Dmitri Ivanovna y su familia huyeron a Vostochnyy, paraje montañés donde tenía una humilde propiedad abandonada.
Habían dejado todo, solo llevaron lo puesto y huyeron a escondidas de los sirvientes. Dmitri había canjeado a unos menesterosos, valijas llenas de sus prendas y las de su familia por unos cuantos trapos sucios. Solo conservo un abrigo de piel de oso para uno de su familia que oculto en unos sacos de trigo, para abrigarse de noche ya que la leña había sido confiscado por el comité revolucionario de cada localidad y se había prohibido la tala. Los cuatro partieron de noche. Elisabeth, su esposa, Lisie y Alexei, sus hijos, partieron en burros, dejando atrás la formidable cuadrilla de caballos rusos que fueron el orgullo del Imperio, y de la familia Ivanovna por casi dos siglos, desde que el Zar , lo adopto como aras del imperio….
… Ya casi no le quedaban provisiones y debería conseguirlas hasta que la situación se normalizara. Hacia casi dos meses que la revolución bolchevique había asesinado al zar, a su familia y a todos los nobles reconocidos….
Dmitri se había marchado a francia hacia el 1900, y meses previo a la revolución, recibió cartas de su madre Adelaida anunciando la caída del imperio.
La mañana estaba fría, era viernes y fue a hacer fila para la entrega de provisiones
Se había dejado la barba y se había cortado a cuchillo su prominente mostacho al estilo europeo, su cabello estaba desalineado y con unas pinturas de su esposa se había intentado tapar las muecas que el monóculo le había dejado luego de tantos años entre la nariz el pómulo y la ceja.
La gente hacía estaba esperando de las primeras horas de la mañana, el clima era festivo, charlaban animados, se hacían bromas, algunos canturreaban sones revolucionarios. El pueblo parecía que había cobrado vida.
Dmitri, trataba pasar desapercibido, caminaba desfachatadamente, y le puso a su tono de voz la sequedad y parquedad propia de los piamonteses. Durante años cambio caballos por vinos de Toulouse, zona montañosa de francia.
Los que estaban adelante cantaban y bebían, y le ofrecieron a Dmitri un trago. Le pareció repugnante compartir de la botella, pero no podía rechazar semejante invitación.
-Estos comunistas comparten tanto el vodka como el mal gusto. Pensaba Dmitri.
Luego de un tímido sorbo sin apoyar casi los labios en el pico de la botella , pregunto.
- Que nos repartirán hoy… ¡¿Camaradas?! ( el término “camaradas” sonó rebuscado para todos incluso para él.)
- Lo de siempre: pan, leche, huevo, leña y una gallina
- La gallina nos la dan pelada, porque en otros lugares la dan pelada.
Todos echaron a reír.
- Dijo uno de la fila: Hey Alexander … pregunta el foráneo si la gallina viene pelada?
- Claro… si la quiere cocida y condimentada que me la pida nomás
Rieron mas fuerte aún y siguieron con sus cantos. Una anciana se le acerco y le dijo:
-La gallina viene viva
-Viva!!- Exclamo Dmitri.
-Cierre la boca sino quiere que lo descubran señor.
-Usted debe estar confundida Señora, yo no tenga nada de que ser descubierto.
-Como quiera, pero aquí se trata mal a los nobles Ivanovna- Y dando media vuelta se fue.
Dmitri quedo congelado, no por el frio de la mañana sino por la revelación de la ancia.
La fila comenzó a marchar y se empezaron a entregar las provisiones. Un viejo no dejaba de mirarlo fijamente, y Dmitri eludía su mirada. De vez en cuando giraba la cabeza para el costado el viejo lo seguía mirando. Dmitri sabía que no iba a ser fácil pasar desapercibido. La estirpe como decía su abuelo, se huele.
…En épocas del zar, los pobres hacían filas en tiempos de hambruna, ahora, las hacían para los bolcheviques. Los hijos de la madre Rusia, ahora disfrutaban de la casa vacía...
Cuando llego su turno, le pusieron las cosas encima del mostrador, las tomó y se estaba dando la vuelta cuando una matrona del lugar, empujo al comisario del partido y le tomo por el brazo. Dmitri dejó caer las cosas del susto. Bruscamente, le tomó las manos y las vio. Eran blancas, sin arrugas, con uñas apenas crecidas sin mugre, y con vestigios de esmalte. Dmitri había olvidado ensuciar sus manos, que aún llevaban la marca del anillo familiar y del anillo del sello imperial….
Así estaba yo ese día en el anses, desde muy temprano, como todos, esperando a que la Señora “Z” me atendiera, era un obrero más en este nuevo régimen y un señalado del régimen anterior. Pero lo cierto es que algunos fuera cual fuera el régimen siempre hacían cola. Jajajajaja
En mi larga espera tuve tiempo para observarla mientras pensaba en lo que me había dicho un pensador nómada moderno. “Todas las personas tienen al menos dos puertas por donde uno entra a su mundo interior la primera tiene llave y la segunda está siempre abierta. Lo difícil es descubrir las puertas y segundo saber cual es la que está abierta…” Decía “Don José”, el verdulero ambulante que pasaba todos jueves por mi casa.
