Juzgado en lo Criminal y Correccional Federal 1 a cargo de la Dra. María Romilda Servini de Cubría.
Buenos Aires, 28 de Diciembre de 2007.-
AUTOS Y VISTOS:
Para resolver en las presentes actuaciones que llevan el 9855/07 (B-10.580), del registro de la Secretaría nº 2, de este Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nº 1, a mi cargo, respecto de la situación procesal de Felisa Josefina MICELI, titular del documento nacional de identidad número 10.325.086, argentina, nacida el 26 de septiembre de 1952, divorciada, Licenciada en Economía, hija de Rubén Orlando Irineo y María Delia Tust, domiciliada en la calle Amenábar 3975 de esta Ciudad; y de José Rubén MICELI, titular del documento nacional de identidad número 12.464.037, nacido el 3 de julio de 1956, divorciado, actualmente desocupado, hijo de Rubén Orlando Irineo y María Delia Tust, domiciliado en Av. Entre Ríos 461, piso 1° de esta Ciudad;
Y CONSIDERANDO:
Que el sumario tiene su inicio, mediante la denuncia que realizó el Dr. Miguel Bootello quien manifestó que de acuerdo a versiones periodísticas, “el día 5 junio del corriente año, se habría encontrado en el baño de la Ministra de Economía de la Nación una bolsa de plástico con u$s 140.000; 50.000 euros y pesos 100.000 o sea, un total exacto de u$s 241.000”. Indicó además el denunciante que el vocero de la Ministra, Silvio Robles, habría desmentido que la suma hallada fuera la informada por los medios, aclarando que sólo se encontró $ 100.000 y u$s 30.000; y que de la restante información brindada se habría indicado que la suma aludida estaba destinada a una operación inmobiliaria.
Delegada que fue en un comienzo la investigación en manos del Sr. Agente Fiscal, éste realizó distintas medidas de prueba a efectos de esclarecer el verdadero acontecer de los sucesos.
En tal orden de ideas, y en función de la prueba colectada, el representante del Ministerio Público emitió el dictamen glosado a fs. 564/591 donde circunscribió los hechos de la siguiente manera:
El día 5 de junio de 2007 a las 6:40hs., el Subinspector Patricio Rodrigo Palo, de la División Investigaciones del Departamento Brigada de Explosivos de la Policía Federal Argentina, salió de su lugar de trabajo, sito en el Departamento Central de esta fuerza de prevención, en compañía del Cabo 1°, Carlos Enrique Isaías, con el propósito de realizar las inspecciones habituales al Ministerio de Economía y Producción de la Nación y a la Embajada de Israel.
Pocos minutos después, en el lapso de tiempo que va desde las 06:45 hs., y las 07:15 hs., estos policías llegaron al edificio del citado Ministerio ingresando por la entrada de la calle Balcarce 136, y desde allí, subieron por ascensor hasta el quinto piso donde tiene su despacho la Sra. Ministra Licenciada Felisa Miceli. En el lugar, los policías Palo e Isaías fueron recibidos por el Sr. Miguel Ángel Lescano -empleado del Ministerio, mayordomo y asignado a ese piso- quien posee una tarjeta magnética e intransferible que franquea el acceso al referido despacho.
Habitualmente esta revisión que es realizada desde hace años en el despacho que ocupa quien preside el Ministerio, dura aproximadamente 10 o 15 minutos, y consiste en un relevamiento ocular por el personal policial especializado de todos los lugares donde, eventualmente, podrían ponerse artefactos explosivos –vgr. se revisan muebles, sillones, placares, cajas, tachos de residuos, descargas de inodoros, bidones, etc.-.
Así entonces, aquel 5 de junio de 2007, una vez que el Sr. Lescano abrió la puerta que permite el acceso al despacho de la Ministra y al área privada del sector, los brigadistas de explosivos comenzaron la revisión. En tales circunstancias, el Oficial Palo se dirigió al despacho propiamente dicho de la Lic. Miceli mientras que el Suboficial Isaías ingresó al baño contiguo a aquel lugar. Cabe aclarar a esta altura que se trata de un baño que utiliza únicamente la titular del Ministerio y que está ubicado a pocos pasos de uno de los ingresos al sector. Precisamente, es un sanitario que está cerca de la puerta por la que accedieron los policías y el Sr. Lescano.
Una vez que los policías iniciaron su trabajo, Lescano se quedó en el lugar intermedio entre el sector en el que estaba Palo y el baño donde estaba Isaías. Así las cosas, en el interior del baño, el Suboficial Isaías comenzó a revisar la mesada, el vanitory, las paredes, los productos de limpieza, el inodoro, el bidet y finalmente un armario que estaba sin llave. En el interior de este armario o pequeño placard, Isaías vio que había -entre otras cosas- una percha con una bolsa papel madera colgada en el barral interior. Así entonces, al llamarle la atención la bolsa, pues parecía tener algo en su interior, pasó la mano por debajo de ella y por sus costados. Luego, Isaías miró hacia el interior de la bolsa para ver su contenido y vio que contenía algo parecido a unos billetes. Sin descolgarla, el Suboficial Isaías llamó al Oficial Palo quien de inmediato ingresó en compañía de Lescano. Entonces, continuando con el relato, el Oficial Palo decidió descolgar la bolsa y poner su contenido sobre la mesada de mármol del vanitory. Advirtió entonces que lo que había en el interior de la bolsa, era dinero en pesos y dólares.
Los pesos estaban embalados en un nylon plástico transparente y los dólares se presentaban en tres fajos y otro pequeña cantidad suelta. El Oficial Palo ante esa situación, se encontró desconcertado pues nunca había hallado dinero en una inspección. De la misma manera Isaías y Lescano estaban sorprendidos. El mayordomo Lescano, entonces se ofreció a buscar la llave del placard para dejar allí todo como estaba pero el Oficial Palo, con buen criterio y en un proceder correcto, decidió comunicarse a través de su Movilink, con su oficial de servicio.
Entablada la comunicación, Palo fue atendido por el Principal Sergio Ramón Santillán quien se encontraba en el Departamento Central de Policía Federal –Av. Belgrano 1547, 1er piso, Capital-, cumpliendo funciones como jefe de turno u oficial de servicio. En esa comunicación, el Principal Santillán le preguntó al oficial Palo –una vez impuesto por este último de lo acontecido, con algo de nerviosismo-, respecto del monto del dinero, ante lo cual Palo le dijo que eran cien mil pesos y dólares.
Luego, Santillán le pidió precisiones sobre la cantidad de dólares –unos treinta mil se le informa- y entonces le dijo a Palo que labrara un acta de entrega de valores discriminando los tipos de moneda. Inmediatamente el Oficial Palo decidió labrar el acta con el convencimiento, también, que debía cubrirse ante la eventual posibilidad que se le endilgara un faltante de dinero y esto último, incluso, se lo hizo saber al propio Sr. Lescano.
En esos momentos, arribó al lugar para tomar sus tareas funcionales una empleada administrativa del quinto piso, se trataba de la Sra. María Elina Guchea quien, a instancias del Sr. Lescano se acercó hasta el sector del baño y en esos momentos se interiorizó del suceso, vio el dinero y ante el pedido del Oficial Palo de que le facilitara una computadora, aquella le indicó que podía usar una de las que utilizan las secretarias privadas de la Sra. Ministra.
Así entonces, el Oficial Palo, el Suboficial Isaías y el Sr. Lescano se trasladaron hasta el despacho que ocupan las secretarias privadas de la Ministra. Para esto último, traspasaron caminando todo el despacho de aquella, llegando a otra oficina contigua donde todos los protagonistas del suceso estaban más cómodos para la confección del acta. En este lugar, se encendieron dos computadoras pero la que el Oficial Palo utilizó en definitiva, fue la que habitualmente opera la Sra. Lucía Ferreyro.
A todo esto, la Sra. Guchea mientras se hacía el recuento del dinero en el que incluso participó, también comenzó a llamar a las secretarias privadas de la Sra. Ministra para contarles el suceso pues entendía que debía dar cuenta del mismo. Primero trató de contactarse con la Sra. Lucía Ferreyro y cuando ello resultó imposible, entonces, llamó a la Sra. María Teresa Barco. La Sra. Barco contestó el llamado y cuando Guchea la anotició, someramente, de lo acontecido, le dijo que ya estaba llegando al Ministerio -estaba en un auto oficial en una zona próxima al Obelisco-.
