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Historia del Ejército Argentino


La Historia del Ejército Argentino se remonta a los últimos años del Virreinato del Río de la Plata, cuando las primitivas formaciones militares coloniales se vieron enfrentadas a las Invasiones Inglesas a Buenos Aires en 1806 y 1807. Éstas fueron repelidas gracias a la formación de milicias, que serían la base del futuro Ejército Argentino.
Soldado de los Dragones de la Frontera, alrdedor de 1718.
Suboficial del Ejército Argentino en la actualidad.

Oficialmente, la fundación del Ejército Argentino data de un decreto de la Primera Junta, inmediatamente posterior a la Revolución de Mayo. A partir de ese momento, el Ejército Argentino participó en la Guerra de Independencia, antes de verse virtualmente disuelto por causa de las guerras civiles.

Esporádicamente volvió a formarse un ejército nacional durante la Guerra del Brasil y la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana, pero durante más de medio siglo fue reemplazado por ejércitos y milicias provinciales. Durante las presidencias de Urquiza y Mitre se intentó volver a reorganizar un ejército nacional, pero el mismo no pasó del papel.

La organización definitiva del Ejército Argentino se debió, según lo entiende la mayor parte de los historiadores, a la Guerra del Paraguay, que permitió la formación de un ejército permanente. Fue ese ejército nacionalizado el que permitió aplastar las últimas rebeliones internas en la década de 1870 y las revoluciones radicales de finales del siglo XIX, así como también lograr la definitiva Conquista del Desierto y del Chaco.

La profesionalización definitiva del Ejército – simbolizada en gran medida por el servicio militar obligatorio de la población masculina – se logró a principios del siglo XX. Durante más de cien años, el Ejército no debió enfrentar enemigos exteriores y sus objetivos comenzaron a confundirse con acciones políticas interiores. El Ejército profesional comenzó a politizarse nuevamente y lideró sucesivos golpes de estado a lo largo de aproximadamente medio siglo, entre 1930 y 1976.

Desde mediados del siglo XX, el Ejército lideró la lucha contra movimientos armados de izquierda y peronistas, derivando paulatinamente en la persecución sangrienta de toda oposición – en la llamada guerra sucia – llevada a cabo por la última dictadura (1976 – 1983). La oposición creciente a ésta llevó al gobierno a intentar recuperar su prestigio con una aventura militar, la Guerra de las Malvinas. El rápido fracaso de las Fuerzas Armadas destruyó el prestigio político del Ejército en forma definitiva.

Tras el regreso definitivo de la democracia, el Ejército ha buscado una nueva razón de ser, especialmente tras el final de la Guerra Fría. En parte la ha encontrado en las misiones humanitarias guiadas por la Organización de las Naciones Unidas en diversos países del mundo, que le permiten modernizarse y mantenerse activo, sin participar en el proceso político interno ni lanzarse a aventuras militares contra otros países.
Contenido

1 Época colonial y virreinal
2 Invasiones Inglesas
2.1 Formación de las milicias
2.2 Segunda Invasión Inglesa
2.3 Reorganización
3 Primeras Campañas de Independencia
3.1 Revolución de Mayo
3.2 Armamento y técnica
3.3 Primera Expedición Auxiliadora al Alto Perú
3.4 Expedición al Paraguay
3.5 Primera Expedición a la Banda Oriental
3.6 Segunda Campaña al Alto Perú
3.7 Segunda Campaña a la Banda Oriental
3.8 Tercera Campaña al Alto Perú
4 Primeras luchas civiles
4.1 Surgimiento del federalismo
4.2 La invasión portuguesa y nuevas guerras civiles
4.3 La Anarquía del Año 20
5 Últimas campañas de la Independencia
5.1 Luchas en el Noroeste
5.2 Expedición Libertadora a Chile
5.2.1 Plan de San Martín
5.2.2 Cruce de los Andes
5.2.3 De Chacabuco a Maipú
5.3 Expedición Libertadora al Perú
5.3.1 Estrategia conjunta
5.3.2 Campaña del Perú
5.3.3 Fin de la Guerra de Independencia
6 Guerra contra el Brasil
6.1 Campaña del Ejército Republicano
6.2 Disolución del Ejército
7 Guerra con Bolivia
7.1 Causas
7.2 Ejército Argentino del Norte
7.3 Las operaciones
8 La Organización Nacional
9 Campañas contra los indígenas
10 Guerra del Paraguay
10.1 Campaña de Corrientes
10.2 Fuerzas argentinas en la guerra
10.3 Armamento y estrategia
10.4 La Guerra en territorio paraguayo
11 Últimas guerras civiles
11.1 Revolución de los Colorados
11.2 Rebelión de López Jordán
11.3 Luchas entre liberales y autonomistas
11.4 La Revolución de 1880
12 Conquista del desierto
12.1 Campaña de Alsina
12.2 Campaña de Roca
12.3 Campañas finales
13 Conquista del Chaco
14 Profesionalización del Ejército Argentino
14.1 El Colegio Militar
14.2 Revoluciones radicales
14.3 Ricchieri y el servicio militar
14.4 El primer cuarto del siglo XX
14.5 Petróleo y acero, Mosconi y Savio
15 Golpes de Estado
15.1 El golpe del 30 y la Década Infame
15.2 El Ejército durante los gobiernos de Perón
15.3 El golpe del 55 y el antiperonismo
15.4 Azules y colorados
16 Lucha contra las organizaciones guerrilleras
17 El Proceso
18 Guerra de las Malvinas
19 Recuperación de la democracia
19.1 Juicios a la guerra sucia
19.2 Los carapintada
19.3 Misiones humanitarias y de paz
19.4 El siglo XXI
20 Jefes del Ejército Argentino
21 Referencias
22 Enlaces externos

Época colonial y virreinal
Artículo principal: Unidades militares del Virreinato del Río de la Plata.

Durante el tiempo en que las provincias argentinas formaban parte del Virreinato del Perú, las guarniciones militares de las distintas gobernaciones estaban muy escasamente dotadas en lo militar. Para la defensa contra los ataques indígenas debían contar casi exclusivamente con los aportes voluntarios de los pobladores. Algunas ciudades, como Buenos Aires, capital de la Gobernación del Río de la Plata tenían reducidas guarniciones militares, destinadas a la defensa contra ataques extranjeros.

Desde 1680 en adelante, la corona española se esforzó por aumentar la dotación de Buenos Aires y su gobernación para defenderla de la amenaza que representaba la fundación por parte de Portugal de la Colonia del Sacramento, ubicada en la margen norte del Río de la Plata. Ese esfuerzo fue en aumento en los años siguientes, y con fuerzas venidas de la Península se fundó la ciudad de Montevideo.

Bajo el gobierno de José de Andonaegui se formó un cuerpo de caballería para la defensa de la frontera indígena, los Blandengues de Buenos Aires, que defendían distintos puntos del interior de la provincia de Buenos Aires;1 a ellos que se unirían posteriormente cuerpos similares en Santa Fe y Montevideo. Otros cuerpos especializados en la defensa contra los indígenas, especialmente de la región chaqueña, eran los Partidarios de la Frontera, cuerpo de milicianos a sueldo.2

El gobernador Pedro de Cevallos reforzó la guarnición con la llegada de más de 600 hombres, con los que intentó la conquista de Colonia. En 1764, el mismo Cevallos creó el Regimiento Fijo de Buenos Aires, un cuerpo de infantería permanente en su mayoría conformado por criollos, que gozaban de los mismos beneficios y privilegios que los soldados españoles.3 El regimiento fue aumentado con sucesivas incorporaciones de fuerzas venidas desde España.4 Pese a que su nombre indicaría que era un regimiento que debería permanecer fijo en la capital de la gobernación, en años posteriores tuvo guarniciones destacadas en Montevideo, la Fortaleza de Santa Teresa, en Córdoba, Santa Fe, Maldonado, Islas Malvinas e isla Martín García.

En 1770 se creó el Regimiento de Dragones de Buenos Aires, también llamado Regimiento Fijo de Caballería. Poco después se creó el Real Cuerpo de Artillería.5 A principios de 1771, la guarnición veterana de Buenos Aires contaba con un total de 3.151 hombres:6

En 1776 el ex gobernador Cevallos conquistó a Portugal la isla de Santa Catalina y Colonia del Sacramento, aunque fue obligado a devolver la primera por la paz de San Ildefonso.7 Traía consigo el nombramiento de primer virrey del Virreinato del Río de la Plata con capital en Buenos Aires, a cuya guarnición agregó más de mil efectivos.8

En los años siguientes, las fuerzas virreinales tuvieron una actuación marginal en las campañas en que fueron aplastadas las revoluciones de Túpac Amaru II en el Perú y de Túpac Catari en el Alto Perú.9 En 1801 tuvieron una actuación poco destacada ante la ocupación portuguesa de las Misiones Orientales por parte de Portugal.10

Las innovaciones más destacadas de los años del virreinato estuvieron relacionadas con la organización jerárquica del Ejército, con el Virrey como comandante nominal, reemplazado en el control inmediato de las fuerzas militares por un Inspector General del Ejército, y un Comandante General de la Frontera para la prevención de ataques indígenas. En 1801 se produjo una profunda reorganización de las milicias, dirigida por el Inspector de Armas Rafael de Sobremonte.11
Invasiones Inglesas
Artículo principal: Invasiones Inglesas.

Ante la inminencia de una invasión inglesa, el virrey Rafael de Sobremonte pidió urgente ayuda a España, que rechazó su pedido. Suponiendo que los británicos intentarían ocupar Montevideo – porque era un mejor puerto y una ciudad amurallada – envió hacia esa ciudad las escasas fuerzas veteranas de Buenos Aires.

El 25 de junio de 1806, se inició la Primera Invasión Inglesa, cuando 1.600 ingleses, comandados por William Carr Beresford, desembarcaron en la zona de Quilmes. El intento de defensa a cargo del teniente coronel con 500 hombres fue rápidamente disuelto por la superioridad aplastante en armamento y táctica de los invasores. También fracasó el intento de defender la línea del Riachuelo pergreñada por el virrey Sobremonte, que viendo eso se dio a la fuga hacia Córdoba. La ciudad de Buenos Aires fue ocupada sin mayor resistencia por una tropa notoriamente exigua, dejando en evidencia la incapacidad del Imperio Español para defender sus colonias.

En secreto se formaron un conjunto de fuerzas milicianas en los alrededores de la ciudad, donde se unieron a los Blandengues de las cercanías, bajo el mando de Juan Martín de Pueyrredón. Mientras tanto, las fuerzas apostadas en Montevideo fueron conducidas hasta la capital por el coronel Santiago de Liniers, que desembarcó en San Isidro con 1.600 hombres. Allí se reunió a las fuerzas de Pueyrredón y otros voluntarios, con los que inició la marcha sobre Buenos Aires. Tras ser rechazada su intimación, obtuvo una completa victoria el 12 de agosto en el centro de la ciudad, en el hecho conocido históricamente como Reconquista de Buenos Aires, causando 417 muertos y tomando 1.200 prisioneros a los británicos, incluido el gobernador Beresford.
Formación de las milicias

El virrey Sobremonte debió delegar el mando militar y político en Liniers, que se abocó a la formación de milicias locales. Una Junta de guerra convocó al pueblo a alistarse al ejército en cuerpos separados según su provincia y lugar de origen. Hacia fin de año, se habían enrolado más de 7.000 hombres,12 divididos en los cuerpos de:13

Caballería: formado por Cazadores, Migueletes, Carabineros de Carlos IV, Escuadrón de Labradores y tres escuadras de Húsares.

Infantería: formado por Patricios (el regimiento más grande, dividido en tres batallones), Catalanes, Cazadores Correntinos, Montañeses (o Cántabros), Vizcaínos y Asturianos, Pardos y Morenos, Gallegos, Andaluces, Arribeños y Granaderos.

Artillería: formado por Milicias Provinciales, Maestranza, Morenos, Patriotas de la Unión, Indios y Pardos.

Cada uno de estos cuerpos elegían a sus oficiales y estaba formado por voluntarios a sueldo. También se formaron cuerpos milicianos en Córdoba, Paraguay14 15 y Montevideo.16
Véase también: Milicias creadas en Buenos Aires durante las Invasiones Inglesas.
Segunda Invasión Inglesa

En enero de 1807, tropas británicas – originalmente destinadas a reforzar a la guarnición de Beresford – desembarcaron en la Banda Oriental y el 3 de febrero ocuparon Montevideo. La ineficacia mostrada por Sobremonte en la defensa de esa ciudad llevó a su deposición por el cabildo, reemplazado interinamente por Liniers – que sería nombrado posteriormente virrey titular. No obstante el carácter revolucionario de este acto, las milicias no tuvieron parte en el mismo.

El 28 de junio, los británicos desembarcaron en Ensenada, desde donde avanzaron hacia Buenos Aires, al mando del general John Whitelocke. Éste esquivó primeramente la pésima posición defensiva de Liniers, para luego derrotarlo en el Combate de Miserere, del 2 de julio, que puso en evidencia la insuficiente preparación del ejército de milicias porteñas. No obstante, Whitelocke tardó 3 días en iniciar el ataque sobre la ciudad, dándole tiempo para preparar la defensa con barricadas y trincheras. Contra éstas chocó el ataque de los invasores, que perdieron 2.500 hombres contra 302 muertos y 514 heridos locales. Whitelocke terminó por rendirse, obligándose a devolver también Montevideo y Colonia.

Las milicias locales habían demostrado su utilidad y adquirieron una notable autonomía política, especialmente a través de su héroe, el virrey Liniers.
Reorganización

Una revolución organizada contra el gobierno de Liniers obtuvo el apoyo armado de varias unidades milicianas, casi todas ellas de extracción peninsular. El rápido agotamiento de la asonada llevó a la disolución de los cuerpos de Gallegos, Vizcaínos y Catalanes.

Después de la invasión francesa a España, el virrey Liniers fue suplantado por Baltasar Hidalgo de Cisneros, que reorganizó completamente los cuerpos militares, reemplazando los nombres de los mismos por una numeración del Nº 1 al Nº 6,17 aunque los nombres antiguos siguieron usándose.18

Parte de esas tropas fueron enviadas a aplastar la Revolución de Chuquisaca a fines de 1809.19 Aunque no llegaron a entrar en combate – permanecieron allí, donde se incorporarían a los ejércitos realistas,20 excepto algunos que serían incorporados a los ejércitos patrios en 1811.

Patricios - 1806.

Arribeños - 1806.

Cantabros o Montañeses - 1807.

Andaluces - 1806.

Artilleros - 1806.

Husares del Rey - 1806.

Primeras Campañas de Independencia
Artículo principal: Guerra de Independencia de la Argentina.
Revolución de Mayo
Cornelio Saavedra, presidente de la Primera Junta.

