Efectivamente, Norma: existen tantos modelos de mediación, como modelos de terapia familiar. O como modelos psicoanalíticos. A la postre, tantos modelos como personajes carismáticos se han sabido rodear de una escuela. Mucho palabrerío, y unas pocas nociones tomadas un poquitín de las técnicas negociatorias, un tanto de psicología convencional, algún tanto de sistema PAN, otro poquitín de la psicolingüística, otro poquito de las terapias cognitivo-conductuales, y mucho de astucia personal y conocimiento de las debilidades humanas. De todos ha sido William Uri el que mejores réditos en materia de honorarios docentes y venta de libros ha obtenido en el mercado editorial.
Y volviendo a mi anterior post, no quiero olvidarme, al hablar de los Profesionales Asistentes, de una profesión cuyo empleo en tres oportunidades me resultó invalorable: los arquitectos. No los empleé en mediación, sino en negociaciones extrajudiciales, en temas de vecindad, medianería, y condominio, frente a colegas letrados con suficiente flexibilidad para negociar por fuera de lo convencional, aunque tercos como mulas frente a ciertas realidades. Los arquitectos vinieron, tomaron medidas, y pim-pam-pum plantearon la solución -en gran parte basada en su eximio conocimiento de la legislación vigente en materia edilicia- y lograron sin ninguna escuela mediante que las partes se aviniesen (no sin cierto mascullamiento inevitable, por puro orgullo) y terminasen una confrontación que amenazaba ser de esas que se eternizan.
Y volviendo a mi anterior post, no quiero olvidarme, al hablar de los Profesionales Asistentes, de una profesión cuyo empleo en tres oportunidades me resultó invalorable: los arquitectos. No los empleé en mediación, sino en negociaciones extrajudiciales, en temas de vecindad, medianería, y condominio, frente a colegas letrados con suficiente flexibilidad para negociar por fuera de lo convencional, aunque tercos como mulas frente a ciertas realidades. Los arquitectos vinieron, tomaron medidas, y pim-pam-pum plantearon la solución -en gran parte basada en su eximio conocimiento de la legislación vigente en materia edilicia- y lograron sin ninguna escuela mediante que las partes se aviniesen (no sin cierto mascullamiento inevitable, por puro orgullo) y terminasen una confrontación que amenazaba ser de esas que se eternizan.