Mi hijo se metió en el medio de la cama y me echó a codazos, así que estoy aca a las cuatro menos cuarto, sin poder dormirme y los voy a molestar con algunas de mis pavadas literarias que puse en mi Facebook:
Las frases de consuelo y alivio
Sábado, 09 de abril de 2011 a las 18:20
Cada vez que me ha tocado pasar por tiempos difíciles, gente bienintencionada me ha dicho que Dios (o el universo) nunca nos da mas carga o problemas de los que podamos manejar.
Después de algunas consideraciones, he reflexionado acerca de ese comentario y concluyo en que es una reverenda mierda. Decir esto solo tiene sentido después que te ha tocado salir del inmundo pozo del problema, una vez que te las ingeniaste para arrastrarte con los codos hasta la playa salvadora de la calamidad en que Dios (o el universo) hayan decidido que tenés que conocer hasta salir exhausto del esfuerzo físico o mental que la salida te requiera, mas cansado, mas harto del mundo y mas malhumorado. Y una vez que resolviste el problema, o por la razón que sea estás afuera de el, ¿qué sentido tiene la frase?. Ninguno.
Nadie usaría esa frasecita para darle alivio a alguien a quien atropelló un colectivo y está enyesado en una cama del Fernández, o que ha sufrido la muerte de alguien cercano porque sabe que se expone, si el que las escucha tiene un mínimo de movilidad en sus miembros, a recibir un golpe en la cara por imbécil. "Dios (o el universo) nunca te dan mas peso del que puedas llevar", cuando se me está incendiando la casa, mas que un alivio es una tomada del poco pelo que me queda.
Otra cosa que escucho es “Esto ya va a pasar”. Nuevamente, estas palabras buscan llevar tranquilidad y paz pero, de alguna manera, siempre tengo la sensación que el dolor emocional, el odio y la tristezar -nuestros problemas se reducen básicamente a esos tres sentimientos- solo salen del cuerpo del mismo modo como lo harían unas piedritas en el riñón, esto es, con un dolor inmenso a través de una uretra inflamada. Salen con dolor. Van a pasar, es cierto, pero antes vas a experimentar un dolor tan intenso y molesto como una infección urinaria y para cuando eso haya sucedido, no vas a precisar palabras de alivio porque vas a estar planchado del cansancio y solo vas a querer dormir.
Para alguien en crisis, pienso que un consejo mas certero y saludable sería mirarlo fijo y decirle un “El amor, el sexo, la comida, la amistad, el arte, los juegos, la belleza y el simple placer de una taza de café son todos muy buenos, pero no olvides que Dios (o el universo) te matará de la manera en que se le ocurra y cuando a el se le ocurra y agradecé que eso no suceda ahora mientras estamos hablando, conformate con eso”. Pensá en esto la próxima vez en que debas consolar a alguien. No lleva mucho alivio, es cierto, pero es una visión realista del problema. Y lo es porque ni siquiera se concentra en el problema sino que vas mas allá, a la cosmogonía de las personas y a la composición de todo su mundo existencial.
Si sos impiadoso hasta podrías decir un “De acuerdo a las reglas de la comedia, tu sufrimiento va a resultarte simpático después de un determinado tiempo. Quizá no ahora, mientras ves como se incendia tu casa, o mientras lees el espantoso resultado de tu chequeo médico, o mientras estás aprendiendo como reemplazar sexualmente a una mujer con tu compañero de celda, pero, en el Gran Circo de la Vida, eso va a suceder en algún momento”.
Asegurate de hacer este comentario a una distancia prudencial, porque la gente que busca ser consolada no espera esta clase de frases y podría reaccionar violentamente con vos, la gente busca ser consolada con frases hechas que la misma sociedad nos ha acosumbrado a decir y repetir como loros.
Mejor, antes que hacer comentarios, serví dos cafés y preparate a escuchar.
Al menos, si el problemático que te toca soy yo.
El costado negativo del mundo perfecto
Domingo, 10 de abril de 2011 a las 22:11
En un futuro próximo, vamos a ver tecnología de escaneo cerebral que va a poder determinar, con absoluta certeza, si alguien nos está diciendo la verdad.
Un breve tiempo después, podremos comprar dispositivos móviles que nos permitirán hacer la misma tarea, pero en forma portátil y sencilla.
En otras palabras, todo lo que digamos será monitoreado todo el tiempo por el resto de la sociedad –o la porción de la sociedad para la cual tengamos algún tipo de interés- para establecer su veracidad.
Esto, a su vez, desarrollará una contratecnología compuesta por cascos personales que neutralizarán a los detectores de la verdad, impidiendo de ese modo el escaneo de la veracidad. Por supuesto, todos sabremos que quienes usan esos cascos son mentirosos y que no es conveniente celebrar un negocio, comenzar una relación y ni tan siquiera prestar atención a lo que diga acerca de sus últimas vacaciones en Las Toninas, ya que las posibilidades que estemos ante un farsante serán muy elevadas. Es que el casco lo delata y con el tiempo los que usan cascos se verán radiados al ostracismo, del cual solo podrán salir sin sus cascos –que pondrán en evidencia la veracidad de sus pensamientos.
El resultado final será que la honestidad universal, inicialmente impuesta como resultado de un condicionamiento tecnológico, será la norma social. Luego, de a poco, este modo de pensar, de comunicarse y de comportarse socialmente como personas honestas será la regla, una conducta seguida en forma instintiva y sin necesidad de cascos ni detectores por todos en el mundo.
Esto llevará al nacimiento de una civilización nueva, el fin de la mentira dará nacimiento a la paz mundial y pondrá fin al sufrimiento milenario de la raza humana, el bien entre los hombres será la norma y la honestidad como valor absoluto –del cual se desprenden el resto de los valores positivos de la humanidad- será una regla de oro que hará una verdadera delicia la vida en este planeta. El paraíso en la tierra.
Por supuesto, el fin de la mentira también señalará el fin de los litigios judiciales, ya que en general dos personas honestas y sensatas bien pueden ponerse de acuerdo tomando un café y limar sus diferencias de buena fe sin necesidad de terceros, ni abogados ni jueces. El principal proveedor de materia prima del sistema judicial, y por derivación de los abogados, que suele ser un deshonesto (su cliente o la contraparte) desaparecerán como tales y los abogados tendrán tanta vigencia en la sociedad futura como ahora la tienen las fábricas de sombreros, los vendedores de caballos de paseo y los establecimientos que reparan carretas para viajar al interior del país.
A saber, ninguna clase de vigencia, los abogados desapareceremos como los dinosaurios, como las fábricas de sombreros.
Como verán, incluso una vida planetaria deliciosa con paz entre todos y amor a raudales también tiene un costado negativo.
Tengo los bolsillos llenos de verdades (by Charlie)