Hola, DAL:
Efectivamente, es llamativo la nula difusión que se dio a estos proyectos de ley a través de la prensa escrita (la más apta en este caso), o la radiotelevisiva. ¿La causa?... no la sé; aunque puedo elucubrar que ha habido una mezcla de factores: presiones por parte de grupos religiosos adversos, ningún deseo de los grupos editoriales de "poner el dedo en un ventilador", propósito de los profesionales de la política de capitalizar un mercado electoral importante, pero sin arriesgar ningún análisis serio, de modo de no tener que pagar ningún precio político posterior, ensimismamiento autosuficiente de los grupos militantes gays, etc.
En cuanto al interrogante de ¿por qué esta ley de matrimonio gay ahora?...¿cuánta necesidad real tenía el interesado anónimo de buscar una unión civilmente sacramental para concretar una pareja probablemente ya preexistente?...yo creo que ha sido más bien una estrategia, un tiro por elevación, destinado a implantar en la sociedad el respeto y consideración hacia un status homosexual. Después, cuántos realmente van a hacer uso de ella, cuántos van a sentir verdaderamente la aspiración de ser padres o madres adoptivos o inseminados, si tengo que arriesgar un pronóstico, creo que van a ser pocos. Nunca me introduje en el mundo lesbiano, pero por razones profesionales tuve que sostener prolongadas anamnesis con homosexuales masculinos, algunos de los cuales, asombrosamente dotados de insight me permitieron vislumbrar bastante del mundo de su comunidad gay. No me quedó la impresión de que la aspiración a la paternidad fuese el motor primero de sus reivindicaciones. Ni siquiera parecía que tuviesen demasiado ánimo reivindicatorio, sino más bien de anonimato y recoleta privacidad. De hecho, más de uno ya era, en una pareja heterosexual pasada o persistente, padre de al menos uno o más hijos. No parecería que quisiese complicarse la vida criando nuevos dentro de esta nueva ley. Quizá tratándose de parejas lesbianas esa aspiración sea más fuerte, pero, repito, carezco de indagación y conocimiento profesionalmente adquirido sobre el sentir de esas uniones. El tiempo dirá, y dirá si todos los fantasmas que giran en derredor de las posibles adopciones condice con las realidades estadísticas.
En cuanto a los aspectos patrimoniales que rodean la aparición de esta novedosa sociedad conyugal, hubiera sido interesante –y entretenidísimo- poner sobre el tapete los fuertes contrastes entre una legislación basada en la concepción contractualista del matrimonio, vigente en muchos países avanzados, y nuestra bastante obsoleta concepción institucionalista del mismo. Y en una de ésas, revisar el asunto aquél del “fifty-fifty” forzoso de los gananciales.
Pero eso sería pedirles demasiado a nuestros legisladores “progres”, y a nuestros oportunistas políticos.
Sigamos entonces esperando la versión escrita de esta ley, para someterla a estudio, y comentarla aquí. Porque después de todo este es un foro jurídico, ¿no?...