Interesante análisis:
Una boda en Punta del Este, un almuerzo peronista con polémicas en el microcentro y un cumpleaños en San Telmo fueron lo más saliente de esta semana. El balneario oriental (en realidad, la vecina Rocha) se prepara para el verano (y más fiestas) con algún cuestionamiento a proyectos inmobiliarios que podrían cambiarle la cara; allí se habló del «tema edecanas», y que este cambio de sexo en los militares que asistirán a la presidente se debería más a un tema de celos que a la corrección política. En un restorán, un economista provocó la ira de algunos de sus contertulios con imputaciones de dudosa comprobación a gobiernos anteriores, y explicó el poder de convicción de un alumno suyo, hoy futuro ministro. Veamos.
«País alienante, la Argentina: el gobierno se hace votar una ley de emergencia cuando no hay emergencia (¿cómo se llamará la ley el día que haya una emergencia?) y un proyecto político de centro (Mauricio Macri) que empieza en la Capital endeudándose en el exterior, aumentando los impuestos y aprobándose superpoderes para el jefe. ¿Esa es la alternativa al kirchnerismo? No hay posibilidad de cambio, entonces: hay que resignarse porque carecemos de destino; ya parecemos gobernados por los que egresarán del colegio secundario Carlos Pellegrini, quienes pueden derribar al rector cuando se les da la gana.» Párrafo de un invitado en una fiesta del otro lado del río.
Mucho Tortugas en Punta del Este, casi anticipando la temporada veraniega. Gente de ese country bonaerense para acompañar a su vecino y médico Ramón Leiguarda (uno de los dueños del Fleni), cuya hija se casó en La Candelaria -cerca del Puerto- y luego festejó en el hotel Las Cumbres, atractivo lugar para el week end sin compañía oficial (según observaban algunos pícaros caballeros). Dos presencias casi incunables en la fiesta, seguramente pacientes o consultores del padrino, no habituales en este tipo de eventos y casi desaparecidos de la acción social en los últimos tiempos: Amalia Lacroze de Fortabat (de celeste riguroso como le gusta, enjoyada como más le gusta, más delgada y no por una dieta) y Carlos Pedro Blaquier, de impecable traje oscuro con su mujer Cristina Khallouf, sin celebrar la última decisión del Congreso que lo habilita generosamente para desarrollarse -como al magnate George Soros- aún más en el negocio del azúcar (bioetanol). También él parecía más pálido y delgado.
Como fue al mediodía, las mujeres con traje de cóctel y los hombres, como militares, casi todos uniformados con saco azul (unos pocos sin corbata: Teddy García Mansilla y Pacho O'Donnell). Magro copetín con abundancia de tragos, luego una entrada con jamón y una ensalada de quesos, bife de lomo salseado con papas y, de postre, una tarteleta de frutilla con helado (y un aditamento curioso: una botellita con una salsa inglesa para cambiar los sabores). Santiago Soldati, Constancio Vigil, Bernardo Neustadt, Jorge Pereyra de Olazábal, el oftalmólogo Roberto Zaldívar, Carlos Tramutola padre, Alejandro Bulgheroni, el reaparecido Ricardo Cossio de la DGI, Jorge Fiorito, Carlos Fontán Balestra, Alito Tfeli (a quien asediaban con preguntas sobre Carlos Menem), gente que elegía la mesa donde ubicarse -salvo Blaquier y la Fortabat, con asientos fijos-, para charlar hasta el hartazgo pues el baile comenzó pasadas las 18 y el reparto del cotillón a las 19. Como es de imaginar, a esa hora no quedaba ningún mayor de 40 años.
Clima no precisamente kirchnerista, obvio, más curioso del futuro gobierno (o del actual, que es lo mismo) que de lo que pueda producir. Preguntas como «¿esto de las edecanas es porque le gusta a ella o es porque él puede considerarse un hombre celoso?». Se coincidió en que podría ser una aspiración de la señora Cristina, pero un conocedor señaló que a él, ni en broma, le gustan los comentarios sobre la belleza de su mujer. Menos, las miradas. Hasta, en el colmo de la interpretación sobre esos nocivos sentimientos, sugirió que algún funcionario o cercano perdió relevancia por algún atrevimiento oral o visual. Comentarios de verano, claro, como la insistencia sobre una porfía en el matrimonio, luego de las elecciones, en que ambos pujaron con vehemencia por la introducción o no de nuevos ministros o secretarios de Estado. Más o menos lo que ya filtró el periodismo, con el agregado de una frase atribuida a la dama: «Yo no te molesté en los 4 años y medio de gobierno, espero que hagas lo mismo conmigo». Gente que quizás quiere ver en el horizonte lo que no se percibe en la superficie.