Así las cosas, luego de contar los dólares pues los pesos quedaron con el envoltorio al vacío que los contenía, se redactó el acta en la computadora ya individualizada. Primero, se imprimieron dos copias las que debieron ser rotas o destruidas por el propio Oficial Palo, ya que contenían un error en su texto. Contemporáneamente a esto último arribó al lugar la Sra. María Teresa Barco quien fue interiorizada de la cuestión, se mostró sorprendida y colaboró con las personas allí presentes.
Cabe señalar que, incluso, la Sra. Barco volvió a contar los billetes de la moneda americana pues, como se dijo, los billetes de pesos quedaron siempre en el mismo estado en que se encontraron, es decir, contenidos por un nylon grueso y cerrado al vacío. Posteriormente, el Oficial Palo imprime dos ejemplares del acta, que se suscribe por los policías intervinientes, Lescano y Guchea. En el documento, porque así había sido redactado desde el inicio, se mencionaba que el dinero se le entregaba a la Sra. Guchea pero, en realidad, quedó en poder de la Sra. Barco quien, como quedara explicitado, cumplía funciones de Secretaria Privada de la Señora Ministra.
Concretamente, el acta decía “…dejando constancia que en momentos que se realizan las inspecciones diarias por personal de este departamento BRIGADAS DE EXPLOSIVOS, se observa dentro de un armario hallado en el baño, UNA (1) bolsa de papel madera color marrón, la cual en su interior contiene UN(1) envase (fajo) serrado y sellado indicando lote 38057 Bco. 30 con la suma de MILLAR DE $ 100 (CIEN MIL PESOS - $ 100.000) Y TREINTA Y UN MIL SEISCIENTOS SETENTA DOLARES ESTADOUNIDENSES (u$s. 31.670), cuyo dinero se ha entrega en este acto…”.
Una vez que el personal policial se retiró para volver al asiendo de su brigada –a todo esto la inspección de la Embajada de Israel se le encargó a otro oficial de nombre Paul Grey- la Sra. María Teresa Barco guardó el dinero en un armario o placard de interior del despacho de la Sra. Ministra.
En un horario posterior a las 10:00 horas de ese día 5 de junio de 2007 –no se puede precisar con total exactitud el momento-, llegó a su despacho la Sra. Ministra Licenciada Felisa Miceli, acompañada de su otra Secretaria Privada Mariela Santarelli Goñi, procedentes de una conferencia que por la mañana se había dado en el Hotel Sheraton cuya apertura estuvo a cargo de la titular de la cartera. Una vez que ya estaba en su escritorio de funciones, la Sra. Barco le contó a la Sra. Miceli lo acontecido, le entregó el dinero y la Ministra lo recibió sin hacer comentario alguno.
Luego, a las 14:30 hs., aproximadamente, la Sra. Ministra Lic. Miceli llamó a su Secretaria Privada Sra. Barco y le pidió que consiguiera el acta original, por lo que esta última se comunicó con la División Seguridad y Custodia del Ministerio de Economía de la Policía Federal, y habló con el Comisario Jorge Faris, diciéndole que, por orden de la Ministra Miceli, debían procurar el acta en cuestión.
De inmediato, el Comisario Faris le encomendó al Subcomisario José Antonio Hanna de esa misma división, que obtuviera el acta original labrada por los brigadistas Palo e Isaías. Hanna llamó por teléfono a la División Brigada de Explosivos y le pidió el acta al Subcomisario Quinteros quien, ante dicho requerimiento, le solicitó un poco de tiempo para buscarla. Vale acotar también que Hanna, asimismo, solicitó a Quinteros que tuviera reserva de la cuestión. Luego, Quinteros envío el acta en un sobre cerrado por medio de un suboficial de apellido González quien a su vez, se la dio a Hanna, éste a Faris y por él, finalmente llegó a manos de la Sra. Ministra Lic. Miceli.
Antes de remitir el documento aludido, Quinteros obtuvo una copia del acta original -utilizando un fax de su oficina- y la firmó para certificarla. Finalmente esta copia fue a parar al bibliorato de “Actas de Inspección” de la División Explosivos de la P.F.A.
En sustento de esta descripción de los hechos, el Ministerio Público Fiscal invocó la prueba colectada hasta ese momento en el sumario, e indicó que los mismos guardan cierta similitud con la nota periodística del diario Perfil, pero que no son exactamente iguales. Aquella versión respecto de que había una suma que superaba los doscientos mil dólares -compuesta por distintas monedas- no ha podido ser corroborada. Sí, por el contrario es absolutamente cierto que se efectuó un control de rutina el día 5 de junio de 2007 por una brigada de la División Explosivos de la Policía Federal y que en un pequeño placard del baño privado de la Ministra de Economía y Producción de la Nación, Licenciada Felisa Miceli, se encontró una bolsa de papel madera colgada en una percha, que contenía $ 100.000 y u$s 31.670.
Luego, éste tribunal continuó con la realización de sendas medidas probatorias a efectos de verificar la hipótesis delictiva reseñada.
Todo ello desembocó en la declaración indagatoria de la Lic. Felisa Miceli, en la cual se le enrostró el haber tenido bajo su exclusiva esfera de custodia la suma de cien mil pesos ($100.000) que estaba embalada y termosellada con logo del Banco Central de la República Argentina, con la inscripción en su lomo “Lote 38057 Bco. 30”; y treinta y un mil seiscientos setenta dólares estadounidenses (u$s 31.670), fondos éstos de origen espurio, todo lo cual fue hallado en el interior de una bolsa de papel madera colgada de una percha que se encontró en el placard del baño existente en su despacho privado del piso 5to. del Ministerio de Economía y Producción de la Nación.
Conforme la identificación del lote de dinero que fue encontrado en el baño de su despacho, y que estaba detallado bajo el nº 38057, se pudo determinar que el mismo había sido remitido por el Banco Central de la República Argentina el día 21 de mayo del año en curso a la “Caja de Crédito Cuenca Cooperativa Limitada”, no existiendo en la contabilidad de la entidad de mención, ninguna operación lícita que justifique la llegada de ese dinero a manos de la indagada.
Así como también se le reprochó el haber hecho desaparecer el acta labrada por el personal policial que encontró el dinero, la que se encontraba resguardada en la División Explosivos de la Policía Federal Argentina. Todo lo narrado aconteció el día 5 de junio de 2007, en ocasión que el Subinspector Patricio Rodrigo Palo y el Cabo primero Enrique Isaías realizaban en el horario que va desde las 06:45 y las 07:15 hs. una inspección de rutina. El día en cuestión los efectivos policiales tras haber llegado al edificio del Ministerio y luego de subir hasta el piso 5to., fueron recibidos por el Sr. Miguel Ángel Lescano -empleado y mayordomo asignado a ese piso-, quien les facilitó el acceso al “área privada Ministro”, a efectos de realizar la inspección de rigor. Así, tras el ingreso al “área privada Ministro”, el subinspector Palo se dirigió al despacho de la Ministro mientras que el cabo Isaías ingresó en el baño privado ubicado en forma contigua.
Fue en dicha ocasión que el nombrado Isaías, y en cumplimiento de las tareas que realizaba habitualmente relacionadas con la búsqueda de artefactos explosivos, al ingresar al baño en cuestión, luego de revisar la mesada, el vanitory, el inodoro y el bidet, abrió el placard que se encuentra empotrado en una de la paredes, siendo que el mismo se encontraba cerrado pero sin llave. Dentro del mismo, encontró que de una percha colgaba una bolsa papel madera que parecía tener algo en su interior, por lo cual le pasó la mano por debajo y por los costados, y luego observó por la abertura superior de ésta y vio que en su interior había algo que parecían billetes envueltos en nylon.