El súbito contacto con los conflictos políticos europeos y la influencia ideológica de la Ilustración generaron una actividad política creciente en los años que siguieron a las invasiones inglesas. El exitoso rechazo de dos poderosas invasiones sin ayuda externa hicieron que la población local, especialmente de Buenos Aires, adquiriera un alto grado de conciencia política.21

A partir de 1808, mientras en la metrópoli tenía lugar la guerra contra la invasión francesa, el virreinato permaneció fiel a la autoridad de la Junta Suprema Central, que gobernaba en España en nombre del depuesto rey Fernando VII, que permanecía prisionero en Francia.

A mediados del mes de mayo de 1810, la llegada de la noticia de que casi toda España había caído en manos de los ejércitos de Napoleón Bonaparte – y de la disolución de la Junta Suprema – las discusiones políticas y causó el estallido de la Revolución de Mayo en Buenos Aires. Los revolucionarios esperaron a que los jefes de los regimientos se decidieran por la Revolución, y ésta sólo se hizo con su anuencia; el jefe del Regimiento de Patricios – el más importante numéricamente – Cornelio Saavedra, asumió la presidencia de la Primera Junta, junto con el cargo de Comandante General de Armas.21

Dado que la Junta pretendía imponer su autoridad sobre todo el Virreinato como sucesora legítima del virrey, el 27 de mayo envió una circular a las principales ciudades del virreinato en la que se les exigía acatamiento y se solicitaba el envío a la capital de un diputado por cada ciudad.22 También anunciaba que enviaría "una expedición de 500 hombres para lo interior con el fin de proporcionar auxilios militares para hacer observar el orden, si se teme que sin él no se harían libre y honradamente las elecciones de vocales diputados."23 En consecuencia, el 28 de mayo la Junta creó el Departamento de Gobierno y Guerra, siendo designado Mariano Moreno como su director, y al día siguiente ordenó una reorganización general de las fuerzas de la capital:24

"(...) Esta recíproca unión de sentimientos a fijado las primeras atenciones de la Junta, sobre la mejora y fomento de la Fuerza militar de estas provincias; y aunque para justa gloria del país es necesario conocer un soldado en cada habitante, el orden público y la seguridad del Estado exigen que las esperanzas de los buenos patriotas y fieles vasallos reposen sobre la fuerza reglada correspondiente a la dignidad de estas provincias; a este fin, a acordado la Junta las siguientes medidas en cuya pronta y puntual observancia interesa sus respetos y todo vuestro celo."

"Los Batallones Militares existentes se elevarán a regimiento con la fuerza efectiva de 1.116 plazas, reservado la Junta proveer separadamente sobre el arreglo de la caballería y artillería volante.
Queda publicada de este día una rigurosa leva en que serán comprendidos todos los vagos y hombres sin ocupación desde los 18 hasta los 40 años.
Volverán al Servicio Activo todos los rebajados que actualmente no estuvieron ejerciendo algún arte mecánico o servicio público."
Decreto de la Primera Junta del 29 de mayo de 1810.</ref>

Debido a este decreto, se considera que al 29 de mayo de 1810 como la fecha de nacimiento del Ejército Argentino.

Wikisource contiene obras originales de o sobre Decreto de creación del Ejército Argentino, 29 de mayo de 1810.

La Revolución fue apoyada en la mayor parte de la Intendencia de Buenos Aires y de la Intendencia de Salta del Tucumán,22 pero fue resistida en Córdoba,25 Montevideo,26 Paraguay22 y el Alto Perú.27

En total, el gobierno contaba con 4.145 hombres: 3.128 de infantería, 555 de caballería y 462 de artillería. Antes de fin de año fueron incorporados a esas fuerzas alrededor de mil hombres más, y se sumó un nuevo regimiento, el Regimiento América o de la Estrella.28 Si bien la tropa era numerosa, no tenía otra experiencia que las Invasiones Inglesas, y desde entonces habían sido adiestrados por oficiales tan inexpertos como los soldados.29
Armamento y técnica

Las tecnología disponible y las tácticas utilizadas por los ejércitos serían comunes para las fuerzas patriotas y realistas, y no cambiarían mucho a lo largo de las campañas por la independencia. Durante los tres primeros años de guerra, ambos bandos combatirían bajo la bandera de España.30

Los ejércitos de la época estaban distribuidos en tres armas: infantería, caballería y artillería. Las técnicas de combate eran muy simples: ataques frontales de infantería apoyada por artillería, mientras la caballería protegía los flancos o intentaba rodear a las fuerzas enemigas. Solamente las fuerzas irregulares llevaban adelante operaciones tácticas más imprevisibles.31

La infantería solía ser la más numerosa, armada de fusiles a chispa de avancarga y bayonetas para el combate cuerpo a cuerpo; los oficiales tenían mayor experiencia en el manejo de tropas de infantería, lo que hacía su uso preferible al de las otras armas.32

La caballería era poco numerosa, dado que los criollos desdeñaban la caballería y consideraban a la lanza como un arma indígena. Su uso se veía limitado por la carencia de un entrenamiento adecuado, pero la recluta de milicias de caballería se extendería rápidamente entre la población rural del interior, y su prestigio se incrementaría a partir de la creación del Regimiento de Granaderos a Caballo, cuerpo de caballería especializado en choques armados a gran velocidad.33 A partir de ese momento, la superioridad de la caballería patriota se mantuvo durante el resto de la guerra, sustentada en la habilidad de sus jinetes.

La artillería de campaña manejaba pequeños cañones portátiles de bronce y requería un despliegue logístico mayor que las otras dos armas. Las piezas eran ubicadas en grupos dentro de las formaciones de infantería. Su oficialidad, muy deficiente, fue suplantada muchas veces por artilleros de marina, pero posteriormente se instalaron escuelas de oficiales con gran preparación técnica.32

No había cuerpos de apoyo, que recién aparecerían con las campañas de José de San Martín. Sí, en cambio, se contaba con fuerzas auxiliares o irregulares, generalmente de caballería, armadas con lanzas, boleadoras y armas de fuego cortas.34 En el Alto Perú y en el Perú las fuerzas irregulares serían de indígenas de a pie, armados de macanas, garrotes y hondas.35

Los desplazamientos se realizaban en la llanura a lomo de mula, mientras en zonas montañosas las mulas eran utilizadas exclusivamente para transporte de carga y los soldados de infantería marchaban a pie.36
Primera Expedición Auxiliadora al Alto Perú
Artículos principales: Primera expedición auxiliadora al Alto Perú y Formación del Ejército del Norte.

La resistencia a la revolución en Córdoba, dirigida por el ex virrey Liniers, obligó a realizar la anunciada expedición al interior, con la ciudad de Córdoba como primer objetivo. Al frente de la misma fue puesto el coronel Francisco Ortiz de Ocampo, secundado por Antonio González Balcarce. Llevaban consigo 1.150 hombres, extraídos de todos los cuerpos de la capital.37

Los contrarrevolucionarios habían llegado a reunir 1.500 hombres,38 pero ante la aproximación del ejército de Ocampo desertaron masivamente. Liniers y los principales opositores fueron arrestados y ejecutados. El vocal Juan José Castelli asumió el mando político del Ejército del Norte y Ocampo fue desplazado por González Balcarce.

El virrey del Perú, José Fernando de Abascal, envió tropas para defender las provincias del Alto Perú, nombrando al frente de las mismas al José Manuel de Goyeneche.39 27 El general José de Córdoba y Rojas ocupó Santiago de Cotagaita, pueblo que controlaba el acceso principal al Alto Perú. A sus espaldas, un regimiento enviado a unírsele desde Cochabamba se sublevó en septiembre, reconociendo la autoridad de la Junta e iniciando la Revolución de Cochabamba.40 También Santa Cruz de la Sierra y Oruro se pronunciaron por la revolución.27

Tras una pequeña derrota en el Combate de Cotagaita, las fuerzas de Balcarce obtuvieron la primera victoria del Ejército Argentino el 7 de noviembre, en la Batalla de Suipacha.41

Todo el Alto Perú cayó en manos independentistas, e importantes fuerzas altoperuanas se sumaron al Ejército del Norte. El gobierno de Castelli logró ciertos avances políticos, pero se enemistó con la población por sus actos de violencia y ataques a los sentimientos religiosos de la población.42

El Ejército –con alrededor de 7000 hombres, más de la mitad altoperuanos– se situó sobre el río Desaguadero, límite con el Perú, situación en que fue atacado y derrotado por Goyeneche el 6 de junio en la Batalla de Huaqui.43 La población del Alto Perú, predispuesta contra los “porteños”, expulsó de todas las ciudades al Ejército, que se vio obligado a retirarse hasta Jujuy.44

Las ciudades altoperuanas cayeron en manos realistas. No obstante, poco después estallaron insurrecciones en Cochabamba y alrededores de La Paz, que – aunque fueron finalmente vencidas – retrasaron la invasión realista a la Intendencia de Salta.45
Expedición al Paraguay
Artículos principales: Rechazo del Paraguay a la Revolución de Mayo y Expedición Libertadora al Paraguay.
Manuel Belgrano comandó la campaña al Paraguay y posteriormente el Ejército del Norte.

El Paraguay y la ciudad de Montevideo se habían negado a acatar a la Primera Junta, y prefirieron obedecer a las autoridades residuales de la Península. La Junta decidió entonces atacar a los realistas de Montevideo, para lo cual organizó 250 hombres, extraídos de diversos cuerpos militares porteños, con 6 cañones. Al mando de esa división nombró al vocal Manuel Belgrano, con el grado de coronel.46

La invasión del las Misiones por el gobernador paraguayo Bernardo de Velasco47 decidió a la Junta a enviar a Belgrano al Paraguay, otorgándole el mando militar y político de las provincias del litoral fluvial. Por su parte, Velasco organizó un ejército de entre 6.000 y 7.000 hombres.

En camino a su destino, Belgrano incorporó unos 357 Blandengues en San Nicolás de los Arroyos, 200 milicianos de infantería y caballería en Santa Fe,48 tropas voluntarias reunidas por el comandante militar de Entre Ríos, y unos 200 hombres del Regimiento de Patricios enviados desde Buenos Aires.49 El ejército avanzó hacia el norte por el centro de Entre Ríos y Corrientes, Belgrano proclamaba la libertad, propiedad y seguridad de los indígenas de los pueblos de Misiones.50

El grueso del ejército revolucionario – unos 950 hombres – cruzó el río Paraná el 19 de diciembre, obteniendo una pequeña victoria en la Batalla de Campichuelo, cerca de Encarnación.51

El 25 de diciembre se inició el avance hacia la capital paraguaya, dejando 100 hombres en Candelaria. Los pobladores huían del ejército — al que consideraban invasor — llevándose todos los medios de subsistencia. Pese al serio obstáculo que significaban los numerosos ríos, esteros y selvas tropicales del Paraguay, a mediados de enero llegaron unos 460 hombres al pueblo de Paraguarí, ubicado en una elevación rodeada de zonas pantanosas, punto elegido por Velasco para presentar batalla. El 19 de enero Belgrano se lanzó sorpresivamente al ataque con 460 hombres contra 6.000. Obtuvo una ventaja inicial, pero en definitiva primó la ventaja numérica enemiga y fue derrotado tras cuatro horas de combate en la Batalla de Paraguarí, viéndose obligado a retirarse.52

La retirada se detuvo su retirada junto al río Tacuarí, esperando refuerzos. En su apoyo, la Junta le envió una escuadrilla de tres buques comandada por Juan Bautista Azopardo, pero esta fue destruida muy lejos de allí el 2 de marzo, en el Combate de San Nicolás.

El ejército paraguayo, de 2.400 hombres, al mando del general Manuel Cabañas, atacó el 9 de marzo a los 600 hombres de Belgrano en la Batalla de Tacuarí. La artillería de Belgrano logró frenar el avance de los paraguayos, pero fueron derrotados por una división que cruzó el río aguas arriba y los tomó de flanco. Belgrano contestó a la intimación a rendirse iniciando negociaciones pacíficas, de resultas de las cuales el ejército abandonó el Paraguay a los pocos días, con todas sus armas y bagajes.53

Las comunicaciones de Belgrano con los oficiales paraguayos llevaron a varios de éstos a iniciar el proceso independentista. Éste hizo eclosión en el mes de mayo, cuando el oficial Fulgencio Yegros depuso a Velasco y lo reemplazó por una Junta de Gobierno, en que descollaba Gaspar Rodríguez de Francia, que gobernaría al país durante casi tres décadas. El nuevo gobierno proclamó la independencia absoluta del Paraguay, y en octubre firmó con el propio Belgrano – como enviado diplomático – un tratado de confederación entre el Paraguay y Buenos Aires.54 No obstante, el Paraguay nunca se reincorporaría al antiguo virreinato.55
Primera Expedición a la Banda Oriental
Artículo principal: Expediciones Libertadoras a la Banda Oriental.

La ciudad de Montevideo era la más próxima amenaza para el nuevo gobierno, sólidamente sostenida para la causa realista por la guarnición naval, y dominando sin problemas toda la Banda Oriental desde el Río de la Plata y el río Uruguay. Los planes de la Primera Junta para atacar Montevideo fueron pospuestos. A principios de 1811, Francisco Javier de Elío, nombrado virrey del Río de la Plata, se hizo fuerte en Montevideo y aumentó su agresividad frente a Buenos Aires,56 mientras se ganaba el repudio de la población local con medidas impopulares.57

El 28 de febrero de 1811, la población oriental inició la Revolución Oriental con el Grito de Asencio. A partir de ese momento, y guiados por el oficial oriental José Artigas, los gauchos de la campaña controlaron gran parte de la Banda Oriental, obteniendo las decisivas victorias de San José y Las Piedras.58

Finalizada la lucha en Paraguay, la Junta Grande – sucesora de la Primera Junta – envió a la Banda Oriental a los 1.134 hombres del ejército de Belgrano. Poco después reemplazó a éste – que fue sometido a un juicio – por el coronel José Rondeau,59 que puso sitio a Montevideo y Colonia en mayo, aunque no pudo forzar su rendición por el dominio naval de los realistas sobre el Río de la Plata.

El virrey Elío respondió llamando en su auxilio a las tropas portuguesas del Brasil, que invadieron el norte de la Banda Oriental en el mes de julio, derrotando a las fuerzas milicianas orientales y dominando gran parte de ese territorio.60

La noticia de la derrota de Huaqui forzó a la Junta a intentar estabilizar la situación en la Banda Oriental. El Primer Triunvirato, que sucedió a la Junta, llegó a un armisticio con Elío por el cual se le dejaba el control de la Banda Oriental y parte de la actual provincia de Entre Ríos. El 12 de octubre, Rondeau levantó el sitio y se retiró hacia Buenos Aires.61

La población oriental se negó a acompañar esta decisión y – siguiendo a Artigas en el llamado Éxodo Oriental – se estableció masivamente en las orillas del río Uruguay, desde donde continuó la guerra contra Portugal.62 Desde ese momento, las fuerzas orientales dirigidas por Artigas dejaron de considerarse parte del Ejército Argentino. Pronto exigirían que las tropas enviadas desde Buenos Aires actuaran como sus auxiliares.56 En junio del año siguiente, tras la firma del Tratado Rademaker-Herrera, las fuerzas portuguesas abandonaron la Banda Oriental.60

En Buenos Aires, el gobierno decidió quitar al Regimiento de Patricios sus privilegios de milicia voluntaria, lo que causó el Motín de las Trenzas, sangrientamente aplastado. Desde entonces, las milicias originadas en las Invasiones Inglesas pasaron a ser consideradas tropas de línea.63

Por su parte, Elío regresó a España, siendo sucedido por Gaspar de Vigodet. Éste – que sólo ejercía como gobernador – se vio obligado a lanzar ataques sobre las costas del río Paraná para abastecer a la ciudad. Para defender esas costas fue enviado el general Belgrano a la villa de Rosario. En febrero de 1812, éste creó una escarapela celeste y blanca para identificación de sus tropas, que fue aceptada por el Triunvirato. Dando un paso más, el 27 de febrero hizo jurar a sus tropas una bandera con los mismos colores, acto que fue censurado por el gobierno. El mismo día, Belgrano fue puesto al frente del Ejército del Norte.54
Segunda Campaña al Alto Perú
Artículo principal: Segunda expedición auxiliadora al Alto Perú.