Mezclados con opiniones enojadas por el affaire Botnia, las demoras de Aerolíneas Argentinas en los vuelos ( muchos llegaron con 4 horas de atraso al balneario) y hasta la megafiesta que los vendedores inmobiliarios de Miami (de Bal Harbour) preparan para este fin de año en Punta del Este, también se precisaron otros datos. Por ejemplo, cierto disgusto del obediente Héctor Capaccioli con su numen Alberto Fernández, ya que el encargado de las obras sociales se imaginó titular del PJ de la Capital o ministro de Trabajo -en realidad no lo imaginó: se lo anticiparon- y, como se sabe, deberá persistir en la categoría de funcionario influyente (en lo sindical) pero relegado. Además, ve el encumbramiento de una Graciela Ocaña que no le es simpática en el Ministerio de Salud y, por supuesto, ese ascenso no le sienta bien. Al respecto, como había muchos médicos en la celebración, se comentó que varios de los jóvenes que acompañan a la « hormiguita» convertida en ministro deslizan rayos y centellas sobre la gestión de Ginés González García, quien marcha de embajador a Chile. Dicen -estos recién llegados o a punto de llegar, calificados a sí mismos como los «4-40» (por la banda que acompaña al cantante caribeño Juan Luis Guerra), algo así como un sub-20 de la Salud- que el ministro está asediado por difíciles cuestiones judiciales y le imputan anomalías en su administración. Profesionales del sector, no demasiado proclives a González García, sin embargo replicaban: hay que reconocerle avances contra la mortalidad infantil en el noroeste, ciertas desprolijidades no podrían negar esta realidad.
Después, comentarios en las mesas de algunos vecinos reconocidos de Rocha contra el desarrollo inmobiliario que piensa realizar Eduardo Costantini en esa zona poco explotada sobre la playa uruguaya: entienden que perderán la paz en la que ellos invirtieron (afectados, entre otros, Soldati, Eduardo Antelo, los Rocca de Techint, Bulgheroni). Pero el progreso llega, claro. Más eufórico estaba un empresario dedicado a la yerba mate: ocurre que los brasileños -según contaba- han creado una cerveza a partir de la planta que nutre al mate, que ya se vende en ese país (Dado Bier), producto que el próximo año llegará para la venta al Uruguay y a la Argentina. Casi todos entusiasmados por la posible expansión de plantaciones dedicadas a un solo servicio (el mate) que, al revés del lúpulo tradicional, la nueva bebida ofrece más propiedades naturales, energizantes y estimulantes. ¿Habrá que invertir en yerba mate?, se preguntaban los más despiertos. Al tiempo que discurrían, viajeros casi todos, sobre la nueva complicación que instalaron los Estados Unidos para ingresar a su país: cada visitante, como ya se sabe, desde este mes deberá aplicar sus 10 dedos para comprobar su identidad en la Aduana, una forma de controlar mejor a los viajeros por razones de seguridad, pero que agregará demoras a un acceso ya particularmente hoy demorado. El precio a pagar, tal vez, para no soportar nuevos atentados. A nadie, igual, ese proceso lo pone contento. Mientras, el autor de la parrafada que inició este quincho, desafió a varios contertulios: «Apuesto la cifra que quieran. Yo creo que los Kirchner no renuevan su mandato, que al concluir Cristina se van y no se presentan a ninguna reelección. Dejarán a otro candidato». Sorpresa ante la propuesta, tanta que ninguno se atrevió a meter la mano en el bolsillo para aceptar el reto. Recordaban con alguna aprensión que el desafiante personaje, siempre crítico al gobierno, fue uno de los primeros -hace 4 años- que anticipó la no presentación de Kirchner a un segundo mandato y que le reservaba a su esposa esa oportunidad.
* Almuerzo con debate, anuncios, controversias y hasta alguna reyerta oral que casi termina en física. Todo en un mismo combo, en «Chiquín», adonde el economista Javier González Fraga fue como invitado y presunto homenajeado (por ser padre, padrino, abuelo o sponsor del futuro ministro Martín Lousteau) a la peña que promueve Antonio Cafiero. Ingratos, sin embargo, los asistentes se cruzaron con González Fraga como si no respetaran su posible influencia en el próximo gobierno -al menos, es lo que se desprendió de sus palabras-; finalmente, la mayoría era peronista, al decir de Jorge Luis Borges, incorregible. «Moreno (Guillermo, secretario de Comercio) sólo se quedará tres meses». Anticipo de González Fraga que alertó al auditorio. Sin respirar, continuó: «Le dije a Martín que se banque a Moreno y que no proteste, que diga todo que sí, que aguante tener colegas lamentables y acusados de corrupción». Consejo cínico que, al parecer, aceptó el propio Lousteau (aunque nadie conoce, siquiera, una denuncia de corrupción contra Moreno).
Finalmente, como aseguró el disertante, el verdadero ministro será Kirchner (Néstor). Hubo un bife de chorizo con verduras, también un bombón suizo, el que se derritió con la temperatura del discurso.
«Muchos consideran a Martín un pendejo, pero eso no es así: son esos rulos ridículos los que lo hacen parecer un alumno de primer año de la facultad», bromeó advirtiendo con un pronóstico: «Con Martín seguirá el dólar alto, el campo deberá entender que las retenciones son la base de la justicia social, que los ricos debemos pagar más impuestos, el desafío es bajar la pobreza y terminar de una vez con la nefasta herencia de los años noventa». Primer quiebre de la audiencia: todos recordaron que González Fraga sirvió como presidente del Banco Central a Carlos Menem y que, en rigor, se despidió impotente para controlar la situación económica. Para colmo, en su charla, confesó: «Estuve un año en la oposición, acompañando a Roberto Lavagna, pero ahora hay que ayudar al gobierno». Esto es, había dejado la garrocha en la puerta.
