Día martes 2 de Febrero, en un juzgado de Morón del cual no quiero acordarme...
En la mesa de entradas, una abogada a los gritos con una chiquita de la mano -supongo sería la hija. El tema de los gritos, que parecían alaridos de borracho enojado porque no le quieren vender mas tragos, era que le habían notificado una demanda a su domicilio constituído y al parecer la abogada ya le había pegado una patada al cliente de su estudio, y eso motivaba su ira. La cédula se la habían mandado a ella como apoderada de su ex cliente.
Cuestión que ese juzgado es muy especial y, entre otras perlitas, proveen concursos preventivos de empresas que no tienen libros contables y demás cuestiones por el estilo -es parte del pedorro sistema judicial que tenemos y supongo nos debe reflejar y no me quejo, "es lo que hay, si no le gusta resuelva sus disputas a tiros" como dice un amigo funcionario- por lo que no me extrañó que ahí hayan confrontado una cédula de traslado de demanda a un domicilio constituido. Como pienso bien de todo el mundo, atribuyo ese original criterio jurídico a una innovación en el campo del derecho y la abstraigo de todo pensamiento monetario que pudiera surgir.
La empleada que soportaba sus gritos, en un punto, la hace pasar a una salita, donde una prosecretaria, con pinta de egresada de Wharton y cara de titanio, suele explicar lo inexplicable y justificar lo injustificable esperando que el colega pierda la línea. Como en este país la forma importa mas que el fondo, la clave ahí consiste en mantenerse calmo aunque te afirmen que el plazo para contestar demanda es de ocho meses, porque en cuanto empezás a los gritos, sonaste. espués saludás, te vas y hacés tus escritos. Y en todo caso, siempre hay una cámara para apelar.
Como ya conozco al juzgado, y me tocó pasar por esa situación, antes de que la iracunda colega entre a esa salita le sugiero un discreto "¿porqué no pide la nulidad de todo lo actuado y se ahorra la malasangre?", no porque me interese la situación puntual de la abogada sino para que no pierda tiempo y se amargue gratis con la nena al lado.
Cuestión que ella la emprende conmigo y un "Yo se muy bien la solución jurídica de este caso!" a los gritos pelados y solo le faltaba el vaso de tinto elevado. La hija miraba a la madre con los ojos desorbitados.
Me callo y sonrío cordialmente, como hace un caballerito educado en colegio de curas, y ahí entra zarandeando de la mano a su hijita a la salita donde la prosecretaria con cara de titanio le hace la misma amansadora que a todos, le explica alguna paparruchada con tono doctoral pero ella, en lugar de ver como le están haciendo perder el tiempo y empezar a pensar en hacer un escrito, se engancha en la discusión.
Los gritos de la abogada -la funcionaria, canchera, mantenía la línea- se escuchaban en la mesa.
El tema es que esta mujer en un punto se va protestando como la loca de los gatos de Los Simpsons y a continuación paso yo a ver un reservado.
Puedo escuchar a dos empleadas diciendo en el juzgado "El expediente de esta mina (sic) dejámelo separado".
CHAN.
Tengo los bolsillos llenos de verdades (by Charlie)