La resistencia de las guerrillas altoperuanas – aunque sangrientamente aplastada –demoró el avance del ejército realista hasta principios de julio de 1812, fecha en que éste comenzó su avance al mando del general Pío Tristán. En respuesta, y siguiendo órdenes del gobierno, Belgrano evacuó la población de Jujuy y se retiró hasta San Miguel de Tucumán. Aunque tenía órdenes de seguir su retirada, enfrentó y derrotó a Tristán el 24 de septiembre en la Batalla de Tucumán, obligándolo a retirarse hacia la ciudad de Salta. Jamás el ejército realista volvería a llegar tan al sur.64

La noticia de la victoria provocó el derrocamiento del Triunvirato, reemplazado por un Segundo Triunvirato. En el golpe tuvo una actuación decisiva el Regimiento de Granaderos a Caballo, creado poco antes por un coronel llegado poco antes de Europa, José de San Martín. Este regimiento serviría de modelo de organización militar para el Ejército Argentino durante el resto de la guerra de independencia.65

Belgrano dedicó los meses siguientes a una concienzuda reorganización del Ejército del Norte, dividiéndolo en regimientos más orgánicos e iniciando la formación de sus oficiales y el abastecimiento de sus tropas.54 Finalmente, en enero inició su marcha sobre Salta, y en el camino hizo jurar a sus tropas la Bandera Argentina. El 20 de febrero obtuvo la victoria en la Batalla de Salta, capturando a todo el ejército enemigo, aunque se vio obligado a dejarlo regresar – desarmado – al Alto Perú.54

Aprovechando un nuevo alzamiento de la población altoperuana, Belgrano inició su marcha hacia el Alto Perú, pero fue derrotado en las batallas de Vilcapujio y Ayohuma y obligado a retirarse con menos de la mitad de su ejército.66

En enero de 1814, en Tucumán, Belgrano fue reemplazado por el coronel San Martín. Pese a que el nuevo jefe – el oficial más capacitado con que contaba la Revolución – realizó grandes avances en la organización militar, estaba convencido de la inutilidad de intentar derrotar a los realistas en el Alto Perú. Por ello organizó la defensa de la provincia de Salta por partidas auxiliares de gauchos, iniciando así la Guerra Gaucha, que sería comandada por el salteño Martín Miguel de Güemes.34

Cuatro meses después, San Martín renunció por razones de salud, siendo reemplazado por el general Rondeau.61
Segunda Campaña a la Banda Oriental
Artículo principal: Sitio de Montevideo (1812-1814).

La actitud agresiva de Vigodet fue interpretada como una ruptura del armisticio, de modo que el Triunvirato dispuso una intervención del ejército, comandado por Manuel Sarratea. Éste logró que parte de las tropas de Artigas se unieran a su ejército, con lo cual los desacuerdos con éste se incrementaron.67

El ejército de Rondeau regresó a la Banda Oriental y el 20 de octubre puso nuevamente sitio a Montevideo. A fines de diciembre fue atacado en la Batalla de Cerrito, pero logró una amplia victoria. Poco tiempo después del combate, Artigas se unió nuevamente al sitio con sus fuerzas, aunque siguió considerándolas separadas del Ejército nacional.61

El 3 de febrero de 1813 las tropas de San Martín obtuvieron la victoria en el combate de San Lorenzo sobre una expedición al río Paraná;68 desde entonces, los realistas limitaron sus incursiones y pasaron a depender exclusivamente de su abastecimiento por mar. Por ello el gobierno organizó la segunda escuadra naval, que – al mando de Guillermo Brown - obtuvo una serie de victorias y cerró el cerco.

Rondeau fue reemplazado en el mando del sitio por Carlos María de Alvear, que elevó el número de tropas a 4.000 hombres. El 20 de junio, completamente cercada, Montevideo fue ocupada por las tropas patriotas, cayendo en su poder también una gran cantidad de soldados que fueron incorporados al Ejército Argentino – más de 5.000 hombres – y mucho armamento, especialmente artillería de gran calibre.69
Tercera Campaña al Alto Perú
Artículo principal: Tercera expedición auxiliadora al Alto Perú.

Bajo el mando de Rondeau, el Ejército del Norte fue muy eficazmente aprovisionado –especialmente con armamento capturado en Montevideo – pero perdió en disciplina y moral.

Por su parte, el ejército realista del Alto Perú, al mando de Joaquín de la Pezuela, avanzó hacia el sur. Pero, enfrentado a los gauchos de Güemes, con su retaguardia amenazada por la acción de las Republiquetas y obligado a enviar parte de sus fuerzas a aplastar la Rebelión del Cuzco, terminó por retirarse hacia el norte. Fuerzas auxiliares – sólo parcialmente asimilables al Ejército Argentino – obtuvieron la victoria en la Batalla de La Florida y controlaron Cochabamba.70

En enero de 1815, tras rechazar el reemplazo de Rondeau por Alvear, el Ejército volvió a avanzar hacia el Alto Perú. Una pequeña derrota en el Combate del Tejar retrasó las operaciones, que se reiniciaron en abril.61 No obstante, los gauchos de Güemes abandonaron la campaña acompañando a su jefe, que fue electo gobernador de Salta.34

Una primera derrota del Ejército del Norte en la Batalla de Venta y Media obligó a Rondeau a retirarse hacia Cochabamba, donde fue derrotado completamente el 29 de noviembre de 1815 en la Batalla de Sipe Sipe.71

Los restos del Ejército se retiraron hacia San Miguel de Tucumán, dejando definitivamente la defensa del norte a Güemes y sus gauchos. Una efímera e inútil campaña en el año 1817, comandada por Gregorio Aráoz de Lamadrid, sería el último intento del Ejército del Norte contra el Alto Perú.72 Desde entonces, sería gradualmente desmantelado, perdiendo tropas en beneficio del Ejército de los Andes, y dedicado progresivamente a participar en la guerra civil.73
Primeras luchas civiles
Artículo principal: Guerra entre Artigas y el Directorio.
Surgimiento del federalismo
 #906124  por Pandilla
 
Diversas formas familiares

La autora señala que la familia “ideal” persiste sólo en la imagen y no en la realidad. Y advierte sobre las consecuencias que para las familias reales implica ese patrón idealizado. Por ello, propone a la Justicia un debate amplio sobre las nuevas formas familiares.
http://www.pagina12.com.ar/diario/socie ... 10-28.html

Saludos.
 #906185  por feragus
 
Pendilla escribió:De interes:

Historia del Ejército Argentino


La Historia del Ejército Argentino se remonta a los últimos años del Virreinato del Río de la Plata, cuando las primitivas formaciones militares coloniales se vieron enfrentadas a las Invasiones Inglesas a Buenos Aires en 1806 y 1807. Éstas fueron repelidas gracias a la formación de milicias, que serían la base del futuro Ejército Argentino.
Soldado de los Dragones de la Frontera, alrdedor de 1718.
Suboficial del Ejército Argentino en la actualidad.

Oficialmente, la fundación del Ejército Argentino data de un decreto de la Primera Junta, inmediatamente posterior a la Revolución de Mayo. A partir de ese momento, el Ejército Argentino participó en la Guerra de Independencia, antes de verse virtualmente disuelto por causa de las guerras civiles.

Esporádicamente volvió a formarse un ejército nacional durante la Guerra del Brasil y la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana, pero durante más de medio siglo fue reemplazado por ejércitos y milicias provinciales. Durante las presidencias de Urquiza y Mitre se intentó volver a reorganizar un ejército nacional, pero el mismo no pasó del papel.

La organización definitiva del Ejército Argentino se debió, según lo entiende la mayor parte de los historiadores, a la Guerra del Paraguay, que permitió la formación de un ejército permanente. Fue ese ejército nacionalizado el que permitió aplastar las últimas rebeliones internas en la década de 1870 y las revoluciones radicales de finales del siglo XIX, así como también lograr la definitiva Conquista del Desierto y del Chaco.

La profesionalización definitiva del Ejército – simbolizada en gran medida por el servicio militar obligatorio de la población masculina – se logró a principios del siglo XX. Durante más de cien años, el Ejército no debió enfrentar enemigos exteriores y sus objetivos comenzaron a confundirse con acciones políticas interiores. El Ejército profesional comenzó a politizarse nuevamente y lideró sucesivos golpes de estado a lo largo de aproximadamente medio siglo, entre 1930 y 1976.

Desde mediados del siglo XX, el Ejército lideró la lucha contra movimientos armados de izquierda y peronistas, derivando paulatinamente en la persecución sangrienta de toda oposición – en la llamada guerra sucia – llevada a cabo por la última dictadura (1976 – 1983). La oposición creciente a ésta llevó al gobierno a intentar recuperar su prestigio con una aventura militar, la Guerra de las Malvinas. El rápido fracaso de las Fuerzas Armadas destruyó el prestigio político del Ejército en forma definitiva.

Tras el regreso definitivo de la democracia, el Ejército ha buscado una nueva razón de ser, especialmente tras el final de la Guerra Fría. En parte la ha encontrado en las misiones humanitarias guiadas por la Organización de las Naciones Unidas en diversos países del mundo, que le permiten modernizarse y mantenerse activo, sin participar en el proceso político interno ni lanzarse a aventuras militares contra otros países.
Contenido

1 Época colonial y virreinal
2 Invasiones Inglesas
2.1 Formación de las milicias
2.2 Segunda Invasión Inglesa
2.3 Reorganización
3 Primeras Campañas de Independencia
3.1 Revolución de Mayo
3.2 Armamento y técnica
3.3 Primera Expedición Auxiliadora al Alto Perú
3.4 Expedición al Paraguay
3.5 Primera Expedición a la Banda Oriental
3.6 Segunda Campaña al Alto Perú
3.7 Segunda Campaña a la Banda Oriental
3.8 Tercera Campaña al Alto Perú
4 Primeras luchas civiles
4.1 Surgimiento del federalismo
4.2 La invasión portuguesa y nuevas guerras civiles
4.3 La Anarquía del Año 20
5 Últimas campañas de la Independencia
5.1 Luchas en el Noroeste
5.2 Expedición Libertadora a Chile
5.2.1 Plan de San Martín
5.2.2 Cruce de los Andes
5.2.3 De Chacabuco a Maipú
5.3 Expedición Libertadora al Perú
5.3.1 Estrategia conjunta
5.3.2 Campaña del Perú
5.3.3 Fin de la Guerra de Independencia
6 Guerra contra el Brasil
6.1 Campaña del Ejército Republicano
6.2 Disolución del Ejército
7 Guerra con Bolivia
7.1 Causas
7.2 Ejército Argentino del Norte
7.3 Las operaciones
8 La Organización Nacional
9 Campañas contra los indígenas
10 Guerra del Paraguay
10.1 Campaña de Corrientes
10.2 Fuerzas argentinas en la guerra
10.3 Armamento y estrategia
10.4 La Guerra en territorio paraguayo
11 Últimas guerras civiles
11.1 Revolución de los Colorados
11.2 Rebelión de López Jordán
11.3 Luchas entre liberales y autonomistas
11.4 La Revolución de 1880
12 Conquista del desierto
12.1 Campaña de Alsina
12.2 Campaña de Roca
12.3 Campañas finales
13 Conquista del Chaco
14 Profesionalización del Ejército Argentino
14.1 El Colegio Militar
14.2 Revoluciones radicales
14.3 Ricchieri y el servicio militar
14.4 El primer cuarto del siglo XX
14.5 Petróleo y acero, Mosconi y Savio
15 Golpes de Estado
15.1 El golpe del 30 y la Década Infame
15.2 El Ejército durante los gobiernos de Perón
15.3 El golpe del 55 y el antiperonismo
15.4 Azules y colorados
16 Lucha contra las organizaciones guerrilleras
17 El Proceso
18 Guerra de las Malvinas
19 Recuperación de la democracia
19.1 Juicios a la guerra sucia
19.2 Los carapintada
19.3 Misiones humanitarias y de paz
19.4 El siglo XXI
20 Jefes del Ejército Argentino
21 Referencias
22 Enlaces externos

Época colonial y virreinal
Artículo principal: Unidades militares del Virreinato del Río de la Plata.

Durante el tiempo en que las provincias argentinas formaban parte del Virreinato del Perú, las guarniciones militares de las distintas gobernaciones estaban muy escasamente dotadas en lo militar. Para la defensa contra los ataques indígenas debían contar casi exclusivamente con los aportes voluntarios de los pobladores. Algunas ciudades, como Buenos Aires, capital de la Gobernación del Río de la Plata tenían reducidas guarniciones militares, destinadas a la defensa contra ataques extranjeros.

Desde 1680 en adelante, la corona española se esforzó por aumentar la dotación de Buenos Aires y su gobernación para defenderla de la amenaza que representaba la fundación por parte de Portugal de la Colonia del Sacramento, ubicada en la margen norte del Río de la Plata. Ese esfuerzo fue en aumento en los años siguientes, y con fuerzas venidas de la Península se fundó la ciudad de Montevideo.

Bajo el gobierno de José de Andonaegui se formó un cuerpo de caballería para la defensa de la frontera indígena, los Blandengues de Buenos Aires, que defendían distintos puntos del interior de la provincia de Buenos Aires;1 a ellos que se unirían posteriormente cuerpos similares en Santa Fe y Montevideo. Otros cuerpos especializados en la defensa contra los indígenas, especialmente de la región chaqueña, eran los Partidarios de la Frontera, cuerpo de milicianos a sueldo.2

El gobernador Pedro de Cevallos reforzó la guarnición con la llegada de más de 600 hombres, con los que intentó la conquista de Colonia. En 1764, el mismo Cevallos creó el Regimiento Fijo de Buenos Aires, un cuerpo de infantería permanente en su mayoría conformado por criollos, que gozaban de los mismos beneficios y privilegios que los soldados españoles.3 El regimiento fue aumentado con sucesivas incorporaciones de fuerzas venidas desde España.4 Pese a que su nombre indicaría que era un regimiento que debería permanecer fijo en la capital de la gobernación, en años posteriores tuvo guarniciones destacadas en Montevideo, la Fortaleza de Santa Teresa, en Córdoba, Santa Fe, Maldonado, Islas Malvinas e isla Martín García.

