Hola, jeanvaljean02:
La expresión latina ante litteram la vas a ver otras veces citada en francés como "avant la lettre". Significa "antes de la letra" (por el "texto"); hace referencia a las instituciones, usos o costumbres que se fueron instalando en la sociedad antes de que quedaran plasmados en un texto legal. Entre nosotros, y desde el derecho hispánico trasplantado a América, existió siempre la posibilidad de que las partes negociasen entre sí, o de valerse de amigables componedores. En los códigos de procedimientos siempre se estableció que los jueces debían esforzarse en explorar y aún sugerir posibles soluciones conciliatorias. La sobrecarga de trabajo, el aumento de la litigiosidad social, cuando no una cierta desidia por parte de todos, hicieron caer esta práctica en el olvido. Hasta que apareció la mediación, y todos creyeron que se había descubierto América; pero no, América estaba descubierta desde hacía rato.
En cuanto al tema de los alimentos, la experiencia muestra que en un primer acuerdo, -cuando ambas partes, o al menos una de ellas están ansiosas por desembarazarse de la insistencia de la otra- el acuerdo, mal que bien, puede lograrse mediatoriamente. Más mal, que bien. Pero luego, cuando vienen los planteos de aumento o de reducción de cuota, ahí sí que empieza el llanto y el crujir de dientes, el escamoteo de información contable, y las maniobras de "insolventación". Es que para que se pueda arribar a una estimación justa y equitativa en esta materia, hay que imponer con autoridad judicial el blanqueo de situaciones pecuniarias: cosa que se facilita enormemente si el juez/a hace valer sus facultades ordenatorias, e introduce en el momento preciso algún auxiliar de la justicia, como las/los asistentes sociales. Por eso, reitero una mis muletillas: mejor que la mediación, es la inmediación judicial.