Algunos pequeños gustos
Me gusta despertarme tarde –después de las 9 de la mañana es tarde- y saber que ese día puedo dedicarlo a la nada. Que venga mi hijo a la cama y me empiece a saltar encima, que mi esposa se vaya a la facultad y, sin que me miren feo, poder jugar a la pelota en el living con mi hijo tirándosela por encima de la araña del techo, quedarme tarde en la trasnoche mirando la tele, conectado en la laptop y charlando con mi esposa, todo junto y a la vez porque mi mente neurótica es capaz de eso y mucho mas, comer en la cama y llenarla de miguitas cuya presencia no me molesta, ver la casa ordenada al menos por un rato hasta que sobrevenga el caos, el viaje en ruta hasta San Bernardo, la milanesa enorme del restorán del Automóvil Club de Chascomús, los cuernitos de grasa de la panadería Bruno de San Bernardo, el bar Amarras en invierno, con un frío espantoso afuera y un acogedor calor adentro, la vista del mar en el punto donde termina La Lucila y empieza Aguas Verdes, me gustan mis vecinos de San Bernardo –a diferencia de mis vecinos de Buenos Aires, con quienes nos detestamos silenciosa y cordialmente- y toda la costa atlántica en general y lamento haberla descubierto tan tarde en mi vida.
Me gusta el olor a pan caliente, me gusta el viaje desde mi casa hasta Ezeiza cuando viajo afuera, me gustan las mujeres que seducen sin provocar, que sugieren sin mostrar y que son sutiles. Me gusta la gente que en sus relaciones habla despacio y pausado, que mira a los ojos y no precisa elevar el tono de voz. Me gustan los días de sol de primavera, me gusta el recuerdo de la costanera de Viedma, me gusta el recuerdo del muelle del río del fondo de mi escuela secundaria, me gusta la pizza de Fachada, sus empanadas abiertas de parmesano y el vino malbec. Me gusta ver la bodega de casa con todas sus botellas acomodadas, sin espacios vacíos.
Me gusta hacer asado, sentir por el ruido como se hacen las brasas, sentir ese ruidito de la parrilla cuando pongo la carne, me gusta que sobre carne del asado y terminarla esa noche, o al otro día. Me gusta la ensalada de papa y huevo duro con mayonesa. Me gustan las mesas ruidosas, con mucho vino, donde las personas son espontáneas y expresivas. Me gusta el masaje de pies, ir con toda la familia a algún lugar por el fin de semana donde haya descanso, relax, pileta -y de preferencia, masaje de pies disponible- me gusta Salta, Cafayate, la ruta de Salta a Cafayate con esos cerros de colores que transmiten una paz infinita, todo el noroeste, me gusta leer mil veces los cuentos completos de Arlt que me prestó Elisa y que jamás le devolví, me gustan los juzgados vacíos a la mañana porque todo se puede hacer rápido para dedicarse a algo mas productivo, interesante y divertido que caminar pasillos y mostradores, me gusta que mi gata venga a pedir mimos, ver fotos viejas. Me gusta Cuba, la calle Obispo, los cubanos, la playa blanca, me gusta con sol, me gusta sin sol y hasta la he conocido con un rarísimo clima frío y también me ha gustado.
Me gusta Montevideo, la feria de Tristán Narvaja con esa enorme cantidad de cuadras donde se venden desde gallos hasta cacerolas, la costa de Pocitos, las rabas con vino blanco de El Viejo y el Mar, los chivitos de La Pasiva que está en la esquina de 18 de Julio y Ejido, los uruguayos y todo lo que se relacione con Uruguay.
Me gusta ver fotos viejas y recordar o tratar de recordar que pensaba en el momento de la foto.
Me gusta sentirme parte de un cosmos que tiene alguna finalidad, aunque ni yo ni nadie sepa muy bien cual es la finalidad. Me gusta leer y aprender, me gustan las personas que son diversas en su mundo, los abogados poetas, los contadores ecologistas (si, a vos), los que no se quedan en un casillero prefijado. Me gusta conocer gente diferente a mi y aprender un poco de cada uno y, por sobre todas las cosas, me gusta saber que mañana es una nueva oportunidad de recomenzar todo lo que hoy vimos mal, perfectible o mejorable.
Tengo los bolsillos llenos de verdades (by Charlie)