Empezó el tumulto cuando respondió Carlos Grosso, uno de los asistentes junto a Cafiero, Moisés Ikonicoff, Ana Kessler, Fernando Galmarini, Lucas Marisi, Duilio Brunello, Nicolás Weizs-Wassing, Félix Borgonovo, Mariano Caucino, Jorge Hugo Herrera Vegas y Abel Posse. Suave, quien fuera controvertido intendente (a quien, de paso, le celebraron el cumpleaños número 64), dijo: «Te escucho, Javier, en defensa del dólar alto como dogma de fe (casi como Guido Di Tella con el dólar recontraalto, su númen inspirador por lo visto) y me hacés acordar a los noventa, cuando no se podía cuestionar el uno a uno. ¿No te parece que es hora de abandonar el enamoramiento de las herramientas económicas? Decile a Lousteau que si no hace cambios, vamos a terminar en el Rodrigazo, como De la Rúa fue a la híper por conservar el uno a uno». Pocas respuestas del invitado y otras voces críticas, diciendo «eso de que se va Moreno te lo crees sólo vos, ya se comió tres ministros de Economía», hasta una desagradable derivación en un clima de hostilidad: « Escuchame, Javier, sos el padre intelectual de Lousteau, de Prat-Gay (Alfonso), de Pedro Lacoste, de otros también, tus alumnos me parece que te mandan al geriátrico» ( Grosso entonces sacó a relucir una teoría sobre el final de varias generaciones de políticos y economistas).
Alguno gritaba que Lousteau tiene «menos equipo que Rosario Central», otro que la inflación argentina es la más alta del mundo con salarios basura por el dólar alto, imprecisiones varias que también alcanzaban al orador. Fue mejor el capítulo cuando, por ensalzar al futuro ministro, González Fraga aludió a un presunto carácter de indomable, también de persuasivo, relatando la anécdota del título que escribió con él: «Sin Atajos». «Yo no le quería poner ese nombre, pero Martín me persuadió.
Luego -reconoció-, cuando se lo conté a mi mujer, ésta me intrigó: '¿Y te vas a dejar influir por tu alumno?'. Entonces, volví al día siguiente, le impuse las jinetas y volvimos a discutir. Por último, acepté el nombre que él proponía.»
Hasta allí rispideces y amabilidades, pero luego avanzó en imputarle a Menem los problemas de radarización que padece el país y que, por esa falta, se había contribuido al incremento del narcotráfico. Allí saltaron varios, entre ellos Weizs-Wassing y Borgonovo al grito de «no te voy a permitir», casi a punto de arrojar platos y botellas. Se saldó a medias el pleito con algunas aclaraciones -en rigor, el ímpetu de González Fraga apuntaba más a objetar a Domingo Cavallo que a Menem-, y todo se diluyó al final cuando alguien recordó, ya entre peronistas reconciliados, una fiesta a la que fue hace pocos días el riojano (cumpleaños de Paola Spatola), pasaron un video en su homenaje, lo aplaudieron de pie, mientras el brazo derecho de Néstor Kirchner en la Cámara de Diputados, sonrojado e incómodo, se preguntaba: «¿Qué estoy haciendo yo aquí? ¿Y si se entera Néstor?» Pues, parece que ya se enteró.
El mejor chiste cordobés es para un ministro. Lo llaman «ballena blanca» porque tiene (y es) el «mayor bobo del mundo». Se evita el nombre, el que no se pudo obtener siquieraen el cumpleaños 58 de José Manuel de la Sota, en su casa de Riverside (Río Cuarto), bien cargado de alcohol como corresponde a cualquier celebración de esa provincia. Recibía él mismo, junto a su pareja Adriana Nazario, casi como un embajador y ofreciendo -para establecer un código hacia el futuro- sándwiches de chorizo con champagne. Mujeres de largo, enfiestadas, la mitad de los 200 invitados hombres de riguroso oscuro. La otra estrella de la reunión, el nuevo gobernador Juan Schiaretti, reciénllegado de su luna de miel con Alejandra Vigo, también el vice Héctor «Pichi» Campana y su no menos conocida mujer. A ninguno de los dos pareció importarle que el saliente gobernador ya haya marcado la cancha en contra de los Kirchner.
Hubo videos como en los casamientos, se emocionó De la Sota por fotos que no recordaba de su padre, explotaron fuegos artificiales que concluyeron con la leyenda «58 años no es nada» que el homenajeado decidió compartir con varios de los presentes sesentones al estímulo de «no lo digo sólo yo». Tardaba la comida, el chorizo se había disipado y, de pronto, llovieron carnes de vaca y cordero, pollos asados, ensaladas varias, amplio y abierto surtido como el de la mesa final de postres. Fiestón, diría un cordobés de antaño en su Pumita.
Casi un espectáculo aparte fue el remedo de « Bailando por un sueño» en el que participaron ministros, secretarias y hasta un ex jefe de Policía (quien, finalmente, fue el ganador), gente de destreza en las pistas.
Luego, luciendo camisa negra, saco igual y una chalina blanca, De la Sota se disfrazó de Cacho Castaña e interpretó varios temas del aguardentoso autor de «Café La Humedad». No fue lo más lucido de la noche, tal vez lo menos esperado, aunque el honor de cantante lo salvó con «Me gustan las mujeres con pasado», tema con múltiples recorridos. Si lo profesional de la voz no lo alcanzaba, su hija Natalia lo salvó del aprieto: interpretó «Nostalgias» con pasional jerarquía explicando luego que «los De la Sota somos todos tangueros».
