Continuación:
—Siguiendo con ese cursus honorum, ¿negarse a triunfar en las elecciones para diputada frente a la política más popular de los últimos años no sería contradictorio con continuar creciendo?
—Pero puede ser contradictorio con el cumplimiento de la responsabilidad de gobernar la Ciudad de Buenos Aires juntamente con Mauricio Macri.
—La veo muy decidida a no ser candidata a diputada.
—No. Estoy muy convencida de que esto es lo mejor para todos, y que es lo que a mí me hace sentir más cómoda, pero estoy dando la discusión y si estamos en esta situación, también estoy absolutamente dispuesta a que, no convencido Mauricio de esto y con argumentos que tengan el peso necesario, puedo estar disponible para eso. Voy a tratar de que mi manera de ver las cosas sea la que termine primando como decisión, pero sé que no soy la que define totalmente.
—¿La ve a Ocaña regresando al espacio político en el que se encuentra Carrió y saliendo del kirchnerismo?
—La he escuchado manifestarse con mucho respeto y afecto por la Presidenta, como que tiene un apoyo muy fuerte. Y también la he escuchado distanciarse mucho de Carrió, con lo cual me resultaría difícil hoy ver que volviera a formar parte del espacio de Carrió.
—¿Cobos terminará en la UCR-Coalición Cívica o junto al PRO-peronismo?
—Hay muchas dificultades en la relación de Cobos con el radicalismo, y aún más con la Coalición Cívica. La relación entre él y Elisa Carrió no es fácil, así que no lo veo tan sencillo. Dependerá de Cobos, digamos, dónde se siente más cómodo y con quién puede hacer acuerdos políticos más viables.
—¿El discurso confrontativo de Carrió termina alejándole aliados y votantes?
—Me parece que sí. La gente está requiriendo liderazgos más serenos, más integradores, que incluyan, no que excluyan. Y me da la impresión de que después del período de Néstor Kirchner y de Cristina Kirchner la sociedad va a necesitar tener dirigentes más tranquilos, menos confrontativos, menos limitantes en términos de diálogos y de vínculos.
—¿Se parece a Kirchner?
—Tiene una actitud similar en la manera de ponerse en una situación de valuación del resto, de juzgar en función de si están juntos o no.
—¿Es canónica: separa lo que está bien y lo que está mal?
—Si están con ella o no están. Lo mismo que hacen el presidente (sic) o la Presidenta. De cualquier manera, digamos sinceramente, Lilita no tiene nada que ver con Kirchner.
—¿Parecería, entonces, que a Cobos no le quedaría otra alternativa que acercarse al frente Macri-Solá- De Narváez?
—Desde el PRO. Puede ser una buena alternativa porque nosotros estamos muy abiertos a sumar. Podría también él ser un dirigente que uno viera en este acuerdo. Julio Cobos tiene hoy una situación muy problemática, porque, institucionalmente, es el vicepresidente de la Nación. Todos sabemos que no es oficialista, que no es kirchnerista, y que tiene múltiples dificultades y disidencias, pero es muy difícil para él actuar en las elecciones siendo el vicepresidente de este gobierno.
—No le pido que especule sobre las elecciones de 2009 sino sobre las de 2011. ¿Cree que las dificultades que genera Carrió y las que él mismo tiene harán que finalmente se acerque al PRO o que logre recomponer sus relaciones con la Coalición Cívica y con el radicalismo?
—No me animo tanto a decirlo porque tampoco conozco cuán profundas son esas dificultades.
—Imaginando que Macri compita por la presidencia en 2011, ¿en qué puesto usted se siente más útil? ¿Uno ejecutivo, como jefa de Gobierno de la Ciudad, o legislativo, como vicepresidenta de la Nación?
—Con la mirada de hoy, que puede ser distinta de 2011, me gustaría darle continuidad a nuestra gestión acá.
—¿Es cierto que de diciembre de 2007 a noviembre de 2008, el primer año de gobierno, de las 43 sesiones de la Legislatura usted no presidió 40, y que de hecho Diego Santilli, el presidente del bloque del PRO en la Legislatura, preside el cuerpo?
—Totalmente correcto.
—¿Por qué?
—Tengo mucha tranquilidad sobre eso. Si no, no lo hubiera hecho así. Cuando se hizo la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, en 1996, hubo una de esas típicas negociaciones de la política, y como Aníbal Ibarra iba a ser el vicepresidente primero de la legislatura, en la Constitución sacaron todo el poder real que el vicejefe de Gobierno tenía como presidente de la Legislatura, y le dieron todo el poder real, tanto el parlamentario como el administrativo, al vicepresidente primero. Entonces, si yo cumpliera sólo lo que dice la Constitución, lo que tendría que hacer es ir los jueves sólo a presentar proyectos que votan los 60 diputados, no a tener alguna participación, salvo en caso de empate. Pero no tener ninguna participación ni en la labor parlamentaria, ni en la prelabor ni en el manejo administrativo. Nada. Simplemente a presenciar la sesión y a presentar los proyectos para su votación. Y volver el otro jueves, y estar tranquilamente sin hacer nada más que reemplazar al jefe de Gobierno cuando se va. Se imagina que cuando asumí esta responsabilidad no me sentí para nada cómoda pensando que podía hacer eso. Entonces, hicimos una modificación de la Ley de Ministerios y pusimos debajo de la vicejefatura áreas de gestión de Gobierno, y yo tengo muchas áreas de gestión a cargo mío: el área de Derechos Humanos, el de Discapacidad, el consejo Plan Estratégico de la Ciudad, el organismo que se dedica a hacer las relaciones entre el Poder Ejecutivo y el legislativo y los organismos de control. Me estoy olvidando varios, el Programa Bicentenario. Y trabajo todo el día en eso.
—Y si fuera legisladora, sí podría ser vicepresidenta primera.
—Sí, y ahí sí tener el poder real de la Legislatura. Ahí sí uno conduce.