En ese momento llamó a su compañero de tareas, quien se acercó junto con el mayordomo Lescano, y fue recién allí que se descolgó la bolsa y se puso su contenido sobre el lavatorio, el cual consistía en la suma de dinero antes relatada. Frente a tal situación y luego de haberse contactado vía handy con el Principal Sergio Santillán, Jefe de turno de la guardia de la brigada de explosivos, el Subinspector Palo decidió confeccionar un acta que diera cuenta del hallazgo del dinero y para ese menester se dirigieron al escritorio de una de las secretarias privadas de la ex Ministro, lugar donde procedieron a contar el dinero que había en el interior de la bolsa y a confeccionar un acta mediante la cual se documentó el hallazgo, que fue firmada por Palo, Isaías, Lescano y la secretaria privada María Elina Guchea, quien para ese entonces ya se había hecho presente en su lugar de trabajo y había sido anoticiada del encuentro del dinero, al igual que María Teresa Barco, que llegó en momentos en que se estaba confeccionando el acta, y fue quien se quedó con una copia de la misma, puesto que el original quedó en poder del Subinspector Palo, y quien además recepcionó el dinero para luego entregárselo a la Sra. Miceli.
Posteriormente, y siempre en el transcurso del día 5 junio, poco antes del mediodía, luego de haber llegado a su lugar de trabajo y tras haber sido anoticiada del hallazgo relatado, la imputada le requirió a María Teresa Barco que procure conseguir el acta que estaba en poder del personal policial, y que documentaba el encuentro del dinero. En razón de tal requerimiento, la última nombrada se comunicó con el Comisario Faris de la División Seguridad y Custodia del Ministerio del Economía, y por orden de Miceli se la pidió; siendo que éste concurrió al Ministerio alrededor de las 13:30 y le entregó a Barco un sobre blanco cerrado, que contenía el acta, el cual fue entregado en mano por Barco a Miceli. Para su obtención, Faris le encomendó al Subcomisario José Antonio Hanna que obtuviera el acta original labrada por el personal policial, y para ello, Hanna llamó por teléfono a la División Brigada de Explosivos y le solicitó el acta en cuestión al Subcomisario Carlos Quinteros. Este, previa extracción y certificación de una copia para su resguardo en los libros de esa dependencia, envió el acta a Hanna a través del suboficial González, y a su vez Hanna se la entregó a Faris, quien finalmente, en sobre cerrado se lo dio a la secretaría privada María Teresa Barco, para luego ésta entregárselo en mano a la Sra. Felisa Miceli.
DEL DESCARGO DE LA IMPUTADA.
Al momento de ejercer su derecho defensa, la indagada negó la imputación que se le efectuó y brindó su versión de los hechos. Admitió como de su pertenencia la suma de dinero encontrada por los policías, e indicó que la misma estaba destinada a una futura operación inmobiliaria. En cuanto a su procedencia, dijo que u$s 31.500 le habían sido facilitados por su amiga Mónica Orfeo, quien los había obtenido con motivo de la venta de un inmueble, mientras que u$s 170 eran de su pertenencia; y los pesos se los había prestado su hermano José Rubén, quien los obtuvo a través de sus ahorros.
En cuanto al embalaje del dinero en pesos, sostuvo la imputada que se trataba de una bolsa nylon común, sin ningún tipo de inscripción o leyenda, la cual, poseía pegada una etiqueta de papel común, con unos números inscriptos, a los que no prestó ninguna atención, y la que fue cerrada mediante un aparato sellador de uso doméstico. Indicó que ese envoltorio difiere de las bolsas utilizadas por el Banco Central para envolver billetes de moneda nacional, ya que no tenía estampados los sellos, logos y códigos de barras que caracterizan e identifican a los del Banco Central.
Añadió, que fue ella quien se encargó del embalaje del dinero, para lo cual lo dividió en fajos de 10 mil a los que sujetó con un papel cerrado con cinta adhesiva. Luego formó dos pilas de cinco fajos cada una, los colocó dentro de una bolsa de nylon y la cerró con un sellador casero.
En lo que hace al acta labrada por el personal policial, y mediante la que se documentó el hallazgo del dinero, indicó que el día martes 5 de junio, cuando ella llegó a su despacho del Ministerio, sus secretarias le comentaron respecto del procedimiento realizado por la policía y le entregaron el envoltorio con el dinero y una fotocopia del acta en cuestión.
Lo primero que hizo, fue abrir la bolsa de nylon y contar el dinero, verificando que no falte nada. Luego leyó la fotocopia del acta, donde se mencionaba la existencia de un original y un duplicado, advirtiendo entonces que no se le había dejado uno de los ejemplares mencionados en el acta, sino una simple copia, sin certificación ni firma original alguna. Con motivo de ello, solicitó que se le enviara el original, o bien el duplicado de la misma, tal como consignaba el anteúltimo renglón de la fotocopia que se le entregó, máxime teniendo en cuenta que se trataba de un acta de entrega de valores.
Con motivo de la referencia que hiciera la encausada, respecto de la procedencia del dinero en pesos, también se le recibió declaración indagatoria a su hermano, José Rubén Miceli.
VALORACION.
Así las cosas, y puesto que el presente decisorio tiene por objeto resolver la situación procesal de los encausados, en base a la profusa prueba colectada en el sumario, entiendo reunidos los elementos de convicción suficientes que avalan el dictado de un auto de mérito conforme lo prevé el art. 306 del ordenamiento de rito, respecto de Felisa Josefina Miceli.
En tal sentido, debo señalar en primer término que no es objeto de autos el destino que tenía previsto darle la Licenciada Miceli al dinero que fue encontrado en el baño de su despacho, sino que la pesquisa se centra en el origen de esa plata, que tal como se le hizo saber al momento de recibirle declaración indagatoria, tiene una procedencia espuria.
DEL MOTIVO DE LA INSPECCION POLICIAL.
Las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que ocurrió el suceso de autos, no se encuentran controvertidas, y en cierto modo fueron reconocidas por la encausada, quien admitió que el dinero lo había dejado ella misma en el interior del baño de su despacho, siendo que su versión, discrepa en lo atinente al estado en que se encontraba el placard donde estaba el dinero, el cual según refirió, lo cerró con llave el día anterior antes de retirarse de su despacho; la disposición física y el embalaje de los billetes, que según dijo, estaban en dos pilas de cinco fajos cada una y envasados en una bolsa de nylon cerrada con un sellador “casero”, y justamente, en el origen de los mismos, respecto de todo cual me referiré en los párrafos posteriores.
Previo a ello, y por más de no hallarse controvertido, debo señalar que el motivo de la concurrencia del personal policial al despacho del Ministerio de Economía, y el procedimiento llevado a cabo por los mismos, se encuentra suficientemente documentado en autos mediante las declaraciones testimoniales de Miguel Ángel Lescano, brindada en el expediente administrativo nº 24241 tramitado por la Fiscalía de Investigaciones Administrativas, y que en copia luce agregada a fs. 20/23 de autos, al igual que la del Subinspector Patricio Rodrigo Palo de la División Investigaciones del Departamento Brigada de Explosivos de la Policía Federal, y la del Cabo Carlos Enrique Isaías quien reviste en el área Operaciones y Contramedidas de la Brigada de Explosivos; así como también a través de las declaraciones testimoniales del Principal Sergio Ramón Santillán de fs. 127/128, quien explicó que las inspecciones al Ministerio de Economía son diarias, y datan desde la época de Martínez de Hoz, y las mismas consisten en una inspección ocular en las dependencias del despacho privado del Ministro de Economía, a efectos de detectar la posible existencia de artefactos explosivos; y de Miguel Ángel Romero, empleado del Ministerio de Economía que cumple funciones en el área de Control de Accesos, específicamente en el área de monitoreo y visualización donde se controlan los monitores que registran las cámaras de seguridad existentes en el edificio, el cual a fs. 364/366 sostuvo que “…todos los días alrededor de las 7:00 horas de la mañana, minutos antes o minutos después, arriban al edificio dos sujetos de sexo masculino pertenecientes a la brigada de antiexplosivos de la PFA, los cuales ingresan por el acceso de Balcarce 136, el cual es el único acceso que está abierto las 24 horas del día. Por ese motivo es que el ingreso y egreso de aquellos es monitoreado en el anexo antes referido. Agrega que los nombrados al arribar al edificio se dirigen directamente al piso 5to, siendo las dependencias del mismo las únicas que registran. Que dicha tarea siempre les insume aproximadamente entre 5 y 10 minutos diarios…”.
Finalmente en cuanto a la cuestión que vengo tratando resulta útil recordar los dichos de otros dos policías de la brigada de explosivos, Luis Alberto Álvarez -fs. 1059/1061 y Roberto Oscar Querques -fs. 1062/1063-, quienes relataron las tareas que ellos realizan habitualmente. Concretamente, el primero de los nombrados indicó con precisión que efectuó más de cien inspecciones en el Ministerio de Economía; y siempre que le tocó revisar el baño privado del despacho ministerial, nunca encontró el placard cerrado con llave.