Algunos funcionarios que perdieron el puesto en la transición salieron a bailar invocando «a ver si nos ve Schiaretti y se acuerda de nosotros», cortaron juntos la torta los dos gobernadores por una Córdoba mejor, uno empezando ahora con Cristina pidiendo ayuda como su antecesor, éste pronunciando desde la vereda de enfrente la mayor y dura crítica con los santacruceños Kirchner: «Yo no quiero que las retenciones sean coparticipables porque eso sería apropiarse de un pedazo de un mal impuesto. Quiero que se queden en el bolsillo de los productores, no conozco ningún chacarero que tenga cuenta en Suiza. Ellos reinvierten acá, en este país, mientras todavía no sabemos en qué se gastan otros recursos. En la Argentina, los impuestos antes se repartían 70% para las provincias, 30% para la Nación. Ahora es al revés en un país que se dice federal».
Sesenta años, pero esta vez para una escuela: la del Cuerpo de Abogados del Estado, organismo que depende de la Procuración del Tesoro, con lo cual la responsabilidad del festejo quedó en manos de Osvaldo Guglielmino.
Generoso, invitó a colegas que lo anticiparon en el cargo ( Rodolfo Díaz, el duhaldista Rubén Citara), pero se excusó de convocarlo a Horacio Rosatti, quien también fue ministro de su propio gobierno. Razón: lo desprecia personalmente. Y él, como se sabe, lo personal suele incluirlo en las cuestiones oficiales.
Servicio breve, cambio de titularidades -Eugenio Palazzo es reemplazado al frente de la escuela por María José Rodríguez, conocida como «Cleopatra» por su cabello azabache y su particular flequillo-, versiones de que Guglielmino dejaría su puesto en manos de Rodolfo Iribarne, lo que significaría un declive para su padrino Carlos Zannini, ya afectado por la remoción de Miguel Peirano en Economía. Al respecto, comentaban que también Zannini estaría en conflicto con el sempiterno Moreno: le frenó el expediente por las retenciones a la minería. Debe creer que puede haber menos inversiones en el sector, nadie va a pensar que existen otras razones. Lo más simpático de la reunión fue el comentario sobre la jueza María Romilda Servini de Cubría: decían que la habían visto toda vestida de dorado en una discotheque, La France, pero en el festejo del colegio de su nieta, quien cantó con otras alumnas, mientras ella se dedicaba -olvidando la elegancia- a sacar no menos de 50 fotografías de la interpretación.
Más cumpleaños y, como corresponde, el asesor adaptó el suyo al del jefe. Pero el del asesor fue más divertido, pues el jefe -Jorge Telerman-celebró módicamente en la sala contigua a su despacho en la Municipalidad, casi una despedida: varios ministros, legisladores (hasta un K como Juan Manuel Olmos) y el empresario Eduardo Elzstain. Mientras, su asesor Oscar Feito, en La Trastienda, organizó para sus 50 una fiesta de mayor relieve que incluyó, como si fuera una costumbre, la participación de una banda (Los Jurásicos) que dirige Augusto Rodríguez Larreta. Lo que obligó el comentario bromista del legislador Hugo Franco: «El pibe armó la banda, pero es el hermano el que armó la gran banda que reemplazará a Jorge» (por Horacio Rodríguez Larreta, jefe de Gabinete de Mauricio Macri).
Hubo una gigantografía con el diario del día en que nació Feito (también, hace medio siglo, se combatía el alza del costo de vida), actuación menos amateur del cómico Fabio Alberti, tres muchachas apetitosas y un alud de periodistas más gente de la política: el embajador Juan Pablo Lohlé (Brasil, Enrique Rodríguez, Cristian Rittondo, Juan Pablo Schiavi, Eduardo Angeloz hijo y Antonio Carrizo. Una sorpresa: Guillermo Seita, quien fue armador de conspiraciones en tiempos de Domingo Cavallo, luego se retiró a un gimnasio a meditar y, ahora, acompaña a Schiaretti en Córdoba. Mucha charla sobre las escuchas telefónicas de la SIDE -alguien hizo un pormenorizado detalle de la vida de Fernando Pocino, al que le atribuyen responsabilidad en este metier, incluyendo su ingreso de la mano de Enrique Nosiglia, también su delegación en Chile y, sobre todo, el contacto con la señora Cristina cuando estuvo derivado en el Congreso de la Nación.
Algunos se le aproximaban a Lohle -aparentemente será confirmado-sobre la visita de Lula para la jura de Cristina y, de paso, ofrecerle un almuerzo en la residencia Pereda, el lunes 10, al primer ministro de Francia François Fillon- y, especialmente, en torno a una caza de brujas oficial en uno de los organismos dedicados al control estadístico (el IPEA). Ya desplazaron a cuatro, entre ellos a un argentino, se repiten situaciones como las del INDEC. Nada comentaba Lohlé, un cercano dijo: «En Brasil pasará esto, podrá ser peor, igual van a ser investment grade el año próximo».
Comentario extractado del diario Ambito Financiero, Sección "Charlas de quincho", Edición del día Lunes 03-12-2007.