—¿Y que haría Santilli, quien no puede ser legislador porque ya lo fue dos veces?
—Tuvo una primera conversación con Mauricio la semana pasada en la que ni siquiera se asomaron a ese tema. Creo que hablaron más de estrategia política general, pero Diego está en nuestro espacio desde el día uno, y, seguramente, va a tener un lugar importante en el equipo.
—¿Qué ve en Reutemann?
—Creo que es muy lógico que se haya ido del bloque oficialista porque su posición en Santa Fe, en relación con la representación de la gente de campo, se hacía imposible. Me parece que las posiciones que el Gobierno está teniendo en relación al sector del campo son tan inexplicables y tan irracionales que es absolutamente disparatado que él pensara que iba a poder representar a esas personas, que la mayoría vive del campo.
—¿Reutemann le ganará al candidato de Binner en octubre, como indican las encuestas?
—Es el dato que hay. No conozco la política de Santa Fe.
—¿Le gusta más Reutemann o Binner?
—No los conozco. Me parecen muy respetables, no le podría decir que uno más que el otro.
—¿Y Solá empata con ellos?
—Sí, también me parece una persona absolutamente respetable. Los conozco muy poco a los tres, pero me resultan dirigentes que tienen límites, sensatos, razonables.
—Si Reutemann ganase, ¿cree que se presentará como candidato a presidente en 2011, o no descartó esa posibilidad sólo para estar mejor posicionado en las elecciones de este octubre?
—Yo creo que él, intuitivamente, va a ser candidato a gobernador.
—Reutemann tendrá casi 70 años en 2011, mientras que Macri tendrá 52; Carrió y Cobos, 55; De Narváez, 57, y Solá, 59. ¿Tras Obama y la idea de cambio, la juventud importa más?
—No lo veo (a Reutemann) como una persona que sienta que no tiene la energía para ser presidente. Me parece que el suyo es un tema de personalidad, centrada en los temas de Santa Fe. Siempre ha estado muy metido en su provincia, y por eso, digo intuitivamente, que quiere enfocar eso. Pero sí creo que hay temas generacionales en la política, y que incluso se está dando en el mundo entero la característica de que ahora se eligen presidentes más jóvenes.
—¿Hay un romance platónico entre Reutemann y Carrió? Ella dice que “el ‘Lole’ es lindo”, y él dice, públicamente, que “tiene una relación personal con ella, desde hace 20 años” y que “la admira”. ¿Qué le indica su instinto femenino?
—¡Un romance platónico! ¡Qué bueno! Ja, ja.
—Ambos se tiran flores públicamente.
—Se deben apreciar mucho, y me da la impresión de que ahí también juega la cuestión de las personas que vienen del interior. Eso acerca. Evidentemente, tienen una muy buena relación
—¿El deseo máximo de Carrió es que la fórmula del 2011 sea Carrió-Reutemann?
—Sí, lo he escuchado.
—Así como no cree que Reutemann desee ser presidente, ¿también descarta que desee ser vicepresidente?
—Yo no descarto nada, pero me da la impresión de que él tiene mucho más foco sobre Santa Fe. Pero esto no quiere decir que en algún momento no mire más allá y, como dijo en ese momento, quiera ser candidato a presidente.
—¿Qué pasó con la renuncia de Jorge Macri, primo de Mauricio, al frente del PRO en la provincia de Buenos Aires?
—Jorge tuvo una charla personal con Mauricio la semana pasada y a partir de esa reunión había pedido correrse del partido un tiempo. Quedamos con Mauricio en que me iba a contar más en detalle cuando volviera, y Jorge también se fue de viaje.
—¿No le parece sintomático, justo después del acuerdo con Solá y De Narváez?
—En el momento en que me lo comentó Mauricio pensé que tenía que ver con eso, pero otras personas del partido dicen que eran temas personales.
—¿Quedó enojado Francisco De Narváez por cómo se hizo el acuerdo con Solá?
—No. Lo llamó el mismo lunes a la mañana a Mauricio con una actitud muy positiva, diciéndole que estaba muy de acuerdo con lo que había hecho, que era una buena jugada y una muy buena iniciativa.
—¿Por qué De Narváez tendría que cederle el primer lugar en la lista a Solá si en las encuestas él mide mejor que el ex gobernador?
—No sé, en esas cosas prefiero no meterme porque son temas que van a ser una discusión muy delicada, muy propia de las reu-niones que ellos vayan teniendo. Es una cuestión de ellos y la Provincia.
—¿Por qué Duhalde descarta internas para saber quién encabeza las listas bonaerenses del properonismo? ¿Las internas beneficiarían a De Narváez?
—Los que dicen que no se puede hacer internas hacen referencia a que no sería un partido el que las está haciendo, sino una cosa más amplia, y se estaría fuera de lo institucional o del marco jurídico que el sistema de partidos políticos tiene. Y eso es verdad.
—¿Le gustaría que el partido que integra resuelva las candidaturas por internas?
—Sí, en el mediano plazo, cuando estemos constituidos con mayor cantidad de dirigentes. Hasta ahora, ha sido todo por consenso porque somos pocos. Pero hay que tender a eso, y hay que lograrlo en todos los partidos políticos.
—¿No le pasa a Solá lo mismo que a Carrió? Son conocidos por todo el mundo, pero también por eso tienen alta su imagen negativa; y a De Narváez le pasa lo mismo que a usted: son conocidos por menos gente pero tienen, también por eso, bajísima imagen negativa.
—La imagen negativa, obviamente, se adquiere a través del tiempo, cuando la gente nos puede ver actuar, y ver si le gusta lo que hacemos y no hacemos. Los que somos más nuevos estamos más beneficiados con esa situación.
—En el reportaje anterior me contó que tenía pensado votar para presidente por Carrió en las elecciones pasadas ¿Votó por ella?
—No, porque el partido decidió que apoyábamos a López Murphy y lo voté.