En 1770 se creó el Regimiento de Dragones de Buenos Aires, también llamado Regimiento Fijo de Caballería. Poco después se creó el Real Cuerpo de Artillería.5 A principios de 1771, la guarnición veterana de Buenos Aires contaba con un total de 3.151 hombres:6

En 1776 el ex gobernador Cevallos conquistó a Portugal la isla de Santa Catalina y Colonia del Sacramento, aunque fue obligado a devolver la primera por la paz de San Ildefonso.7 Traía consigo el nombramiento de primer virrey del Virreinato del Río de la Plata con capital en Buenos Aires, a cuya guarnición agregó más de mil efectivos.8

En los años siguientes, las fuerzas virreinales tuvieron una actuación marginal en las campañas en que fueron aplastadas las revoluciones de Túpac Amaru II en el Perú y de Túpac Catari en el Alto Perú.9 En 1801 tuvieron una actuación poco destacada ante la ocupación portuguesa de las Misiones Orientales por parte de Portugal.10

Las innovaciones más destacadas de los años del virreinato estuvieron relacionadas con la organización jerárquica del Ejército, con el Virrey como comandante nominal, reemplazado en el control inmediato de las fuerzas militares por un Inspector General del Ejército, y un Comandante General de la Frontera para la prevención de ataques indígenas. En 1801 se produjo una profunda reorganización de las milicias, dirigida por el Inspector de Armas Rafael de Sobremonte.11
Invasiones Inglesas
Artículo principal: Invasiones Inglesas.

Ante la inminencia de una invasión inglesa, el virrey Rafael de Sobremonte pidió urgente ayuda a España, que rechazó su pedido. Suponiendo que los británicos intentarían ocupar Montevideo – porque era un mejor puerto y una ciudad amurallada – envió hacia esa ciudad las escasas fuerzas veteranas de Buenos Aires.

El 25 de junio de 1806, se inició la Primera Invasión Inglesa, cuando 1.600 ingleses, comandados por William Carr Beresford, desembarcaron en la zona de Quilmes. El intento de defensa a cargo del teniente coronel con 500 hombres fue rápidamente disuelto por la superioridad aplastante en armamento y táctica de los invasores. También fracasó el intento de defender la línea del Riachuelo pergreñada por el virrey Sobremonte, que viendo eso se dio a la fuga hacia Córdoba. La ciudad de Buenos Aires fue ocupada sin mayor resistencia por una tropa notoriamente exigua, dejando en evidencia la incapacidad del Imperio Español para defender sus colonias.

En secreto se formaron un conjunto de fuerzas milicianas en los alrededores de la ciudad, donde se unieron a los Blandengues de las cercanías, bajo el mando de Juan Martín de Pueyrredón. Mientras tanto, las fuerzas apostadas en Montevideo fueron conducidas hasta la capital por el coronel Santiago de Liniers, que desembarcó en San Isidro con 1.600 hombres. Allí se reunió a las fuerzas de Pueyrredón y otros voluntarios, con los que inició la marcha sobre Buenos Aires. Tras ser rechazada su intimación, obtuvo una completa victoria el 12 de agosto en el centro de la ciudad, en el hecho conocido históricamente como Reconquista de Buenos Aires, causando 417 muertos y tomando 1.200 prisioneros a los británicos, incluido el gobernador Beresford.
Formación de las milicias

El virrey Sobremonte debió delegar el mando militar y político en Liniers, que se abocó a la formación de milicias locales. Una Junta de guerra convocó al pueblo a alistarse al ejército en cuerpos separados según su provincia y lugar de origen. Hacia fin de año, se habían enrolado más de 7.000 hombres,12 divididos en los cuerpos de:13

Caballería: formado por Cazadores, Migueletes, Carabineros de Carlos IV, Escuadrón de Labradores y tres escuadras de Húsares.

Infantería: formado por Patricios (el regimiento más grande, dividido en tres batallones), Catalanes, Cazadores Correntinos, Montañeses (o Cántabros), Vizcaínos y Asturianos, Pardos y Morenos, Gallegos, Andaluces, Arribeños y Granaderos.

Artillería: formado por Milicias Provinciales, Maestranza, Morenos, Patriotas de la Unión, Indios y Pardos.

Cada uno de estos cuerpos elegían a sus oficiales y estaba formado por voluntarios a sueldo. También se formaron cuerpos milicianos en Córdoba, Paraguay14 15 y Montevideo.16
Véase también: Milicias creadas en Buenos Aires durante las Invasiones Inglesas.
Segunda Invasión Inglesa

En enero de 1807, tropas británicas – originalmente destinadas a reforzar a la guarnición de Beresford – desembarcaron en la Banda Oriental y el 3 de febrero ocuparon Montevideo. La ineficacia mostrada por Sobremonte en la defensa de esa ciudad llevó a su deposición por el cabildo, reemplazado interinamente por Liniers – que sería nombrado posteriormente virrey titular. No obstante el carácter revolucionario de este acto, las milicias no tuvieron parte en el mismo.

El 28 de junio, los británicos desembarcaron en Ensenada, desde donde avanzaron hacia Buenos Aires, al mando del general John Whitelocke. Éste esquivó primeramente la pésima posición defensiva de Liniers, para luego derrotarlo en el Combate de Miserere, del 2 de julio, que puso en evidencia la insuficiente preparación del ejército de milicias porteñas. No obstante, Whitelocke tardó 3 días en iniciar el ataque sobre la ciudad, dándole tiempo para preparar la defensa con barricadas y trincheras. Contra éstas chocó el ataque de los invasores, que perdieron 2.500 hombres contra 302 muertos y 514 heridos locales. Whitelocke terminó por rendirse, obligándose a devolver también Montevideo y Colonia.

Las milicias locales habían demostrado su utilidad y adquirieron una notable autonomía política, especialmente a través de su héroe, el virrey Liniers.
Reorganización

Una revolución organizada contra el gobierno de Liniers obtuvo el apoyo armado de varias unidades milicianas, casi todas ellas de extracción peninsular. El rápido agotamiento de la asonada llevó a la disolución de los cuerpos de Gallegos, Vizcaínos y Catalanes.

Después de la invasión francesa a España, el virrey Liniers fue suplantado por Baltasar Hidalgo de Cisneros, que reorganizó completamente los cuerpos militares, reemplazando los nombres de los mismos por una numeración del Nº 1 al Nº 6,17 aunque los nombres antiguos siguieron usándose.18

Parte de esas tropas fueron enviadas a aplastar la Revolución de Chuquisaca a fines de 1809.19 Aunque no llegaron a entrar en combate – permanecieron allí, donde se incorporarían a los ejércitos realistas,20 excepto algunos que serían incorporados a los ejércitos patrios en 1811.

Patricios - 1806.

Arribeños - 1806.

Cantabros o Montañeses - 1807.

Andaluces - 1806.

Artilleros - 1806.

Husares del Rey - 1806.

Primeras Campañas de Independencia
Artículo principal: Guerra de Independencia de la Argentina.
Revolución de Mayo
Cornelio Saavedra, presidente de la Primera Junta.

El súbito contacto con los conflictos políticos europeos y la influencia ideológica de la Ilustración generaron una actividad política creciente en los años que siguieron a las invasiones inglesas. El exitoso rechazo de dos poderosas invasiones sin ayuda externa hicieron que la población local, especialmente de Buenos Aires, adquiriera un alto grado de conciencia política.21

A partir de 1808, mientras en la metrópoli tenía lugar la guerra contra la invasión francesa, el virreinato permaneció fiel a la autoridad de la Junta Suprema Central, que gobernaba en España en nombre del depuesto rey Fernando VII, que permanecía prisionero en Francia.

A mediados del mes de mayo de 1810, la llegada de la noticia de que casi toda España había caído en manos de los ejércitos de Napoleón Bonaparte – y de la disolución de la Junta Suprema – las discusiones políticas y causó el estallido de la Revolución de Mayo en Buenos Aires. Los revolucionarios esperaron a que los jefes de los regimientos se decidieran por la Revolución, y ésta sólo se hizo con su anuencia; el jefe del Regimiento de Patricios – el más importante numéricamente – Cornelio Saavedra, asumió la presidencia de la Primera Junta, junto con el cargo de Comandante General de Armas.21

Dado que la Junta pretendía imponer su autoridad sobre todo el Virreinato como sucesora legítima del virrey, el 27 de mayo envió una circular a las principales ciudades del virreinato en la que se les exigía acatamiento y se solicitaba el envío a la capital de un diputado por cada ciudad.22 También anunciaba que enviaría "una expedición de 500 hombres para lo interior con el fin de proporcionar auxilios militares para hacer observar el orden, si se teme que sin él no se harían libre y honradamente las elecciones de vocales diputados."23 En consecuencia, el 28 de mayo la Junta creó el Departamento de Gobierno y Guerra, siendo designado Mariano Moreno como su director, y al día siguiente ordenó una reorganización general de las fuerzas de la capital:24

"(...) Esta recíproca unión de sentimientos a fijado las primeras atenciones de la Junta, sobre la mejora y fomento de la Fuerza militar de estas provincias; y aunque para justa gloria del país es necesario conocer un soldado en cada habitante, el orden público y la seguridad del Estado exigen que las esperanzas de los buenos patriotas y fieles vasallos reposen sobre la fuerza reglada correspondiente a la dignidad de estas provincias; a este fin, a acordado la Junta las siguientes medidas en cuya pronta y puntual observancia interesa sus respetos y todo vuestro celo."

"Los Batallones Militares existentes se elevarán a regimiento con la fuerza efectiva de 1.116 plazas, reservado la Junta proveer separadamente sobre el arreglo de la caballería y artillería volante.
Queda publicada de este día una rigurosa leva en que serán comprendidos todos los vagos y hombres sin ocupación desde los 18 hasta los 40 años.
Volverán al Servicio Activo todos los rebajados que actualmente no estuvieron ejerciendo algún arte mecánico o servicio público."
Decreto de la Primera Junta del 29 de mayo de 1810.</ref>

Debido a este decreto, se considera que al 29 de mayo de 1810 como la fecha de nacimiento del Ejército Argentino.

Wikisource contiene obras originales de o sobre Decreto de creación del Ejército Argentino, 29 de mayo de 1810.

La Revolución fue apoyada en la mayor parte de la Intendencia de Buenos Aires y de la Intendencia de Salta del Tucumán,22 pero fue resistida en Córdoba,25 Montevideo,26 Paraguay22 y el Alto Perú.27

En total, el gobierno contaba con 4.145 hombres: 3.128 de infantería, 555 de caballería y 462 de artillería. Antes de fin de año fueron incorporados a esas fuerzas alrededor de mil hombres más, y se sumó un nuevo regimiento, el Regimiento América o de la Estrella.28 Si bien la tropa era numerosa, no tenía otra experiencia que las Invasiones Inglesas, y desde entonces habían sido adiestrados por oficiales tan inexpertos como los soldados.29
Armamento y técnica

Las tecnología disponible y las tácticas utilizadas por los ejércitos serían comunes para las fuerzas patriotas y realistas, y no cambiarían mucho a lo largo de las campañas por la independencia. Durante los tres primeros años de guerra, ambos bandos combatirían bajo la bandera de España.30

Los ejércitos de la época estaban distribuidos en tres armas: infantería, caballería y artillería. Las técnicas de combate eran muy simples: ataques frontales de infantería apoyada por artillería, mientras la caballería protegía los flancos o intentaba rodear a las fuerzas enemigas. Solamente las fuerzas irregulares llevaban adelante operaciones tácticas más imprevisibles.31

La infantería solía ser la más numerosa, armada de fusiles a chispa de avancarga y bayonetas para el combate cuerpo a cuerpo; los oficiales tenían mayor experiencia en el manejo de tropas de infantería, lo que hacía su uso preferible al de las otras armas.32

La caballería era poco numerosa, dado que los criollos desdeñaban la caballería y consideraban a la lanza como un arma indígena. Su uso se veía limitado por la carencia de un entrenamiento adecuado, pero la recluta de milicias de caballería se extendería rápidamente entre la población rural del interior, y su prestigio se incrementaría a partir de la creación del Regimiento de Granaderos a Caballo, cuerpo de caballería especializado en choques armados a gran velocidad.33 A partir de ese momento, la superioridad de la caballería patriota se mantuvo durante el resto de la guerra, sustentada en la habilidad de sus jinetes.

La artillería de campaña manejaba pequeños cañones portátiles de bronce y requería un despliegue logístico mayor que las otras dos armas. Las piezas eran ubicadas en grupos dentro de las formaciones de infantería. Su oficialidad, muy deficiente, fue suplantada muchas veces por artilleros de marina, pero posteriormente se instalaron escuelas de oficiales con gran preparación técnica.32

No había cuerpos de apoyo, que recién aparecerían con las campañas de José de San Martín. Sí, en cambio, se contaba con fuerzas auxiliares o irregulares, generalmente de caballería, armadas con lanzas, boleadoras y armas de fuego cortas.34 En el Alto Perú y en el Perú las fuerzas irregulares serían de indígenas de a pie, armados de macanas, garrotes y hondas.35

Los desplazamientos se realizaban en la llanura a lomo de mula, mientras en zonas montañosas las mulas eran utilizadas exclusivamente para transporte de carga y los soldados de infantería marchaban a pie.36
Primera Expedición Auxiliadora al Alto Perú
Artículos principales: Primera expedición auxiliadora al Alto Perú y Formación del Ejército del Norte.

La resistencia a la revolución en Córdoba, dirigida por el ex virrey Liniers, obligó a realizar la anunciada expedición al interior, con la ciudad de Córdoba como primer objetivo. Al frente de la misma fue puesto el coronel Francisco Ortiz de Ocampo, secundado por Antonio González Balcarce. Llevaban consigo 1.150 hombres, extraídos de todos los cuerpos de la capital.37

Los contrarrevolucionarios habían llegado a reunir 1.500 hombres,38 pero ante la aproximación del ejército de Ocampo desertaron masivamente. Liniers y los principales opositores fueron arrestados y ejecutados. El vocal Juan José Castelli asumió el mando político del Ejército del Norte y Ocampo fue desplazado por González Balcarce.