Con lo hasta aquí expuesto, queda en claro cuáles fueron las circunstancias que motivaron que los policías de la Brigada de Explosivos se hicieran presentes el día 5 de junio de 2007 en el Ministerio de Economía y Producción de la Nación, y procedieran a efectuar una inspección en el despacho de la titular de dicha cartera, descartando de plano cualquier teoría conspirativa al respecto.
LO SUCEDIDO EL DIA 5 DE JUNIO.
En cuanto a lo realmente acaecido en el interior del “área privada Ministro” aquel martes 5 de junio, tengo por probado mediante las declaraciones testimoniales brindadas por Miguel Ángel Lescano, Patricio Rodrigo Palo, Carlos Enrique Isaías y María Elina Guchea, personas éstas que estuvieron presentes aquel día, en aquel lugar, que dentro del placard ubicado en el interior del baño existente en el despacho que para ese entonces ocupaba la Sra. Felisa Miceli, fue encontrada colgada de una percha, una bolsa de papel madera que en su interior contenía $ 100.000 (cien mil pesos) empaquetados en un nylon transparente, los que estaban divididos en 10 fajos que estaban encintados con un papel blanco; y u$s 31.670 (treinta y un mil seiscientos setenta dólares), divididos en 3 fajos de 10.000 cada uno y los billetes restantes se encontraban sueltos; todo esto a su vez, en cierta medida encuentra su correlato en las declaraciones testimoniales de Sergio Ramón Santillán, de fs. 127/128, quien era el oficial de guardia en la Brigada del Explosivos el día del hecho, y de Norma Beatriz Brol de fs. 981/985, personal de limpieza que se encontraba en el interior del “área privada Ministro” al momento de efectuarse el hallazgo del dinero, y de Miguel Ángel Romero, empleado del Ministerio de Economía que cumple funciones en el área de Control de Accesos, y observó el ingresó de los policías al “área privada Ministro”.
DE LO QUE HABIA EN EL BAÑO
Sentado cuanto antecede, corresponde ahora referirme en forma concreta y específica a qué fue lo que encontró el personal policial en el baño de la Sra. Miceli. En tal orden de ideas, habré de referirme concretamente al dinero en pesos, puesto que el dinero en dólares no es objeto de imputación, por lo cual no haré mayores referencias acerca del mismo.
La defensa de la encausada esgrimió en su descargó, que el dinero lo había recibido de manos de su hermano, que fue ella misma quien lo contó y lo dividió en fajos de $ 10.000 cada uno, los que sujeto mediante una faja unida por una cinta, siendo que a otros les colocó una banda elástica.
De todos los testigos presenciales, la única que recordó la división mediante “fajas” fue María Teresa Barco, ya que ni Palo, ni Isaías, Lescano o Guchea mencionaron dicha circunstancia. No obstante ello, dado que el dinero que proviene del Banco Central, así como también el que reconoció Felisa Miceli haber dejado en el baño de su despacho, ya sea en uno u otro caso poseería “fajas” divisorias que envuelven 100 billetes cada una, no se advierte una discrepancia que justifique mayor profundidad probatoria al respecto, con lo cual cabe tener acreditado que el paquete encontrado por los policías, también lo tenía.
DEL EMBALAJE DEL DINERO
Respecto del envoltorio que poseían los $ 100.000 hallados, sostuvo Miguel Ángel Lescano que, “…Palo extrajo el contenido de la bolsa sobre el mármol del baño que consistía en un fajo de billetes, como un ladrillo, cuya suma ascendía a $ 100.000… El testigo manifestó recordar los montos en virtud de que el ‘ladrillo’ tenía una franja de un banco cuyo nombre no recuerda que indicaba el monto...”, y luego a fs. 482 añadió que “…era un fajo de billetes de cien pesos que ascendía a un valor total de cien mil pesos, los cuales se encontraban apilados, es decir, uno sobre otro en una única pila. Que dicho fajo estaba contenido en un envase de plástico cerrado herméticamente, de cuyo interior podía verse un papel que indicaba la suma de dinero allí contenida, es decir, cien mil pesos ($ 100.000).
La testigo María Guchea, al referirse sobre esta misma cuestión, declaró a fs. 137 que “…lo que recuerda la declarante es que al abrirse la bolsa, pudo ver que había un fajo de dinero de billetes de 100 pesos contenidos en un plástico transparente que parecía grueso, de unos 6 o 7 centímetros de alto… Que sólo contaron los billetes dólares, no así los pesos por cuanto como dijera se encontraban en termosellados en plástico transparente… Agrega la declarante que pudo ver en esa oportunidad que el plástico que contenía los billetes de cien pesos tenía una inscripción, no recordando lo que puntualmente decía…”. En ocasión de concurrir al tesoro del Banco Central de la República, a efectos de serle exhibidos distintos lotes de billetes, conforme fs. 474, María Guchea se refirió al dinero encontrado de la siguiente manera: “…era un fajo de billetes de cien pesos, los cuales se encontraban contenidos por un nylon grueso de color transparente de una altura aproximada entre 6 y 7 centímetros. Que ese fajo de billetes estaba compuesto por una sola pila de billetes, es decir no estaban uno al lado del otro, sino uno sobre otro…”. Tras exhibirle a la testigo un “ladrillo” de billetes de cien pesos, intervenidos y clasificados por el Banco Central, dijo “…que el nylon por su grosor y tipo le parece similar al que viera el día 5 de junio de 2007 en el Ministerio de Economía…”.
El oficial Rodrigo Palo, en lo que hace al tema que vengo tratando, indicó “…los pesos estaban embalados en un nylon de plástico transparente…”. Tras ser preguntado de qué manera realizó el conteo del dinero, manifestó que “respecto de los pesos encontrados se guió por lo que decía la faja del envase cerrado que los contenía…También recordó el testigo que el fajo de los pesos tenía un número de lote y la inscripción ‘banco 30’…”. Posteriormente, cuando amplió su declaración y en la sede del tesoro del Banco Central de la República le fueron exhibidos distintos lotes de billetes, conf. fs. 480, dijo respecto del dinero “…se trataba de un solo fajo cuyo envoltorio era de un material transparente similar al plástico de alta densidad al tacto, encontrándose aparentemente termosellado, siendo que los billetes que constituían dicho fajo se encontraban uno arriba de otro, en una única pila. Refirió asimismo que el envoltorio de plástico tenía estampado un sticker autoadhesivo blanco, con un código de barra que rezaba ‘Bco. 30’, el número de lote, y la leyenda ‘millar de $ 100’ o leyenda similar, todo ello inscripto en un color oscuro…”. Luego de exhibírsele un “ladrillo” de billetes de cien pesos, intervenidos y clasificados por el Banco Central, manifestó “…es casi idéntico al que tuvo a la vista el día de los hechos. Que recuerda perfectamente el tipo de termosellado, la estampilla, el código de barras, le mención de millar de cien, el lote y el banco, aclarando que así fue como lo escribió en el acta que labró el 5 de junio de 2007…”.
Por último, el testigo Carlos Enrique Isaías al pronunciarse sobre la cuestión “…afirmó que estaban empaquetados al vacío en nylon transparente y que ese paquete no fue abierto por los efectivos policiales… porque estaba cerrado al vacío y tenía un membrete del banco, y por esa razón, Palo, decidió no abrirlo…El paquete cerrado tenía un rótulo en el que se leía que la cantidad era de $ 100.000….”. A este testigo también se le amplió su declaración testimonial, y se lo hizo concurrir al tesoro del Banco Central donde le fueron exhibidos distintos lotes de billetes, y conf. fs. 476, describió el dinero encontrado como “…un paquete envasado al vacío de plástico transparente, en el cual se veía billetes de cien pesos, de una altura aproximada entre 6 y 7 centímetros. Que ese fajo de billetes estaba compuesto por una sola pila de billetes, es decir no estaban uno al lado del otro, sino uno sobre otro…”. Al exhibírsele un “ladrillo” de billetes de cien pesos, intervenidos y clasificados por el Banco Central, indicó “…es muy parecido al que tuvo a la vista el día de los hechos ya que estaba cerrado al vacío de la misma manera…”.