Pero en la realidad el busto de Sarmiento evocaba más que el rostro de “Z”
Habían dejado todo, solo llevaron lo puesto y huyeron a escondidas de los sirvientes. Dmitri había canjeado a unos menesterosos, valijas llenas de sus prendas y las de su familia por unos cuantos trapos sucios. Solo conservo un abrigo de piel de oso para uno de su familia que oculto en unos sacos de trigo, para abrigarse de noche ya que la leña había sido confiscado por el comité revolucionario de cada localidad y se había prohibido la tala. Los cuatro partieron de noche. Elisabeth, su esposa, Lisie y Alexei, sus hijos, partieron en burros, dejando atrás la formidable cuadrilla de caballos rusos que fueron el orgullo del Imperio, y de la familia Ivanovna por casi dos siglos, desde que el Zar , lo adopto como aras del imperio….
… Ya casi no le quedaban provisiones y debería conseguirlas hasta que la situación se normalizara. Hacia casi dos meses que la revolución bolchevique había asesinado al zar, a su familia y a todos los nobles reconocidos….
Dmitri se había marchado a francia hacia el 1900, y meses previo a la revolución, recibió cartas de su madre Adelaida anunciando la caída del imperio.
La mañana estaba fría, era viernes y fue a hacer fila para la entrega de provisiones
Se había dejado la barba y se había cortado a cuchillo su prominente mostacho al estilo europeo, su cabello estaba desalineado y con unas pinturas de su esposa se había intentado tapar las muecas que el monóculo le había dejado luego de tantos años entre la nariz el pómulo y la ceja.
La gente hacía estaba esperando de las primeras horas de la mañana, el clima era festivo, charlaban animados, se hacían bromas, algunos canturreaban sones revolucionarios. El pueblo parecía que había cobrado vida.
Dmitri, trataba pasar desapercibido, caminaba desfachatadamente, y le puso a su tono de voz la sequedad y parquedad propia de los piamonteses. Durante años cambio caballos por vinos de Toulouse, zona montañosa de francia.
Los que estaban adelante cantaban y bebían, y le ofrecieron a Dmitri un trago. Le pareció repugnante compartir de la botella, pero no podía rechazar semejante invitación.
-Estos comunistas comparten tanto el vodka como el mal gusto. Pensaba Dmitri.
Luego de un tímido sorbo sin apoyar casi los labios en el pico de la botella , pregunto.
- Que nos repartirán hoy… ¡¿Camaradas?! ( el término “camaradas” sonó rebuscado para todos incluso para él.)
- Lo de siempre: pan, leche, huevo, leña y una gallina
- La gallina nos la dan pelada, porque en otros lugares la dan pelada.
Todos echaron a reír.
- Dijo uno de la fila: Hey Alexander … pregunta el foráneo si la gallina viene pelada?
- Claro… si la quiere cocida y condimentada que me la pida nomás
Rieron mas fuerte aún y siguieron con sus cantos. Una anciana se le acerco y le dijo:
-La gallina viene viva
-Viva!!- Exclamo Dmitri.
-Cierre la boca sino quiere que lo descubran señor.
-Usted debe estar confundida Señora, yo no tenga nada de que ser descubierto.
-Como quiera, pero aquí se trata mal a los nobles Ivanovna- Y dando media vuelta se fue.
Dmitri quedo congelado, no por el frio de la mañana sino por la revelación de la ancia.
La fila comenzó a marchar y se empezaron a entregar las provisiones. Un viejo no dejaba de mirarlo fijamente, y Dmitri eludía su mirada. De vez en cuando giraba la cabeza para el costado el viejo lo seguía mirando. Dmitri sabía que no iba a ser fácil pasar desapercibido. La estirpe como decía su abuelo, se huele.
…En épocas del zar, los pobres hacían filas en tiempos de hambruna, ahora, las hacían para los bolcheviques. Los hijos de la madre Rusia, ahora disfrutaban de la casa vacía...
Cuando llego su turno, le pusieron las cosas encima del mostrador, las tomó y se estaba dando la vuelta cuando una matrona del lugar, empujo al comisario del partido y le tomo por el brazo. Dmitri dejó caer las cosas del susto. Bruscamente, le tomó las manos y las vio. Eran blancas, sin arrugas, con uñas apenas crecidas sin mugre, y con vestigios de esmalte. Dmitri había olvidado ensuciar sus manos, que aún llevaban la marca del anillo familiar y del anillo del sello imperial….
Así estaba yo ese día en el anses, desde muy temprano, como todos, esperando a que la Señora “Z” me atendiera, era un obrero más en este nuevo régimen y un señalado del régimen anterior. Pero lo cierto es que algunos fuera cual fuera el régimen siempre hacían cola. Jajajajaja
En mi larga espera tuve tiempo para observarla mientras pensaba en lo que me había dicho un pensador nómada moderno. “Todas las personas tienen al menos dos puertas por donde uno entra a su mundo interior la primera tiene llave y la segunda está siempre abierta. Lo difícil es descubrir las puertas y segundo saber cual es la que está abierta…” Decía “Don José”, el verdulero ambulante que pasaba todos jueves por mi casa.
Pero en la realidad el busto de Sarmiento evocaba más que el rostro de “Z”