El virrey del Perú, José Fernando de Abascal, envió tropas para defender las provincias del Alto Perú, nombrando al frente de las mismas al José Manuel de Goyeneche.39 27 El general José de Córdoba y Rojas ocupó Santiago de Cotagaita, pueblo que controlaba el acceso principal al Alto Perú. A sus espaldas, un regimiento enviado a unírsele desde Cochabamba se sublevó en septiembre, reconociendo la autoridad de la Junta e iniciando la Revolución de Cochabamba.40 También Santa Cruz de la Sierra y Oruro se pronunciaron por la revolución.27

Tras una pequeña derrota en el Combate de Cotagaita, las fuerzas de Balcarce obtuvieron la primera victoria del Ejército Argentino el 7 de noviembre, en la Batalla de Suipacha.41

Todo el Alto Perú cayó en manos independentistas, e importantes fuerzas altoperuanas se sumaron al Ejército del Norte. El gobierno de Castelli logró ciertos avances políticos, pero se enemistó con la población por sus actos de violencia y ataques a los sentimientos religiosos de la población.42

El Ejército –con alrededor de 7000 hombres, más de la mitad altoperuanos– se situó sobre el río Desaguadero, límite con el Perú, situación en que fue atacado y derrotado por Goyeneche el 6 de junio en la Batalla de Huaqui.43 La población del Alto Perú, predispuesta contra los “porteños”, expulsó de todas las ciudades al Ejército, que se vio obligado a retirarse hasta Jujuy.44

Las ciudades altoperuanas cayeron en manos realistas. No obstante, poco después estallaron insurrecciones en Cochabamba y alrededores de La Paz, que – aunque fueron finalmente vencidas – retrasaron la invasión realista a la Intendencia de Salta.45
Expedición al Paraguay
Artículos principales: Rechazo del Paraguay a la Revolución de Mayo y Expedición Libertadora al Paraguay.
Manuel Belgrano comandó la campaña al Paraguay y posteriormente el Ejército del Norte.

El Paraguay y la ciudad de Montevideo se habían negado a acatar a la Primera Junta, y prefirieron obedecer a las autoridades residuales de la Península. La Junta decidió entonces atacar a los realistas de Montevideo, para lo cual organizó 250 hombres, extraídos de diversos cuerpos militares porteños, con 6 cañones. Al mando de esa división nombró al vocal Manuel Belgrano, con el grado de coronel.46

La invasión del las Misiones por el gobernador paraguayo Bernardo de Velasco47 decidió a la Junta a enviar a Belgrano al Paraguay, otorgándole el mando militar y político de las provincias del litoral fluvial. Por su parte, Velasco organizó un ejército de entre 6.000 y 7.000 hombres.

En camino a su destino, Belgrano incorporó unos 357 Blandengues en San Nicolás de los Arroyos, 200 milicianos de infantería y caballería en Santa Fe,48 tropas voluntarias reunidas por el comandante militar de Entre Ríos, y unos 200 hombres del Regimiento de Patricios enviados desde Buenos Aires.49 El ejército avanzó hacia el norte por el centro de Entre Ríos y Corrientes, Belgrano proclamaba la libertad, propiedad y seguridad de los indígenas de los pueblos de Misiones.50

El grueso del ejército revolucionario – unos 950 hombres – cruzó el río Paraná el 19 de diciembre, obteniendo una pequeña victoria en la Batalla de Campichuelo, cerca de Encarnación.51

El 25 de diciembre se inició el avance hacia la capital paraguaya, dejando 100 hombres en Candelaria. Los pobladores huían del ejército — al que consideraban invasor — llevándose todos los medios de subsistencia. Pese al serio obstáculo que significaban los numerosos ríos, esteros y selvas tropicales del Paraguay, a mediados de enero llegaron unos 460 hombres al pueblo de Paraguarí, ubicado en una elevación rodeada de zonas pantanosas, punto elegido por Velasco para presentar batalla. El 19 de enero Belgrano se lanzó sorpresivamente al ataque con 460 hombres contra 6.000. Obtuvo una ventaja inicial, pero en definitiva primó la ventaja numérica enemiga y fue derrotado tras cuatro horas de combate en la Batalla de Paraguarí, viéndose obligado a retirarse.52

La retirada se detuvo su retirada junto al río Tacuarí, esperando refuerzos. En su apoyo, la Junta le envió una escuadrilla de tres buques comandada por Juan Bautista Azopardo, pero esta fue destruida muy lejos de allí el 2 de marzo, en el Combate de San Nicolás.

El ejército paraguayo, de 2.400 hombres, al mando del general Manuel Cabañas, atacó el 9 de marzo a los 600 hombres de Belgrano en la Batalla de Tacuarí. La artillería de Belgrano logró frenar el avance de los paraguayos, pero fueron derrotados por una división que cruzó el río aguas arriba y los tomó de flanco. Belgrano contestó a la intimación a rendirse iniciando negociaciones pacíficas, de resultas de las cuales el ejército abandonó el Paraguay a los pocos días, con todas sus armas y bagajes.53

Las comunicaciones de Belgrano con los oficiales paraguayos llevaron a varios de éstos a iniciar el proceso independentista. Éste hizo eclosión en el mes de mayo, cuando el oficial Fulgencio Yegros depuso a Velasco y lo reemplazó por una Junta de Gobierno, en que descollaba Gaspar Rodríguez de Francia, que gobernaría al país durante casi tres décadas. El nuevo gobierno proclamó la independencia absoluta del Paraguay, y en octubre firmó con el propio Belgrano – como enviado diplomático – un tratado de confederación entre el Paraguay y Buenos Aires.54 No obstante, el Paraguay nunca se reincorporaría al antiguo virreinato.55
Primera Expedición a la Banda Oriental
Artículo principal: Expediciones Libertadoras a la Banda Oriental.

La ciudad de Montevideo era la más próxima amenaza para el nuevo gobierno, sólidamente sostenida para la causa realista por la guarnición naval, y dominando sin problemas toda la Banda Oriental desde el Río de la Plata y el río Uruguay. Los planes de la Primera Junta para atacar Montevideo fueron pospuestos. A principios de 1811, Francisco Javier de Elío, nombrado virrey del Río de la Plata, se hizo fuerte en Montevideo y aumentó su agresividad frente a Buenos Aires,56 mientras se ganaba el repudio de la población local con medidas impopulares.57

El 28 de febrero de 1811, la población oriental inició la Revolución Oriental con el Grito de Asencio. A partir de ese momento, y guiados por el oficial oriental José Artigas, los gauchos de la campaña controlaron gran parte de la Banda Oriental, obteniendo las decisivas victorias de San José y Las Piedras.58

Finalizada la lucha en Paraguay, la Junta Grande – sucesora de la Primera Junta – envió a la Banda Oriental a los 1.134 hombres del ejército de Belgrano. Poco después reemplazó a éste – que fue sometido a un juicio – por el coronel José Rondeau,59 que puso sitio a Montevideo y Colonia en mayo, aunque no pudo forzar su rendición por el dominio naval de los realistas sobre el Río de la Plata.

El virrey Elío respondió llamando en su auxilio a las tropas portuguesas del Brasil, que invadieron el norte de la Banda Oriental en el mes de julio, derrotando a las fuerzas milicianas orientales y dominando gran parte de ese territorio.60

La noticia de la derrota de Huaqui forzó a la Junta a intentar estabilizar la situación en la Banda Oriental. El Primer Triunvirato, que sucedió a la Junta, llegó a un armisticio con Elío por el cual se le dejaba el control de la Banda Oriental y parte de la actual provincia de Entre Ríos. El 12 de octubre, Rondeau levantó el sitio y se retiró hacia Buenos Aires.61

La población oriental se negó a acompañar esta decisión y – siguiendo a Artigas en el llamado Éxodo Oriental – se estableció masivamente en las orillas del río Uruguay, desde donde continuó la guerra contra Portugal.62 Desde ese momento, las fuerzas orientales dirigidas por Artigas dejaron de considerarse parte del Ejército Argentino. Pronto exigirían que las tropas enviadas desde Buenos Aires actuaran como sus auxiliares.56 En junio del año siguiente, tras la firma del Tratado Rademaker-Herrera, las fuerzas portuguesas abandonaron la Banda Oriental.60

En Buenos Aires, el gobierno decidió quitar al Regimiento de Patricios sus privilegios de milicia voluntaria, lo que causó el Motín de las Trenzas, sangrientamente aplastado. Desde entonces, las milicias originadas en las Invasiones Inglesas pasaron a ser consideradas tropas de línea.63

Por su parte, Elío regresó a España, siendo sucedido por Gaspar de Vigodet. Éste – que sólo ejercía como gobernador – se vio obligado a lanzar ataques sobre las costas del río Paraná para abastecer a la ciudad. Para defender esas costas fue enviado el general Belgrano a la villa de Rosario. En febrero de 1812, éste creó una escarapela celeste y blanca para identificación de sus tropas, que fue aceptada por el Triunvirato. Dando un paso más, el 27 de febrero hizo jurar a sus tropas una bandera con los mismos colores, acto que fue censurado por el gobierno. El mismo día, Belgrano fue puesto al frente del Ejército del Norte.54
Segunda Campaña al Alto Perú
Artículo principal: Segunda expedición auxiliadora al Alto Perú.

La resistencia de las guerrillas altoperuanas – aunque sangrientamente aplastada –demoró el avance del ejército realista hasta principios de julio de 1812, fecha en que éste comenzó su avance al mando del general Pío Tristán. En respuesta, y siguiendo órdenes del gobierno, Belgrano evacuó la población de Jujuy y se retiró hasta San Miguel de Tucumán. Aunque tenía órdenes de seguir su retirada, enfrentó y derrotó a Tristán el 24 de septiembre en la Batalla de Tucumán, obligándolo a retirarse hacia la ciudad de Salta. Jamás el ejército realista volvería a llegar tan al sur.64

La noticia de la victoria provocó el derrocamiento del Triunvirato, reemplazado por un Segundo Triunvirato. En el golpe tuvo una actuación decisiva el Regimiento de Granaderos a Caballo, creado poco antes por un coronel llegado poco antes de Europa, José de San Martín. Este regimiento serviría de modelo de organización militar para el Ejército Argentino durante el resto de la guerra de independencia.65

Belgrano dedicó los meses siguientes a una concienzuda reorganización del Ejército del Norte, dividiéndolo en regimientos más orgánicos e iniciando la formación de sus oficiales y el abastecimiento de sus tropas.54 Finalmente, en enero inició su marcha sobre Salta, y en el camino hizo jurar a sus tropas la Bandera Argentina. El 20 de febrero obtuvo la victoria en la Batalla de Salta, capturando a todo el ejército enemigo, aunque se vio obligado a dejarlo regresar – desarmado – al Alto Perú.54

Aprovechando un nuevo alzamiento de la población altoperuana, Belgrano inició su marcha hacia el Alto Perú, pero fue derrotado en las batallas de Vilcapujio y Ayohuma y obligado a retirarse con menos de la mitad de su ejército.66

En enero de 1814, en Tucumán, Belgrano fue reemplazado por el coronel San Martín. Pese a que el nuevo jefe – el oficial más capacitado con que contaba la Revolución – realizó grandes avances en la organización militar, estaba convencido de la inutilidad de intentar derrotar a los realistas en el Alto Perú. Por ello organizó la defensa de la provincia de Salta por partidas auxiliares de gauchos, iniciando así la Guerra Gaucha, que sería comandada por el salteño Martín Miguel de Güemes.34

Cuatro meses después, San Martín renunció por razones de salud, siendo reemplazado por el general Rondeau.61
Segunda Campaña a la Banda Oriental
Artículo principal: Sitio de Montevideo (1812-1814).

La actitud agresiva de Vigodet fue interpretada como una ruptura del armisticio, de modo que el Triunvirato dispuso una intervención del ejército, comandado por Manuel Sarratea. Éste logró que parte de las tropas de Artigas se unieran a su ejército, con lo cual los desacuerdos con éste se incrementaron.67

El ejército de Rondeau regresó a la Banda Oriental y el 20 de octubre puso nuevamente sitio a Montevideo. A fines de diciembre fue atacado en la Batalla de Cerrito, pero logró una amplia victoria. Poco tiempo después del combate, Artigas se unió nuevamente al sitio con sus fuerzas, aunque siguió considerándolas separadas del Ejército nacional.61

El 3 de febrero de 1813 las tropas de San Martín obtuvieron la victoria en el combate de San Lorenzo sobre una expedición al río Paraná;68 desde entonces, los realistas limitaron sus incursiones y pasaron a depender exclusivamente de su abastecimiento por mar. Por ello el gobierno organizó la segunda escuadra naval, que – al mando de Guillermo Brown - obtuvo una serie de victorias y cerró el cerco.

Rondeau fue reemplazado en el mando del sitio por Carlos María de Alvear, que elevó el número de tropas a 4.000 hombres. El 20 de junio, completamente cercada, Montevideo fue ocupada por las tropas patriotas, cayendo en su poder también una gran cantidad de soldados que fueron incorporados al Ejército Argentino – más de 5.000 hombres – y mucho armamento, especialmente artillería de gran calibre.69
Tercera Campaña al Alto Perú
Artículo principal: Tercera expedición auxiliadora al Alto Perú.

Bajo el mando de Rondeau, el Ejército del Norte fue muy eficazmente aprovisionado –especialmente con armamento capturado en Montevideo – pero perdió en disciplina y moral.

Por su parte, el ejército realista del Alto Perú, al mando de Joaquín de la Pezuela, avanzó hacia el sur. Pero, enfrentado a los gauchos de Güemes, con su retaguardia amenazada por la acción de las Republiquetas y obligado a enviar parte de sus fuerzas a aplastar la Rebelión del Cuzco, terminó por retirarse hacia el norte. Fuerzas auxiliares – sólo parcialmente asimilables al Ejército Argentino – obtuvieron la victoria en la Batalla de La Florida y controlaron Cochabamba.70

En enero de 1815, tras rechazar el reemplazo de Rondeau por Alvear, el Ejército volvió a avanzar hacia el Alto Perú. Una pequeña derrota en el Combate del Tejar retrasó las operaciones, que se reiniciaron en abril.61 No obstante, los gauchos de Güemes abandonaron la campaña acompañando a su jefe, que fue electo gobernador de Salta.34

Una primera derrota del Ejército del Norte en la Batalla de Venta y Media obligó a Rondeau a retirarse hacia Cochabamba, donde fue derrotado completamente el 29 de noviembre de 1815 en la Batalla de Sipe Sipe.71

Los restos del Ejército se retiraron hacia San Miguel de Tucumán, dejando definitivamente la defensa del norte a Güemes y sus gauchos. Una efímera e inútil campaña en el año 1817, comandada por Gregorio Aráoz de Lamadrid, sería el último intento del Ejército del Norte contra el Alto Perú.72 Desde entonces, sería gradualmente desmantelado, perdiendo tropas en beneficio del Ejército de los Andes, y dedicado progresivamente a participar en la guerra civil.73
Primeras luchas civiles
Artículo principal: Guerra entre Artigas y el Directorio.
Surgimiento del federalismo
 #906775  por Pandilla
 
LA CUANTIFICACIÓN DEL DAÑO EN EL PROYECTO DE REFORMA AL CÓDIGO CIVIL

Seminario teórico práctico
Fecha: Viernes 23 de Noviembre de 2012 15:00 a 18:00 Horas
Lugar: Aula del Consejo Profesional de Ciencias Jurídicas (Lavalle 1474 7º B)

Disertante:

Dr. JOSÉ DANIEL MENDELEWICZ
ABOGADO. CUANTIFICACIÓN DE DAÑOS A LA PERSONA.
http://www.cpcj.com.ar/seminarios/la-cu ... 23/11/2012

Saludos.
 #907057  por Pendilla
 
De interes:

PRIMERA HISTORIA DE LA HOMOSEXUALIDAD EN LA ARGENTINA

Memoria de la discriminación

El trabajo de Osvaldo Bazán, de reciente aparición, recopila 500 años de persecución contra los homosexuales. Las responsabilidades de la religión, de la ciencia, y del Estado que instalaron al “sodomita”, “puto” o “invertido” como “pecador”, “enfermo”, o “delincuente”. El rol de la cultura en el refuerzo de esa concepción. Las raíces de una sociedad propensa a la intolerancia. “En principio, por supuesto, todo tiene que ver con la Iglesia Católica, pero hubiera sido sencillo si todo quedaba ahí”, reflexiona el autor en este extenso diálogo con Segundo Enfoque. Los pequeños progresos de hoy, y los asuntos pendientes para el futuro.

