Yo soy el abogado.
Aquel que cada mañana va recorriendo juzgados,
y anda a los apurones por ese escrito con cargo.
El que soporta la espera, el que se banca los paros,
y debe poner la cara si todo sigue ‘a despacho’.
El que abre el escritorio buscando ganarse el mango
y el que pelea duro cuando flaquea el trabajo.
Yo soy el abogado.
Tantas veces de pleitero, injustamente acusado.
Al que siempre lo consultan cuando se ven ‘apretados’,
en la calle, en el cine o en la cola del mercado.
El que ‘pone’ sin dobleces su paciencia de artesano
para llegar al final con deudor insolventado.
Yo soy el abogado.
El de cédulas y oficios, a pulmón diligenciados.
El que ha de tolerar el sistema colapsado,
las nuevas disposiciones de Rentas y de Catastro,
los timbrados del Registro; el humor del funcionario
Yo soy el abogado.
El que hace de estratega, de confesor y de malo,
de mediador y de amigo, de psicólogo y de hermano.
El que sale a cara o cruz, con niebla o lluvia viajando
porque justo le fijaron una audiencia bien temprano.
El que se muerde los labios porque el testigo ha faltado
El que sufre taquicardia mientras va leyendo el fallo.
Del mostrador para acá. Del pasillo, quede claro.
El que recorre juzgados, durante meses y años.
A mucha honra señor, ese soy yo, el abogado.
Horacio Alberto Vero. De su libro ‘Poemas a Despacho’.-
Aquel que cada mañana va recorriendo juzgados,
y anda a los apurones por ese escrito con cargo.
El que soporta la espera, el que se banca los paros,
y debe poner la cara si todo sigue ‘a despacho’.
El que abre el escritorio buscando ganarse el mango
y el que pelea duro cuando flaquea el trabajo.
Yo soy el abogado.
Tantas veces de pleitero, injustamente acusado.
Al que siempre lo consultan cuando se ven ‘apretados’,
en la calle, en el cine o en la cola del mercado.
El que ‘pone’ sin dobleces su paciencia de artesano
para llegar al final con deudor insolventado.
Yo soy el abogado.
El de cédulas y oficios, a pulmón diligenciados.
El que ha de tolerar el sistema colapsado,
las nuevas disposiciones de Rentas y de Catastro,
los timbrados del Registro; el humor del funcionario
Yo soy el abogado.
El que hace de estratega, de confesor y de malo,
de mediador y de amigo, de psicólogo y de hermano.
El que sale a cara o cruz, con niebla o lluvia viajando
porque justo le fijaron una audiencia bien temprano.
El que se muerde los labios porque el testigo ha faltado
El que sufre taquicardia mientras va leyendo el fallo.
Del mostrador para acá. Del pasillo, quede claro.
El que recorre juzgados, durante meses y años.
A mucha honra señor, ese soy yo, el abogado.
Horacio Alberto Vero. De su libro ‘Poemas a Despacho’.-