Esto de la mediación civil y comercial fue muy mal manejado desde sus inicios en nuestro inefable medio jurídico.
Empezamos pintando una realidad internacional que no era tal. Confundimos figuras como la italiana del mediatore que de mediador no tiene absolutamente nada (es el corredor comercial). Creímos que los europeos estaban fascinados con el instituto mediatorio, cuando en las librerías jurídicas de París, Madrid, o Roma al tema no le dan bola. Nos fascinamos con la mediación de los colombianos, y ellos no son capaces de ponerse de acuerdo ni un poquito con las FARC. Nos enamoramos de la mediación de los chinos, que no es otra cosa que un padrinazgo estilo Don Corleone con ojos oblicuos, y que existe en los medios rurales desde tiempos inmemoriales. Vinieron los americanos de la escuela de Harvard, y nos recordaron algunos principios elementales de psicología y sociología y negociación con los que se manejan a alto nivel empresarial en las gigantescas firmas de Manhattan; pero se olvidaron de contarnos que para los simples mortales "de color", o chicanos, o WASPS pobres, los mediadores son ex-jueces o abogados jubilados que sencillamente "dicen" el derecho a las partes, con ausencia de innecesarios abogados, y las hacen aterrizar rápidamente en la realidad. Perdimos la gran oportunidad de formar un cuerpo de mediadores con numerus clausus y requisitos inexcusables de excelencia y suficiente experiencia laboral previa. Reemplazamos la experiencia y la capacitación previa por interminables cursillitos obligatorios anuales, y…¡poniendo estaba la gansa…! Negocio docente redondo, con público obligado. Y cuando se formó un cuerpo clauso, fue de la noche a la mañana, para el fuero laboral (creo acordarme de las objeciones de muchos juristas, como Remo Entelman en aquella oportunidad). Típicamente rioplatense. También nos las ingeniamos para hacer de la mediación una exigencia cautivante: pero en el sentido de la cautividad carcelaria, de la que no se puede escapar. En los EEUU la mediación surgió como una interesante opción para ahorrarles mucho dinero a las grandes empresas, y por supuesto que de obligatoria no tuvo nada. Después se difundió para otros estratos sociales mucho menos privilegiados, pero minga de técnicas de Harvard: el diagnóstico redondito, y si no te gusta…a litigar, que allá no es broma.
Acá la cosa se tomó con la exageración y la desmesura que siempre nos caracterizó en estas pampas inmensas. La mediación entró en los colegios, los clubes, las iglesias, las comunas, la vida universitaria, los hospitales,etc. con variables y probablemente positivos resultados civilizatorios en una sociedad proclive a la prepotencia. Desde este punto de vista, entiendo que se le pueda entregar un cartón pintado (diploma) a cualquiera que aprenda a dialogar con criterio y respeto por las ideas y sentires ajenos. Ahora… de allí a convertirlos en auxiliares de la Justicia, hay un largo trecho.
Si les interesa, se la sigo. Habría mucho más que decir.