Una boda en Punta del Este, un almuerzo peronista con polémicas en el microcentro y un cumpleaños en San Telmo fueron lo más saliente de esta semana. El balneario oriental (en realidad, la vecina Rocha) se prepara para el verano (y más fiestas) con algún cuestionamiento a proyectos inmobiliarios que podrían cambiarle la cara; allí se habló del «tema edecanas», y que este cambio de sexo en los militares que asistirán a la presidente se debería más a un tema de celos que a la corrección política. En un restorán, un economista provocó la ira de algunos de sus contertulios con imputaciones de dudosa comprobación a gobiernos anteriores, y explicó el poder de convicción de un alumno suyo, hoy futuro ministro. Veamos.
«País alienante, la Argentina: el gobierno se hace votar una ley de emergencia cuando no hay emergencia (¿cómo se llamará la ley el día que haya una emergencia?) y un proyecto político de centro (Mauricio Macri) que empieza en la Capital endeudándose en el exterior, aumentando los impuestos y aprobándose superpoderes para el jefe. ¿Esa es la alternativa al kirchnerismo? No hay posibilidad de cambio, entonces: hay que resignarse porque carecemos de destino; ya parecemos gobernados por los que egresarán del colegio secundario Carlos Pellegrini, quienes pueden derribar al rector cuando se les da la gana.» Párrafo de un invitado en una fiesta del otro lado del río.
Mucho Tortugas en Punta del Este, casi anticipando la temporada veraniega. Gente de ese country bonaerense para acompañar a su vecino y médico Ramón Leiguarda (uno de los dueños del Fleni), cuya hija se casó en La Candelaria -cerca del Puerto- y luego festejó en el hotel Las Cumbres, atractivo lugar para el week end sin compañía oficial (según observaban algunos pícaros caballeros). Dos presencias casi incunables en la fiesta, seguramente pacientes o consultores del padrino, no habituales en este tipo de eventos y casi desaparecidos de la acción social en los últimos tiempos: Amalia Lacroze de Fortabat (de celeste riguroso como le gusta, enjoyada como más le gusta, más delgada y no por una dieta) y Carlos Pedro Blaquier, de impecable traje oscuro con su mujer Cristina Khallouf, sin celebrar la última decisión del Congreso que lo habilita generosamente para desarrollarse -como al magnate George Soros- aún más en el negocio del azúcar (bioetanol). También él parecía más pálido y delgado.
Como fue al mediodía, las mujeres con traje de cóctel y los hombres, como militares, casi todos uniformados con saco azul (unos pocos sin corbata: Teddy García Mansilla y Pacho O'Donnell). Magro copetín con abundancia de tragos, luego una entrada con jamón y una ensalada de quesos, bife de lomo salseado con papas y, de postre, una tarteleta de frutilla con helado (y un aditamento curioso: una botellita con una salsa inglesa para cambiar los sabores). Santiago Soldati, Constancio Vigil, Bernardo Neustadt, Jorge Pereyra de Olazábal, el oftalmólogo Roberto Zaldívar, Carlos Tramutola padre, Alejandro Bulgheroni, el reaparecido Ricardo Cossio de la DGI, Jorge Fiorito, Carlos Fontán Balestra, Alito Tfeli (a quien asediaban con preguntas sobre Carlos Menem), gente que elegía la mesa donde ubicarse -salvo Blaquier y la Fortabat, con asientos fijos-, para charlar hasta el hartazgo pues el baile comenzó pasadas las 18 y el reparto del cotillón a las 19. Como es de imaginar, a esa hora no quedaba ningún mayor de 40 años.
Clima no precisamente kirchnerista, obvio, más curioso del futuro gobierno (o del actual, que es lo mismo) que de lo que pueda producir. Preguntas como «¿esto de las edecanas es porque le gusta a ella o es porque él puede considerarse un hombre celoso?». Se coincidió en que podría ser una aspiración de la señora Cristina, pero un conocedor señaló que a él, ni en broma, le gustan los comentarios sobre la belleza de su mujer. Menos, las miradas. Hasta, en el colmo de la interpretación sobre esos nocivos sentimientos, sugirió que algún funcionario o cercano perdió relevancia por algún atrevimiento oral o visual. Comentarios de verano, claro, como la insistencia sobre una porfía en el matrimonio, luego de las elecciones, en que ambos pujaron con vehemencia por la introducción o no de nuevos ministros o secretarios de Estado. Más o menos lo que ya filtró el periodismo, con el agregado de una frase atribuida a la dama: «Yo no te molesté en los 4 años y medio de gobierno, espero que hagas lo mismo conmigo». Gente que quizás quiere ver en el horizonte lo que no se percibe en la superficie.