—Un antecedente de disciplina partidaria. Sobre Carrió dijo en diciembre pasado que ella era “muy personalista y más sesgada que yo en la construcción política, y por eso estamos en espacios diferentes”. Pero Carrió sigue repitiendo que con usted va a cualquier lado. ¿Carrió la quiere más a usted, que usted a ella?
—Yo tengo un respeto muy importante por ella, y además le tengo aprecio. Más allá de que a veces me enojo y me da bronca alguna de las cosas que hace, creo que es una persona muy valiosa para el sistema político argentino. Lo que me distancia es que limita demasiado las posibilidades de construcción, y cuando ella etiqueta de una manera tan rápida y facilista situaciones que son un poco más complejas, y que además, están compuestas por personas muy razonables, que no tienen cuestionamientos éticos o de deshonestidad, que son las cosas en que ella hace tanto hincapié. Ahí me da un poco de bronca. Me parece que ella, en ese punto cierra un poco, las puertas y las posibilidades de vínculos.
—Después de un año de ejercicio del poder, ¿su visión del gobierno de Telerman, y de Telerman, es la misma o es mejor?
—Siempre dije que Telerman tuvo una diferencia con el gobierno de Ibarra. Intentó generar una dinámica de solución de problemas en la gestión que no existía en el gobierno anterior. El tiempo que tuvo para mostrar eso y la falta de poder político que tenía, más en el desorden en que se hizo esa gestión, creo que le quitaron la entidad que podría haber tenido. No encontramos situaciones de corrupción de su gobierno, por ahí estructurales, pero no de su gobierno, pero sí un desorden en las cuentas, atrasos en los pagos que tuvimos que corregir, cosas que fueron complicadas.
—¿Le gustaría que Telerman se sumase al PRO-peronismo?
—El ya ha definido un proyecto más localista. Me da la impresión de que tiene puesta la mirada en conformar un proyecto para la Ciudad de Buenos Aires. No lo veo con aspiraciones a una transformación del país.
—Hace pocos meses, al cumplirse un año de su gobierno, dijo: “Con Mauricio (Macri), pecamos de una mezcla de voluntarismo y soberbia”. ¿Qué fue voluntarismo y qué soberbia?
—Voluntarismo por esto de pensar que con el trabajo de 14 horas por día, incluyendo los fines de semana, podríamos tomar más rápidamente el timón al barco. Ahí había un exceso de voluntarismo, porque por más que trabajáramos 14 horas por día y los fines de semana, y noches, y a veces a cualquier hora, lo cierto es que nos costó mucho los primeros meses tomar el timón del barco. Y soberbia es un poco la misma cosa.
—¿Subestimaron problemas?
—Subestimamos. Un poco por la falta de experiencia que el equipo tenía. Y también subestimamos los problemas que tenía la Ciudad. Los atrasos de pagos son de esas cosas por las que después cuesta muchísimo arrancar una gestión y lanzar licitaciones, y que los proveedores quieran presentarse a las licitaciones.
—¿Es Nicolás Caputo el gran contratista de la Ciudad y, a la vez, una especie de jefe de Gabinete de Macri en las sombras?
—Es un amigo personal de Mauricio desde la infancia que ha colaborado con este proyecto desde el día uno, y que ha apoyado a Mauricio permanentemente, porque es una de las personas de su mayor confianza. Nicolás ha colaborado no sólo con apoyo afectivo, intelectual y de cercanía emocional con Mauricio, sino también con el financiamiento de este proyecto con su propio patrimonio. Es un empresario que tiene con la Ciudad de Buenos Aires apenas, no sé, dos o tres obras menores. Y son cosas que quedaron de licitaciones de gobiernos anteriores, ni siquiera en el nuestro. Una licitación en el gobierno de Ibarra, creo, y otra en el gobierno de Telerman.
—¿Fue usted la artífice principal de que Macri decidiera no ampliar las concesiones del juego a Cristóbal López?
—Fui una de las personas que junto con Marcos Peña, Diego Santilli, Horacio Rodríguez Larreta consideramos que era una situación muy delicada. Si bien con su lógica Mauricio la planteaba al principio, también él terminó absolutamente convencido de que no era lo que tenía que hacer para tratar de tener más dinero para el presupuesto de la Ciudad de Buenos Aires.
—Usted comenzó su carrera como asesora de la Comisión de Gestión Internacional de la Gobernación de la provincia de Buenos Aires entre 1989 y 1991. Luego ingresó a la Subsecretaría de Industria entre 1996 y 1998, y a la de Comercio Exterior del Ministerio de Economía entre 1998 y 1999. En enero de 2000 fue nombrada directora de Negociaciones Comerciales Internacionales del Ministerio de Economía, hasta julio 2001. Y trabajó para el BID y el Banco Mundial entre 2002 y 2003. ¿Por qué siendo una especialista en las normas de la Organización Mundial de Comercio, nunca se refiere públicamente a temas económicos?
—Porque al estar muy metida en la política y en el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires hace que esos temas no sean trascendentes. Es una discusión que tiene mucho más que ver con la política nacional.
—¿Hablar de economía la haría lucir más fría?
—No tengo ningún temor en opinar de esas cosas, pero me parece que me tengo que ocupar de la ciudad y de la gobernabilidad de la ciudad, pero si me preguntan de economía y de comercio internacional, por supuesto que puedo opinar.
—¿Cómo ve esta crisis mundial que estamos atravesando?
—Con mucha preocupación, porque siento que todos los economistas están bastante desconcertados y perdidos en términos de qué es lo que significa esta crisis a futuro, cuánto va a durar. No se encuentran muchos parámetros ni coincidencias, y todo el mundo dice que es una crisis diferente, y vamos a tener que pilotearla sobre la coyuntura. Va a ir cambiando y no se puede planificar. Todo el mundo dice “no planifique demasiado estrictamente, porque en lo que planifique muy rígido se va a equivocar”. De cualquier manera, confío, por ejemplo, en la visión que está teniendo Obama del tema, en apoyarse un poco en lo que es la referencia de la crisis del 29, y poner otra vez al Estado en juego para volver a una lógica de mercado de mayor control, lo que no implica pasarse al otro lado tampoco.