Buenos Aires, 28 de Diciembre de 2007.-
AUTOS Y VISTOS:
Para resolver en las presentes actuaciones que llevan el 9855/07 (B-10.580), del registro de la Secretaría nº 2, de este Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nº 1, a mi cargo, respecto de la situación procesal de Felisa Josefina MICELI, titular del documento nacional de identidad número 10.325.086, argentina, nacida el 26 de septiembre de 1952, divorciada, Licenciada en Economía, hija de Rubén Orlando Irineo y María Delia Tust, domiciliada en la calle Amenábar 3975 de esta Ciudad; y de José Rubén MICELI, titular del documento nacional de identidad número 12.464.037, nacido el 3 de julio de 1956, divorciado, actualmente desocupado, hijo de Rubén Orlando Irineo y María Delia Tust, domiciliado en Av. Entre Ríos 461, piso 1° de esta Ciudad;
Y CONSIDERANDO:
Que el sumario tiene su inicio, mediante la denuncia que realizó el Dr. Miguel Bootello quien manifestó que de acuerdo a versiones periodísticas, “el día 5 junio del corriente año, se habría encontrado en el baño de la Ministra de Economía de la Nación una bolsa de plástico con u$s 140.000; 50.000 euros y pesos 100.000 o sea, un total exacto de u$s 241.000”. Indicó además el denunciante que el vocero de la Ministra, Silvio Robles, habría desmentido que la suma hallada fuera la informada por los medios, aclarando que sólo se encontró $ 100.000 y u$s 30.000; y que de la restante información brindada se habría indicado que la suma aludida estaba destinada a una operación inmobiliaria.
Delegada que fue en un comienzo la investigación en manos del Sr. Agente Fiscal, éste realizó distintas medidas de prueba a efectos de esclarecer el verdadero acontecer de los sucesos.
En tal orden de ideas, y en función de la prueba colectada, el representante del Ministerio Público emitió el dictamen glosado a fs. 564/591 donde circunscribió los hechos de la siguiente manera:
El día 5 de junio de 2007 a las 6:40hs., el Subinspector Patricio Rodrigo Palo, de la División Investigaciones del Departamento Brigada de Explosivos de la Policía Federal Argentina, salió de su lugar de trabajo, sito en el Departamento Central de esta fuerza de prevención, en compañía del Cabo 1°, Carlos Enrique Isaías, con el propósito de realizar las inspecciones habituales al Ministerio de Economía y Producción de la Nación y a la Embajada de Israel.
Pocos minutos después, en el lapso de tiempo que va desde las 06:45 hs., y las 07:15 hs., estos policías llegaron al edificio del citado Ministerio ingresando por la entrada de la calle Balcarce 136, y desde allí, subieron por ascensor hasta el quinto piso donde tiene su despacho la Sra. Ministra Licenciada Felisa Miceli. En el lugar, los policías Palo e Isaías fueron recibidos por el Sr. Miguel Ángel Lescano -empleado del Ministerio, mayordomo y asignado a ese piso- quien posee una tarjeta magnética e intransferible que franquea el acceso al referido despacho.
Habitualmente esta revisión que es realizada desde hace años en el despacho que ocupa quien preside el Ministerio, dura aproximadamente 10 o 15 minutos, y consiste en un relevamiento ocular por el personal policial especializado de todos los lugares donde, eventualmente, podrían ponerse artefactos explosivos –vgr. se revisan muebles, sillones, placares, cajas, tachos de residuos, descargas de inodoros, bidones, etc.-.
Así entonces, aquel 5 de junio de 2007, una vez que el Sr. Lescano abrió la puerta que permite el acceso al despacho de la Ministra y al área privada del sector, los brigadistas de explosivos comenzaron la revisión. En tales circunstancias, el Oficial Palo se dirigió al despacho propiamente dicho de la Lic. Miceli mientras que el Suboficial Isaías ingresó al baño contiguo a aquel lugar. Cabe aclarar a esta altura que se trata de un baño que utiliza únicamente la titular del Ministerio y que está ubicado a pocos pasos de uno de los ingresos al sector. Precisamente, es un sanitario que está cerca de la puerta por la que accedieron los policías y el Sr. Lescano.
Una vez que los policías iniciaron su trabajo, Lescano se quedó en el lugar intermedio entre el sector en el que estaba Palo y el baño donde estaba Isaías. Así las cosas, en el interior del baño, el Suboficial Isaías comenzó a revisar la mesada, el vanitory, las paredes, los productos de limpieza, el inodoro, el bidet y finalmente un armario que estaba sin llave. En el interior de este armario o pequeño placard, Isaías vio que había -entre otras cosas- una percha con una bolsa papel madera colgada en el barral interior. Así entonces, al llamarle la atención la bolsa, pues parecía tener algo en su interior, pasó la mano por debajo de ella y por sus costados. Luego, Isaías miró hacia el interior de la bolsa para ver su contenido y vio que contenía algo parecido a unos billetes. Sin descolgarla, el Suboficial Isaías llamó al Oficial Palo quien de inmediato ingresó en compañía de Lescano. Entonces, continuando con el relato, el Oficial Palo decidió descolgar la bolsa y poner su contenido sobre la mesada de mármol del vanitory. Advirtió entonces que lo que había en el interior de la bolsa, era dinero en pesos y dólares.
Los pesos estaban embalados en un nylon plástico transparente y los dólares se presentaban en tres fajos y otro pequeña cantidad suelta. El Oficial Palo ante esa situación, se encontró desconcertado pues nunca había hallado dinero en una inspección. De la misma manera Isaías y Lescano estaban sorprendidos. El mayordomo Lescano, entonces se ofreció a buscar la llave del placard para dejar allí todo como estaba pero el Oficial Palo, con buen criterio y en un proceder correcto, decidió comunicarse a través de su Movilink, con su oficial de servicio.
Entablada la comunicación, Palo fue atendido por el Principal Sergio Ramón Santillán quien se encontraba en el Departamento Central de Policía Federal –Av. Belgrano 1547, 1er piso, Capital-, cumpliendo funciones como jefe de turno u oficial de servicio. En esa comunicación, el Principal Santillán le preguntó al oficial Palo –una vez impuesto por este último de lo acontecido, con algo de nerviosismo-, respecto del monto del dinero, ante lo cual Palo le dijo que eran cien mil pesos y dólares.
Luego, Santillán le pidió precisiones sobre la cantidad de dólares –unos treinta mil se le informa- y entonces le dijo a Palo que labrara un acta de entrega de valores discriminando los tipos de moneda. Inmediatamente el Oficial Palo decidió labrar el acta con el convencimiento, también, que debía cubrirse ante la eventual posibilidad que se le endilgara un faltante de dinero y esto último, incluso, se lo hizo saber al propio Sr. Lescano.
En esos momentos, arribó al lugar para tomar sus tareas funcionales una empleada administrativa del quinto piso, se trataba de la Sra. María Elina Guchea quien, a instancias del Sr. Lescano se acercó hasta el sector del baño y en esos momentos se interiorizó del suceso, vio el dinero y ante el pedido del Oficial Palo de que le facilitara una computadora, aquella le indicó que podía usar una de las que utilizan las secretarias privadas de la Sra. Ministra.
Así entonces, el Oficial Palo, el Suboficial Isaías y el Sr. Lescano se trasladaron hasta el despacho que ocupan las secretarias privadas de la Ministra. Para esto último, traspasaron caminando todo el despacho de aquella, llegando a otra oficina contigua donde todos los protagonistas del suceso estaban más cómodos para la confección del acta. En este lugar, se encendieron dos computadoras pero la que el Oficial Palo utilizó en definitiva, fue la que habitualmente opera la Sra. Lucía Ferreyro.
A todo esto, la Sra. Guchea mientras se hacía el recuento del dinero en el que incluso participó, también comenzó a llamar a las secretarias privadas de la Sra. Ministra para contarles el suceso pues entendía que debía dar cuenta del mismo. Primero trató de contactarse con la Sra. Lucía Ferreyro y cuando ello resultó imposible, entonces, llamó a la Sra. María Teresa Barco. La Sra. Barco contestó el llamado y cuando Guchea la anotició, someramente, de lo acontecido, le dijo que ya estaba llegando al Ministerio -estaba en un auto oficial en una zona próxima al Obelisco-.