Mezclados con opiniones enojadas por el affaire Botnia, las demoras de Aerolíneas Argentinas en los vuelos ( muchos llegaron con 4 horas de atraso al balneario) y hasta la megafiesta que los vendedores inmobiliarios de Miami (de Bal Harbour) preparan para este fin de año en Punta del Este, también se precisaron otros datos. Por ejemplo, cierto disgusto del obediente Héctor Capaccioli con su numen Alberto Fernández, ya que el encargado de las obras sociales se imaginó titular del PJ de la Capital o ministro de Trabajo -en realidad no lo imaginó: se lo anticiparon- y, como se sabe, deberá persistir en la categoría de funcionario influyente (en lo sindical) pero relegado. Además, ve el encumbramiento de una Graciela Ocaña que no le es simpática en el Ministerio de Salud y, por supuesto, ese ascenso no le sienta bien. Al respecto, como había muchos médicos en la celebración, se comentó que varios de los jóvenes que acompañan a la « hormiguita» convertida en ministro deslizan rayos y centellas sobre la gestión de Ginés González García, quien marcha de embajador a Chile. Dicen -estos recién llegados o a punto de llegar, calificados a sí mismos como los «4-40» (por la banda que acompaña al cantante caribeño Juan Luis Guerra), algo así como un sub-20 de la Salud- que el ministro está asediado por difíciles cuestiones judiciales y le imputan anomalías en su administración. Profesionales del sector, no demasiado proclives a González García, sin embargo replicaban: hay que reconocerle avances contra la mortalidad infantil en el noroeste, ciertas desprolijidades no podrían negar esta realidad.
Después, comentarios en las mesas de algunos vecinos reconocidos de Rocha contra el desarrollo inmobiliario que piensa realizar Eduardo Costantini en esa zona poco explotada sobre la playa uruguaya: entienden que perderán la paz en la que ellos invirtieron (afectados, entre otros, Soldati, Eduardo Antelo, los Rocca de Techint, Bulgheroni). Pero el progreso llega, claro. Más eufórico estaba un empresario dedicado a la yerba mate: ocurre que los brasileños -según contaba- han creado una cerveza a partir de la planta que nutre al mate, que ya se vende en ese país (Dado Bier), producto que el próximo año llegará para la venta al Uruguay y a la Argentina. Casi todos entusiasmados por la posible expansión de plantaciones dedicadas a un solo servicio (el mate) que, al revés del lúpulo tradicional, la nueva bebida ofrece más propiedades naturales, energizantes y estimulantes. ¿Habrá que invertir en yerba mate?, se preguntaban los más despiertos. Al tiempo que discurrían, viajeros casi todos, sobre la nueva complicación que instalaron los Estados Unidos para ingresar a su país: cada visitante, como ya se sabe, desde este mes deberá aplicar sus 10 dedos para comprobar su identidad en la Aduana, una forma de controlar mejor a los viajeros por razones de seguridad, pero que agregará demoras a un acceso ya particularmente hoy demorado. El precio a pagar, tal vez, para no soportar nuevos atentados. A nadie, igual, ese proceso lo pone contento. Mientras, el autor de la parrafada que inició este quincho, desafió a varios contertulios: «Apuesto la cifra que quieran. Yo creo que los Kirchner no renuevan su mandato, que al concluir Cristina se van y no se presentan a ninguna reelección. Dejarán a otro candidato». Sorpresa ante la propuesta, tanta que ninguno se atrevió a meter la mano en el bolsillo para aceptar el reto. Recordaban con alguna aprensión que el desafiante personaje, siempre crítico al gobierno, fue uno de los primeros -hace 4 años- que anticipó la no presentación de Kirchner a un segundo mandato y que le reservaba a su esposa esa oportunidad.
* Almuerzo con debate, anuncios, controversias y hasta alguna reyerta oral que casi termina en física. Todo en un mismo combo, en «Chiquín», adonde el economista Javier González Fraga fue como invitado y presunto homenajeado (por ser padre, padrino, abuelo o sponsor del futuro ministro Martín Lousteau) a la peña que promueve Antonio Cafiero. Ingratos, sin embargo, los asistentes se cruzaron con González Fraga como si no respetaran su posible influencia en el próximo gobierno -al menos, es lo que se desprendió de sus palabras-; finalmente, la mayoría era peronista, al decir de Jorge Luis Borges, incorregible. «Moreno (Guillermo, secretario de Comercio) sólo se quedará tres meses». Anticipo de González Fraga que alertó al auditorio. Sin respirar, continuó: «Le dije a Martín que se banque a Moreno y que no proteste, que diga todo que sí, que aguante tener colegas lamentables y acusados de corrupción». Consejo cínico que, al parecer, aceptó el propio Lousteau (aunque nadie conoce, siquiera, una denuncia de corrupción contra Moreno).
Finalmente, como aseguró el disertante, el verdadero ministro será Kirchner (Néstor). Hubo un bife de chorizo con verduras, también un bombón suizo, el que se derritió con la temperatura del discurso.
«Muchos consideran a Martín un pendejo, pero eso no es así: son esos rulos ridículos los que lo hacen parecer un alumno de primer año de la facultad», bromeó advirtiendo con un pronóstico: «Con Martín seguirá el dólar alto, el campo deberá entender que las retenciones son la base de la justicia social, que los ricos debemos pagar más impuestos, el desafío es bajar la pobreza y terminar de una vez con la nefasta herencia de los años noventa». Primer quiebre de la audiencia: todos recordaron que González Fraga sirvió como presidente del Banco Central a Carlos Menem y que, en rigor, se despidió impotente para controlar la situación económica. Para colmo, en su charla, confesó: «Estuve un año en la oposición, acompañando a Roberto Lavagna, pero ahora hay que ayudar al gobierno». Esto es, había dejado la garrocha en la puerta.