Por Jairo Straccia
PARA DATOS DE CONTACTO, UTILIZAR "PERFIL" O "MP".com.ar

Los reveses que vivió en carne propia lo pusieron a investigar. Osvaldo Bazán ha escrito el primer relato histórico integral sobre la homosexualidad en la Argentina, movido por la necesidad de hallar y poner en conocimiento las raíces del autoritarismo criollo y de la discriminación por orientación sexual.
Son 478 páginas de datos documentados, reunidos bajo el título “Historia de la homosexualidad en la Argentina. De la Conquista de América al siglo XXI”, que la Editorial Marea ha puesto en la calle en los primeros días de mayo último. Su autor, un periodista y escritor (ver aparte), ha llegado a ser premiado por la buena imagen de los gays, lesbianas, travestis, transexuales y bisexuales (GLTTB) que lleva a los medios de comunicación, y con una prosa filosa se desplaza por cinco siglos de avasallamiento hacia esta minoría sexual.
Para ello consultó trabajos previos de Juan José Sebreli, Jorge Salessi, Flavio Rabisardi y Alejandro Modarelli, entre otros, y hurgó entre crónicas y documentos de larga data. Entre agosto de 2003 y marzo último no le dio descanso a las teclas y puso el texto a punto. “Es la primera vez que hay una visión integral, tanto en lo histórico, social y político, como también en las artes”, recalca Bazán.
Y allí va, describiendo y argumentando cómo se ha perseguido a la homosexualidad en Argentina, primero como pecado, luego como enfermedad y más tarde como delito. Desde el desembarco de los españoles, la época colonial y el “higienismo” de los intelectuales de 1880, hasta la huella de los gobiernos militares en el siglo XX, el peronismo y la restauración democrática. No se olvida de la deuda de las fuerzas más progresistas en la cuestión, ni de la la reproducción cotidiana de la discriminación desde todos los sectores de la sociedad. Alude a su vez a las representaciones de esta orientación sexual en la cultura, a lo largo de la historia, deteniéndose en la literatura, el cine, el teatro y, especialmente, desmitificando al tango “macho y homofóbico” de hoy (ver aparte).
Mucho material, muchas razones. El tema de la homosexualidad “es un buen detector de fachos”, sintetiza este hombre oriundo de la provincia de Buenos Aires que aportó una obra fundamental para la convivencia humana, por lo menos por estas tierras. “Faltan años para que la mayoría heterosexual deje de confundir mayoría con normalidad”, sostiene.
¿Por qué decidiste encarar tamaña tarea?
Nace por una necesidad propia de saber cuáles son las raíces del autoritarismo nacional. En el tema de la homosexualidad es muy claro, y permite desentrañar por qué tenemos una cabeza tan autoritaria, por qué nos es tan fácil excluir, y de dónde viene esta idea de que hay algunos mejores y otros peores, y de que los mejores tienen derechos sobre lo peores.
La dedicatoria del libro se dirige a “los prejuiciosos, los crueles y los necios”, que te hicieron buscar respuestas. ¿Cómo es esto?
Como homosexual durante mucho tiempo me encontré -tengo cuarenta años- con necios crueles y prejuiciosos que me hicieron poner a pensar en qué me pasaba a mí con lo que ellos decían. Tuve que empezar preguntándome por qué a estas personas les cuesta tanto incluir a los que somos diferentes.
¿Llegaste a divisar respuestas, tras la investigación?
Encontré muchas puntas de esas repuestas. En principio, por supuesto, todo tiene que ver con la Iglesia Católica, pero hubiera sido sencillo si todo quedaba ahí. Fue la Iglesia Católica la que convirtió a la homosexualidad -y en realidad a toda sexualidad no reproductiva- en pecado, la ciencia la que dijo que era una enfermedad y el Estado el que dijo que era un delito. Estos tres poderes (religión, ciencia y Estado) usaron el tema de la diferencia sexual como una manera muy clara de discriminar y de construir un enemigo. Cuando vos construís un enemigo, agrupás a todos los tuyos contra ese enemigo. Entonces nadie quiere ser enemigo del poder, nadie quiere ser como aquél que es discriminado. La letra con sangre entra, y esto fue lo que hicieron en los últimos 500 años.

Comienzos

El relato arranca en la época de la conquista…
El primer momento claro es el enfrentamiento que hay entre la cabeza que tenían los conquistadores que llegaron a América y lo que pasaba acá en las poblaciones precolombinas, que no eran todas iguales, pero que tenían una visión totalmente distinta del sexo, porque una cosa es cómo ves tu sexualidad cuando tenés en tu cabeza a la Iglesia Católica y otra cosa es cómo la ves cuando no tenés a la Iglesia Católica en la cabeza.
Los conquistadores, ¿reprimían por homosexuales sólo a los indígenas o también a los propios conquistadores que eran homosexuales?
A todos. En eso no discriminaron. Hay muchos casos de torturas en los barcos y de gente que era tirada de los barcos. En la época de la conquista, los actos homosexuales en los barcos, eran bastante comunes. Pero fundamentalmente usaron el tema de la homosexualidad para estigmatizar al indígena. Ellos, en realidad, no sé si se encontraron con homosexuales. Todos los cronistas de la conquista dicen ‘en las tierras nuevas hay putos’, con estas palabras. Así lo decía claramente Francisco López de Gómara, que es un tipo que escribió en el 1500. A mí no me queda tan claro que haya sido así. Tuve que desconfiar como periodista y como investigador de esto que ellos decían tan alegremente. En realidad, ellos lo decían porque a ellos les interesaba que esta gente tuviera algunas cosas por las cuales pudiera ser castigada. Algo para condenarlos y para hacerlos no humanos. ¡Colón llegó a decir que los indígenas largaban fuego por los ojos! Vasco Núñez de Balboa, en 1510, en Centroamérica, mandó a aperrear a 50 putos. Aperrear quiere decir que mandó vivos a ser mordidos y comidos por los perros alanos, a los tipos que, según él decía, ‘en todo salvo en parir eran hembras’. Con esto, lo que hizo fue decir, ‘yo soy mejor que vos porque vos hacés las cosas mal; todos los que hacen las cosas bien van a estar conmigo, no les va a pasar nada malo, no sean como ellos’.
¿Cuándo comienza a hablarse de “homosexuales”? ¿Cuáles eran las denominaciones previas?
La palabra homosexual es de 1869, de estudios alemanes. Anteriormente, la primera denominación, fue “sodomita”, que venía de Sodoma, que según las interpretaciones de la Biblia del siglo X en adelante, es una de las ciudades destruidas por la ira de Dios, porque Dios interpreta que había sodomía, es decir, actos sexuales entre personas del mismo sexo. Sin embargo, no queda claro que en Sodoma, la Biblia diga claramente que la ira de Dios sea porque hubo actos de homosexualidad. Parece, según otras lecturas de la Biblia, que era por la falta de solidaridad y hospitalidad de sus integrantes. La Inquisición, una de las cosas que más prohibía, era que vos tuvieras una Biblia en tu casa, porque ellos no querían que pudieras leer, sino que querían que vos leyeras las interpretaciones que ellos hicieron de la Biblia.
Dentro del siglo XIX, hacés especial énfasis en el trato hacia los homosexuales que se profirió desde la llamada “generación de 1880” en Argentina. ¿Por qué?
Es un momento donde por primera vez en el país el poder deja de estar en manos de la Iglesia. Julio A. Roca, en la primera presidencia, rompe relaciones con el Vaticano. Pero eso no significó para los que tenían algún tipo de diferencia sexual, mayor libertad. Porque es en ese momento en que la Iglesia dejó de tener poder, que empezó a tener poder un grupo de cientificistas, de médicos, que a partir del 1890 hacen desde la ciencia un aparato de represión. Hacen desde la ciencia lo que ya se había hecho desde la religión. Dicen: ‘Estos son focos infecciosos, nosotros somos sanos; como nosotros somos sanos, no tenemos porqué juntarnos con los enfermos’. Los enfermos son los obreros anarquistas, los inmigrantes, todo el bajo fondo, lo que quedó en el sur de la ciudad, porque el sur de la Ciudad había sido atacado por la fiebre amarilla. Cuando viene la fiebre amarilla, las familias burguesas se fueron o a Adrogué, o al norte de la ciudad. Y quedaron las mansiones desocupadas, donde se constituyó el bajo fondo, se inventó el conventillo. Ahí había una promiscuidad entre prostitución, homosexualidad, marineros, obreros y anarquistas.
¿Qué hace específicamente la generación del 80?
Estos tipos, liderados por José Ingenieros, empiezan a estudiar a todos los que son disidentes como enfermedad. Llegan a estudiar al anarquismo como una enfermedad, que se curaba, y hacen en la calle 24 de Noviembre un depósito de personas. Lo hacen entre la Universidad de Buenos Aires (UBA), la Policía Federal y el Servicio Penitenciario. Como todavía no había edictos policiales, no podían llevar preso a alguien porque estuviera travestido, o estuviera borracho. Lo llevaban igual, lo dice Ingenieros, lo dice Francisco De Veyga, que era el socio de Ingenieros. La policía inventaba las causas, no hacía falta que hubiera causas, te llevaban cuatro o cinco veces, y después de llevarte cuatro o cinco veces, ya eras reincidente. Cuando te encontraban, te llevaban. Te llevaban a un lugar que era espantoso. Se da la paradoja de estos tipos que se decían higienistas y te llevaban a un lugar que era la verdadera mugre. Llevaban nenitos de 4 u 8 años y los estudiaban como enfermos. Los llevaban a la UBA y los mostraban como casos clínicos delante de los estudiantes de la UBA. Esto es lo que desde 1890 y pico en adelante, Ingenieros y De Veyga consiguen y además, consiguen claramente con esta prédica los edictos policiales.
Con esos antecedentes se desemboca en el siglo veinte, que para colmo estaría repleto de gobiernos militares.
Es la tercera etapa. Después de ser una enfermedad, pasa a ser un delito. Esto ya lo hace el Estado directamente. Y el Estado nacional en el siglo XX, en Argentina, fue un Estado nacionalista, católico y militar, y ésta fue la mentalidad que quedó en cien años y que es muy duro sacarse de encima. Los grandes escándalos de la homosexualidad del siglo pasado, vienen del ámbito militar. Hay un escándalo muy fuerte en 1906, cuando un oficial mata a otro porque el asesinado había dicho que el asesino era homosexual. Ese caso que conmovió a la sociedad porteña del momento, no salía en los diarios. Incluso yo registro ahí en el libro una nota del diario La Nación, que dice ‘del caso del que todo el mundo habla, no vamos a hablar’. Y lo dicen así, no se puede contar nada de este caso. Y como no se puede contar nada, tampoco fue penado. Cuando hacen el Código Penal, no ponen a la homosexualidad como delito, pero no porque fueran “progres”, sino porque consideraban mejor no nombrarla.

Desafíos de hoy

Todo el camino recorrido debe haber dejado su marca. ¿Cuáles son hoy las asignaturas pendientes para que merme la discriminación por orientación sexual e identidad de género en Argentina (ver aparte)?
En principio, sacarse de encima a la Iglesia Católica no sería poco. En el último capítulo del libro, hablo de cómo se dio la ley de unión civil (nota del R.: aprobación de la norma que permite las uniones de hecho entre personas del mismo sexo) en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires y fue muy impresionante. Eso lo investigué periodísticamente, porque tenía las fuentes acá. Cómo la Iglesia Católica manipuló a los legisladores para que no saliera, cómo a las 5 de la mañana del día que en se estaba discutiendo el proyecto, entraron veinte patoteros de la Pontificia Universidad Católica Argentina a la Legislatura, patotean a los militantes homosexuales, a una jueza que hay ahí, y hay incluso una amenaza de bomba. Todo en nombre de Dios.
¿Es muy fuerte el pie de la Iglesia en este tipo de decisiones?
Entre los legisladores está el “grupo púrpura”, según se los conoce en la Legislatura. Son los que responden directamente a la Catedral, así como está el “grupo azul” que responde a la Policía. Santiago De Estrada y Jorge Enríquez son los legisladores que más claramente representan la unión entre la Iglesia y la Legislatura. Y es muy fuerte el poder que todavía tiene ésta, la religión más importante del país, pero una de las religiones del país, nada más que eso.
A pesar de la reproducción cotidiana de la discriminación, ¿ves avances paulatinos hacia la inclusión?
Lo que faltan son muchos años, de que la mayoría heterosexual deje de confundir mayoría con normalidad, porque ése es el tema. Son mayoría, y esto no da más derechos, en realidad, da deberes, respetar a las minorías. Creo que estamos en un proceso de mayor comprensión, ha sido un aprendizaje para todos, no es una cosa de derecha de izquierda. Todos hemos tenido que aprender del 83 en adelante a convivir. Incluso las fuerzas más progresistas tuvieron problemas con el tema.
¿Por qué lo decís?
En el libro hablo de cómo no supo enfrentarse, por ejemplo, el rock nacional al tema de la homosexualidad, de cómo las organizaciones guerrilleras no supieron enfrentarse al tema de la homosexualidad y de cómo las agrupaciones democráticas desde el 83 tampoco supieron qué hacer con el tema. Montoneros, por ejemplo, fusiló a dos compañeros montoneros porque eran homosexuales. El (Ejército Revolucionario del Pueblo) ERP le hacía la vida casi imposible a sus militantes homosexuales. En un punto, (el ex líder Montonero) Mario Firmenich o (el ex dictador) Jorge Videla eran lo mismo. Esto no es un tema de quién es más progre o no. Entra el tema de la sensibilidad también. .

Saludos.
 #907885  por feragus
 
Pendilla escribió:De interes:

PRIMERA HISTORIA DE LA HOMOSEXUALIDAD EN LA ARGENTINA

Memoria de la discriminación

El trabajo de Osvaldo Bazán, de reciente aparición, recopila 500 años de persecución contra los homosexuales. Las responsabilidades de la religión, de la ciencia, y del Estado que instalaron al “sodomita”, “puto” o “invertido” como “pecador”, “enfermo”, o “delincuente”. El rol de la cultura en el refuerzo de esa concepción. Las raíces de una sociedad propensa a la intolerancia. “En principio, por supuesto, todo tiene que ver con la Iglesia Católica, pero hubiera sido sencillo si todo quedaba ahí”, reflexiona el autor en este extenso diálogo con Segundo Enfoque. Los pequeños progresos de hoy, y los asuntos pendientes para el futuro.