Así las cosas, luego de contar los dólares pues los pesos quedaron con el envoltorio al vacío que los contenía, se redactó el acta en la computadora ya individualizada. Primero, se imprimieron dos copias las que debieron ser rotas o destruidas por el propio Oficial Palo, ya que contenían un error en su texto. Contemporáneamente a esto último arribó al lugar la Sra. María Teresa Barco quien fue interiorizada de la cuestión, se mostró sorprendida y colaboró con las personas allí presentes.
Cabe señalar que, incluso, la Sra. Barco volvió a contar los billetes de la moneda americana pues, como se dijo, los billetes de pesos quedaron siempre en el mismo estado en que se encontraron, es decir, contenidos por un nylon grueso y cerrado al vacío. Posteriormente, el Oficial Palo imprime dos ejemplares del acta, que se suscribe por los policías intervinientes, Lescano y Guchea. En el documento, porque así había sido redactado desde el inicio, se mencionaba que el dinero se le entregaba a la Sra. Guchea pero, en realidad, quedó en poder de la Sra. Barco quien, como quedara explicitado, cumplía funciones de Secretaria Privada de la Señora Ministra.
Concretamente, el acta decía “…dejando constancia que en momentos que se realizan las inspecciones diarias por personal de este departamento BRIGADAS DE EXPLOSIVOS, se observa dentro de un armario hallado en el baño, UNA (1) bolsa de papel madera color marrón, la cual en su interior contiene UN(1) envase (fajo) serrado y sellado indicando lote 38057 Bco. 30 con la suma de MILLAR DE $ 100 (CIEN MIL PESOS - $ 100.000) Y TREINTA Y UN MIL SEISCIENTOS SETENTA DOLARES ESTADOUNIDENSES (u$s. 31.670), cuyo dinero se ha entrega en este acto…”.
Una vez que el personal policial se retiró para volver al asiendo de su brigada –a todo esto la inspección de la Embajada de Israel se le encargó a otro oficial de nombre Paul Grey- la Sra. María Teresa Barco guardó el dinero en un armario o placard de interior del despacho de la Sra. Ministra.
En un horario posterior a las 10:00 horas de ese día 5 de junio de 2007 –no se puede precisar con total exactitud el momento-, llegó a su despacho la Sra. Ministra Licenciada Felisa Miceli, acompañada de su otra Secretaria Privada Mariela Santarelli Goñi, procedentes de una conferencia que por la mañana se había dado en el Hotel Sheraton cuya apertura estuvo a cargo de la titular de la cartera. Una vez que ya estaba en su escritorio de funciones, la Sra. Barco le contó a la Sra. Miceli lo acontecido, le entregó el dinero y la Ministra lo recibió sin hacer comentario alguno.
Luego, a las 14:30 hs., aproximadamente, la Sra. Ministra Lic. Miceli llamó a su Secretaria Privada Sra. Barco y le pidió que consiguiera el acta original, por lo que esta última se comunicó con la División Seguridad y Custodia del Ministerio de Economía de la Policía Federal, y habló con el Comisario Jorge Faris, diciéndole que, por orden de la Ministra Miceli, debían procurar el acta en cuestión.
De inmediato, el Comisario Faris le encomendó al Subcomisario José Antonio Hanna de esa misma división, que obtuviera el acta original labrada por los brigadistas Palo e Isaías. Hanna llamó por teléfono a la División Brigada de Explosivos y le pidió el acta al Subcomisario Quinteros quien, ante dicho requerimiento, le solicitó un poco de tiempo para buscarla. Vale acotar también que Hanna, asimismo, solicitó a Quinteros que tuviera reserva de la cuestión. Luego, Quinteros envío el acta en un sobre cerrado por medio de un suboficial de apellido González quien a su vez, se la dio a Hanna, éste a Faris y por él, finalmente llegó a manos de la Sra. Ministra Lic. Miceli.
Antes de remitir el documento aludido, Quinteros obtuvo una copia del acta original -utilizando un fax de su oficina- y la firmó para certificarla. Finalmente esta copia fue a parar al bibliorato de “Actas de Inspección” de la División Explosivos de la P.F.A.
En sustento de esta descripción de los hechos, el Ministerio Público Fiscal invocó la prueba colectada hasta ese momento en el sumario, e indicó que los mismos guardan cierta similitud con la nota periodística del diario Perfil, pero que no son exactamente iguales. Aquella versión respecto de que había una suma que superaba los doscientos mil dólares -compuesta por distintas monedas- no ha podido ser corroborada. Sí, por el contrario es absolutamente cierto que se efectuó un control de rutina el día 5 de junio de 2007 por una brigada de la División Explosivos de la Policía Federal y que en un pequeño placard del baño privado de la Ministra de Economía y Producción de la Nación, Licenciada Felisa Miceli, se encontró una bolsa de papel madera colgada en una percha, que contenía $ 100.000 y u$s 31.670.
Luego, éste tribunal continuó con la realización de sendas medidas probatorias a efectos de verificar la hipótesis delictiva reseñada.
Todo ello desembocó en la declaración indagatoria de la Lic. Felisa Miceli, en la cual se le enrostró el haber tenido bajo su exclusiva esfera de custodia la suma de cien mil pesos ($100.000) que estaba embalada y termosellada con logo del Banco Central de la República Argentina, con la inscripción en su lomo “Lote 38057 Bco. 30”; y treinta y un mil seiscientos setenta dólares estadounidenses (u$s 31.670), fondos éstos de origen espurio, todo lo cual fue hallado en el interior de una bolsa de papel madera colgada de una percha que se encontró en el placard del baño existente en su despacho privado del piso 5to. del Ministerio de Economía y Producción de la Nación.
Conforme la identificación del lote de dinero que fue encontrado en el baño de su despacho, y que estaba detallado bajo el nº 38057, se pudo determinar que el mismo había sido remitido por el Banco Central de la República Argentina el día 21 de mayo del año en curso a la “Caja de Crédito Cuenca Cooperativa Limitada”, no existiendo en la contabilidad de la entidad de mención, ninguna operación lícita que justifique la llegada de ese dinero a manos de la indagada.
Así como también se le reprochó el haber hecho desaparecer el acta labrada por el personal policial que encontró el dinero, la que se encontraba resguardada en la División Explosivos de la Policía Federal Argentina. Todo lo narrado aconteció el día 5 de junio de 2007, en ocasión que el Subinspector Patricio Rodrigo Palo y el Cabo primero Enrique Isaías realizaban en el horario que va desde las 06:45 y las 07:15 hs. una inspección de rutina. El día en cuestión los efectivos policiales tras haber llegado al edificio del Ministerio y luego de subir hasta el piso 5to., fueron recibidos por el Sr. Miguel Ángel Lescano -empleado y mayordomo asignado a ese piso-, quien les facilitó el acceso al “área privada Ministro”, a efectos de realizar la inspección de rigor. Así, tras el ingreso al “área privada Ministro”, el subinspector Palo se dirigió al despacho de la Ministro mientras que el cabo Isaías ingresó en el baño privado ubicado en forma contigua.
Fue en dicha ocasión que el nombrado Isaías, y en cumplimiento de las tareas que realizaba habitualmente relacionadas con la búsqueda de artefactos explosivos, al ingresar al baño en cuestión, luego de revisar la mesada, el vanitory, el inodoro y el bidet, abrió el placard que se encuentra empotrado en una de la paredes, siendo que el mismo se encontraba cerrado pero sin llave. Dentro del mismo, encontró que de una percha colgaba una bolsa papel madera que parecía tener algo en su interior, por lo cual le pasó la mano por debajo y por los costados, y luego observó por la abertura superior de ésta y vio que en su interior había algo que parecían billetes envueltos en nylon.
En ese momento llamó a su compañero de tareas, quien se acercó junto con el mayordomo Lescano, y fue recién allí que se descolgó la bolsa y se puso su contenido sobre el lavatorio, el cual consistía en la suma de dinero antes relatada. Frente a tal situación y luego de haberse contactado vía handy con el Principal Sergio Santillán, Jefe de turno de la guardia de la brigada de explosivos, el Subinspector Palo decidió confeccionar un acta que diera cuenta del hallazgo del dinero y para ese menester se dirigieron al escritorio de una de las secretarias privadas de la ex Ministro, lugar donde procedieron a contar el dinero que había en el interior de la bolsa y a confeccionar un acta mediante la cual se documentó el hallazgo, que fue firmada por Palo, Isaías, Lescano y la secretaria privada María Elina Guchea, quien para ese entonces ya se había hecho presente en su lugar de trabajo y había sido anoticiada del encuentro del dinero, al igual que María Teresa Barco, que llegó en momentos en que se estaba confeccionando el acta, y fue quien se quedó con una copia de la misma, puesto que el original quedó en poder del Subinspector Palo, y quien además recepcionó el dinero para luego entregárselo a la Sra. Miceli.