Empezó el tumulto cuando respondió Carlos Grosso, uno de los asistentes junto a Cafiero, Moisés Ikonicoff, Ana Kessler, Fernando Galmarini, Lucas Marisi, Duilio Brunello, Nicolás Weizs-Wassing, Félix Borgonovo, Mariano Caucino, Jorge Hugo Herrera Vegas y Abel Posse. Suave, quien fuera controvertido intendente (a quien, de paso, le celebraron el cumpleaños número 64), dijo: «Te escucho, Javier, en defensa del dólar alto como dogma de fe (casi como Guido Di Tella con el dólar recontraalto, su númen inspirador por lo visto) y me hacés acordar a los noventa, cuando no se podía cuestionar el uno a uno. ¿No te parece que es hora de abandonar el enamoramiento de las herramientas económicas? Decile a Lousteau que si no hace cambios, vamos a terminar en el Rodrigazo, como De la Rúa fue a la híper por conservar el uno a uno». Pocas respuestas del invitado y otras voces críticas, diciendo «eso de que se va Moreno te lo crees sólo vos, ya se comió tres ministros de Economía», hasta una desagradable derivación en un clima de hostilidad: « Escuchame, Javier, sos el padre intelectual de Lousteau, de Prat-Gay (Alfonso), de Pedro Lacoste, de otros también, tus alumnos me parece que te mandan al geriátrico» ( Grosso entonces sacó a relucir una teoría sobre el final de varias generaciones de políticos y economistas).
Alguno gritaba que Lousteau tiene «menos equipo que Rosario Central», otro que la inflación argentina es la más alta del mundo con salarios basura por el dólar alto, imprecisiones varias que también alcanzaban al orador. Fue mejor el capítulo cuando, por ensalzar al futuro ministro, González Fraga aludió a un presunto carácter de indomable, también de persuasivo, relatando la anécdota del título que escribió con él: «Sin Atajos». «Yo no le quería poner ese nombre, pero Martín me persuadió.
Luego -reconoció-, cuando se lo conté a mi mujer, ésta me intrigó: '¿Y te vas a dejar influir por tu alumno?'. Entonces, volví al día siguiente, le impuse las jinetas y volvimos a discutir. Por último, acepté el nombre que él proponía.»
Hasta allí rispideces y amabilidades, pero luego avanzó en imputarle a Menem los problemas de radarización que padece el país y que, por esa falta, se había contribuido al incremento del narcotráfico. Allí saltaron varios, entre ellos Weizs-Wassing y Borgonovo al grito de «no te voy a permitir», casi a punto de arrojar platos y botellas. Se saldó a medias el pleito con algunas aclaraciones -en rigor, el ímpetu de González Fraga apuntaba más a objetar a Domingo Cavallo que a Menem-, y todo se diluyó al final cuando alguien recordó, ya entre peronistas reconciliados, una fiesta a la que fue hace pocos días el riojano (cumpleaños de Paola Spatola), pasaron un video en su homenaje, lo aplaudieron de pie, mientras el brazo derecho de Néstor Kirchner en la Cámara de Diputados, sonrojado e incómodo, se preguntaba: «¿Qué estoy haciendo yo aquí? ¿Y si se entera Néstor?» Pues, parece que ya se enteró.
El mejor chiste cordobés es para un ministro. Lo llaman «ballena blanca» porque tiene (y es) el «mayor bobo del mundo». Se evita el nombre, el que no se pudo obtener siquieraen el cumpleaños 58 de José Manuel de la Sota, en su casa de Riverside (Río Cuarto), bien cargado de alcohol como corresponde a cualquier celebración de esa provincia. Recibía él mismo, junto a su pareja Adriana Nazario, casi como un embajador y ofreciendo -para establecer un código hacia el futuro- sándwiches de chorizo con champagne. Mujeres de largo, enfiestadas, la mitad de los 200 invitados hombres de riguroso oscuro. La otra estrella de la reunión, el nuevo gobernador Juan Schiaretti, reciénllegado de su luna de miel con Alejandra Vigo, también el vice Héctor «Pichi» Campana y su no menos conocida mujer. A ninguno de los dos pareció importarle que el saliente gobernador ya haya marcado la cancha en contra de los Kirchner.
Hubo videos como en los casamientos, se emocionó De la Sota por fotos que no recordaba de su padre, explotaron fuegos artificiales que concluyeron con la leyenda «58 años no es nada» que el homenajeado decidió compartir con varios de los presentes sesentones al estímulo de «no lo digo sólo yo». Tardaba la comida, el chorizo se había disipado y, de pronto, llovieron carnes de vaca y cordero, pollos asados, ensaladas varias, amplio y abierto surtido como el de la mesa final de postres. Fiestón, diría un cordobés de antaño en su Pumita.
Casi un espectáculo aparte fue el remedo de « Bailando por un sueño» en el que participaron ministros, secretarias y hasta un ex jefe de Policía (quien, finalmente, fue el ganador), gente de destreza en las pistas.
Luego, luciendo camisa negra, saco igual y una chalina blanca, De la Sota se disfrazó de Cacho Castaña e interpretó varios temas del aguardentoso autor de «Café La Humedad». No fue lo más lucido de la noche, tal vez lo menos esperado, aunque el honor de cantante lo salvó con «Me gustan las mujeres con pasado», tema con múltiples recorridos. Si lo profesional de la voz no lo alcanzaba, su hija Natalia lo salvó del aprieto: interpretó «Nostalgias» con pasional jerarquía explicando luego que «los De la Sota somos todos tangueros».