—¿La crisis termina en 2009 o sigue en 2010?
—Creo que el año próximo todavía va a tener consecuencias.
—¿Habrá un crecimiento del proteccionismo?
—No. Creo que exista la posibilidad y la oportunidad de algo intermedio, que no sea el boom de la especulación infinita, que termina en lo que terminó, como creo que también tenemos ya la experiencia de un control excesivo, nos permite pensar que habrá una cosa más en el medio.
—¿Cuál es su pronóstico sobre la crisis en la Argentina?
—A partir del segundo semestre se va a sentir de manera más contundente en el descenso de las exportaciones. Muchas empresas están teniendo cortes en las demandas del exterior brutales. No es que les dicen “te compro un quince por ciento menos”. No, “no te compro nunca más nada”. No sé qué va a pasar.
—¿Cómo notan en la Ciudad la recaudación?, ¿qué pasó en enero y en febrero?
—Hay síntomas de que va a caer, no tiene el mismo crecimiento que el año pasado de mes a mes ni en relación a enero del año pasado.
—¿Cuál fue la recaudación de enero de este año respecto de enero del año pasado?
—El crecimiento en el mes de enero fue sólo del 7 por ciento. Número que indica una tendencia significativa a la baja, sobre todo teniendo en cuenta que los impactos concretos de la crisis internacional van a comenzar a sentirse mucho más fuertemente en el mes de marzo.
—Como experta en comercio internacional, ¿cómo resolvería el conflicto por las retenciones?
—El campo está en una situación a la que se suma la caída de los precios internacionales y la problemática del clima. Ese dinero tiene que quedar en la actividad agropecuaria para poder seguir teniendo la vitalidad que nos ha dado en los últimos años. Suspendería las retenciones y luego, en diálogo de verdad, sin tratar de desunir, de jugar a la política confrontativa con las entidades del campo, empezar a hacer también transferencia de recursos a las provincias no sólo a las que apoyan en las elecciones. Hacer una política transparente sentando a todos los gobernadores. Es un momento de consenso y de regionalizar, y de ver cómo hacemos para que no sea lo político electoral lo que defina la política con el campo, sino la posibilidad de crecimiento de la Argentina y de las distintas regiones.
—¿Biolcati fue traicionado por De Vido y su prestigio como dirigente quedó herido de muerte?
—Eso depende mucho de la confianza que se tengan entre ellos. Escuché a Buzzi hablar de que por más que Biolcati se haya reunido con el ministro de Planificación, a la mesa y a las entidades no les complicaba para nada su unión.
—¿Biolcati sobreactuó su desmentida de la reunión con De Vido al ironizar sobre lo publicado por “Página/12” (el diario que dio la primicia de esos encuentros el domingo, pasado)?
—El comportamiento de la dirigencia del campo es de las mejores noticias socioculturales que hemos tenido. Más allá de tener históricamente diferencias muy importantes, verlos como han trabajado en conjunto, tener cautela todo el tiempo, manejar lo fragmentado que es esta cuestión de las representaciones del campo en el interior…
—¿A Minguens le hubiese pasado lo mismo?
—Está bien, antes estaba Miguens, ahora Biolcati, pero nos han dado muestras como dirigentes de que pueden actuar de una manera distinta de lo que venimos viendo en la dirigencia.
—Usted contó en reportajes anteriores que al principio, más de una vez, terminaba llorando por discusiones con Macri, y tiempo después él bromeaba: “¿Ves? Al menos ya no te hago llorar”. ¿Por qué lloraba al principio?
—Llorar suena como muy dramático, era como una cosa de angustia en la vehemencia de la discusión, y medio que se entrecorta la voz. Yo era presidenta de un bloque de legisladores muy complicado, con diferencias internas muy difíciles de saldar. Fue una inexperiencia absoluta como fuerza política de haber considerado sólo el plan A, que era ganar y dejar la Legislatura que sea lo que Dios quiera. Lo que me complicaba mucho en la relación era que sentía que él (Macri) no terminaba de entender, yo estaba emocionalmente muy involucrada con la complejidad de lo que era manejar esa situación y presidir un bloque de legisladores sin haber tenido experiencia política, meterse así como en la pileta de una sin saber nadar. Trataba de explicar la complejidad de todo eso, y Mauricio no lo veía tan complejo, y lo simplificaba. Era como estar uno fuera de la hoguera, y yo ahí adentro. Esa era la diferencia y la situación emocional que nos complicaba.
—¿No teme ser un equivalente de lo que fue Graciela Fernández Meijide para De la Rúa y que le suceda algo parecido?
—Tengo mucha conciencia de que eso puede pasar, y de que no tiene que pasar. Son las cosas de las que tendremos que aprender para no volver a cometer los mismos errores. Por eso, yo hago tanto hincapié en que uno no tiene que poner el carro adelante del caballo y estar todo el tiempo pensando en ver cómo llego a tal lado, sino en tener consistencia, en ganar solidez, capacitarse mejor.
—Gabriela Cerruti, quien de alguna manera la precedió en su cargo, dijo que usted es “la gran encubridora de Macri y la que le pone el discurso ideológico para el otro lado”. ¿Qué piensa de esa afirmación?
—Que son chicanas, títulos para que peguen en un diario. Y no tengo ninguna intención de entrar en una pelea tan menor.
—¿Usted le aportó a Macri un componente vital para su cambio de imagen y para llegar a una mayor cantidad de gente?
—Una cosa es aportar, y yo sé que aporto, que quiere decir sumar, que quiere decir poner sobre la mesa las capacidades que uno tiene, la energía, las ideas, y otra cosa es blanquear o encubrir, porque eso implicaría que Macri es malo, que no es una persona que tiene verdadera vocación política, sino otros intereses. Da la impresión, digamos, de estar hablando de un político al que hay que encubrirle cosas.
continua.....
