...obediencia maliciosa, o malicia periodística?
El fin de semana pasada vino signado por varias noticias que concitaron especial atención pública: crímenes aberrantes, el tema de la impresora de billetes, la puja por la carta orgánica del BCNR, etc. Entre esas noticias hay una aparentemente intrascendente, pero que a nosotros, los profesionales consumidores de información y cultura universal, nos puede afectar en grado diverso, conforme el área en la que nos desempeñemos. Se trata de la noticia difundida por los medios de prensa acerca de las nuevas disposiciones de la secretaría de Comercio, que fundándose en la Resolución 453/2010 condena ahora a quienes pidan bibliografía al exterior (vía Amazon y similares) a tener que ir a hacer cola en alguna ventanilla de Ezeiza para retirar su envío, previa firma de una declaración jurada comprometiéndose a que el material no tendrá un contenido de plomo superior al permitido por la citada norma. Hasta ahora, quienes recibíamos periódicamente publicaciones del exterior (en mi caso prácticamente siempre libros de contenido científico-médico-jurídico, o histórico ) recibíamos directamente el envío de manos del cartero, en el domicilio indicado como lugar de entrega. En el peor de los casos, si no estábamos, se nos entregaba en la estafeta postal más próxima. A veces ese material era objeto de muestreo por la Aduana, y entonces había que irse hasta el edificio de ésta en Retiro, y bancarse unas tres horas de agobiante espera, entre importadores y recipiendarios diversos de grandes envíos, hasta que aparecía nuestro miserable librito.
Bueno: no conforme con esto, ahora la secretaría de comercio se complacería en complicarnos aún más la vida, y hacernos esperar esas tres o más horas siempre, pero esta vez …¡en Ezeiza!
Pero resulta que si leemos la dichosa Resolución 453/2010 en el BO, salta a la vista que la medida va dirigida a la importación masiva, y no a los pobres infelices que individualmente traemos de cuando en cuando un libro inconseguible aquí, vía “Amazon.com” o similares.
Conclusión: aquí se encierra una inepcia administrativa más, o una malicia más de esas a las que ya estamos acostumbrados. Sesenta y seis años de argentinidad me han enseñado que, frente a estos hechos uno tiene que tratar de indagar cuál es la realidad. Veamos hipótesis:
Hipótesis1) La Secretaría de Comercio desea estimular la impresión local, y desalentar la importación de textos desde el exterior, y buscó el pretexto útil del contenido en plomo de las impresiones. Muy bien, sin duda sería un desiderátum que todo buen material se conociese a través de ediciones nacionales. Pero…¿qué hacemos con el material que cuando se edita en español ya envejeció, porque el original estaba en otro idioma, generalmente en inglés y ocasionalmente en francés o italiano? Por otra parte, el peso que puede tener el ingreso de material a pedido individual y a precio de venta, no al por mayor, nunca podría afectar esa política de poner el palo en la rueda a los importadores al mayoreo y masivamente. ¿Por qué joder una vez más al ciudadano anónimo? ¿No es suficiente ya con los cortes de ruta, los piquetes, y los accidentes de transporte para amargarle la cotidiana existencia?
Hipótesis 2) La Secretaría de comercio careció de personal idóneo para reglamentar y difundir adecuadamente unas normas dirigidas a los importadores comerciales, y no a los individuos aislados que compran libros no al por mayor, sino al precio de venta, con más los gastos de envío por correo. O sea, inepcia administrativa, y pésimas relaciones públicas por parte de ese ente oficial. ¿No habría que aclarar pronto este malentendido, si lo fuese?
Hipótesis 3: Alguien dentro de la secretaría de Comercio quiso colocar a la misma en una situación de ridículo y desprestigio, en lo que algún sociólogo americano denominó “obediencia maliciosa”. La “obediencia maliciosa” consiste en la política del subalterno que aplica las directivas de su superior al pie de la letra, a ultranza, y a rajatabla, sin considerar en absoluto la “ratio legis” de la norma, ni advertirle a su superior de que existen silencios de la norma que deben subsanarse. La intención es que el superior pise la cáscara de banana, y reciba todas las críticas luego. Es una técnica típica de “serruchada de piso”. ¿Habrán querido hacésela a Moreno…?
