Crónicas norteamericanas
El derecho a colgar la ropa al aire
Por Mario Diament
MIAMI.- El fin de semana pasado, Wei Wang, una mujer que vive en el condado de Montgomery, en Maryland, a poca distancia de Washington, aprovechó el aniversario de la independencia para reclamar públicamente por sus derechos.
Las libertades que demandaba no son aquellas en las que se piensa habitualmente, como igualdad ante la ley o protección contra la discriminación. Lo que Wei Wang exigía era que le permitieran colgar su ropa para que se secase al sol, actividad vedada por la mayoría de los 300.000 consorcios que regulan la vida de 60 millones de propietarios de condominios en todo el país.
Con la excusa de velar por el valor de los inmuebles, estas asociaciones se arrogan el derecho a establecer códigos estéticos; a decidir si se aceptan niños, ancianos, animales, invitados o locatarios dentro del condominio y a ordenar reformas o mantenimiento.
Pero el reclamo de Wei Wang no constituye un hecho aislado. Por el contrario, forma parte de un movimiento ambientalista que comenzó en 1995 y se ha extendido a escala global, que afirma que si la gente secara su ropa al sol en lugar de utilizar secarropas, reduciría el recalentamiento del planeta.
En 2005, según un estudio realizado por la Asociación de Fabricantes de Electrodomésticos, había en Estados Unidos 88 millones de secarropas. Anualmente, estas máquinas consumen el equivalente a unos 30 millones de toneladas de carbón, que es, aproximadamente, la producción de 15 reactores atómicos.
Aunque la imagen de ejemplares varios de ropa interior ondulando al viento evoca más las películas del neorrealismo italiano que una postal de la vida norteamericana, para Alexander Lee, fundador y director ejecutivo del Proyecto Lista de Lavandería, se trata de una aspiración que podría cambiar la dependencia del mundo industrial de las fuentes de energía tradicionales.
Su organización defiende "el derecho a secar" de cada uno y promueve la sanción de legislación en los estados a tal efecto.
Desde su sitio en Internet ( www.laundrylist.org ), el grupo insta a la desobediencia civil frente al poder coercitivo de los consorcios y patrocina un día mundial del colgado de ropa, el 19 de abril, tres días antes del Día de la Tierra.
Lee dice que la revelación que lo condujo a fundar este movimiento le llegó un día de 1995, cuando escuchó a Helen Caldicott, una física y activista antiatómica australiana, afirmar que "si pusiéramos toda nuestra ropa a secar al sol, podríamos cerrar toda la industria de energía nuclear".
Hoy, sólo Florida garantiza el "derecho a secar", aunque Utah y Hawai han sancionado leyes parecidas. En 1999, Vermont se convirtió en el primer estado en introducir un anteproyecto protegiendo el "derecho a secar" ropa al sol. Es allí donde la industria de los dispositivos para colgar ropa ha renacido. Michelle y Joel Baker diseñaron unos postes con sogas para colgar su ropa y el aparato causó tal sensación que comenzaron a llegarles pedidos de diversos lugares del país. En abril, decidieron estrenar su compañía.
La expansión del movimiento a comenzado a preocupar a los consorcios, quienes temen la intromisión de los políticos en un área sobre el cual, hasta el momento, tenían autonomía. Frank Rathbun, vocero del Instituto de Asociaciones Comunitarias, que representa a consorcios, reconoce la necesidad de ejercer responsabilidad ecológica, pero se espanta ante la idea de que algún comprador potencial llegue a uno de estos condominios y sea recibido por líneas de ropa colgando al sol. "No cabe duda de que el valor de las propiedades se verá afectado", reflexiona.
Wei Wang, entretanto, insiste en que no se doblegará ante las cartas amenazantes de los abogados del consorcio. Ha vivido en Inglaterra, Alemania y Holanda donde, según dice, la gente cuelga su ropa sin intromisión. El sol, después de todo, no es jurisdicción de ningún consorcio.