—Siguiendo con ese cursus honorum, ¿negarse a triunfar en las elecciones para diputada frente a la política más popular de los últimos años no sería contradictorio con continuar creciendo?
—Pero puede ser contradictorio con el cumplimiento de la responsabilidad de gobernar la Ciudad de Buenos Aires juntamente con Mauricio Macri.
—La veo muy decidida a no ser candidata a diputada.
—No. Estoy muy convencida de que esto es lo mejor para todos, y que es lo que a mí me hace sentir más cómoda, pero estoy dando la discusión y si estamos en esta situación, también estoy absolutamente dispuesta a que, no convencido Mauricio de esto y con argumentos que tengan el peso necesario, puedo estar disponible para eso. Voy a tratar de que mi manera de ver las cosas sea la que termine primando como decisión, pero sé que no soy la que define totalmente.
—¿La ve a Ocaña regresando al espacio político en el que se encuentra Carrió y saliendo del kirchnerismo?
—La he escuchado manifestarse con mucho respeto y afecto por la Presidenta, como que tiene un apoyo muy fuerte. Y también la he escuchado distanciarse mucho de Carrió, con lo cual me resultaría difícil hoy ver que volviera a formar parte del espacio de Carrió.
—¿Cobos terminará en la UCR-Coalición Cívica o junto al PRO-peronismo?
—Hay muchas dificultades en la relación de Cobos con el radicalismo, y aún más con la Coalición Cívica. La relación entre él y Elisa Carrió no es fácil, así que no lo veo tan sencillo. Dependerá de Cobos, digamos, dónde se siente más cómodo y con quién puede hacer acuerdos políticos más viables.
—¿El discurso confrontativo de Carrió termina alejándole aliados y votantes?
—Me parece que sí. La gente está requiriendo liderazgos más serenos, más integradores, que incluyan, no que excluyan. Y me da la impresión de que después del período de Néstor Kirchner y de Cristina Kirchner la sociedad va a necesitar tener dirigentes más tranquilos, menos confrontativos, menos limitantes en términos de diálogos y de vínculos.
—¿Se parece a Kirchner?
—Tiene una actitud similar en la manera de ponerse en una situación de valuación del resto, de juzgar en función de si están juntos o no.
—¿Es canónica: separa lo que está bien y lo que está mal?
—Si están con ella o no están. Lo mismo que hacen el presidente (sic) o la Presidenta. De cualquier manera, digamos sinceramente, Lilita no tiene nada que ver con Kirchner.
—¿Parecería, entonces, que a Cobos no le quedaría otra alternativa que acercarse al frente Macri-Solá- De Narváez?
—Desde el PRO. Puede ser una buena alternativa porque nosotros estamos muy abiertos a sumar. Podría también él ser un dirigente que uno viera en este acuerdo. Julio Cobos tiene hoy una situación muy problemática, porque, institucionalmente, es el vicepresidente de la Nación. Todos sabemos que no es oficialista, que no es kirchnerista, y que tiene múltiples dificultades y disidencias, pero es muy difícil para él actuar en las elecciones siendo el vicepresidente de este gobierno.
—No le pido que especule sobre las elecciones de 2009 sino sobre las de 2011. ¿Cree que las dificultades que genera Carrió y las que él mismo tiene harán que finalmente se acerque al PRO o que logre recomponer sus relaciones con la Coalición Cívica y con el radicalismo?
—No me animo tanto a decirlo porque tampoco conozco cuán profundas son esas dificultades.
—Imaginando que Macri compita por la presidencia en 2011, ¿en qué puesto usted se siente más útil? ¿Uno ejecutivo, como jefa de Gobierno de la Ciudad, o legislativo, como vicepresidenta de la Nación?
—Con la mirada de hoy, que puede ser distinta de 2011, me gustaría darle continuidad a nuestra gestión acá.
—¿Es cierto que de diciembre de 2007 a noviembre de 2008, el primer año de gobierno, de las 43 sesiones de la Legislatura usted no presidió 40, y que de hecho Diego Santilli, el presidente del bloque del PRO en la Legislatura, preside el cuerpo?
—Totalmente correcto.
—¿Por qué?
—Tengo mucha tranquilidad sobre eso. Si no, no lo hubiera hecho así. Cuando se hizo la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, en 1996, hubo una de esas típicas negociaciones de la política, y como Aníbal Ibarra iba a ser el vicepresidente primero de la legislatura, en la Constitución sacaron todo el poder real que el vicejefe de Gobierno tenía como presidente de la Legislatura, y le dieron todo el poder real, tanto el parlamentario como el administrativo, al vicepresidente primero. Entonces, si yo cumpliera sólo lo que dice la Constitución, lo que tendría que hacer es ir los jueves sólo a presentar proyectos que votan los 60 diputados, no a tener alguna participación, salvo en caso de empate. Pero no tener ninguna participación ni en la labor parlamentaria, ni en la prelabor ni en el manejo administrativo. Nada. Simplemente a presenciar la sesión y a presentar los proyectos para su votación. Y volver el otro jueves, y estar tranquilamente sin hacer nada más que reemplazar al jefe de Gobierno cuando se va. Se imagina que cuando asumí esta responsabilidad no me sentí para nada cómoda pensando que podía hacer eso. Entonces, hicimos una modificación de la Ley de Ministerios y pusimos debajo de la vicejefatura áreas de gestión de Gobierno, y yo tengo muchas áreas de gestión a cargo mío: el área de Derechos Humanos, el de Discapacidad, el consejo Plan Estratégico de la Ciudad, el organismo que se dedica a hacer las relaciones entre el Poder Ejecutivo y el legislativo y los organismos de control. Me estoy olvidando varios, el Programa Bicentenario. Y trabajo todo el día en eso.
—Y si fuera legisladora, sí podría ser vicepresidenta primera.
—Sí, y ahí sí tener el poder real de la Legislatura. Ahí sí uno conduce.
—¿Y que haría Santilli, quien no puede ser legislador porque ya lo fue dos veces?