Hipótesis 4: Ya sabemos que entre el gobierno actual y los dos diarios de mayor tirada,y algún otro económico existe un tira y afloja a veces muy tenso. ¿Habrán malinterpretado maliciosamente las disposiciones de Comercio, para aumentar la habitual oscuridad, embrollo, confusión, y ambigüedad en la que se mueve la administración pública…? ¿Podremos respirar aliviados los infelices ciudadanos anónimos que queremos leer de vez en cuando un libro importado a pedido por Amazon.com?
Probablemente, algunos de los foristas me dirán: ¡qué me importa a mí, si los textos jurídicos acá son todos en español, por lo general de autores nacionales, e impresos aquí! Yo les respondo: sí, pero cuando quieran hacer Derecho Comparado, o Derecho Internacional Público o Privado y tener en su biblioteca los códigos de los países más avanzados de Europa, o tener en la biblioteca la última edición del Black´s Law Dictionary, o introducirse en la insoslayable casuística norteamericana en ciertos temas de alto contenido técnico, o estar al tanto de lo que se cocina en el mundo en materia de economía Política, Derecho Internacional, jusfilosofía, sociología, economía, finanzas, baremos de uso laboral y civil comentados, políticas y modelos tributarios…ya me la van a contar. Las librerías del ramo no se molestan en traer materiales unitarios que les dejan ínfima ganancia. Y ni les cuento en otras profesiones como las basadas en ciencias biológicas o tecnológicas, en las que las cosas cambian y se perfeccionan en plazos cortísimos.
Limitar y dificultar así el acceso al conocimiento, es avieso y vil, por más lindos pretextos que ciertas visiones de campanario encuentren para justificarlo. Total, ellos no tienen problema: viajan de arriba en toda comitiva oficial, desde Nueva York y París a Unga-Dunga, y se traen todo lo que quieren sin pasar por la aduana.
El fin de semana pasada vino signado por varias noticias que concitaron especial atención pública: crímenes aberrantes, el tema de la impresora de billetes, la puja por la carta orgánica del BCNR, etc. Entre esas noticias hay una aparentemente intrascendente, pero que a nosotros, los profesionales consumidores de información y cultura universal, nos puede afectar en grado diverso, conforme el área en la que nos desempeñemos. Se trata de la noticia difundida por los medios de prensa acerca de las nuevas disposiciones de la secretaría de Comercio, que fundándose en la Resolución 453/2010 condena ahora a quienes pidan bibliografía al exterior (vía Amazon y similares) a tener que ir a hacer cola en alguna ventanilla de Ezeiza para retirar su envío, previa firma de una declaración jurada comprometiéndose a que el material no tendrá un contenido de plomo superior al permitido por la citada norma. Hasta ahora, quienes recibíamos periódicamente publicaciones del exterior (en mi caso prácticamente siempre libros de contenido científico-médico-jurídico, o histórico ) recibíamos directamente el envío de manos del cartero, en el domicilio indicado como lugar de entrega. En el peor de los casos, si no estábamos, se nos entregaba en la estafeta postal más próxima. A veces ese material era objeto de muestreo por la Aduana, y entonces había que irse hasta el edificio de ésta en Retiro, y bancarse unas tres horas de agobiante espera, entre importadores y recipiendarios diversos de grandes envíos, hasta que aparecía nuestro miserable librito.
Bueno: no conforme con esto, ahora la secretaría de comercio se complacería en complicarnos aún más la vida, y hacernos esperar esas tres o más horas siempre, pero esta vez …¡en Ezeiza!
Pero resulta que si leemos la dichosa Resolución 453/2010 en el BO, salta a la vista que la medida va dirigida a la importación masiva, y no a los pobres infelices que individualmente traemos de cuando en cuando un libro inconseguible aquí, vía “Amazon.com” o similares.