Posteriormente, y siempre en el transcurso del día 5 junio, poco antes del mediodía, luego de haber llegado a su lugar de trabajo y tras haber sido anoticiada del hallazgo relatado, la imputada le requirió a María Teresa Barco que procure conseguir el acta que estaba en poder del personal policial, y que documentaba el encuentro del dinero. En razón de tal requerimiento, la última nombrada se comunicó con el Comisario Faris de la División Seguridad y Custodia del Ministerio del Economía, y por orden de Miceli se la pidió; siendo que éste concurrió al Ministerio alrededor de las 13:30 y le entregó a Barco un sobre blanco cerrado, que contenía el acta, el cual fue entregado en mano por Barco a Miceli. Para su obtención, Faris le encomendó al Subcomisario José Antonio Hanna que obtuviera el acta original labrada por el personal policial, y para ello, Hanna llamó por teléfono a la División Brigada de Explosivos y le solicitó el acta en cuestión al Subcomisario Carlos Quinteros. Este, previa extracción y certificación de una copia para su resguardo en los libros de esa dependencia, envió el acta a Hanna a través del suboficial González, y a su vez Hanna se la entregó a Faris, quien finalmente, en sobre cerrado se lo dio a la secretaría privada María Teresa Barco, para luego ésta entregárselo en mano a la Sra. Felisa Miceli.
DEL DESCARGO DE LA IMPUTADA.
Al momento de ejercer su derecho defensa, la indagada negó la imputación que se le efectuó y brindó su versión de los hechos. Admitió como de su pertenencia la suma de dinero encontrada por los policías, e indicó que la misma estaba destinada a una futura operación inmobiliaria. En cuanto a su procedencia, dijo que u$s 31.500 le habían sido facilitados por su amiga Mónica Orfeo, quien los había obtenido con motivo de la venta de un inmueble, mientras que u$s 170 eran de su pertenencia; y los pesos se los había prestado su hermano José Rubén, quien los obtuvo a través de sus ahorros.
En cuanto al embalaje del dinero en pesos, sostuvo la imputada que se trataba de una bolsa nylon común, sin ningún tipo de inscripción o leyenda, la cual, poseía pegada una etiqueta de papel común, con unos números inscriptos, a los que no prestó ninguna atención, y la que fue cerrada mediante un aparato sellador de uso doméstico. Indicó que ese envoltorio difiere de las bolsas utilizadas por el Banco Central para envolver billetes de moneda nacional, ya que no tenía estampados los sellos, logos y códigos de barras que caracterizan e identifican a los del Banco Central.
Añadió, que fue ella quien se encargó del embalaje del dinero, para lo cual lo dividió en fajos de 10 mil a los que sujetó con un papel cerrado con cinta adhesiva. Luego formó dos pilas de cinco fajos cada una, los colocó dentro de una bolsa de nylon y la cerró con un sellador casero.
En lo que hace al acta labrada por el personal policial, y mediante la que se documentó el hallazgo del dinero, indicó que el día martes 5 de junio, cuando ella llegó a su despacho del Ministerio, sus secretarias le comentaron respecto del procedimiento realizado por la policía y le entregaron el envoltorio con el dinero y una fotocopia del acta en cuestión.
Lo primero que hizo, fue abrir la bolsa de nylon y contar el dinero, verificando que no falte nada. Luego leyó la fotocopia del acta, donde se mencionaba la existencia de un original y un duplicado, advirtiendo entonces que no se le había dejado uno de los ejemplares mencionados en el acta, sino una simple copia, sin certificación ni firma original alguna. Con motivo de ello, solicitó que se le enviara el original, o bien el duplicado de la misma, tal como consignaba el anteúltimo renglón de la fotocopia que se le entregó, máxime teniendo en cuenta que se trataba de un acta de entrega de valores.
Con motivo de la referencia que hiciera la encausada, respecto de la procedencia del dinero en pesos, también se le recibió declaración indagatoria a su hermano, José Rubén Miceli.
VALORACION.
Así las cosas, y puesto que el presente decisorio tiene por objeto resolver la situación procesal de los encausados, en base a la profusa prueba colectada en el sumario, entiendo reunidos los elementos de convicción suficientes que avalan el dictado de un auto de mérito conforme lo prevé el art. 306 del ordenamiento de rito, respecto de Felisa Josefina Miceli.
En tal sentido, debo señalar en primer término que no es objeto de autos el destino que tenía previsto darle la Licenciada Miceli al dinero que fue encontrado en el baño de su despacho, sino que la pesquisa se centra en el origen de esa plata, que tal como se le hizo saber al momento de recibirle declaración indagatoria, tiene una procedencia espuria.
DEL MOTIVO DE LA INSPECCION POLICIAL.
Las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que ocurrió el suceso de autos, no se encuentran controvertidas, y en cierto modo fueron reconocidas por la encausada, quien admitió que el dinero lo había dejado ella misma en el interior del baño de su despacho, siendo que su versión, discrepa en lo atinente al estado en que se encontraba el placard donde estaba el dinero, el cual según refirió, lo cerró con llave el día anterior antes de retirarse de su despacho; la disposición física y el embalaje de los billetes, que según dijo, estaban en dos pilas de cinco fajos cada una y envasados en una bolsa de nylon cerrada con un sellador “casero”, y justamente, en el origen de los mismos, respecto de todo cual me referiré en los párrafos posteriores.
Previo a ello, y por más de no hallarse controvertido, debo señalar que el motivo de la concurrencia del personal policial al despacho del Ministerio de Economía, y el procedimiento llevado a cabo por los mismos, se encuentra suficientemente documentado en autos mediante las declaraciones testimoniales de Miguel Ángel Lescano, brindada en el expediente administrativo nº 24241 tramitado por la Fiscalía de Investigaciones Administrativas, y que en copia luce agregada a fs. 20/23 de autos, al igual que la del Subinspector Patricio Rodrigo Palo de la División Investigaciones del Departamento Brigada de Explosivos de la Policía Federal, y la del Cabo Carlos Enrique Isaías quien reviste en el área Operaciones y Contramedidas de la Brigada de Explosivos; así como también a través de las declaraciones testimoniales del Principal Sergio Ramón Santillán de fs. 127/128, quien explicó que las inspecciones al Ministerio de Economía son diarias, y datan desde la época de Martínez de Hoz, y las mismas consisten en una inspección ocular en las dependencias del despacho privado del Ministro de Economía, a efectos de detectar la posible existencia de artefactos explosivos; y de Miguel Ángel Romero, empleado del Ministerio de Economía que cumple funciones en el área de Control de Accesos, específicamente en el área de monitoreo y visualización donde se controlan los monitores que registran las cámaras de seguridad existentes en el edificio, el cual a fs. 364/366 sostuvo que “…todos los días alrededor de las 7:00 horas de la mañana, minutos antes o minutos después, arriban al edificio dos sujetos de sexo masculino pertenecientes a la brigada de antiexplosivos de la PFA, los cuales ingresan por el acceso de Balcarce 136, el cual es el único acceso que está abierto las 24 horas del día. Por ese motivo es que el ingreso y egreso de aquellos es monitoreado en el anexo antes referido. Agrega que los nombrados al arribar al edificio se dirigen directamente al piso 5to, siendo las dependencias del mismo las únicas que registran. Que dicha tarea siempre les insume aproximadamente entre 5 y 10 minutos diarios…”.
Finalmente en cuanto a la cuestión que vengo tratando resulta útil recordar los dichos de otros dos policías de la brigada de explosivos, Luis Alberto Álvarez -fs. 1059/1061 y Roberto Oscar Querques -fs. 1062/1063-, quienes relataron las tareas que ellos realizan habitualmente. Concretamente, el primero de los nombrados indicó con precisión que efectuó más de cien inspecciones en el Ministerio de Economía; y siempre que le tocó revisar el baño privado del despacho ministerial, nunca encontró el placard cerrado con llave.