Por Jairo Straccia
PARA DATOS DE CONTACTO, UTILIZAR "PERFIL" O "MP".com.ar

Los reveses que vivió en carne propia lo pusieron a investigar. Osvaldo Bazán ha escrito el primer relato histórico integral sobre la homosexualidad en la Argentina, movido por la necesidad de hallar y poner en conocimiento las raíces del autoritarismo criollo y de la discriminación por orientación sexual.
Son 478 páginas de datos documentados, reunidos bajo el título “Historia de la homosexualidad en la Argentina. De la Conquista de América al siglo XXI”, que la Editorial Marea ha puesto en la calle en los primeros días de mayo último. Su autor, un periodista y escritor (ver aparte), ha llegado a ser premiado por la buena imagen de los gays, lesbianas, travestis, transexuales y bisexuales (GLTTB) que lleva a los medios de comunicación, y con una prosa filosa se desplaza por cinco siglos de avasallamiento hacia esta minoría sexual.
Para ello consultó trabajos previos de Juan José Sebreli, Jorge Salessi, Flavio Rabisardi y Alejandro Modarelli, entre otros, y hurgó entre crónicas y documentos de larga data. Entre agosto de 2003 y marzo último no le dio descanso a las teclas y puso el texto a punto. “Es la primera vez que hay una visión integral, tanto en lo histórico, social y político, como también en las artes”, recalca Bazán.
Y allí va, describiendo y argumentando cómo se ha perseguido a la homosexualidad en Argentina, primero como pecado, luego como enfermedad y más tarde como delito. Desde el desembarco de los españoles, la época colonial y el “higienismo” de los intelectuales de 1880, hasta la huella de los gobiernos militares en el siglo XX, el peronismo y la restauración democrática. No se olvida de la deuda de las fuerzas más progresistas en la cuestión, ni de la la reproducción cotidiana de la discriminación desde todos los sectores de la sociedad. Alude a su vez a las representaciones de esta orientación sexual en la cultura, a lo largo de la historia, deteniéndose en la literatura, el cine, el teatro y, especialmente, desmitificando al tango “macho y homofóbico” de hoy (ver aparte).
Mucho material, muchas razones. El tema de la homosexualidad “es un buen detector de fachos”, sintetiza este hombre oriundo de la provincia de Buenos Aires que aportó una obra fundamental para la convivencia humana, por lo menos por estas tierras. “Faltan años para que la mayoría heterosexual deje de confundir mayoría con normalidad”, sostiene.
¿Por qué decidiste encarar tamaña tarea?
Nace por una necesidad propia de saber cuáles son las raíces del autoritarismo nacional. En el tema de la homosexualidad es muy claro, y permite desentrañar por qué tenemos una cabeza tan autoritaria, por qué nos es tan fácil excluir, y de dónde viene esta idea de que hay algunos mejores y otros peores, y de que los mejores tienen derechos sobre lo peores.
La dedicatoria del libro se dirige a “los prejuiciosos, los crueles y los necios”, que te hicieron buscar respuestas. ¿Cómo es esto?
Como homosexual durante mucho tiempo me encontré -tengo cuarenta años- con necios crueles y prejuiciosos que me hicieron poner a pensar en qué me pasaba a mí con lo que ellos decían. Tuve que empezar preguntándome por qué a estas personas les cuesta tanto incluir a los que somos diferentes.
¿Llegaste a divisar respuestas, tras la investigación?
Encontré muchas puntas de esas repuestas. En principio, por supuesto, todo tiene que ver con la Iglesia Católica, pero hubiera sido sencillo si todo quedaba ahí. Fue la Iglesia Católica la que convirtió a la homosexualidad -y en realidad a toda sexualidad no reproductiva- en pecado, la ciencia la que dijo que era una enfermedad y el Estado el que dijo que era un delito. Estos tres poderes (religión, ciencia y Estado) usaron el tema de la diferencia sexual como una manera muy clara de discriminar y de construir un enemigo. Cuando vos construís un enemigo, agrupás a todos los tuyos contra ese enemigo. Entonces nadie quiere ser enemigo del poder, nadie quiere ser como aquél que es discriminado. La letra con sangre entra, y esto fue lo que hicieron en los últimos 500 años.

Comienzos

El relato arranca en la época de la conquista…
El primer momento claro es el enfrentamiento que hay entre la cabeza que tenían los conquistadores que llegaron a América y lo que pasaba acá en las poblaciones precolombinas, que no eran todas iguales, pero que tenían una visión totalmente distinta del sexo, porque una cosa es cómo ves tu sexualidad cuando tenés en tu cabeza a la Iglesia Católica y otra cosa es cómo la ves cuando no tenés a la Iglesia Católica en la cabeza.
Los conquistadores, ¿reprimían por homosexuales sólo a los indígenas o también a los propios conquistadores que eran homosexuales?
A todos. En eso no discriminaron. Hay muchos casos de torturas en los barcos y de gente que era tirada de los barcos. En la época de la conquista, los actos homosexuales en los barcos, eran bastante comunes. Pero fundamentalmente usaron el tema de la homosexualidad para estigmatizar al indígena. Ellos, en realidad, no sé si se encontraron con homosexuales. Todos los cronistas de la conquista dicen ‘en las tierras nuevas hay putos’, con estas palabras. Así lo decía claramente Francisco López de Gómara, que es un tipo que escribió en el 1500. A mí no me queda tan claro que haya sido así. Tuve que desconfiar como periodista y como investigador de esto que ellos decían tan alegremente. En realidad, ellos lo decían porque a ellos les interesaba que esta gente tuviera algunas cosas por las cuales pudiera ser castigada. Algo para condenarlos y para hacerlos no humanos. ¡Colón llegó a decir que los indígenas largaban fuego por los ojos! Vasco Núñez de Balboa, en 1510, en Centroamérica, mandó a aperrear a 50 putos. Aperrear quiere decir que mandó vivos a ser mordidos y comidos por los perros alanos, a los tipos que, según él decía, ‘en todo salvo en parir eran hembras’. Con esto, lo que hizo fue decir, ‘yo soy mejor que vos porque vos hacés las cosas mal; todos los que hacen las cosas bien van a estar conmigo, no les va a pasar nada malo, no sean como ellos’.
¿Cuándo comienza a hablarse de “homosexuales”? ¿Cuáles eran las denominaciones previas?
La palabra homosexual es de 1869, de estudios alemanes. Anteriormente, la primera denominación, fue “sodomita”, que venía de Sodoma, que según las interpretaciones de la Biblia del siglo X en adelante, es una de las ciudades destruidas por la ira de Dios, porque Dios interpreta que había sodomía, es decir, actos sexuales entre personas del mismo sexo. Sin embargo, no queda claro que en Sodoma, la Biblia diga claramente que la ira de Dios sea porque hubo actos de homosexualidad. Parece, según otras lecturas de la Biblia, que era por la falta de solidaridad y hospitalidad de sus integrantes. La Inquisición, una de las cosas que más prohibía, era que vos tuvieras una Biblia en tu casa, porque ellos no querían que pudieras leer, sino que querían que vos leyeras las interpretaciones que ellos hicieron de la Biblia.
Dentro del siglo XIX, hacés especial énfasis en el trato hacia los homosexuales que se profirió desde la llamada “generación de 1880” en Argentina. ¿Por qué?
Es un momento donde por primera vez en el país el poder deja de estar en manos de la Iglesia. Julio A. Roca, en la primera presidencia, rompe relaciones con el Vaticano. Pero eso no significó para los que tenían algún tipo de diferencia sexual, mayor libertad. Porque es en ese momento en que la Iglesia dejó de tener poder, que empezó a tener poder un grupo de cientificistas, de médicos, que a partir del 1890 hacen desde la ciencia un aparato de represión. Hacen desde la ciencia lo que ya se había hecho desde la religión. Dicen: ‘Estos son focos infecciosos, nosotros somos sanos; como nosotros somos sanos, no tenemos porqué juntarnos con los enfermos’. Los enfermos son los obreros anarquistas, los inmigrantes, todo el bajo fondo, lo que quedó en el sur de la ciudad, porque el sur de la Ciudad había sido atacado por la fiebre amarilla. Cuando viene la fiebre amarilla, las familias burguesas se fueron o a Adrogué, o al norte de la ciudad. Y quedaron las mansiones desocupadas, donde se constituyó el bajo fondo, se inventó el conventillo. Ahí había una promiscuidad entre prostitución, homosexualidad, marineros, obreros y anarquistas.
¿Qué hace específicamente la generación del 80?
Estos tipos, liderados por José Ingenieros, empiezan a estudiar a todos los que son disidentes como enfermedad. Llegan a estudiar al anarquismo como una enfermedad, que se curaba, y hacen en la calle 24 de Noviembre un depósito de personas. Lo hacen entre la Universidad de Buenos Aires (UBA), la Policía Federal y el Servicio Penitenciario. Como todavía no había edictos policiales, no podían llevar preso a alguien porque estuviera travestido, o estuviera borracho. Lo llevaban igual, lo dice Ingenieros, lo dice Francisco De Veyga, que era el socio de Ingenieros. La policía inventaba las causas, no hacía falta que hubiera causas, te llevaban cuatro o cinco veces, y después de llevarte cuatro o cinco veces, ya eras reincidente. Cuando te encontraban, te llevaban. Te llevaban a un lugar que era espantoso. Se da la paradoja de estos tipos que se decían higienistas y te llevaban a un lugar que era la verdadera mugre. Llevaban nenitos de 4 u 8 años y los estudiaban como enfermos. Los llevaban a la UBA y los mostraban como casos clínicos delante de los estudiantes de la UBA. Esto es lo que desde 1890 y pico en adelante, Ingenieros y De Veyga consiguen y además, consiguen claramente con esta prédica los edictos policiales.
Con esos antecedentes se desemboca en el siglo veinte, que para colmo estaría repleto de gobiernos militares.
Es la tercera etapa. Después de ser una enfermedad, pasa a ser un delito. Esto ya lo hace el Estado directamente. Y el Estado nacional en el siglo XX, en Argentina, fue un Estado nacionalista, católico y militar, y ésta fue la mentalidad que quedó en cien años y que es muy duro sacarse de encima. Los grandes escándalos de la homosexualidad del siglo pasado, vienen del ámbito militar. Hay un escándalo muy fuerte en 1906, cuando un oficial mata a otro porque el asesinado había dicho que el asesino era homosexual. Ese caso que conmovió a la sociedad porteña del momento, no salía en los diarios. Incluso yo registro ahí en el libro una nota del diario La Nación, que dice ‘del caso del que todo el mundo habla, no vamos a hablar’. Y lo dicen así, no se puede contar nada de este caso. Y como no se puede contar nada, tampoco fue penado. Cuando hacen el Código Penal, no ponen a la homosexualidad como delito, pero no porque fueran “progres”, sino porque consideraban mejor no nombrarla.

Desafíos de hoy

Todo el camino recorrido debe haber dejado su marca. ¿Cuáles son hoy las asignaturas pendientes para que merme la discriminación por orientación sexual e identidad de género en Argentina (ver aparte)?
En principio, sacarse de encima a la Iglesia Católica no sería poco. En el último capítulo del libro, hablo de cómo se dio la ley de unión civil (nota del R.: aprobación de la norma que permite las uniones de hecho entre personas del mismo sexo) en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires y fue muy impresionante. Eso lo investigué periodísticamente, porque tenía las fuentes acá. Cómo la Iglesia Católica manipuló a los legisladores para que no saliera, cómo a las 5 de la mañana del día que en se estaba discutiendo el proyecto, entraron veinte patoteros de la Pontificia Universidad Católica Argentina a la Legislatura, patotean a los militantes homosexuales, a una jueza que hay ahí, y hay incluso una amenaza de bomba. Todo en nombre de Dios.
¿Es muy fuerte el pie de la Iglesia en este tipo de decisiones?
Entre los legisladores está el “grupo púrpura”, según se los conoce en la Legislatura. Son los que responden directamente a la Catedral, así como está el “grupo azul” que responde a la Policía. Santiago De Estrada y Jorge Enríquez son los legisladores que más claramente representan la unión entre la Iglesia y la Legislatura. Y es muy fuerte el poder que todavía tiene ésta, la religión más importante del país, pero una de las religiones del país, nada más que eso.
A pesar de la reproducción cotidiana de la discriminación, ¿ves avances paulatinos hacia la inclusión?
Lo que faltan son muchos años, de que la mayoría heterosexual deje de confundir mayoría con normalidad, porque ése es el tema. Son mayoría, y esto no da más derechos, en realidad, da deberes, respetar a las minorías. Creo que estamos en un proceso de mayor comprensión, ha sido un aprendizaje para todos, no es una cosa de derecha de izquierda. Todos hemos tenido que aprender del 83 en adelante a convivir. Incluso las fuerzas más progresistas tuvieron problemas con el tema.
¿Por qué lo decís?
En el libro hablo de cómo no supo enfrentarse, por ejemplo, el rock nacional al tema de la homosexualidad, de cómo las organizaciones guerrilleras no supieron enfrentarse al tema de la homosexualidad y de cómo las agrupaciones democráticas desde el 83 tampoco supieron qué hacer con el tema. Montoneros, por ejemplo, fusiló a dos compañeros montoneros porque eran homosexuales. El (Ejército Revolucionario del Pueblo) ERP le hacía la vida casi imposible a sus militantes homosexuales. En un punto, (el ex líder Montonero) Mario Firmenich o (el ex dictador) Jorge Videla eran lo mismo. Esto no es un tema de quién es más progre o no. Entra el tema de la sensibilidad también. .

Saludos.
 #908585  por feragus
 
feragus escribió:
Pendilla escribió:De interes:

PRIMERA HISTORIA DE LA HOMOSEXUALIDAD EN LA ARGENTINA

Memoria de la discriminación

El trabajo de Osvaldo Bazán, de reciente aparición, recopila 500 años de persecución contra los homosexuales. Las responsabilidades de la religión, de la ciencia, y del Estado que instalaron al “sodomita”, “puto” o “invertido” como “pecador”, “enfermo”, o “delincuente”. El rol de la cultura en el refuerzo de esa concepción. Las raíces de una sociedad propensa a la intolerancia. “En principio, por supuesto, todo tiene que ver con la Iglesia Católica, pero hubiera sido sencillo si todo quedaba ahí”, reflexiona el autor en este extenso diálogo con Segundo Enfoque. Los pequeños progresos de hoy, y los asuntos pendientes para el futuro.