Conclusión: aquí se encierra una inepcia administrativa más, o una malicia más de esas a las que ya estamos acostumbrados. Sesenta y seis años de argentinidad me han enseñado que, frente a estos hechos uno tiene que tratar de indagar cuál es la realidad. Veamos hipótesis:
Hipótesis1) La Secretaría de Comercio desea estimular la impresión local, y desalentar la importación de textos desde el exterior, y buscó el pretexto útil del contenido en plomo de las impresiones. Muy bien, sin duda sería un desiderátum que todo buen material se conociese a través de ediciones nacionales. Pero…¿qué hacemos con el material que cuando se edita en español ya envejeció, porque el original estaba en otro idioma, generalmente en inglés y ocasionalmente en francés o italiano? Por otra parte, el peso que puede tener el ingreso de material a pedido individual y a precio de venta, no al por mayor, nunca podría afectar esa política de poner el palo en la rueda a los importadores al mayoreo y masivamente. ¿Por qué joder una vez más al ciudadano anónimo? ¿No es suficiente ya con los cortes de ruta, los piquetes, y los accidentes de transporte para amargarle la cotidiana existencia?
Hipótesis 2) La Secretaría de comercio careció de personal idóneo para reglamentar y difundir adecuadamente unas normas dirigidas a los importadores comerciales, y no a los individuos aislados que compran libros no al por mayor, sino al precio de venta, con más los gastos de envío por correo. O sea, inepcia administrativa, y pésimas relaciones públicas por parte de ese ente oficial. ¿No habría que aclarar pronto este malentendido, si lo fuese?
Hipótesis 3: Alguien dentro de la secretaría de Comercio quiso colocar a la misma en una situación de ridículo y desprestigio, en lo que algún sociólogo americano denominó “obediencia maliciosa”. La “obediencia maliciosa” consiste en la política del subalterno que aplica las directivas de su superior al pie de la letra, a ultranza, y a rajatabla, sin considerar en absoluto la “ratio legis” de la norma, ni advertirle a su superior de que existen silencios de la norma que deben subsanarse. La intención es que el superior pise la cáscara de banana, y reciba todas las críticas luego. Es una técnica típica de “serruchada de piso”. ¿Habrán querido hacésela a Moreno…?
Hipótesis 4: Ya sabemos que entre el gobierno actual y los dos diarios de mayor tirada,y algún otro económico existe un tira y afloja a veces muy tenso. ¿Habrán malinterpretado maliciosamente las disposiciones de Comercio, para aumentar la habitual oscuridad, embrollo, confusión, y ambigüedad en la que se mueve la administración pública…? ¿Podremos respirar aliviados los infelices ciudadanos anónimos que queremos leer de vez en cuando un libro importado a pedido por Amazon.com?
Probablemente, algunos de los foristas me dirán: ¡qué me importa a mí, si los textos jurídicos acá son todos en español, por lo general de autores nacionales, e impresos aquí! Yo les respondo: sí, pero cuando quieran hacer Derecho Comparado, o Derecho Internacional Público o Privado y tener en su biblioteca los códigos de los países más avanzados de Europa, o tener en la biblioteca la última edición del Black´s Law Dictionary, o introducirse en la insoslayable casuística norteamericana en ciertos temas de alto contenido técnico, o estar al tanto de lo que se cocina en el mundo en materia de economía Política, Derecho Internacional, jusfilosofía, sociología, economía, finanzas, baremos de uso laboral y civil comentados, políticas y modelos tributarios…ya me la van a contar. Las librerías del ramo no se molestan en traer materiales unitarios que les dejan ínfima ganancia. Y ni les cuento en otras profesiones como las basadas en ciencias biológicas o tecnológicas, en las que las cosas cambian y se perfeccionan en plazos cortísimos.
Limitar y dificultar así el acceso al conocimiento, es avieso y vil, por más lindos pretextos que ciertas visiones de campanario encuentren para justificarlo. Total, ellos no tienen problema: viajan de arriba en toda comitiva oficial, desde Nueva York y París a Unga-Dunga, y se traen todo lo que quieren sin pasar por la aduana.