Los abogados a veces tenemos que enfrentarnos a situaciones difíciles y otras más variopintas. Hace cosa de un mes más o menos, se me acerco un cliente que quería demandar a otra persona porque le había dicho que era calvo. Parece ser que la disputa salió por un problema de aparcamiento, ya que ambos estaban buscando un hueco, y este señor se había metido antes, incluso cuando el otro tenía la luz intermitente indicando su posición. Por lo visto, la persona afectada no tuvo otra cosa que decirle que le haría falta un trasplante capilar. A partir de ahí, todo fue a mayores, empezaron a pelearse en medio del centro comercial donde se encontraba el parking, y al final, han llegado a manos de los abogados.
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