Por Jairo Straccia
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Los reveses que vivió en carne propia lo pusieron a investigar. Osvaldo Bazán ha escrito el primer relato histórico integral sobre la homosexualidad en la Argentina, movido por la necesidad de hallar y poner en conocimiento las raíces del autoritarismo criollo y de la discriminación por orientación sexual.
Son 478 páginas de datos documentados, reunidos bajo el título “Historia de la homosexualidad en la Argentina. De la Conquista de América al siglo XXI”, que la Editorial Marea ha puesto en la calle en los primeros días de mayo último. Su autor, un periodista y escritor (ver aparte), ha llegado a ser premiado por la buena imagen de los gays, lesbianas, travestis, transexuales y bisexuales (GLTTB) que lleva a los medios de comunicación, y con una prosa filosa se desplaza por cinco siglos de avasallamiento hacia esta minoría sexual.
Para ello consultó trabajos previos de Juan José Sebreli, Jorge Salessi, Flavio Rabisardi y Alejandro Modarelli, entre otros, y hurgó entre crónicas y documentos de larga data. Entre agosto de 2003 y marzo último no le dio descanso a las teclas y puso el texto a punto. “Es la primera vez que hay una visión integral, tanto en lo histórico, social y político, como también en las artes”, recalca Bazán.
Y allí va, describiendo y argumentando cómo se ha perseguido a la homosexualidad en Argentina, primero como pecado, luego como enfermedad y más tarde como delito. Desde el desembarco de los españoles, la época colonial y el “higienismo” de los intelectuales de 1880, hasta la huella de los gobiernos militares en el siglo XX, el peronismo y la restauración democrática. No se olvida de la deuda de las fuerzas más progresistas en la cuestión, ni de la la reproducción cotidiana de la discriminación desde todos los sectores de la sociedad. Alude a su vez a las representaciones de esta orientación sexual en la cultura, a lo largo de la historia, deteniéndose en la literatura, el cine, el teatro y, especialmente, desmitificando al tango “macho y homofóbico” de hoy (ver aparte).
Mucho material, muchas razones. El tema de la homosexualidad “es un buen detector de fachos”, sintetiza este hombre oriundo de la provincia de Buenos Aires que aportó una obra fundamental para la convivencia humana, por lo menos por estas tierras. “Faltan años para que la mayoría heterosexual deje de confundir mayoría con normalidad”, sostiene.
¿Por qué decidiste encarar tamaña tarea?
Nace por una necesidad propia de saber cuáles son las raíces del autoritarismo nacional. En el tema de la homosexualidad es muy claro, y permite desentrañar por qué tenemos una cabeza tan autoritaria, por qué nos es tan fácil excluir, y de dónde viene esta idea de que hay algunos mejores y otros peores, y de que los mejores tienen derechos sobre lo peores.
La dedicatoria del libro se dirige a “los prejuiciosos, los crueles y los necios”, que te hicieron buscar respuestas. ¿Cómo es esto?
Como homosexual durante mucho tiempo me encontré -tengo cuarenta años- con necios crueles y prejuiciosos que me hicieron poner a pensar en qué me pasaba a mí con lo que ellos decían. Tuve que empezar preguntándome por qué a estas personas les cuesta tanto incluir a los que somos diferentes.
¿Llegaste a divisar respuestas, tras la investigación?
Encontré muchas puntas de esas repuestas. En principio, por supuesto, todo tiene que ver con la Iglesia Católica, pero hubiera sido sencillo si todo quedaba ahí. Fue la Iglesia Católica la que convirtió a la homosexualidad -y en realidad a toda sexualidad no reproductiva- en pecado, la ciencia la que dijo que era una enfermedad y el Estado el que dijo que era un delito. Estos tres poderes (religión, ciencia y Estado) usaron el tema de la diferencia sexual como una manera muy clara de discriminar y de construir un enemigo. Cuando vos construís un enemigo, agrupás a todos los tuyos contra ese enemigo. Entonces nadie quiere ser enemigo del poder, nadie quiere ser como aquél que es discriminado. La letra con sangre entra, y esto fue lo que hicieron en los últimos 500 años.

Comienzos

El relato arranca en la época de la conquista…
El primer momento claro es el enfrentamiento que hay entre la cabeza que tenían los conquistadores que llegaron a América y lo que pasaba acá en las poblaciones precolombinas, que no eran todas iguales, pero que tenían una visión totalmente distinta del sexo, porque una cosa es cómo ves tu sexualidad cuando tenés en tu cabeza a la Iglesia Católica y otra cosa es cómo la ves cuando no tenés a la Iglesia Católica en la cabeza.
Los conquistadores, ¿reprimían por homosexuales sólo a los indígenas o también a los propios conquistadores que eran homosexuales?
A todos. En eso no discriminaron. Hay muchos casos de torturas en los barcos y de gente que era tirada de los barcos. En la época de la conquista, los actos homosexuales en los barcos, eran bastante comunes. Pero fundamentalmente usaron el tema de la homosexualidad para estigmatizar al indígena. Ellos, en realidad, no sé si se encontraron con homosexuales. Todos los cronistas de la conquista dicen ‘en las tierras nuevas hay putos’, con estas palabras. Así lo decía claramente Francisco López de Gómara, que es un tipo que escribió en el 1500. A mí no me queda tan claro que haya sido así. Tuve que desconfiar como periodista y como investigador de esto que ellos decían tan alegremente. En realidad, ellos lo decían porque a ellos les interesaba que esta gente tuviera algunas cosas por las cuales pudiera ser castigada. Algo para condenarlos y para hacerlos no humanos. ¡Colón llegó a decir que los indígenas largaban fuego por los ojos! Vasco Núñez de Balboa, en 1510, en Centroamérica, mandó a aperrear a 50 putos. Aperrear quiere decir que mandó vivos a ser mordidos y comidos por los perros alanos, a los tipos que, según él decía, ‘en todo salvo en parir eran hembras’. Con esto, lo que hizo fue decir, ‘yo soy mejor que vos porque vos hacés las cosas mal; todos los que hacen las cosas bien van a estar conmigo, no les va a pasar nada malo, no sean como ellos’.
¿Cuándo comienza a hablarse de “homosexuales”? ¿Cuáles eran las denominaciones previas?
La palabra homosexual es de 1869, de estudios alemanes. Anteriormente, la primera denominación, fue “sodomita”, que venía de Sodoma, que según las interpretaciones de la Biblia del siglo X en adelante, es una de las ciudades destruidas por la ira de Dios, porque Dios interpreta que había sodomía, es decir, actos sexuales entre personas del mismo sexo. Sin embargo, no queda claro que en Sodoma, la Biblia diga claramente que la ira de Dios sea porque hubo actos de homosexualidad. Parece, según otras lecturas de la Biblia, que era por la falta de solidaridad y hospitalidad de sus integrantes. La Inquisición, una de las cosas que más prohibía, era que vos tuvieras una Biblia en tu casa, porque ellos no querían que pudieras leer, sino que querían que vos leyeras las interpretaciones que ellos hicieron de la Biblia.
Dentro del siglo XIX, hacés especial énfasis en el trato hacia los homosexuales que se profirió desde la llamada “generación de 1880” en Argentina. ¿Por qué?
Es un momento donde por primera vez en el país el poder deja de estar en manos de la Iglesia. Julio A. Roca, en la primera presidencia, rompe relaciones con el Vaticano. Pero eso no significó para los que tenían algún tipo de diferencia sexual, mayor libertad. Porque es en ese momento en que la Iglesia dejó de tener poder, que empezó a tener poder un grupo de cientificistas, de médicos, que a partir del 1890 hacen desde la ciencia un aparato de represión. Hacen desde la ciencia lo que ya se había hecho desde la religión. Dicen: ‘Estos son focos infecciosos, nosotros somos sanos; como nosotros somos sanos, no tenemos porqué juntarnos con los enfermos’. Los enfermos son los obreros anarquistas, los inmigrantes, todo el bajo fondo, lo que quedó en el sur de la ciudad, porque el sur de la Ciudad había sido atacado por la fiebre amarilla. Cuando viene la fiebre amarilla, las familias burguesas se fueron o a Adrogué, o al norte de la ciudad. Y quedaron las mansiones desocupadas, donde se constituyó el bajo fondo, se inventó el conventillo. Ahí había una promiscuidad entre prostitución, homosexualidad, marineros, obreros y anarquistas.
¿Qué hace específicamente la generación del 80?
Estos tipos, liderados por José Ingenieros, empiezan a estudiar a todos los que son disidentes como enfermedad. Llegan a estudiar al anarquismo como una enfermedad, que se curaba, y hacen en la calle 24 de Noviembre un depósito de personas. Lo hacen entre la Universidad de Buenos Aires (UBA), la Policía Federal y el Servicio Penitenciario. Como todavía no había edictos policiales, no podían llevar preso a alguien porque estuviera travestido, o estuviera borracho. Lo llevaban igual, lo dice Ingenieros, lo dice Francisco De Veyga, que era el socio de Ingenieros. La policía inventaba las causas, no hacía falta que hubiera causas, te llevaban cuatro o cinco veces, y después de llevarte cuatro o cinco veces, ya eras reincidente. Cuando te encontraban, te llevaban. Te llevaban a un lugar que era espantoso. Se da la paradoja de estos tipos que se decían higienistas y te llevaban a un lugar que era la verdadera mugre. Llevaban nenitos de 4 u 8 años y los estudiaban como enfermos. Los llevaban a la UBA y los mostraban como casos clínicos delante de los estudiantes de la UBA. Esto es lo que desde 1890 y pico en adelante, Ingenieros y De Veyga consiguen y además, consiguen claramente con esta prédica los edictos policiales.
Con esos antecedentes se desemboca en el siglo veinte, que para colmo estaría repleto de gobiernos militares.
Es la tercera etapa. Después de ser una enfermedad, pasa a ser un delito. Esto ya lo hace el Estado directamente. Y el Estado nacional en el siglo XX, en Argentina, fue un Estado nacionalista, católico y militar, y ésta fue la mentalidad que quedó en cien años y que es muy duro sacarse de encima. Los grandes escándalos de la homosexualidad del siglo pasado, vienen del ámbito militar. Hay un escándalo muy fuerte en 1906, cuando un oficial mata a otro porque el asesinado había dicho que el asesino era homosexual. Ese caso que conmovió a la sociedad porteña del momento, no salía en los diarios. Incluso yo registro ahí en el libro una nota del diario La Nación, que dice ‘del caso del que todo el mundo habla, no vamos a hablar’. Y lo dicen así, no se puede contar nada de este caso. Y como no se puede contar nada, tampoco fue penado. Cuando hacen el Código Penal, no ponen a la homosexualidad como delito, pero no porque fueran “progres”, sino porque consideraban mejor no nombrarla.

Desafíos de hoy

Todo el camino recorrido debe haber dejado su marca. ¿Cuáles son hoy las asignaturas pendientes para que merme la discriminación por orientación sexual e identidad de género en Argentina (ver aparte)?
En principio, sacarse de encima a la Iglesia Católica no sería poco. En el último capítulo del libro, hablo de cómo se dio la ley de unión civil (nota del R.: aprobación de la norma que permite las uniones de hecho entre personas del mismo sexo) en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires y fue muy impresionante. Eso lo investigué periodísticamente, porque tenía las fuentes acá. Cómo la Iglesia Católica manipuló a los legisladores para que no saliera, cómo a las 5 de la mañana del día que en se estaba discutiendo el proyecto, entraron veinte patoteros de la Pontificia Universidad Católica Argentina a la Legislatura, patotean a los militantes homosexuales, a una jueza que hay ahí, y hay incluso una amenaza de bomba. Todo en nombre de Dios.
¿Es muy fuerte el pie de la Iglesia en este tipo de decisiones?
Entre los legisladores está el “grupo púrpura”, según se los conoce en la Legislatura. Son los que responden directamente a la Catedral, así como está el “grupo azul” que responde a la Policía. Santiago De Estrada y Jorge Enríquez son los legisladores que más claramente representan la unión entre la Iglesia y la Legislatura. Y es muy fuerte el poder que todavía tiene ésta, la religión más importante del país, pero una de las religiones del país, nada más que eso.
A pesar de la reproducción cotidiana de la discriminación, ¿ves avances paulatinos hacia la inclusión?
Lo que faltan son muchos años, de que la mayoría heterosexual deje de confundir mayoría con normalidad, porque ése es el tema. Son mayoría, y esto no da más derechos, en realidad, da deberes, respetar a las minorías. Creo que estamos en un proceso de mayor comprensión, ha sido un aprendizaje para todos, no es una cosa de derecha de izquierda. Todos hemos tenido que aprender del 83 en adelante a convivir. Incluso las fuerzas más progresistas tuvieron problemas con el tema.
¿Por qué lo decís?
En el libro hablo de cómo no supo enfrentarse, por ejemplo, el rock nacional al tema de la homosexualidad, de cómo las organizaciones guerrilleras no supieron enfrentarse al tema de la homosexualidad y de cómo las agrupaciones democráticas desde el 83 tampoco supieron qué hacer con el tema. Montoneros, por ejemplo, fusiló a dos compañeros montoneros porque eran homosexuales. El (Ejército Revolucionario del Pueblo) ERP le hacía la vida casi imposible a sus militantes homosexuales. En un punto, (el ex líder Montonero) Mario Firmenich o (el ex dictador) Jorge Videla eran lo mismo. Esto no es un tema de quién es más progre o no. Entra el tema de la sensibilidad también. .

Saludos.
 #909416  por DrRodrigo
 
Pandilla escribió:Lorenzetti y Highton expusieron sobre la reforma al Código Civil y Comercial.-
http://www.cij.gov.ar/nota-10141-Lorenz ... rcial.html

Saludos.
Pandilla escribió:Holis ralonso, me parece difícil que con 2 sobreseimientos, la Cámara de Casación se pronuncie en forma contraria, (salvo que encuentren algún tipo de error grave en los analisis anteriores).
En cuanto a pedir la prescripción, me parece, tenes que esperar a que se cumpla el tiempo total de la pena máxima prevista por el Tipo Penal en el Código Penal de la República Argentina, (o sea, los 3 años). A su vez, es necesario tener en cuenta que "en las causas, civiles o no, el reloj de la prescripción" no funciona como el reloj común de uso corriente. Las causas, empiezan, por algún motivo se paran, vuelven a arrancar, se vuelven a parar y luego vuelven a arrancar.....; eso significa que, por ejemplo, 6 meses de una causa penal, en realidad, en términos reales, pueden ser 2 o 3 meses. De ahí que estos 2 años que Usted menciona, por ahí, es 1 año o 1 año y medio, o algo así. Lo que no tengo muy claro es si el reloj arranca cuando la causa esta parada, o en esa instancia se lo detiene y vuelve a arrancar cuando se hace algún tipo de presentación en la causa.
Por otro lado, ¿Usted tiene un letrado o letrada que lo asiste.....?.
Le envio unos artículos del Código Penal Argentino para que los lea y analise:

Saludos, El Aprendiz de Boga, :lol:



Jjajajajajajajajajajajajajjaja no me canso de leer esta respuesta!!!! :lol: :lol: :lol: :lol: :lol: :lol: :lol: :lol: :lol: :lol: :lol: :lol: :lol: :lol: :lol: :lol: :lol: :lol: :lol: :lol: :lol: :lol: :lol:
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