Los rioplatenses somos líderes mundiales en materia de crear giros eufemísticos, que a fuer de ser repetidos a cada paso y hasta la náusea, terminan, con el tiempo y el abuso adquiriendo un cierto sesgo irónico que termina contradiciendo, en un perverso contrasentido del uso cómplice, la loable intención original. Uno de esos estereotipos es la proclamada "inclusión social", que en ciertos casos, cuando se trata de imponerle a la sociedad figuras que se contradicen con el verdadero sentir de la gente, se convierte en una verdadera "incrustación social". Tal el caso de ciertas formas superfluas y viciosas de imponerle al ya sufrido ciudadano una extorsión cotidiana más, obligándolo a soportar, rechinando los dientes, a todo tipò de autoconstituídos garantes del estacionamiento (¿libre?) en las calles de la ciudad, o a tener que someterse a un rociado de agua jabonosa y trapo en el parabrisas del auto más o menos cada diez cuadras.
¿No sería mejor hablar de "integración social"...? Porque "incluír", por ejemplo en las ciencias biológicas tiene un sentido de introducir, meter, incorporar, pero sin asegurar la aceptación del tejido preexistente, con la consecuencia frecuente de que lo incluído se torne un cuerpo extraño, a veces tan irritante que se lo designa como "incrustado"; y lo incrustado termina desencadenando una reacción de hostilidad que se traduce en un aislamiento tras una barrera defensiva. O sea, en una metáfora social, se traduce en más exclusión que antes, pero acompañada de reacciones defensivas. Por eso me pregunto, y siguiendo la metáfora biológica, si lo que los gobiernos deben buscar es la "integración" de los individuos, lo que supone una "digestión" del elemento por el tejido preexistente, o sea, una aculturación conforme los sanos usos y costumbres, y las leyes sensatas. De la biología a la sociología, la diferencia estaría dada por la enseñanza y la educación útil, la formación en artes y oficios socialmente valiosos que "integren" al interesado como un valor positivo a su sociedad, en lugar de mantenerlo incrustado en una situación tolerada, pero en el fondo resistida. ¿O no...?
¿No sería mejor hablar de "integración social"...? Porque "incluír", por ejemplo en las ciencias biológicas tiene un sentido de introducir, meter, incorporar, pero sin asegurar la aceptación del tejido preexistente, con la consecuencia frecuente de que lo incluído se torne un cuerpo extraño, a veces tan irritante que se lo designa como "incrustado"; y lo incrustado termina desencadenando una reacción de hostilidad que se traduce en un aislamiento tras una barrera defensiva. O sea, en una metáfora social, se traduce en más exclusión que antes, pero acompañada de reacciones defensivas. Por eso me pregunto, y siguiendo la metáfora biológica, si lo que los gobiernos deben buscar es la "integración" de los individuos, lo que supone una "digestión" del elemento por el tejido preexistente, o sea, una aculturación conforme los sanos usos y costumbres, y las leyes sensatas. De la biología a la sociología, la diferencia estaría dada por la enseñanza y la educación útil, la formación en artes y oficios socialmente valiosos que "integren" al interesado como un valor positivo a su sociedad, en lugar de mantenerlo incrustado en una situación tolerada, pero en el fondo resistida. ¿O no...?