—Tuvo una primera conversación con Mauricio la semana pasada en la que ni siquiera se asomaron a ese tema. Creo que hablaron más de estrategia política general, pero Diego está en nuestro espacio desde el día uno, y, seguramente, va a tener un lugar importante en el equipo.
—¿Qué ve en Reutemann?
—Creo que es muy lógico que se haya ido del bloque oficialista porque su posición en Santa Fe, en relación con la representación de la gente de campo, se hacía imposible. Me parece que las posiciones que el Gobierno está teniendo en relación al sector del campo son tan inexplicables y tan irracionales que es absolutamente disparatado que él pensara que iba a poder representar a esas personas, que la mayoría vive del campo.
—¿Reutemann le ganará al candidato de Binner en octubre, como indican las encuestas?
—Es el dato que hay. No conozco la política de Santa Fe.
—¿Le gusta más Reutemann o Binner?
—No los conozco. Me parecen muy respetables, no le podría decir que uno más que el otro.
—¿Y Solá empata con ellos?
—Sí, también me parece una persona absolutamente respetable. Los conozco muy poco a los tres, pero me resultan dirigentes que tienen límites, sensatos, razonables.
—Si Reutemann ganase, ¿cree que se presentará como candidato a presidente en 2011, o no descartó esa posibilidad sólo para estar mejor posicionado en las elecciones de este octubre?
—Yo creo que él, intuitivamente, va a ser candidato a gobernador.
—Reutemann tendrá casi 70 años en 2011, mientras que Macri tendrá 52; Carrió y Cobos, 55; De Narváez, 57, y Solá, 59. ¿Tras Obama y la idea de cambio, la juventud importa más?
—No lo veo (a Reutemann) como una persona que sienta que no tiene la energía para ser presidente. Me parece que el suyo es un tema de personalidad, centrada en los temas de Santa Fe. Siempre ha estado muy metido en su provincia, y por eso, digo intuitivamente, que quiere enfocar eso. Pero sí creo que hay temas generacionales en la política, y que incluso se está dando en el mundo entero la característica de que ahora se eligen presidentes más jóvenes.
—¿Hay un romance platónico entre Reutemann y Carrió? Ella dice que “el ‘Lole’ es lindo”, y él dice, públicamente, que “tiene una relación personal con ella, desde hace 20 años” y que “la admira”. ¿Qué le indica su instinto femenino?
—¡Un romance platónico! ¡Qué bueno! Ja, ja.
—Ambos se tiran flores públicamente.
—Se deben apreciar mucho, y me da la impresión de que ahí también juega la cuestión de las personas que vienen del interior. Eso acerca. Evidentemente, tienen una muy buena relación
—¿El deseo máximo de Carrió es que la fórmula del 2011 sea Carrió-Reutemann?
—Sí, lo he escuchado.
—Así como no cree que Reutemann desee ser presidente, ¿también descarta que desee ser vicepresidente?
—Yo no descarto nada, pero me da la impresión de que él tiene mucho más foco sobre Santa Fe. Pero esto no quiere decir que en algún momento no mire más allá y, como dijo en ese momento, quiera ser candidato a presidente.
—¿Qué pasó con la renuncia de Jorge Macri, primo de Mauricio, al frente del PRO en la provincia de Buenos Aires?
—Jorge tuvo una charla personal con Mauricio la semana pasada y a partir de esa reunión había pedido correrse del partido un tiempo. Quedamos con Mauricio en que me iba a contar más en detalle cuando volviera, y Jorge también se fue de viaje.
—¿No le parece sintomático, justo después del acuerdo con Solá y De Narváez?
—En el momento en que me lo comentó Mauricio pensé que tenía que ver con eso, pero otras personas del partido dicen que eran temas personales.
—¿Quedó enojado Francisco De Narváez por cómo se hizo el acuerdo con Solá?
—No. Lo llamó el mismo lunes a la mañana a Mauricio con una actitud muy positiva, diciéndole que estaba muy de acuerdo con lo que había hecho, que era una buena jugada y una muy buena iniciativa.
—¿Por qué De Narváez tendría que cederle el primer lugar en la lista a Solá si en las encuestas él mide mejor que el ex gobernador?
—No sé, en esas cosas prefiero no meterme porque son temas que van a ser una discusión muy delicada, muy propia de las reu-niones que ellos vayan teniendo. Es una cuestión de ellos y la Provincia.
—¿Por qué Duhalde descarta internas para saber quién encabeza las listas bonaerenses del properonismo? ¿Las internas beneficiarían a De Narváez?
—Los que dicen que no se puede hacer internas hacen referencia a que no sería un partido el que las está haciendo, sino una cosa más amplia, y se estaría fuera de lo institucional o del marco jurídico que el sistema de partidos políticos tiene. Y eso es verdad.
—¿Le gustaría que el partido que integra resuelva las candidaturas por internas?
—Sí, en el mediano plazo, cuando estemos constituidos con mayor cantidad de dirigentes. Hasta ahora, ha sido todo por consenso porque somos pocos. Pero hay que tender a eso, y hay que lograrlo en todos los partidos políticos.
—¿No le pasa a Solá lo mismo que a Carrió? Son conocidos por todo el mundo, pero también por eso tienen alta su imagen negativa; y a De Narváez le pasa lo mismo que a usted: son conocidos por menos gente pero tienen, también por eso, bajísima imagen negativa.
—La imagen negativa, obviamente, se adquiere a través del tiempo, cuando la gente nos puede ver actuar, y ver si le gusta lo que hacemos y no hacemos. Los que somos más nuevos estamos más beneficiados con esa situación.
—En el reportaje anterior me contó que tenía pensado votar para presidente por Carrió en las elecciones pasadas ¿Votó por ella?
—No, porque el partido decidió que apoyábamos a López Murphy y lo voté.