Con lo hasta aquí expuesto, queda en claro cuáles fueron las circunstancias que motivaron que los policías de la Brigada de Explosivos se hicieran presentes el día 5 de junio de 2007 en el Ministerio de Economía y Producción de la Nación, y procedieran a efectuar una inspección en el despacho de la titular de dicha cartera, descartando de plano cualquier teoría conspirativa al respecto.
LO SUCEDIDO EL DIA 5 DE JUNIO.
En cuanto a lo realmente acaecido en el interior del “área privada Ministro” aquel martes 5 de junio, tengo por probado mediante las declaraciones testimoniales brindadas por Miguel Ángel Lescano, Patricio Rodrigo Palo, Carlos Enrique Isaías y María Elina Guchea, personas éstas que estuvieron presentes aquel día, en aquel lugar, que dentro del placard ubicado en el interior del baño existente en el despacho que para ese entonces ocupaba la Sra. Felisa Miceli, fue encontrada colgada de una percha, una bolsa de papel madera que en su interior contenía $ 100.000 (cien mil pesos) empaquetados en un nylon transparente, los que estaban divididos en 10 fajos que estaban encintados con un papel blanco; y u$s 31.670 (treinta y un mil seiscientos setenta dólares), divididos en 3 fajos de 10.000 cada uno y los billetes restantes se encontraban sueltos; todo esto a su vez, en cierta medida encuentra su correlato en las declaraciones testimoniales de Sergio Ramón Santillán, de fs. 127/128, quien era el oficial de guardia en la Brigada del Explosivos el día del hecho, y de Norma Beatriz Brol de fs. 981/985, personal de limpieza que se encontraba en el interior del “área privada Ministro” al momento de efectuarse el hallazgo del dinero, y de Miguel Ángel Romero, empleado del Ministerio de Economía que cumple funciones en el área de Control de Accesos, y observó el ingresó de los policías al “área privada Ministro”.
DE LO QUE HABIA EN EL BAÑO
Sentado cuanto antecede, corresponde ahora referirme en forma concreta y específica a qué fue lo que encontró el personal policial en el baño de la Sra. Miceli. En tal orden de ideas, habré de referirme concretamente al dinero en pesos, puesto que el dinero en dólares no es objeto de imputación, por lo cual no haré mayores referencias acerca del mismo.
La defensa de la encausada esgrimió en su descargó, que el dinero lo había recibido de manos de su hermano, que fue ella misma quien lo contó y lo dividió en fajos de $ 10.000 cada uno, los que sujeto mediante una faja unida por una cinta, siendo que a otros les colocó una banda elástica.
De todos los testigos presenciales, la única que recordó la división mediante “fajas” fue María Teresa Barco, ya que ni Palo, ni Isaías, Lescano o Guchea mencionaron dicha circunstancia. No obstante ello, dado que el dinero que proviene del Banco Central, así como también el que reconoció Felisa Miceli haber dejado en el baño de su despacho, ya sea en uno u otro caso poseería “fajas” divisorias que envuelven 100 billetes cada una, no se advierte una discrepancia que justifique mayor profundidad probatoria al respecto, con lo cual cabe tener acreditado que el paquete encontrado por los policías, también lo tenía.
DEL EMBALAJE DEL DINERO
Respecto del envoltorio que poseían los $ 100.000 hallados, sostuvo Miguel Ángel Lescano que, “…Palo extrajo el contenido de la bolsa sobre el mármol del baño que consistía en un fajo de billetes, como un ladrillo, cuya suma ascendía a $ 100.000… El testigo manifestó recordar los montos en virtud de que el ‘ladrillo’ tenía una franja de un banco cuyo nombre no recuerda que indicaba el monto...”, y luego a fs. 482 añadió que “…era un fajo de billetes de cien pesos que ascendía a un valor total de cien mil pesos, los cuales se encontraban apilados, es decir, uno sobre otro en una única pila. Que dicho fajo estaba contenido en un envase de plástico cerrado herméticamente, de cuyo interior podía verse un papel que indicaba la suma de dinero allí contenida, es decir, cien mil pesos ($ 100.000).
La testigo María Guchea, al referirse sobre esta misma cuestión, declaró a fs. 137 que “…lo que recuerda la declarante es que al abrirse la bolsa, pudo ver que había un fajo de dinero de billetes de 100 pesos contenidos en un plástico transparente que parecía grueso, de unos 6 o 7 centímetros de alto… Que sólo contaron los billetes dólares, no así los pesos por cuanto como dijera se encontraban en termosellados en plástico transparente… Agrega la declarante que pudo ver en esa oportunidad que el plástico que contenía los billetes de cien pesos tenía una inscripción, no recordando lo que puntualmente decía…”. En ocasión de concurrir al tesoro del Banco Central de la República, a efectos de serle exhibidos distintos lotes de billetes, conforme fs. 474, María Guchea se refirió al dinero encontrado de la siguiente manera: “…era un fajo de billetes de cien pesos, los cuales se encontraban contenidos por un nylon grueso de color transparente de una altura aproximada entre 6 y 7 centímetros. Que ese fajo de billetes estaba compuesto por una sola pila de billetes, es decir no estaban uno al lado del otro, sino uno sobre otro…”. Tras exhibirle a la testigo un “ladrillo” de billetes de cien pesos, intervenidos y clasificados por el Banco Central, dijo “…que el nylon por su grosor y tipo le parece similar al que viera el día 5 de junio de 2007 en el Ministerio de Economía…”.
El oficial Rodrigo Palo, en lo que hace al tema que vengo tratando, indicó “…los pesos estaban embalados en un nylon de plástico transparente…”. Tras ser preguntado de qué manera realizó el conteo del dinero, manifestó que “respecto de los pesos encontrados se guió por lo que decía la faja del envase cerrado que los contenía…También recordó el testigo que el fajo de los pesos tenía un número de lote y la inscripción ‘banco 30’…”. Posteriormente, cuando amplió su declaración y en la sede del tesoro del Banco Central de la República le fueron exhibidos distintos lotes de billetes, conf. fs. 480, dijo respecto del dinero “…se trataba de un solo fajo cuyo envoltorio era de un material transparente similar al plástico de alta densidad al tacto, encontrándose aparentemente termosellado, siendo que los billetes que constituían dicho fajo se encontraban uno arriba de otro, en una única pila. Refirió asimismo que el envoltorio de plástico tenía estampado un sticker autoadhesivo blanco, con un código de barra que rezaba ‘Bco. 30’, el número de lote, y la leyenda ‘millar de $ 100’ o leyenda similar, todo ello inscripto en un color oscuro…”. Luego de exhibírsele un “ladrillo” de billetes de cien pesos, intervenidos y clasificados por el Banco Central, manifestó “…es casi idéntico al que tuvo a la vista el día de los hechos. Que recuerda perfectamente el tipo de termosellado, la estampilla, el código de barras, le mención de millar de cien, el lote y el banco, aclarando que así fue como lo escribió en el acta que labró el 5 de junio de 2007…”.
Por último, el testigo Carlos Enrique Isaías al pronunciarse sobre la cuestión “…afirmó que estaban empaquetados al vacío en nylon transparente y que ese paquete no fue abierto por los efectivos policiales… porque estaba cerrado al vacío y tenía un membrete del banco, y por esa razón, Palo, decidió no abrirlo…El paquete cerrado tenía un rótulo en el que se leía que la cantidad era de $ 100.000….”. A este testigo también se le amplió su declaración testimonial, y se lo hizo concurrir al tesoro del Banco Central donde le fueron exhibidos distintos lotes de billetes, y conf. fs. 476, describió el dinero encontrado como “…un paquete envasado al vacío de plástico transparente, en el cual se veía billetes de cien pesos, de una altura aproximada entre 6 y 7 centímetros. Que ese fajo de billetes estaba compuesto por una sola pila de billetes, es decir no estaban uno al lado del otro, sino uno sobre otro…”. Al exhibírsele un “ladrillo” de billetes de cien pesos, intervenidos y clasificados por el Banco Central, indicó “…es muy parecido al que tuvo a la vista el día de los hechos ya que estaba cerrado al vacío de la misma manera…”.
"2017, te espero - UNITE".