridor de la penicilina, pero no tiene ni la mas puta idea de cómo se llamaban todos los que lo rodeaban y analizaron ese honguito, los que lo guardaron, los que estudiaron en los libros de que iba la cosa, los que en definitiva, compusieron su equipo de trabajo. Por eso, que el equipo la siga chupando –como diria D10S- y vos salí en la foto. A la hora decisiva, en ese momento justo, vos poné lo tuyo de manera tal que seas el héroe. Una vez que los bomberos hayan sacado a la madre con su bebé del incendio, con el bombero medio asfixiado y buscando una brizna de aire, vos sacale al bebé –el bombero va a estar demasiado aturdido y buscando un pulmotor con la mirada perdida como para ponerse a pelear con vos por el parvulito y la mamá va a estar histérica y a los gritos- y levantalo para la foto. Esa imagen en la tapa de La Nación va a hacer la delicia de la gente en el desayuno de mañana y, sobre todo, TU delicia.
4. El uniforme de superhéroe. La tradición dice que el uniforme de superhéroe sirve para ocultar la identidad del justiciero y servirle de plataforma para todas las armas o poderes que tiene. Así se justifica un vestuario apretado al cuerpo, con aristas eróticas que confunden las identidades sexuales de millones de chicos. Por caso, uno de mis primeros impulsos sexuales me lo dio el apretado uniforme de la Gatúbela de Batman, con esos dos pechos turgentes y esa silueta bien marcada, sumado a la voz sexy que le daba la traductora en español de la serie, vaya a saber cual sería mi orientación sexual ahora si primero me hubiera interesado en las mallas apretadas de Batman. En tu caso, el uniforme no tiene ningún sentido, porque estás mas allá de todo eso. La única prioridad es que estés cómodo. Por ejemplo, un jogging que se amolda a tu cuepo está genial. Además, ahorrarse el uso de mallas apretadas va a conseguir que tus fans no duden acerca de tus gustos sexuales, como a los pobres Batman y Robin que salvaron a Ciudad Gótica de cuanto desmán hubo, casi mueren a manos del Pingüino y del Guasón y hoy por hoy, ya olvidados todos sus actos heroicos, la única pregunta que generan es si eran pareja.
5. Los superpoderes. Dejando de lado la sarasa de la vista con rayos X –termina dando cáncer, no te sirve- vamos a focalizarnos en los verdaderos poderes tuyos. Tenés el Poder del Sueño, que te permite dormir siestas de siete horas. Tenés el Poder de Desaparecer: ante el temor, podés tomarte un taxi y desaparecer de la escena de un hecho tenebroso actual o inminente en cuestión de instantes. Tenés el Poder de Cálculo, que te permite partir de la máxima “soldado que huye sirve para otra guerra” y tomar tus decisiones (que suelen vincularse con la huida). Quizá también tengas habilidades culinarias. No es poco.
Bueno, ahora que tenés estos amenos tips, solo te queda el salir a la calle a poner en práctica a ese héroe contemporáneo que sabés sos.
Tengo los bolsillos llenos de verdades (by Charlie)