Algunos funcionarios que perdieron el puesto en la transición salieron a bailar invocando «a ver si nos ve Schiaretti y se acuerda de nosotros», cortaron juntos la torta los dos gobernadores por una Córdoba mejor, uno empezando ahora con Cristina pidiendo ayuda como su antecesor, éste pronunciando desde la vereda de enfrente la mayor y dura crítica con los santacruceños Kirchner: «Yo no quiero que las retenciones sean coparticipables porque eso sería apropiarse de un pedazo de un mal impuesto. Quiero que se queden en el bolsillo de los productores, no conozco ningún chacarero que tenga cuenta en Suiza. Ellos reinvierten acá, en este país, mientras todavía no sabemos en qué se gastan otros recursos. En la Argentina, los impuestos antes se repartían 70% para las provincias, 30% para la Nación. Ahora es al revés en un país que se dice federal».
Sesenta años, pero esta vez para una escuela: la del Cuerpo de Abogados del Estado, organismo que depende de la Procuración del Tesoro, con lo cual la responsabilidad del festejo quedó en manos de Osvaldo Guglielmino.
Generoso, invitó a colegas que lo anticiparon en el cargo ( Rodolfo Díaz, el duhaldista Rubén Citara), pero se excusó de convocarlo a Horacio Rosatti, quien también fue ministro de su propio gobierno. Razón: lo desprecia personalmente. Y él, como se sabe, lo personal suele incluirlo en las cuestiones oficiales.
Servicio breve, cambio de titularidades -Eugenio Palazzo es reemplazado al frente de la escuela por María José Rodríguez, conocida como «Cleopatra» por su cabello azabache y su particular flequillo-, versiones de que Guglielmino dejaría su puesto en manos de Rodolfo Iribarne, lo que significaría un declive para su padrino Carlos Zannini, ya afectado por la remoción de Miguel Peirano en Economía. Al respecto, comentaban que también Zannini estaría en conflicto con el sempiterno Moreno: le frenó el expediente por las retenciones a la minería. Debe creer que puede haber menos inversiones en el sector, nadie va a pensar que existen otras razones. Lo más simpático de la reunión fue el comentario sobre la jueza María Romilda Servini de Cubría: decían que la habían visto toda vestida de dorado en una discotheque, La France, pero en el festejo del colegio de su nieta, quien cantó con otras alumnas, mientras ella se dedicaba -olvidando la elegancia- a sacar no menos de 50 fotografías de la interpretación.
Más cumpleaños y, como corresponde, el asesor adaptó el suyo al del jefe. Pero el del asesor fue más divertido, pues el jefe -Jorge Telerman-celebró módicamente en la sala contigua a su despacho en la Municipalidad, casi una despedida: varios ministros, legisladores (hasta un K como Juan Manuel Olmos) y el empresario Eduardo Elzstain. Mientras, su asesor Oscar Feito, en La Trastienda, organizó para sus 50 una fiesta de mayor relieve que incluyó, como si fuera una costumbre, la participación de una banda (Los Jurásicos) que dirige Augusto Rodríguez Larreta. Lo que obligó el comentario bromista del legislador Hugo Franco: «El pibe armó la banda, pero es el hermano el que armó la gran banda que reemplazará a Jorge» (por Horacio Rodríguez Larreta, jefe de Gabinete de Mauricio Macri).
Hubo una gigantografía con el diario del día en que nació Feito (también, hace medio siglo, se combatía el alza del costo de vida), actuación menos amateur del cómico Fabio Alberti, tres muchachas apetitosas y un alud de periodistas más gente de la política: el embajador Juan Pablo Lohlé (Brasil, Enrique Rodríguez, Cristian Rittondo, Juan Pablo Schiavi, Eduardo Angeloz hijo y Antonio Carrizo. Una sorpresa: Guillermo Seita, quien fue armador de conspiraciones en tiempos de Domingo Cavallo, luego se retiró a un gimnasio a meditar y, ahora, acompaña a Schiaretti en Córdoba. Mucha charla sobre las escuchas telefónicas de la SIDE -alguien hizo un pormenorizado detalle de la vida de Fernando Pocino, al que le atribuyen responsabilidad en este metier, incluyendo su ingreso de la mano de Enrique Nosiglia, también su delegación en Chile y, sobre todo, el contacto con la señora Cristina cuando estuvo derivado en el Congreso de la Nación.
Algunos se le aproximaban a Lohle -aparentemente será confirmado-sobre la visita de Lula para la jura de Cristina y, de paso, ofrecerle un almuerzo en la residencia Pereda, el lunes 10, al primer ministro de Francia François Fillon- y, especialmente, en torno a una caza de brujas oficial en uno de los organismos dedicados al control estadístico (el IPEA). Ya desplazaron a cuatro, entre ellos a un argentino, se repiten situaciones como las del INDEC. Nada comentaba Lohlé, un cercano dijo: «En Brasil pasará esto, podrá ser peor, igual van a ser investment grade el año próximo».
Comentario extractado del diario Ambito Financiero, Sección "Charlas de quincho", Edición del día Lunes 03-12-2007.
"2017, te espero - UNITE".