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1029474
El derecho a colgar la ropa al aire
Por Mario Diament
MIAMI.- El fin de semana pasado, Wei Wang, una mujer que vive en el condado de Montgomery, en Maryland, a poca distancia de Washington, aprovechó el aniversario de la independencia para reclamar públicamente por sus derechos.
Las libertades que demandaba no son aquellas en las que se piensa habitualmente, como igualdad ante la ley o protección contra la discriminación. Lo que Wei Wang exigía era que le permitieran colgar su ropa para que se secase al sol, actividad vedada por la mayoría de los 300.000 consorcios que regulan la vida de 60 millones de propietarios de condominios en todo el país.
Con la excusa de velar por el valor de los inmuebles, estas asociaciones se arrogan el derecho a establecer códigos estéticos; a decidir si se aceptan niños, ancianos, animales, invitados o locatarios dentro del condominio y a ordenar reformas o mantenimiento.
Pero el reclamo de Wei Wang no constituye un hecho aislado. Por el contrario, forma parte de un movimiento ambientalista que comenzó en 1995 y se ha extendido a escala global, que afirma que si la gente secara su ropa al sol en lugar de utilizar secarropas, reduciría el recalentamiento del planeta.
En 2005, según un estudio realizado por la Asociación de Fabricantes de Electrodomésticos, había en Estados Unidos 88 millones de secarropas. Anualmente, estas máquinas consumen el equivalente a unos 30 millones de toneladas de carbón, que es, aproximadamente, la producción de 15 reactores atómicos.
Aunque la imagen de ejemplares varios de ropa interior ondulando al viento evoca más las películas del neorrealismo italiano que una postal de la vida norteamericana, para Alexander Lee, fundador y director ejecutivo del Proyecto Lista de Lavandería, se trata de una aspiración que podría cambiar la dependencia del mundo industrial de las fuentes de energía tradicionales.
Su organización defiende "el derecho a secar" de cada uno y promueve la sanción de legislación en los estados a tal efecto.
Desde su sitio en Internet ( www.laundrylist.org ), el grupo insta a la desobediencia civil frente al poder coercitivo de los consorcios y patrocina un día mundial del colgado de ropa, el 19 de abril, tres días antes del Día de la Tierra.
Lee dice que la revelación que lo condujo a fundar este movimiento le llegó un día de 1995, cuando escuchó a Helen Caldicott, una física y activista antiatómica australiana, afirmar que "si pusiéramos toda nuestra ropa a secar al sol, podríamos cerrar toda la industria de energía nuclear".
Hoy, sólo Florida garantiza el "derecho a secar", aunque Utah y Hawai han sancionado leyes parecidas. En 1999, Vermont se convirtió en el primer estado en introducir un anteproyecto protegiendo el "derecho a secar" ropa al sol. Es allí donde la industria de los dispositivos para colgar ropa ha renacido. Michelle y Joel Baker diseñaron unos postes con sogas para colgar su ropa y el aparato causó tal sensación que comenzaron a llegarles pedidos de diversos lugares del país. En abril, decidieron estrenar su compañía.
La expansión del movimiento a comenzado a preocupar a los consorcios, quienes temen la intromisión de los políticos en un área sobre el cual, hasta el momento, tenían autonomía. Frank Rathbun, vocero del Instituto de Asociaciones Comunitarias, que representa a consorcios, reconoce la necesidad de ejercer responsabilidad ecológica, pero se espanta ante la idea de que algún comprador potencial llegue a uno de estos condominios y sea recibido por líneas de ropa colgando al sol. "No cabe duda de que el valor de las propiedades se verá afectado", reflexiona.
Wei Wang, entretanto, insiste en que no se doblegará ante las cartas amenazantes de los abogados del consorcio. Ha vivido en Inglaterra, Alemania y Holanda donde, según dice, la gente cuelga su ropa sin intromisión. El sol, después de todo, no es jurisdicción de ningún consorcio.
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1029474
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