—Un antecedente de disciplina partidaria. Sobre Carrió dijo en diciembre pasado que ella era “muy personalista y más sesgada que yo en la construcción política, y por eso estamos en espacios diferentes”. Pero Carrió sigue repitiendo que con usted va a cualquier lado. ¿Carrió la quiere más a usted, que usted a ella?
—Yo tengo un respeto muy importante por ella, y además le tengo aprecio. Más allá de que a veces me enojo y me da bronca alguna de las cosas que hace, creo que es una persona muy valiosa para el sistema político argentino. Lo que me distancia es que limita demasiado las posibilidades de construcción, y cuando ella etiqueta de una manera tan rápida y facilista situaciones que son un poco más complejas, y que además, están compuestas por personas muy razonables, que no tienen cuestionamientos éticos o de deshonestidad, que son las cosas en que ella hace tanto hincapié. Ahí me da un poco de bronca. Me parece que ella, en ese punto cierra un poco, las puertas y las posibilidades de vínculos.
—Después de un año de ejercicio del poder, ¿su visión del gobierno de Telerman, y de Telerman, es la misma o es mejor?
—Siempre dije que Telerman tuvo una diferencia con el gobierno de Ibarra. Intentó generar una dinámica de solución de problemas en la gestión que no existía en el gobierno anterior. El tiempo que tuvo para mostrar eso y la falta de poder político que tenía, más en el desorden en que se hizo esa gestión, creo que le quitaron la entidad que podría haber tenido. No encontramos situaciones de corrupción de su gobierno, por ahí estructurales, pero no de su gobierno, pero sí un desorden en las cuentas, atrasos en los pagos que tuvimos que corregir, cosas que fueron complicadas.
—¿Le gustaría que Telerman se sumase al PRO-peronismo?
—El ya ha definido un proyecto más localista. Me da la impresión de que tiene puesta la mirada en conformar un proyecto para la Ciudad de Buenos Aires. No lo veo con aspiraciones a una transformación del país.
—Hace pocos meses, al cumplirse un año de su gobierno, dijo: “Con Mauricio (Macri), pecamos de una mezcla de voluntarismo y soberbia”. ¿Qué fue voluntarismo y qué soberbia?
—Voluntarismo por esto de pensar que con el trabajo de 14 horas por día, incluyendo los fines de semana, podríamos tomar más rápidamente el timón al barco. Ahí había un exceso de voluntarismo, porque por más que trabajáramos 14 horas por día y los fines de semana, y noches, y a veces a cualquier hora, lo cierto es que nos costó mucho los primeros meses tomar el timón del barco. Y soberbia es un poco la misma cosa.
—¿Subestimaron problemas?
—Subestimamos. Un poco por la falta de experiencia que el equipo tenía. Y también subestimamos los problemas que tenía la Ciudad. Los atrasos de pagos son de esas cosas por las que después cuesta muchísimo arrancar una gestión y lanzar licitaciones, y que los proveedores quieran presentarse a las licitaciones.
—¿Es Nicolás Caputo el gran contratista de la Ciudad y, a la vez, una especie de jefe de Gabinete de Macri en las sombras?
—Es un amigo personal de Mauricio desde la infancia que ha colaborado con este proyecto desde el día uno, y que ha apoyado a Mauricio permanentemente, porque es una de las personas de su mayor confianza. Nicolás ha colaborado no sólo con apoyo afectivo, intelectual y de cercanía emocional con Mauricio, sino también con el financiamiento de este proyecto con su propio patrimonio. Es un empresario que tiene con la Ciudad de Buenos Aires apenas, no sé, dos o tres obras menores. Y son cosas que quedaron de licitaciones de gobiernos anteriores, ni siquiera en el nuestro. Una licitación en el gobierno de Ibarra, creo, y otra en el gobierno de Telerman.
—¿Fue usted la artífice principal de que Macri decidiera no ampliar las concesiones del juego a Cristóbal López?
—Fui una de las personas que junto con Marcos Peña, Diego Santilli, Horacio Rodríguez Larreta consideramos que era una situación muy delicada. Si bien con su lógica Mauricio la planteaba al principio, también él terminó absolutamente convencido de que no era lo que tenía que hacer para tratar de tener más dinero para el presupuesto de la Ciudad de Buenos Aires.
—Usted comenzó su carrera como asesora de la Comisión de Gestión Internacional de la Gobernación de la provincia de Buenos Aires entre 1989 y 1991. Luego ingresó a la Subsecretaría de Industria entre 1996 y 1998, y a la de Comercio Exterior del Ministerio de Economía entre 1998 y 1999. En enero de 2000 fue nombrada directora de Negociaciones Comerciales Internacionales del Ministerio de Economía, hasta julio 2001. Y trabajó para el BID y el Banco Mundial entre 2002 y 2003. ¿Por qué siendo una especialista en las normas de la Organización Mundial de Comercio, nunca se refiere públicamente a temas económicos?
—Porque al estar muy metida en la política y en el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires hace que esos temas no sean trascendentes. Es una discusión que tiene mucho más que ver con la política nacional.
—¿Hablar de economía la haría lucir más fría?
—No tengo ningún temor en opinar de esas cosas, pero me parece que me tengo que ocupar de la ciudad y de la gobernabilidad de la ciudad, pero si me preguntan de economía y de comercio internacional, por supuesto que puedo opinar.
—¿Cómo ve esta crisis mundial que estamos atravesando?
—Con mucha preocupación, porque siento que todos los economistas están bastante desconcertados y perdidos en términos de qué es lo que significa esta crisis a futuro, cuánto va a durar. No se encuentran muchos parámetros ni coincidencias, y todo el mundo dice que es una crisis diferente, y vamos a tener que pilotearla sobre la coyuntura. Va a ir cambiando y no se puede planificar. Todo el mundo dice “no planifique demasiado estrictamente, porque en lo que planifique muy rígido se va a equivocar”. De cualquier manera, confío, por ejemplo, en la visión que está teniendo Obama del tema, en apoyarse un poco en lo que es la referencia de la crisis del 29, y poner otra vez al Estado en juego para volver a una lógica de mercado de mayor control, lo que no implica pasarse al otro lado tampoco.
—¿La crisis termina en 2009 o sigue en 2010?
—Creo que el año próximo todavía va a tener consecuencias.
—¿Habrá un crecimiento del proteccionismo?
—No. Creo que exista la posibilidad y la oportunidad de algo intermedio, que no sea el boom de la especulación infinita, que termina en lo que terminó, como creo que también tenemos ya la experiencia de un control excesivo, nos permite pensar que habrá una cosa más en el medio.
—¿Cuál es su pronóstico sobre la crisis en la Argentina?
—A partir del segundo semestre se va a sentir de manera más contundente en el descenso de las exportaciones. Muchas empresas están teniendo cortes en las demandas del exterior brutales. No es que les dicen “te compro un quince por ciento menos”. No, “no te compro nunca más nada”. No sé qué va a pasar.
—¿Cómo notan en la Ciudad la recaudación?, ¿qué pasó en enero y en febrero?
—Hay síntomas de que va a caer, no tiene el mismo crecimiento que el año pasado de mes a mes ni en relación a enero del año pasado.
—¿Cuál fue la recaudación de enero de este año respecto de enero del año pasado?
—El crecimiento en el mes de enero fue sólo del 7 por ciento. Número que indica una tendencia significativa a la baja, sobre todo teniendo en cuenta que los impactos concretos de la crisis internacional van a comenzar a sentirse mucho más fuertemente en el mes de marzo.
—Como experta en comercio internacional, ¿cómo resolvería el conflicto por las retenciones?
—El campo está en una situación a la que se suma la caída de los precios internacionales y la problemática del clima. Ese dinero tiene que quedar en la actividad agropecuaria para poder seguir teniendo la vitalidad que nos ha dado en los últimos años. Suspendería las retenciones y luego, en diálogo de verdad, sin tratar de desunir, de jugar a la política confrontativa con las entidades del campo, empezar a hacer también transferencia de recursos a las provincias no sólo a las que apoyan en las elecciones. Hacer una política transparente sentando a todos los gobernadores. Es un momento de consenso y de regionalizar, y de ver cómo hacemos para que no sea lo político electoral lo que defina la política con el campo, sino la posibilidad de crecimiento de la Argentina y de las distintas regiones.
—¿Biolcati fue traicionado por De Vido y su prestigio como dirigente quedó herido de muerte?
—Eso depende mucho de la confianza que se tengan entre ellos. Escuché a Buzzi hablar de que por más que Biolcati se haya reunido con el ministro de Planificación, a la mesa y a las entidades no les complicaba para nada su unión.
—¿Biolcati sobreactuó su desmentida de la reunión con De Vido al ironizar sobre lo publicado por “Página/12” (el diario que dio la primicia de esos encuentros el domingo, pasado)?
—El comportamiento de la dirigencia del campo es de las mejores noticias socioculturales que hemos tenido. Más allá de tener históricamente diferencias muy importantes, verlos como han trabajado en conjunto, tener cautela todo el tiempo, manejar lo fragmentado que es esta cuestión de las representaciones del campo en el interior…
—¿A Minguens le hubiese pasado lo mismo?
—Está bien, antes estaba Miguens, ahora Biolcati, pero nos han dado muestras como dirigentes de que pueden actuar de una manera distinta de lo que venimos viendo en la dirigencia.
—Usted contó en reportajes anteriores que al principio, más de una vez, terminaba llorando por discusiones con Macri, y tiempo después él bromeaba: “¿Ves? Al menos ya no te hago llorar”. ¿Por qué lloraba al principio?
—Llorar suena como muy dramático, era como una cosa de angustia en la vehemencia de la discusión, y medio que se entrecorta la voz. Yo era presidenta de un bloque de legisladores muy complicado, con diferencias internas muy difíciles de saldar. Fue una inexperiencia absoluta como fuerza política de haber considerado sólo el plan A, que era ganar y dejar la Legislatura que sea lo que Dios quiera. Lo que me complicaba mucho en la relación era que sentía que él (Macri) no terminaba de entender, yo estaba emocionalmente muy involucrada con la complejidad de lo que era manejar esa situación y presidir un bloque de legisladores sin haber tenido experiencia política, meterse así como en la pileta de una sin saber nadar. Trataba de explicar la complejidad de todo eso, y Mauricio no lo veía tan complejo, y lo simplificaba. Era como estar uno fuera de la hoguera, y yo ahí adentro. Esa era la diferencia y la situación emocional que nos complicaba.
—¿No teme ser un equivalente de lo que fue Graciela Fernández Meijide para De la Rúa y que le suceda algo parecido?
—Tengo mucha conciencia de que eso puede pasar, y de que no tiene que pasar. Son las cosas de las que tendremos que aprender para no volver a cometer los mismos errores. Por eso, yo hago tanto hincapié en que uno no tiene que poner el carro adelante del caballo y estar todo el tiempo pensando en ver cómo llego a tal lado, sino en tener consistencia, en ganar solidez, capacitarse mejor.
—Gabriela Cerruti, quien de alguna manera la precedió en su cargo, dijo que usted es “la gran encubridora de Macri y la que le pone el discurso ideológico para el otro lado”. ¿Qué piensa de esa afirmación?
—Que son chicanas, títulos para que peguen en un diario. Y no tengo ninguna intención de entrar en una pelea tan menor.
—¿Usted le aportó a Macri un componente vital para su cambio de imagen y para llegar a una mayor cantidad de gente?
—Una cosa es aportar, y yo sé que aporto, que quiere decir sumar, que quiere decir poner sobre la mesa las capacidades que uno tiene, la energía, las ideas, y otra cosa es blanquear o encubrir, porque eso implicaría que Macri es malo, que no es una persona que tiene verdadera vocación política, sino otros intereses. Da la impresión, digamos, de estar hablando de un político al que hay que encubrirle cosas.
continua.....
"2017, te espero - UNITE".